Héctor Rodríguez Castro |
JUVENTUD
REVOLUCIONARIA
El
almuédano sube las escaleras del alminar para el adhan, para comunicar la hora
de la oración del Asr, comienza su canto: all ahu àkbar, los presentes reunidos en el patio de la mezquita se
quitan sus calzados y realizan pequeñas abluciones antes de entrar al recinto
para comenzar el salat. En una equina del patio está Hakem Alí, oía
tranquilamente las voces de sus hijos y de su esposa que le explicaba que todo
estaba bien en su casa de Londres, una vivienda de estilo clásico que mantenía
una tradicional chimenea y su respectivo jardín, tenía años que no podía
visitar a su familia, pero se sentía bien porque ellos vivían cómodamente, sus
hijos estudiaban en las mejores escuelas y su esposa no pasaba necesidades.
Apagó su móvil y rememoró cómo compró esa posesión; fue por casualidad, además
estaba en oferta y muy cerca de la vivienda en la que Francisco de Miranda, el
gran prócer, había vivido. La compró en el 2012, cuando estuvo algunas semanas
visitando los principales puntos de interés de Inglaterra, además de asistir a
los Juegos Olímpicos y aunque no era un amante de los deportes, ni siquiera los
practicó, desfiló justo detrás de Fabiola Ramos, la abanderada de la delegación
criolla como el flamante Ministro Popular Para el Deporte en la inauguración de
esos Juegos. Rememora también cómo antes fue Ministro del Poder Popular para el
Despacho de la Presidencia, con apenas 26 años, quizás uno de los ministros más
jóvenes del país, aunque pudo haber sido ministro unos dos años antes, pero
esto violaba la Constitución en su artículo 244 que dice que para ser Ministro
en Venezuela se debe tener más de 25 años, por eso supo su destino desde muy
joven: ser político. Lo supo en los pasillos de la Universidad Central de
Venezuela, cuando todo era un caldo de cultivo y nadie tenía claro sobre el qué
hacer político, él intuyó que el problema no es hacer discursos como si se
contara con categorías que explicara la realidad, porque cuando se está inmerso
en la acción política, no se trata de predicar la justicia o la democracia, ni
repetir los análisis de los que se disponen con anterioridad y cuya
insuficiencia se ve claramente; se trata de intentar devolver a la actividad
aquellos conceptos de los que se dispone, y que se puede ajustar al momento
histórico y por aquellos años el momento histórico se llamaba Hugo Chávez, él
se logró insertarse en aquél momento histórico porque el comandante le agarró
cariño luego de mostrar y demostrar a través de diversos argumentos y puestas
en escena que los conceptos que disponía para aquel tiempo funcionaba, así
compuso frases como: todo ser humano es un ser político, así que nadie es
neutro, además el socialismo debe tender cada vez más a poner el poder y la
propiedad en las comunidades, ya que en el fondo la democracia que había
existido en Venezuela se había adormecido mostrando que la democracia es un
debate de idea y se había apaciguado por la ineptitud de los adecos y
copeyanos. Todos sus argumentos brillaban por saber usarlo en el momento
histórico preciso, obligando en un programa de televisión que titularon:
Lideres Estudiantiles de Ideas Distintas, que Jon Goicochea, su opositor en el
debate, cayera en contradicciones, en la medida en que éste predicaba justicia,
democracia, etc., muchos líderes revolucionarios de vieja alcurnia vieron
entonces que ese joven universitario podía ser la cara de una juventud
revolucionaria que necesitaban en ese momento histórico. Desde entonces
recorrió ministerios, luego de guiar a los atletas del país por las calles de
Londres, buscó dirigir a la juventudes socialistas desde el Ministro para la
Juventud Venezolana, luego el presidente Maduro fusionó los dos ministerios,
pero él saltó para el Ministerio de Educación, y así brincaba hasta llego a ser
gobernador de su Estado natal. Durante años todo el mundo lo llamaba ministro,
diputados, luego lo llamaron gobernado y en su más oscuro territorio de
avaricias y momentos históricos soñaba con que lo llamaran presidente. Los
cierto es que usar la retórica, los conceptos en los momentos claves de la
historia funcionaba, y aunque él estuvo por mas de 10 años dentro de las
principales carteras para la juventud revolucionaria, para la educación de los
venezolanos y cargos legislativos, poca gente recordaba alguna obra precisa
hecha en su período histórico, de hecho su frase más celebrada por sus
detractores fue cuando siendo Ministro de Educación dijo: “No es que saquemos a
la gente de la pobreza para llevarla a la clase media para después ser
escuálido”, dejando un vacío epistemológico para aclarar: ¿qué hay después de
sacar a alguien de la pobreza?, ¿qué es ser clase media?, ¿qué es ser un
escuálido?; pero su frase se truncó, en el fondo quería decir: sacar a los pobres
para que consigan la felicidad en unas escuelas diseñadas con modelos de
Bakunin, con pedagogías libertarias, en aulas ácratas, creando escuelas
semejantes a la de Summerhill en cada rincón del país, pero su frase
trastabilló, se desconcentró y desde entonces sus argumentos se iban
desvaneciendo, los momentos históricos apaciguando, proceso similar a los que
vivía el poder al presidente Maduro. Ahora nadie le llama ministro, ni
diputado, ni gobernador, ni Héctor Rodríguez, ahora camina por la calles de
Estambul, reuniéndose en café con algunos colegas o hermanos de la fe, se ha
dejado la barba y siempre usa la taquiah que cubre su calva, poca gente
reconoce que él fue un líder de juventudes revolucionarias que nunca cuajó,
juventud la cual la mayoría perdió la esperanza, sus estudios, muchos se
exiliaron, no se consolidaron como hombres y mujeres de provecho para la
sociedad, o entes civiles con valores éticos y morales que les permitiera
construir una Estado más equitativa y justa, así que mucha de esa juventud
terminaron en trabajos miserables, con hambre y con innumerables problemas de
salud, entendimiento y vida. Ahora camina por bazares donde siempre compra
alguna trivialidad o viendo los centenares de gatos que pululan por las calles
o cruzando la plaza de Taksi, yendo hacia Nişantaşı, donde vive en
un cómodo piso lleno de sueños sin momentos históricos, ya no es un ser
político, reflexiona sobre sus esencia y se contenta ahora abrazando a la fe,
sólo se le ocurre orar a Allah, quien no cabe en los cielos y en los mundos, y
contentarse en silencio por la selección de su nombre musulmán: Hakem Alí, que
posee el sentido de ser un altísimo gobernador.
No hay comentarios:
Publicar un comentario