martes, 19 de febrero de 2019

CUENTOS DE LA REVOLUCIÓN BOLIVARIANA CONTADOS POR SUS CREADORES (NELSON MERENTES)

Nelson Merentes
EL ALGORITMO DE UNA REVOLUCIÓN
Era su segundo café con un toquecito de cognac, este combinación le daba un sabor afrutado, que con el amargo del café, constituía uno de sus brebajes favoritos para soportar el grueso frío que acaecía en las riveras del Danubio. Veía por la ventana de su apartamento en la calle Andrássy, todas aquellas riquezas y ruinas que contenía Budapest como sombras de su pasado. Ese día había hallado otra posible solución a su problema favorito dentro del espacio de Hibert: dx(t)={Ax(t)+Bu(t)+f(t,ω,x(t),u(t))}dt+{Σ(t)+σ(t,ω,x(t),u(t))}dw(t) un espacio donde U,A:D(A)⊂X→X los unía en semigrupos logrando al final reducir todo a dx(t)=Ax(t)dt+Bu(t)dt+Σ(t)dw(t) obteniendo así crear una interesante fórmula para comenzar otras investigaciones matemáticas. Estaba contento con lo que escribía en esa tarde asoleada de invierno, pero también quería salir, ir de compras, quizás cenar en Kéli Vendémo, aquel restaurant con más de cien años de historia y que estaba situado bajo el puente de Arpad, allí podía saborear platos húngaros que sólo podían existir en las pulsiones de los más sibaritas; pero desde que, en varias ocasiones, viendo la iluminación del Parlamento desde el Bastión de los Pescadores, grupos de venezolano lo atacaban, salía cada vez menos. En su mente recuerda las imágenes de profundo odio en las caras de sus conciudadanos, le llamaban ladrón, hijo de puta, mal parido y especialmente coño de madre; una vez le lanzaron un gran vaso que se estrelló en su mesa salpicándolo de vidrios y cervezas. Alguna vez intervino la policía, pero no entendía nada de lo que ocurría, entre los gritos de los venezolanos que insultaban y quería golpearlo y el regular húngaro que Nelson Merentes había aprendido en su estada doctoral en la universidad Eötvös Loránd. Cuando dejó Venezuela, antes de la caída del régimen, decidió renunciar a su cargo, el problema había sido la imposibilidad de complacer al nuevo líder. Cuando Chávez gobernaba y él era el presidente del Banco Central de Venezuela, sólo tenía que ajustar cuentas con algunos algoritmos para darle el dinero y complacerlo. Llegó a pensar en tener una vida cómoda al jubilarse y para ello consideró que el arte de complacer abriría todas las oportunidades y ganancias, así que complació al presidente, a sus amigos, a sus familiares, especialmente a Adán Chávez, a los colegas revolucionarios de otros países y por supuesto se complacía a sí mismo, por lo que no era extraño que con unos amigos, en cada oportunidad y desde el Club Puerto Azul, salían en algunos de sus yates que siempre colocaba al nombre de un amigo que lo complacía para ir a la Tortuga, aquella legendaria isla que ocultaba piratas, con algunas botellas de cognac, whiskey o tequila y por supuesto, con algunas animadoras y aspirantes a Miss Venezuela que le divertían y le hacía olvidar sus penas de juventud. También dio caprichos a todas sus novias, donándole operaciones de senos o cirugía de nariz, pero luego de que Hyser le robara 300.000 mil dólares creando un petit scandale en la prensa nacional junto con una investigación a su pupila, Mariana, luego de su Miss Venezuela, lo habían cabreado. Al final logró parar los escándalos de su avatar como sugar daddy, complaciendo con dólares, porque ya los billetes en bolívares que firmaba valían cada vez menos, a algunos enemigos y periodistas sin escrúpulos. Pero no fueron sus pequeños caprichos, cabreos o complacencias lo que lo hizo renuncia sino la cantidad de personas alternas que asesoraban al presidente Maduro; desde Luis Salas, quien fue su Ministro de Economía explicando que: "la inflación no existe en la vida real", pasando por los españoles Serrano Mancilla quien escribió un texto titulado Las pruebas del crimen económico contra Venezuela, donde enfatiza las orquestaciones internacionales para quebrar la economía del país y especialmente a Juan Carlos Monedero, al quien no soportaba porque en varias reuniones repetía que Venezuela es un laboratorio de donde nacerán las nuevas consignas para la trasformación de la humanidad, hasta individuos del gobierno como Tareck El Aissami quien siempre tenía uno o dos amigos sirios o libaneses que podían arreglar la economía del país con bonos o advertirle a Maduro que con el Consejo Nacional de Economía Productiva todo se solucionaba, pero lo que realmente le molestó, es que a diferencia de Chávez, Maduro no entendía lo más elemental de las matemáticas, ni colocándoles las cifras en notación científica para que no se perdiera entre la cantidad de ceros que agobiaba la economía. Así que hizo sus cuentas y renunció ante las certezas matemáticas del que el país se iba al carajo y su estatus de sugar daddy menguaría. Ahora, a veces, se reúne en su casa con algunas adolescentes húngaras a las que le enseña matemáticas gratis y entre sonrisas y algunos pagos en florines húngaros, trata de divertirse, pero ve últimamente que algunas vienen acompañadas hasta la puerta de su casa con alguien con aspecto de matón a los que llaman hermanos, y a veces, algunos policías miran a su vivienda desde la calle señalándo sus ventanas, en fin, siempre teme que un anónimo termine su vida o robe su dinero, así que trata de regresar a las formulas matemática para olvidar sus miserias que nacieron un día en su Naiguatá natal.


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