Hace unos dos meses escribí para un programa de radio donde mi amigo Reuber Morales participa. Luego de escribirme con él, le envié una serie de observaciones entre la educación en Japón y la Venezolana. Posteriormente el equipo QUE SE VAYAN TODOS hizo el programa titulado La Escuela en Japón, programa 403... con aciertos y rizos extraños, pero en fin, lo que uno escribe deja de pertenecer a uno cuando lo expone y lo expuesto es una mezclas de mis experiencias y mis límites. Coloco entonces lo que escribí y el blog donde se puede oír el programa de radio que se hizo a partir de ese escrito y otras ideas.
Japón…
un día de agosto con mucho calor.
Estimado
miembros del programa: QUE SE VAYAN TODOS.
(Por cierto el sentido de: QUE SE VAYAN TODOS
en japonés no existe, así que la expresión “literal” sería 皆出てゆけ・min・na・de・te・yu・ke)
Soy raroescucha desde que descubrí un aparato en el baño que nunca vi cuando vivía en Caracas. Estaba
ahí cuando me mudé a mi apartamento en Osaka, y descubrí que permite oír
música o alguna estación de radio que esté en funcionamiento desde una o varias
computadoras conectadas, vía WI-FI al aparatito, es como una extensión de una
corneta sin cable, y desde entonces, mientras me relajo de las idas y venidas
de mi jornada laboral, tomo un baño en la tina (ofuro), entonces aprovecho para escuchar algún programa de radio de mi
país que me diga cómo está la situación por allá. Al principio eran los noticieros,
pero era tanta la estupidez metafísica que oía, que decidí cambia de programas
y llegué a su oferta ubicado en un podcast
en IVOOX, desde entonces no escucho estupideces ontológicas como
reencarnaciones de presidentes en pajaritos o acerca de las bobadas patafísicas
con respecto al aumento de la gasolina, ni de la sandeces deístas para
justificar colas y más colas. Oyendo su programa me tranquilicé al redescubrir
la estupidez como un mero adjetivo y no como una hipóstasis divina en mi país.
He seguido su programa en los últimos tres años, y fue un
gran placer hallar o mejor dicho escuchar a Reuben allí, colaborando con el
Prof. Briceño y Rey. Conocí a Reuben cuando medía 188 centímetros, es decir…
unos ¿ocho años atrás?
Le comenté a Reuben vía red social, que podía colocar unos
tópicos sobre algunos mitos de la educación japonesa en contraste con la educación
venezolana, a mister Reuben le
pareció bien, y parece que al equipo de QUE SE VAYAN también, así que decidí
escribir algunos puntos al respecto con comentarios derivados de mi experiencia para
que ustedes lo contrasten, incrementen, destruyan, alaben disequen, almidonen,
o precisen el adjetivo estúpido en cada ítem.
*
1) En Japón los niños van a las escuelas
para ser japoneses; en Venezuela los niños van a las escuelas para ser
“alguien” en un ¿futuro?
En
Japón los niños viven de forma sistemática y quizás asfixiante una educación para concretar en ellos
una conciencia colectiva. El proceso comienza con la familia (aquí no vale
tener en la cédula el estado civil “soltero” y tener tres hijos en un “matrimonio”
como vi ciento de veces en Venezuela, eso no tiene sentido en Japón porque lo
ven como mentir al Estado, a tu familia y a tus amigos, en otras palabras
incitas a dolo y el engaño, luego el proceso de colectivización se profundiza
en las escuelas para sedimentarse en las empresas y expresarlo al final en la
conformación del país. Las individualidades y narcisismos son execrados, nadie
trabaja solo: los deberes, las tareas, los planes, son mayoritariamente
colectivos como: limpiar la escuela o los parques, pero también los placeres,
como ir de vacaciones escolares con los miembros de la escuela o hacer una gira
por Europa, de ahí la particularidad cuando uno viaja y observa a veces una
docena de japoneses, en grupos a veces con una banderita, en museos o
patrimonios culturales; uno de los argumentos que usan para tal fin es que sale
más barato viajar en equipo.
En Venezuela los niños viven en una histeria
controlada por un solipsismo genérico; esta característica se puede apreciar en un
receso escolar de una escuela promedio venezolanas donde los niños se aislan o tratan de
destruir a sus compañeros entre golpes y marcar de territorios. Los niños
sueñan con ser alguien quizás porque no les enseñan a ser venezolanos o por lo
menos ciudadanos. La institución familiar es vista como una burla lo que le permite
al niño disgregarse fácilmente de cualquier sistema de cohesión porque percibe
que todos son conformados por tontos desde los Boy Scouts hasta los partidos políticos, y por supuesto,
quieren ser alguien totalmente desligado de un comunidad, empresa o país. Debe
hacer su futuro entre azares e improvisaciones por los que los héroes serán los
pobres que se transforman en millonarios solo usando su ingenio o conexiones
políticas, sin importar cómo y además, muchos quieren ser reconocidos como
inteligentes y para tal fin quieren algún título o rango militar.
2) En Japón los niños estudian para pasar
exámenes; en Venezuela los niños estudian (pero mayoritariamente no) para
mostrar su inteligencia.
Si usted
le dice a un niño japonés, que aprobó un examen complejo, que es inteligente
pensando que así refuerza positivamente su esfuerzo, pues comete un error. Por
estos lares no se dan esos estímulos como: mi hijo es inteligente por ser el
primero de la clase, o mi hijo en un genio porque pasó el examen para ingresar
a la universidad, o mi hija es una lumbrera por sacar la máxima calificación a
nivel nacional de un examen. En Japón pasar los exámenes es el “trabajo” de los
estudiantes. Desde su inicio en el sistema
educativo japonés los niños “trabajaran” por largos años y ese trabajo es
aprobar exámenes, cada vez más complejos. De hecho es muy normal ver por aquí a
niños de ocho o nueve años ir a clases complementarias en las tardes y muchas
veces en las noches. Yo paso varias veces, en algún paseo nocturno, por los cientos
de (塾) yu・ku; especies de academias por la urbanización en
que vivo y veo a cientos de niños prepararse para diversos exámenes y aprobar
con la mejor puntuación. Si logras hacer bien el niño su “trabajo”,
tendrá la oportunidad de ingresar a la Universidad de Tokio o Kioto (ubicadas
entre las mejores 25 del mundo). El entrar o no puede una cuestión de
milésimas, por ejemplo: hay quinientos cupos para estudiar medicina, el cupo
500 lo logró la puntuación: 98.789 y el puesto 501 la puntuación: 98.788.
Frustrante ¿no?, pero muchos alumnos en esta situación de milésimas, hacen otro
año de estudios en academias especializadas en exámenes, así durante un
año, a veces dos, estudian diez horas diarias para prepararse para los
exámenes de ingresos del año siguiente. Si, es una locura, pero ¿por algo ocho
de las universidades japonesas están entre las docientas mejores universidades
del mundo? Aprobar exámenes significa aumentar las posibilidades de éxito; así
un recién graduado de una de las grandes universidades de Japón puede empezar a
ganar entre cinco a ocho mil dólares mensuales en una empresa como Sony o
Toyota y se incrementa anualmente ¿se imaginan cuánto ganan luego de cinco
años de trabajo y quizás apenas tenga 28 años el profesional? No se es genio
por aprobar el examen, es una obligación y el camino de superación social o
conservar estatus. Ahora bien, mientras menos exámenes aprueben implica que
eres menos “trabajador” lo que irá ubicando al niño cerca de la base de
piramidal de la sociedad japonesa, y seguramente terminarán en una academia
para tener un trabajo de obrero o especialista como peluquero, estas
profesiones comienzan ganando unos mil dólares mensuales, y por supuesto el
escalafón más bajo es trabajar por horas, a una paga de 9 dólares. Así de
sencillo discriminan a los profesionales en Japón y se conforma la pirámide
social, por supuesto hay más peluqueros que ingenieros de sistema de la
Universidad de Tokio y millones de personas haciendo trabajos por horas. Sí, en
Japón se rige por una meritocrácia académica despiadada, pero puedes dar paseos
nocturnos y no preocuparte porque tu hijo de ocho años salga de una academia a
las diez de la noche y camine hasta la casa.
En Venezuela con la
expresión: “10 es nota y lo demás es lujo” creo que sintetiza la visión
de los exámenes en el país y acerca de la meritocracia creo que salió con una
tarjeta roja por doble amonestación popular.
3) La cantidad de días que pasa los alumnos
en Japón durante un año son 300 días; en Venezuela, en época electorales son
¿85?
Las
clases generalmente comienza a las 8:15 de la mañana, por lo que nunca
han
cambiado el horario nacional media
hora para que los niños no madruguen; y generalmente, acaban a las 3:45 pm. Las
escuelas alimentan a todos sus alumnos durante la primaria, luego en el
bachillerato suelen llevar sus loncheras o “
Bentos”.
Cuando las clases se acaban, comienzan las horas de los clubes. Estar en un “club”
es una obligación en la primaria y secundaria, además muchas veces pertenecer a
un club es una forma de demostrar que se ha aprendido a “ser japonés”. Todo el
sistema educativo, todas las escuelas y universidades tiene clubes, desde
coleccionistas de estampillas hasta hacer “orden cerrado” y participar en
competencias nacionales; les envío un enlace de estas competencias.
https://www.youtube.com/watch?v=qU_ExmxAPIo
El
club para hombre más solicitado y respetado en Japón es el de béisbol.
En Japón hay dos campeonatos nacionales de béisbol estudiantil que es
trasmitido por la televisión nacional, es sorprendente ver los talentos que se
desarrollan y los esfuerzos de jóvenes jugando en un estadio lleno de personas
en pleno verano; y el club que es más
prestigioso para las mujeres es pertenecer a la banda musical del colegio o lo
que antes se llamaban o se llaman “Bandas Marciales” y allí tocar trombón o
clarinete. En bachillerato y en la universidad los clubes absorben casi
un 25% del tiempo del estudiante y generalmente los fines de semanas, por lo
que además de las clases de lunes a viernes y de las prácticas en los clubes, los
fines de semana los clubes absorben el tiempo restante porque se
hacen miles y miles de torneos y competencias en ese tiempo, por lo que aquí
respetar el sabbath judío o adventista no tiene sentido,
aquí el dios judío de los sábados y el dios cristiano de los domingos
terminaron en una manga. El sistema
educativo japonés que es gratuito y obligatorio los primeros nueve años de
educación, mantienen ocupado a los alumnos unos 300 días al año, unas ocho o
nueve horas diarias y una veintena de fines de semana -eso sin contar las dos o
tres horas que pasan en las academias para la formación suplementaria para los
exámenes-, por lo que es raro oír hablar de las vacaciones que
son unas tres semanas para los estudiantes durante el años.
En Venezuela desde el primer día de clases
ya se habla de los puentes, de los días que no habrán clases por elegir a la
madrina o a la mascota del municipio, o hay paros de profesores por tener un
derecho que perdieron hace años (de hecho, en Japón los funcionarios públicos e
instituciones gubernamentales tienen prohibido realizar paros, ejemplos: escuelas, hospitales,
oficinas burocráticas, policías, bomberos, etc.) Las horas libres por falta de
profesores, las pérdidas de clases de una o dos semanas al comenzar el
semestres son normales; de hecho, mientras era profesor en Venezuela e iba el primer día de
clases, como debe ser, apenas me asistían un veinte por ciento de los inscritos, luego los inasistente me comentaban que no habían venido a clases porque: "la primera
semana de clases no hay clases (?), se usa para dar horarios y planificación"; igualmente unas dos o tres
semanas antes de acabar las clases comienzan las ciento y una fiesta de fin de
curso, de rayar camisas o buscar la manera de terminar el trabajo final
(generalmente plagiando como hicieron ciento de veces en mi cátedra). A veces
no hay clases por una semana porque no hay agua o luz o se decreta el día del
perro obediente, por lo que el gobierno colabora para crear planes de
vacaciones sorpresas. La palabra vacaciones y sus iniciativas es uno de los
principales entretenimientos de los estudiantes y profesores, aunque en el
fondo pasen ese tiempo en las casas o en las calles soñando con ser grandes
pelotero, grandes amantes o grandes magnates. Venezuela un país lleno de niños
soñando, como el presidente, que duerme como un bebé y sueña como un niño. (¡Que
Bonito! ¿no?).
4) En Japón un niño
tiene padres y profesores; en Venezuela representantes y excepcionalmente un
profesor (no graduado) de matemáticas que estudia ingeniería en una universidad
a distancia en Tucupita.
Aunque
parezca una necedad, en Japón no se visualiza la figura de “representante”, es
decir: ni abuelos, ni tíos, ni vecinas, ni un perrito con máster en psicología
infantil, pueden tomar decisiones sobre la educación de los niños. Los padres
de los niños están obligados por ley a llevarlos a la escuela, a vigilarlos y
aconsejarlos, si no lo hacen, tienen que pagar una multa y además pueden perder
la custodias de los niños. Los padres
deben asistir a cada reunión que convoque la escuela, preferiblemente los dos,
aunque a los padres se le “respeta” su ausencia por causas de su trabajo. Estas
reuniones ocurren cada mes, además de que tienen que colaborar con las
actividades no académicas del colegio como salidas a museos o paseos, y
obligatoriamente asistir a las fiestas culturales y juegos que realizan la escuela para la
comunidad. Los padres deben de acudir inmediatamente sin son solicitados por el
colegio en caso de alguna contingencia y no puede dejar responsabilidades a
terceros. Cada niño de la zona está censado y deben ir a la escuela de su zona,
la mayoría de las escuelas cuentan con todo lo necesario para la docencia,
aunque es cierto que las escuelas públicas de las zonas pudientes van los
mejores profesores, mientras que en las escuelas públicas de las zonas
populares van los profesores promedios y a veces algunos malos, pero eso sí,
todos son profesores certificados por el Estado, con títulos universitarios y
formación pedagógica; no como aquellas historias de Venezuela donde un alumno que está estudiando en un pedagógico el
tercer semestre de matemáticas será el profesor de física de un colegio porque no hay más nadie, o alguien que sabe
tocar tambores será el profesor de cultura y teatro. Los puestos de los
profesores no tienen sueldos homologados como en Venezuela, pero el ingreso de
un profesor en su primer año laboral varía entre los 1.800 a 4.500 $. mensuales
(mucho depende de la universidad en que provenga y en la escuela donde laborará), más tres meses de bonos, en
su primer año, eso sí, cada año aumenta su sueldo en relación a una evaluación
que realizan la escuela y los alumnos.
En Venezuela los padres obligan a sus hijos
a ir a las escuelas, pero a veces se olvidan de que tienen una obligación con
los centros de enseñanza a los que van sus vástagos por lo que dejan esa
responsabilidad: desde el cuñado hasta el hermano mayor, pasando por la mujer
de servicio. A lo sumo, la madre o el padre, van una vez al año para
inscribirlos en el colegio, aunque este se encuentre a 10 kilómetros de la
vivienda lo que viola la regla de zonificación escolar. Generalmente no asisten
a las reuniones del colegio al menos que su hijo sea víctima de alguna sanción
o sea el día de las entrega de calificaciones, normalmente cada trimestre, que
es una forma de recibir a la fuerza, y muy sesgado, la información académica de
los hijos. Muchos padres y representantes piensan en esos momentos que le quitan
un valioso e irrepetible tiempo de su vida, porque reflexionan que los problemas
entre sus hijos con la escuela, los profesores deberían resolverlas. Por
supuesto los actos extra-académicos parecieran no existir en los organigramas
de las escuelas públicas. No hablemos de los profesores, cualquier persona
sensata saben la cruz que llevan en Venezuela y los sueldos, junto a agonías
ambientales como la violencia y el irrespeto, todo cubierto con la LOPNA, una
ley que se escribió para amar a los niños en un país que los vuelven
sadomasoquistas o psicóticos al ver los noticieros.
A lo mejor muchos
quisieran este tipo de escuela para sus hijos, pero también hay unos detalles
que deben saber…
I) Las clases en las
escuelas japonesas son de un aburrimiento fatal; en Venezuela se puede hacer
una fiesta en plena clase y tirar taquitos.
Quizás
por el sistema de respeto que hay en Japón, los alumnos no se acostumbran a
discutir ni a opinar con los profesores, así que permanecen callado casi en
todo su ciclo educativo, se robotizan; las iniciativas merman por la
planificación de las cosas, la creatividad e ideas quedan para desarrollar en la
comunidad o el los clubes, pero debe ser consensuado por los miembros, por lo
que la creatividad y desarrollo de ideas sin censura sólo se desarrolla soledad. Las clases son agotadoras, los alumnos aprenden a no hacer ningún
movimiento en falso, así que deben sentarse correctamente, no responder y
asimilar grandes cantidades de información en inacabables horas sentados en una
silla, información que mayoritariamente memorizar. En Japón la memorización
tiene el gran protagonismo en la educación de ahí que sea tan popular vender
libritos con una lámina en rojo que hace desaparecer la información en tinta
roja en las hojas impresas desarrollando una potente mnemotécnicas; eso
me acuerda que en Venezuela oí cientos de opiniones sobre que el memorizar no
tiene sentido, la educación “debe” ser creativa, desarrollar estrategias,
comunicación interactiva y respetar la opinión de los estudiantes etc.,
principios educativos que los profesores japoneses harán un gesto de respeto
pero luego seguirán ejercitando la memoria a sus alumnos, porque para la
educación japonesa eso es aprender.
En Venezuela las clases debes ser
participativas, aunque muchos alumnos y algunos profesores se enfrasquen en
discusiones medievales, la educación en Venezuela permite el desarrollos de
iniciativas, como la copia aplicando una gran cantidad de metodologías y chuletas,
así como el desarrollo de la creatividad para salir del paso sobre las malas
planificaciones de las escuelas. Los alumnos que se aburren, pues se jubilar o
se ponen hacer dibujos, poesías o música, pensando en sus potenciales
artísticos, no tienen que ver al profesor
con cara de borrego. Hay posibilidades de desarrollar una independencia de los
grupos y fortalecer el carácter y la personalidad y por supuesto desarrollar
las capacidades humorísticas contando chites y tirando taquitos a la calva del
profesor química.
II) En Japón el bulling es considerado un gran problema nacional; en Venezuela apenas se sabe
que el bulling es un problema.
El
hecho de que se aplique una fuerte carga social a los jóvenes implica que
muchos no necesariamente se adapten, para aquellos que no se conforma en la comunidad
de la escuela, a los grupos por ser un poco excéntrico o egoístas, casi toda la
comunidad educativa le aplicará bulling o「いじめ」 i・yi・me. Al no
poder desarrollar una personalidad autónoma (fuera del grupo) los jóvenes
japoneses son muy vulnerables, lo que hace que muchos que son abusados en los grupos sistemáticamente, al finalizar la educación obligatoria no
quieran seguir estudiando, y en casos extremos, se suiciden. Las formas de
solucionar el bulling es compleja,
implica a todo la comunidad pero muchos no quieren aceptar su existencia porque
es un “problema” que quita prestigio a la institución, a la comunidad, a la
escuela, por lo que lo dejan pasar: familia, profesores, vecinos, afectan la vida del joven “inadaptado”.
En
Venezuela los bullings se resuelven en los recreos, si le rompes la cabeza a un
abusador con una piedra, pues tendrás reprimendas y te expulsaran, pero otro
colegio te acogerá (en Japón los padres tiene que pagar daños y prejuicio por
la acción de su hijo, como los costos del hospital y medicinas, pero el niño no
puede ser aceptado en otro colegio fuera de la zona en que habita, por lo que
si coge la ley por sus manos, sabe que seguirá en su colegio y seguramente el bulling
crezca por todos lados). En Venezuela los niños aprenden a manejar la tensión,
bien con los puños, con los insultos o sencillamente corriendo al salir del colegio evitando que los abusadores lo agarren; y a veces los
padres les enseñan cómo defenderse o atacar. El japonés los padres son indefensos,
las escuelas solo enseñan cortesía, el japonés en un idioma con tres palabras
insultantes que solo se pueden usar bajo particulares circunstancias y salir
corriendo no tiene sentido porque los abusadores tiene bicicletas. Así que el
bulling tiene pocas válvulas de escape, mientras en Venezuela: entre
iniciativas y anomia el niños tiene forma de saciar su injusticia.
III) En
Japón puedes estudiar lo que quieras pero eso no implica que trabajarás en lo
que quieras; en Venezuela puedes que no estudies lo que quieras pero
posiblemente trabajarás en lo que quieras.
Puedes terminar graduado como ingeniero químico
en la Universidad de Kioto, consigues trabajo en Nissan, pensar que irás a la
fábrica de polímeros de la empresa, pero ¡sorpresa! Serás el asistente de exportación
de vehículos para Latinoamérica. ¡Que no sabes de los regímenes de exportación,
ni español! No importa. La empresa le
pagará unos cursos de exportación de Japón para Latinoamérica y un curso
completo e intensivo de español para que hables en unos seis meses. Que terminó
su carrera de idiomas con una especialización en comercio en una universidad de
tercera en Japón, que hablas inglés y español y algo de chino; pues quizás
termine como cajero en un banco nacional para, algún día, atender a un
turista, y si eres mujer posiblemente logre ser secretaria de una de las mayores
concesionario de venta de vehículos, para atender a extranjeros residentes en
Japón. Así es por aquí, no importa lo que estudies, las empresas usarán a los
egresados según sus necesidades, no según sus talentos, así las empresas los
moldean según sus requisitos: desde cero, sin prejuicios ni genialidades, por
eso, para muchos japoneses el logro es entrar en la universidad, una vez allí
casi no estudian, viajan, se divierten, asisten mucho a los clubes, trabajan para
comprar una moto o transitar por países exótico, saben que las empresas no miran
las notas del egresado, sólo con saber de qué universidad vienen saben de qué
está hecho la persona y también saben que la empresa decidirá su destino no sus
talentos. Si provienes de una universidad de primera trabajarás en empresas de
primeras, si vienes de una universidad de tercera, trabajas en empresas de
tercera, en última instancia la empresa te usará. Quizás la única profesión
donde hay concordancia sea medicina y a veces educación.
En
Venezuela usted estudió física en la Central, pero quiere tener su negocio de
turismo, lo puede lo hacer; si usted quiere ser embajador no necesita estudiar Estudios
Internacionales, sólo debe procurar conocer a la persona adecuada, en el
momento adecuado para muestra un
botón: el embajador de Venezuela en Japón en un ingeniero de la USB. Inclusive
sin estudiar puede tener cargo de gobernador o presidente de una industria o
de un instituto de cine, con sólo “desearlo”. En Venezuela las empresas no
determinan a sus trabajadores, sino a la inversa, los trabajadores determinan a
las empresas, así que si usted es jardinero y lo contrata un hospital donde no
hay jardín (esto ocurrió en un hospital en Venezuela según me contó un
administrador de una maternidad muy reconocida, sin jardines pero con una
nómina de dos jardineros), pues cobrará su salario, así no hará
otra cosa que no sea jardinería o lo que quiera hacer con su tiempo; o algo tan
sencillo como es el caso de politólogos desenvolviéndose como humoristas
(Laureano Márquez) o comunicadores sociales con master en el IESA haciendo Stand-up comedy (Rafael Jiménez “Vampiro”) y cómicos siendo política (ponga aquí su
líder revolucionario o de oposición favorito).
Hasta aquí el informe... y recordando que Henri Bergson definía el humor como una espera decepcionada.