jueves, 28 de febrero de 2019

CUENTOS DE LA REVOLUCIÓN BOLIVARIANA CONTADOS POR SUS CREADORES (JUAN BARRETO)

JUAN BARRETO CIPRIANI
EL PESO DE LA REVOLUCIÓN
La noche anterior el capitán estudió los mapas y fotografías que el coronel le dio, por afuera parecía una casa común y corriente, como otras tantas casas que se levantaron por la calle 13 de los Jardines del Valle, pero subterráneamente esa casa poseía tres plantas. La construcción total era de unos 2000 metros cuadrados, poseía dos motores generadores de electricidad, un depósito de 50000 litros de agua, sistema de refrigeración, controlador de humedad y varios sistemas de calefacción. En el primer piso subterráneo había información sobre la existencia de neveras industriales y espacios de almacenamiento, seguramente para comida no perecedera, los otros dos pisos mostraba espacios amplios donde posiblemente habría equipos modernos de tecnología, electrónica y comunicación. El bunker poseía una sola entrada, lo que preocupaba al capitán, pensaba que era una trampa mortal para un comando, no sabía cuántas personas podían estar en aquel espacio, ni cómo se distribuían, cuántas armas, lo único que sabía era que desde años se ocultaba uno de los lideres chavista: Juan Barreto. El capitán tenía la misión de llevarlo a testificar para los juicios sobre crímenes de lesa humanidad que le hacían a algunos jerarcas del gobierno de Maduro en la Corte Penal Internacional. Luego de muchos estudios se supo que, de vez en vez, venía un repartidor de pizza llevando algunas cajas para esa casa, decidieron esperar ese día. Un sábado hubo una orden de 10 cajas de pizza para esa dirección. Cambiaron al repartidor y al abrir la puerta entró un comando armado para tomar el bunker. El capitán llegó al medio de una sala, una estancia común y corriente donde una vieja, con una dentadura muy blanca para su edad, les preguntó si quería algunos cafecitos. ¿Ca-fe-ci-tos?, pensó el capitán, algo le hizo sacar su arma automática y ordenar a su comando a preparan sus armamentos para empezaran a peinar las diversas zonas y tomar el control de cada una de los niveles del bunker. Al final había ocho mujeres de diversas edades y dos hombres musculosos que se presentaron como el chofer y guardaespaldas respectivamente, todos cuidaban el día a día del doctor Barreto. El capitán pensó que la situación que vivían era muy “folclórica”, pero de lo folclórico pasó a lo grotesco, a lo extravagante, a lo absurdo cuando bajó al último piso y vio al doctor Barreto sobre una cama especial de hospital, rodeado de tres computadoras, dos televisores de pantalla plana, a su lado una mesa plegable donde se podía ver vasos de diversos colores o bebidas y algunas arepas fritas con queso de mano dentro de una cesta y muy, muy cerca, una pequeña nevera. Al principio el capitán y parte del comando no pudieron reaccionar, se necesitó de un proceso de actualización, de aceptación, de realidad. La persona que buscaba estaba allí, sentado, con una sonrisa a la vez que invitaba al capitán a sentarse a su lado, pero el capitán lo que veía era un rostro redondo, con barba y pelo largo y encrespado de Juan Barreto cuyo cuerpo estaba amorfo, y aunque cubierto con una manta roja, se podía apreciar algunos edemas y celulitis en parte de sus pies, es posible que tuviera más de 250 kilos. El capitán se sentó a su lado abrumado ante la imagen de un ser que le comenzó a hablar mientras veía como su cuerpo deforme por la grasa acumulada se movía a cada gesto, a cada palabra hecha con ahínco. Le preguntó al hombre si realmente era Juan Barreto Cipriani, la masa humana le confirmó que sí. Comenzó a hablarle de su vida, sus títulos universitarios, su doctorado y posdoctorados, su ir por paraninfos en diversas universidades del mundo, su actividades periodísticas y políticas desde que perteneció a la Liga Socialista, su actividad como alcalde de Caracas y cómo y por qué fue apartado del proceso revolucionario que tanto abrazó. Explicaba que todo fue por culpa de una caída. Si, comentó con cierta ironía, una caída de una tarima cuando era gobernador, por usar unos crocs, como tuve unas semanas de reposo aumente varios kilos, debido a mis adiciones y compulsiones al control, desde entonces mi comandante comenzó a burlarse de mí, de mis zapatos capitalistas, de que aprendiera a usa alpargata; una ansiedad me empezó a rellenar, aumentaba de kilo mes a mes, el comandante reprochaba en público mi obesidad que cubría, según él, con camisas de mal gusto, siempre bromeaba de que tenía que hacer ejercicio como él, de hacer dieta, se burlaba de mi forma de hablar y de corregirlo cuando buscaba batallar entre ideas posmodernas de socialismo y citar a sus autores, me acusó de vicioso por fumar cuando todos sabían que él fumaba por los pasillos más intricados de Miraflores, me dijo que si no me controlaba terminaría como un Heliogábalo, me lanzó al ostracismo cuando me criticó el uso de la imagen donde ambos salíamos en los periódicos, una imagen paterna que en algún momento le molestó, me mandó a cancelar todas las publicidades donde saliéramos juntos, porque yo estaba muy gordo, también me criticó mi visión socialista de los problemas de vivienda porque decía que lo imitaba con el uso de las expropiaciones, y eso de expropiar al Country Club, le pareció una burla no al pueblo sino hacia él, pero creo que en el fondo su progresivo odio hacia mí fue porque sencillamente al comandante no le gustaba los gordos, quizás un resabio de los que sufre muchos  militares, en la medida en que alguno de su equipo engordaba, se desproporcionaba su silueta, lo rechazaba; dicen que por eso se divorció de Maríaisabel, porque su mujer engordaba mes a mes a punta de empanadas y Chávez definitivamente le tenía miedo a la celulitis, siempre he pensado que sufría de cacomorfobia, es decir, fobia a las personas obesas y por esa fobia, me apartó de cualquier proyecto, ministerio o proceso de la revolución. Aunque seguí con el proceso a mí manera, todos pensaron que era un loco intelectual que no encajaba con el devenir autentico de la revolución, una revolución que por culpa de los hermanos Rodríguez se transformó en un barco de ira que recogía las inversiones iracundas de las personas con la promesa de una venganza total o del advenimiento de una justicia global, esa fue mi última advertencia al comandante, del rumbo que tomaba la revolución en nuestra última conversación privada, sus últimas palabras hacia mí fueron: ¡ponte a hacer ejercicio!, ¡gordo de mierda! El capitán se levantó de la silla, subía los piso pensando qué equipo especial necesitaría para sacar a una persona con un cuarto de tonelada en su cuerpo desde un tercer piso subterráneo, obviamente necesitaría a un médico bariatra y personal especializado para estos casos, ¿habría en Venezuela? o sencillamente dejarlo morir de hambre como hizo la tiranía de Maduro al pueblo y donde él y su familia perdieron kilos, masa muscular y su padre parte de su visión por falta de nutrientes y vitaminas, pero la Corte Penal Internacional se lo prohibiría seguramente.

domingo, 24 de febrero de 2019

CUENTOS DE LA REVOLUCIÓN BOLIVARIANA CONTADOS POR SUS CREADORES (HÉCTOR RODRÍGUEZ)


Héctor Rodríguez Castro
JUVENTUD REVOLUCIONARIA
El almuédano sube las escaleras del alminar para el adhan, para comunicar la hora de la oración del Asr, comienza su canto: all ahu àkbar, los presentes reunidos en el patio de la mezquita se quitan sus calzados y realizan pequeñas abluciones antes de entrar al recinto para comenzar el salat. En una equina del patio está Hakem Alí, oía tranquilamente las voces de sus hijos y de su esposa que le explicaba que todo estaba bien en su casa de Londres, una vivienda de estilo clásico que mantenía una tradicional chimenea y su respectivo jardín, tenía años que no podía visitar a su familia, pero se sentía bien porque ellos vivían cómodamente, sus hijos estudiaban en las mejores escuelas y su esposa no pasaba necesidades. Apagó su móvil y rememoró cómo compró esa posesión; fue por casualidad, además estaba en oferta y muy cerca de la vivienda en la que Francisco de Miranda, el gran prócer, había vivido. La compró en el 2012, cuando estuvo algunas semanas visitando los principales puntos de interés de Inglaterra, además de asistir a los Juegos Olímpicos y aunque no era un amante de los deportes, ni siquiera los practicó, desfiló justo detrás de Fabiola Ramos, la abanderada de la delegación criolla como el flamante Ministro Popular Para el Deporte en la inauguración de esos Juegos. Rememora también cómo antes fue Ministro del Poder Popular para el Despacho de la Presidencia, con apenas 26 años, quizás uno de los ministros más jóvenes del país, aunque pudo haber sido ministro unos dos años antes, pero esto violaba la Constitución en su artículo 244 que dice que para ser Ministro en Venezuela se debe tener más de 25 años, por eso supo su destino desde muy joven: ser político. Lo supo en los pasillos de la Universidad Central de Venezuela, cuando todo era un caldo de cultivo y nadie tenía claro sobre el qué hacer político, él intuyó que el problema no es hacer discursos como si se contara con categorías que explicara la realidad, porque cuando se está inmerso en la acción política, no se trata de predicar la justicia o la democracia, ni repetir los análisis de los que se disponen con anterioridad y cuya insuficiencia se ve claramente; se trata de intentar devolver a la actividad aquellos conceptos de los que se dispone, y que se puede ajustar al momento histórico y por aquellos años el momento histórico se llamaba Hugo Chávez, él se logró insertarse en aquél momento histórico porque el comandante le agarró cariño luego de mostrar y demostrar a través de diversos argumentos y puestas en escena que los conceptos que disponía para aquel tiempo funcionaba, así compuso frases como: todo ser humano es un ser político, así que nadie es neutro, además el socialismo debe tender cada vez más a poner el poder y la propiedad en las comunidades, ya que en el fondo la democracia que había existido en Venezuela se había adormecido mostrando que la democracia es un debate de idea y se había apaciguado por la ineptitud de los adecos y copeyanos. Todos sus argumentos brillaban por saber usarlo en el momento histórico preciso, obligando en un programa de televisión que titularon: Lideres Estudiantiles de Ideas Distintas, que Jon Goicochea, su opositor en el debate, cayera en contradicciones, en la medida en que éste predicaba justicia, democracia, etc., muchos líderes revolucionarios de vieja alcurnia vieron entonces que ese joven universitario podía ser la cara de una juventud revolucionaria que necesitaban en ese momento histórico. Desde entonces recorrió ministerios, luego de guiar a los atletas del país por las calles de Londres, buscó dirigir a la juventudes socialistas desde el Ministro para la Juventud Venezolana, luego el presidente Maduro fusionó los dos ministerios, pero él saltó para el Ministerio de Educación, y así brincaba hasta llego a ser gobernador de su Estado natal. Durante años todo el mundo lo llamaba ministro, diputados, luego lo llamaron gobernado y en su más oscuro territorio de avaricias y momentos históricos soñaba con que lo llamaran presidente. Los cierto es que usar la retórica, los conceptos en los momentos claves de la historia funcionaba, y aunque él estuvo por mas de 10 años dentro de las principales carteras para la juventud revolucionaria, para la educación de los venezolanos y cargos legislativos, poca gente recordaba alguna obra precisa hecha en su período histórico, de hecho su frase más celebrada por sus detractores fue cuando siendo Ministro de Educación dijo: “No es que saquemos a la gente de la pobreza para llevarla a la clase media para después ser escuálido”, dejando un vacío epistemológico para aclarar: ¿qué hay después de sacar a alguien de la pobreza?, ¿qué es ser clase media?, ¿qué es ser un escuálido?; pero su frase se truncó, en el fondo quería decir: sacar a los pobres para que consigan la felicidad en unas escuelas diseñadas con modelos de Bakunin, con pedagogías libertarias, en aulas ácratas, creando escuelas semejantes a la de Summerhill en cada rincón del país, pero su frase trastabilló, se desconcentró y desde entonces sus argumentos se iban desvaneciendo, los momentos históricos apaciguando, proceso similar a los que vivía el poder al presidente Maduro. Ahora nadie le llama ministro, ni diputado, ni gobernador, ni Héctor Rodríguez, ahora camina por la calles de Estambul, reuniéndose en café con algunos colegas o hermanos de la fe, se ha dejado la barba y siempre usa la taquiah que cubre su calva, poca gente reconoce que él fue un líder de juventudes revolucionarias que nunca cuajó, juventud la cual la mayoría perdió la esperanza, sus estudios, muchos se exiliaron, no se consolidaron como hombres y mujeres de provecho para la sociedad, o entes civiles con valores éticos y morales que les permitiera construir una Estado más equitativa y justa, así que mucha de esa juventud terminaron en trabajos miserables, con hambre y con innumerables problemas de salud, entendimiento y vida. Ahora camina por bazares donde siempre compra alguna trivialidad o viendo los centenares de gatos que pululan por las calles o cruzando la plaza de Taksi, yendo hacia Nişantaşı, donde vive en un cómodo piso lleno de sueños sin momentos históricos, ya no es un ser político, reflexiona sobre sus esencia y se contenta ahora abrazando a la fe, sólo se le ocurre orar a Allah, quien no cabe en los cielos y en los mundos, y contentarse en silencio por la selección de su nombre musulmán: Hakem Alí, que posee el sentido de ser un altísimo gobernador.  

miércoles, 20 de febrero de 2019

CUENTOS DE LA REVOLUCIÓN BOLIVARIANA CONTADOS POR SUS CREADORES (FRANCISCO SESTO NOVAS)

Francisco Sesto Novas
POESÍA Y REVOLUCIÓN
Había escrito una vez que la poesía es revolución y la revolución es poesía, porque una revolución es un trastocar la realidad que es la esencia de la poesía: ver la realidad con otros ojos; ahora sus ojos ve sus posesiones que se reparten a lo largo de los ríos Miño, Alvia y Barbantiño, donde unas 300 hectáreas de viñedos le producía unos vinos blancos con la denominación de origen “Ribeiro”, además de poder recorrer con su amigo y crítico literario, Basilio Losada, su bodega dentro de una grieta en un acantilado donde albergaba más de 20.000 botellas a temperatura y humedad ideal, de diversas cepas y años. Poseía una casa que él diseñó y construyó con su constructora española y que estratégicamente salía como un manchón blanco en Google Map, y cuya única carretera era de uso privado por lo que era imposible acercase a ella sin su consentimiento. Colocada la casa en la cima de un peñón que daba al Oceano Atlántico frio y ventoso, que le había inspirado sus versos: Galiza nai e lume das asas destemidas, / Galiza nai e día dos eternos meniños, / terra xeitosa e queda facedora dos ventos. Se sentía bendecido, poeta como Neruda en su Isla Negra. Desde sus ventanales veía los atardeceres que siempre arropaba su Vigo natal y desde su biblioteca, llena de ejemplares firmados por escritores poetas que admiraba como Ernesto Cardenal, Norbeto Codina, Saadi Yousif, Octavio Paz, y así cientos, todos colocados entre dos incunables, uno era la Opera Latina de Francesco Petrarca de 1496 y el otro De Efficacia Orationis de Johannes Gerson de 1467. Así pasa los días Francisco Sesto, entre su biblioteca, sus constructoras y viñedos, está algo pasado de peso y con una larga barba, pero no importa, ya la poesía lo había investido. Bebía una copa de vino de Ribeiro mientras esperaba para la cena a su amigo escritor y político nacionalista Xosé Méndez Ferrin y a su colega arquitecto César Portela. Venían para hablar de poesía y de proyectos, como cuando se reunía, en su mejor época revolucionaria, con su amado Chávez. Ambos se reconocían como personas únicas, Chávez leyó y publicitó su opúsculo ¿Por qué soy Chavista? mientras el comandante le daba escritos suyos donde buscaba rimas entre la vastedad del llano, los ojos aguarapados de una quinceañera que ve una cabalgata de hombres rebeldes y aliados de Bolívar y de fondo, melodías de Alí Primera. Sí, su relación con el poder fue poética, lleno de musas y oportunidades, por eso trató de volver a Caracas la capital de la poesía a través del Primer Festival Mundial de la Poesía, los primeros festivales buscaron solidarizar la voz social con la conciencia proletaria, los últimos, las emociones con la lucha antiimperialista, así debía desenvolverse la poesía en tiempos de revolución. Él trabajó seriamente para aumentar la producción cultura del pueblo, Chávez lo apoyó en todas sus iniciativas con gruesas suma de capital, creía en él, le dio recursos para crear empresas editoriales trayendo impresoras ultras modernas de Alemania y de generar un libro por día para el pueblo, de productoras de discos con maquinaria para hacer CD y equipar instalaciones, y su corona, la realización de una Villa de Cine que equipó construyó para realizar grandes producciones donde Román Chalbaud u Oliver Stone, desenmascaran las raíces podridas del capitalismo dirigiendo a actores como Roque Valero, Fernando Carrillo, Tim Robbins, Kelvin Spacey, Sean Penn o Danny Glover, todos ellos curiosos activistas y actores que habían visitado al país y apoyado a Chávez, en sus conversaciones dieron ideas, como Glover, de hacer una película para rescatar la historia de Toussaint L’Ouverture, el célebre líder de la independencia de Haití, claro con un adelanto en dólares para Glover y quizás un mínimo de porcentaje para el midas de la cultura. El gallego habló con arquitectos, escultores, conservadores, músicos, artistas, en fin, con todo aquel que quisiera expresar las mieles de la revolución, donó y trajo a muchos artistas extranjeros, periodistas, fotógrafo; apadrinó las danza, el teatro y auspició la creación de la Universidad Nacional Experimental de las Artes, expropiando El Ateneo y defenestrando a su aristocrática directiva que nunca supieron sobre las fuerzas productivas populares y se escudaba en ferias navideñas llenas de capitalismo, amiguetes y drogas; editó parte de El Quijote prologado por Saramago y Los Miserables de Hugo para que la gente tuviera esperanzas y valores morales. Francisco Sesto era el mecenas de la cultura, había que tener ojos de poetas para ver la realidad desde la cual debías educar a un pueblo para que apreciara con otros ojos la revolución, proceso que Chávez mimaba. Luego comenzaron los cambios por la ineptitud de los otros, por lo que Chávez lo llamó para el Ministerio de Vivienda y Hábitat, pero la poesía no lo acompañó, la burocracia y la estulticia de los otros lo atormentaron, nunca había forma de disfrutar de una producción artística entre ingenieros, administradores y constructoras. Chávez lo intuyó, dándole todo el poder poético para la Transformación Revolucionaria de la Gran Caracas y finiquitara de una vez con los problemas de Río Guaire, los espacio de La Carlota y hacer que la ciudad dejara de ser vista como un ghetto y se transformara en una gran metrópolis que atrajera a los revolucionarios y las revolucionarias del mundo, pero Chávez murió demasiado rápido y al nuevo presidente no le gustaba la poesía sino la música de Juan Gabriel. No pudo mostrarle a Maduro lo necesario que era mantener la poesía transformadora, porque éste no sabía nada sobre rimas, de construcción de imágenes, a lo sumo algunos chistes y anécdotas sin florituras. Se volvió sombra, lo que le fue crucial para salir de una Venezuela esquizofrénica luego de que el dictador huyera a Siberia, gracias a su pasaporte español y a una carta donde explicaba pertenecer a la Real Academia Galega, además de mostrar que la palabra farruco no aparecía en ningún documento que enseñó, es decir, Galicia era su patria y Venezuela había sido una amante momentánea. Seguía esperando a sus amigos para cenar, pero de repente recordó su Premio Nacional de Cultura mención arquitectura 2015, algo que lo orgullecía pero le amargaba al recordar que muchos facinerosos de derecha lo habían obtenido como Sofía Imber, Orlando Urdaneta o Rafael Cadenas, lo que le daba cierto amargor a su garganta que diluía con otro trago dulce de su reserva especial de vino de Ribeiro.

martes, 19 de febrero de 2019

CUENTOS DE LA REVOLUCIÓN BOLIVARIANA CONTADOS POR SUS CREADORES (NELSON MERENTES)

Nelson Merentes
EL ALGORITMO DE UNA REVOLUCIÓN
Era su segundo café con un toquecito de cognac, este combinación le daba un sabor afrutado, que con el amargo del café, constituía uno de sus brebajes favoritos para soportar el grueso frío que acaecía en las riveras del Danubio. Veía por la ventana de su apartamento en la calle Andrássy, todas aquellas riquezas y ruinas que contenía Budapest como sombras de su pasado. Ese día había hallado otra posible solución a su problema favorito dentro del espacio de Hibert: dx(t)={Ax(t)+Bu(t)+f(t,ω,x(t),u(t))}dt+{Σ(t)+σ(t,ω,x(t),u(t))}dw(t) un espacio donde U,A:D(A)⊂X→X los unía en semigrupos logrando al final reducir todo a dx(t)=Ax(t)dt+Bu(t)dt+Σ(t)dw(t) obteniendo así crear una interesante fórmula para comenzar otras investigaciones matemáticas. Estaba contento con lo que escribía en esa tarde asoleada de invierno, pero también quería salir, ir de compras, quizás cenar en Kéli Vendémo, aquel restaurant con más de cien años de historia y que estaba situado bajo el puente de Arpad, allí podía saborear platos húngaros que sólo podían existir en las pulsiones de los más sibaritas; pero desde que, en varias ocasiones, viendo la iluminación del Parlamento desde el Bastión de los Pescadores, grupos de venezolano lo atacaban, salía cada vez menos. En su mente recuerda las imágenes de profundo odio en las caras de sus conciudadanos, le llamaban ladrón, hijo de puta, mal parido y especialmente coño de madre; una vez le lanzaron un gran vaso que se estrelló en su mesa salpicándolo de vidrios y cervezas. Alguna vez intervino la policía, pero no entendía nada de lo que ocurría, entre los gritos de los venezolanos que insultaban y quería golpearlo y el regular húngaro que Nelson Merentes había aprendido en su estada doctoral en la universidad Eötvös Loránd. Cuando dejó Venezuela, antes de la caída del régimen, decidió renunciar a su cargo, el problema había sido la imposibilidad de complacer al nuevo líder. Cuando Chávez gobernaba y él era el presidente del Banco Central de Venezuela, sólo tenía que ajustar cuentas con algunos algoritmos para darle el dinero y complacerlo. Llegó a pensar en tener una vida cómoda al jubilarse y para ello consideró que el arte de complacer abriría todas las oportunidades y ganancias, así que complació al presidente, a sus amigos, a sus familiares, especialmente a Adán Chávez, a los colegas revolucionarios de otros países y por supuesto se complacía a sí mismo, por lo que no era extraño que con unos amigos, en cada oportunidad y desde el Club Puerto Azul, salían en algunos de sus yates que siempre colocaba al nombre de un amigo que lo complacía para ir a la Tortuga, aquella legendaria isla que ocultaba piratas, con algunas botellas de cognac, whiskey o tequila y por supuesto, con algunas animadoras y aspirantes a Miss Venezuela que le divertían y le hacía olvidar sus penas de juventud. También dio caprichos a todas sus novias, donándole operaciones de senos o cirugía de nariz, pero luego de que Hyser le robara 300.000 mil dólares creando un petit scandale en la prensa nacional junto con una investigación a su pupila, Mariana, luego de su Miss Venezuela, lo habían cabreado. Al final logró parar los escándalos de su avatar como sugar daddy, complaciendo con dólares, porque ya los billetes en bolívares que firmaba valían cada vez menos, a algunos enemigos y periodistas sin escrúpulos. Pero no fueron sus pequeños caprichos, cabreos o complacencias lo que lo hizo renuncia sino la cantidad de personas alternas que asesoraban al presidente Maduro; desde Luis Salas, quien fue su Ministro de Economía explicando que: "la inflación no existe en la vida real", pasando por los españoles Serrano Mancilla quien escribió un texto titulado Las pruebas del crimen económico contra Venezuela, donde enfatiza las orquestaciones internacionales para quebrar la economía del país y especialmente a Juan Carlos Monedero, al quien no soportaba porque en varias reuniones repetía que Venezuela es un laboratorio de donde nacerán las nuevas consignas para la trasformación de la humanidad, hasta individuos del gobierno como Tareck El Aissami quien siempre tenía uno o dos amigos sirios o libaneses que podían arreglar la economía del país con bonos o advertirle a Maduro que con el Consejo Nacional de Economía Productiva todo se solucionaba, pero lo que realmente le molestó, es que a diferencia de Chávez, Maduro no entendía lo más elemental de las matemáticas, ni colocándoles las cifras en notación científica para que no se perdiera entre la cantidad de ceros que agobiaba la economía. Así que hizo sus cuentas y renunció ante las certezas matemáticas del que el país se iba al carajo y su estatus de sugar daddy menguaría. Ahora, a veces, se reúne en su casa con algunas adolescentes húngaras a las que le enseña matemáticas gratis y entre sonrisas y algunos pagos en florines húngaros, trata de divertirse, pero ve últimamente que algunas vienen acompañadas hasta la puerta de su casa con alguien con aspecto de matón a los que llaman hermanos, y a veces, algunos policías miran a su vivienda desde la calle señalándo sus ventanas, en fin, siempre teme que un anónimo termine su vida o robe su dinero, así que trata de regresar a las formulas matemática para olvidar sus miserias que nacieron un día en su Naiguatá natal.


lunes, 18 de febrero de 2019

CUENTOS DE LA REVOLUCIÓN BOLIVARIANA CONTADOS POR SUS CREADORES (MARIO SILVA)




MARIO SILVA GARCÍA
METAFISICA REVOLUCIONARIA.
Mario Silva se toma su vaso de ron mientras mira el mar desde su cuarto de seis metros cuadrados que le alquila la familia Valdés, lo hermoso de esa habitación es que  puede verse la Bahía de la Habana y a lo lejos su faro. Es un cuarto pequeño pero lleno de libros, especialmente de metafísica y de teoría revolucionaria, en una esquina algunos libros del Ché Guevara, Gramsci y un ejemplar del libro IMPERIO firmado por Negri y Hardt. En la mesa hay unos cuatro discos duros portátiles, aquellos que guardó para su seguridad y que no entregó en el lote de veinte discos duros que cedió a la CIA para que le permitiera llegar a La Habana y no terminar en la cárcel de Guantánamo como lo consiguió Padrino López al no permitirse detener las matanzas. Recuerda de pies, mirando por la ventana, cuando el mismísimo Chávez lo llamó el Robin Hood comunicacional, que robaba y se burlaba de las ricas empresas de comunicación, sus verdades, para contarle al pueblo la realidad de la revolución. Él nunca se ha sentido un personaje oscuro, manipulador, maquiavélico, cínico y charlatán como lo quisieron vender sus enemigo, él se sentía como maestro que tenía que educar al pueblo para que no fueran ignorantes y lograran reconocer los bulos y los fakes news con los que atacaron la revolución bolivariana, por eso siempre daba la cara, por eso siempre decía que verdugo no pide clemencia. Mario Silva se sienta frente a su computadora portátil, la cual no tiene Internet, así que no sabe lo que ha ocurrido en Venezuela en los últimos años, pero por los rumores que le llegan se imagina una Venezuela totalmente distinta a la que dejó. A veces, le han comentado por las calles y en reuniones por La Habana, que la Revolución Bolivariana del siglo XXI fracasó, pero eso es falso según él porque en realidad nunca la dejaron Ser. Desde que está en La Habana ha tratando de explicar esa función metafísica del Ser dentro del quehacer de una revolución; por eso abre el documento en su portátil que ha titulado: Metafísica Revolucionaria, un ensayo que lo alarga, mes a mes, para tratar de llevarlo a un libro. Lee y escribe, y reescribe el capítulo siete, trata de tomar el argumento principal de Aristóteles de que si el Ser se dice de varios sentidos, pero que sólo hay un sentido propio de éste, y según Aristóteles es la esencia. Mario Silva se toma otro trago de ron y se sigue preguntando cuál era la esencia de la Revolución Bolivariana, ¿sería como aseguraba Norbeto Ceresole, que la esencia de la revolución era Chávez porque el pueblo Venezolano le dio un mandato “claro y terminante” a una persona física y no a una organización genérica o una idea abstracta?, o ¿quizás, sea esa idea de substancia que Aristóteles define en su Metafísica, libro XII, y que se caracteriza porque es inmóvil en y para sí, pero que al mismo tiempo infunde movimiento a todo lo demás, por lo que su esencia es la actividad pura sin materia? Mario Silva escribe sus reflexiones pero cuando está a punto de termina cinco páginas de análisis y teoría derivada de aquella esencia que es actividad pura sin materia, se va la luz. Mario Silva se levanta y golpea la mesa, recuerda cómo su mal humor se disparaba al igual cuando hablaba con Diosdado sobre Cuba y éste se reía sarcásticamente jurando que sería el último país que visitara. Mario Silva quiere saber por qué se fue la luz, sale del edificio y al frente están: Luisito, Carmencita y Celestina, le pregunta si la luz se fue en toda la cuadra, responden que sí. Mario Silva se siente en el rellano de la entrada, recuerda que cada vez hay más apagones, para algunos, porque cada vez hay menos petróleo para los generadores eléctricos. De repente algunos amiguitos de Luisito entran juntos con él. Se reúnen cerca de Mario Silva, éste con su mística pedagógica le comienza a explicar metafísica revolucionaria. Uno de los amiguitos de Luisito le pregunta si en verdad conoció en persona a Fidel Castro. Mario Silva saca un smartphone y le enseña fotos de él con Fidel, de él con Chávez y de él sólo con una gorra de béisbol. De repente le cuenta un partido de béisbol entre Cuba y Venezuela donde el presidente Chávez fue pitcher, tercera base, cuarto bateador y casi madrina del equipo; ¿y Fidel?, preguntó Luisito. Fidel fue manager, desde el dugout hacía señas y cambiaba los jugadores, he inclusive engañó a Chávez mandándole unos negritos anónimos barrigones y barbudos pero que eran Orestes Kindelán, Germán Mesa, José Ariel Contreras. ¡Cuba ganó! Sentenciaron al unísono la voces de los niños luego de oír con alborozo las tácticas de Fidel y los nombres de esos jugadores. Sí, Cuba ganó y Mario Silva regresó a su cuarto después de subir los ocho pisos de un edificio cuyo ascensor dejó de funcionar una generación atrás. 

CUENTOS DE LA REVOLUCIÓN BOLIVARIANA CONTADOS POR SUS CREADORES (NICOLÁS MADURO)


NICOLÁS MADURO MOROS
CUENTOS MADUROS
Maduro está en un lugar alejado en Siberia, en un apartamento sólo, le acompaña unos perros pequeños y un ruso alcohólico pero que habla español y fue de la policía secreta, y que ahora todos los días le pide la bendición mientras bebe un poco de vodka. Su mujer se quedó en alguna playa paradisíaca en el Caribe con sus mejores amigos, vendiéndoles a los turistas socialistas historias de revolución. Maduro entre el frío siberianos escribe sus memorias en forma de cuentos y lo titula: Cuentos Maduros, porque lo único que aprendió a escribir y a decir son cuentos cortos ficcionales que buscaron ser realidad porque sentía que tenía el don de la palabra. Hace mucho frío en Siberia pero sabe que esa tarde irá a visitarlo unos jóvenes comunista de Eritrea del Sur para tomarse fotos y saludarlo, a veces le llevan regalos como un kilo de azúcar o un aguardiente de la región, pero lo tiene que esconder porque el ruso borracho que lo atiende y vigila siempre le roba el alcohol. Ha adelgazado y eso lo hace sentir mejor. Escribe capítulo a capítulo su obra para exorcizarse del agobio que le hicieron Diosdado, los hermanos Rodríguez, Aristóbulo, Arreaza, Padrino, que lo volvieron títeres, pero que es esos momentos de gloria revolucionaria, él pensaba que era el iluminado de un pensamiento que Chávez había parido sin tintas ni argumentos. En los primeros cuentos Maduro relata cómo y dónde realmente murió Chávez y cómo fraguaron la última firma del caudillo para declararlo vicepresidente y así allanar sus pasos a la presidencia, también recuerda su Cúcuta natal y cómo nadie fue capaz de ver su partida de nacimiento y aunque es un documento público él pudo esconderlo de todos para siempre. También en estos primeros capítulos recuerda su admiración a la película Dr. Dolittle y sus momentos de epifanías cuando habla con pájaros, gatos y en la actualidad con sus perros, aunque estos le contesta en ruso. Los siguientes cuentos son cuentos de poder, de cómo atar conciencia con la ayuda de Shangó y menguar la economía, de cómo amalgamar fuerzas con Oshún en una asamblea constituyente, de cómo defenestrar intereses con Obbatalá y países cuyos presidente se han declarado inmortales, de cómo crear sumisión con la ayudas de Eleggúa y la repetición de una mentira, de un programa, de un cuento o por lo menos Andollo Valdés y varios miembros de G2 le explicaron y ejecutaron. Maduro pensó en escribir su historia de amor con Cilia, pero decidió prescindir de esas páginas donde su mujer le exigía a cada rato que tenía que ser un hombre, que tenía que ser fuerte, que era el hijo, el heredero del antiimperialismo, que era como un personaje de Marvel que ella admiraba, pero a la vez de cómo debía de ayudar a todos aquellos que le hacían la pleitesía a ella, mientras a veces, lo dejaba masturbar mientras ella hacía actos sexuales con algunos miembros de su guardia personal, la mayoría hombres negros cubanos de grandes penes, y mientras se la follaban ella le hablaba de Gala y Salvador Dalí, pero él no entendía mucho de metonimias y lo que siempre quería era correrse lo más rápido posible para luego fumarse un habano que le llegaban del gobierno de los Castro. Los últimos cuentos fueron sobre cómo le hicieron un jaque mate por malos cálculos de sus amigos y enemigos, de cómo al final los revolucionarios chinos se acostaron con el mejor postor capitalista y por algunas miles de hectáreas de terreno fértil para su soya, de cómo los turcos se contentaron con algunas toneladas de oro y a cambio le enviaron un avión con Salt Bae para que le cocinaba una carne de cordero en menta mientras huía del país, rumbo a Rusia, donde Putin pedía su culo, cientos de cuentas en paraísos fiscales, oro, diamante y coltán por las pérdidas que hizo a las empresas de sus amigos en Rosneft, Lukoil, Kaláshnikov. Ahora escribe los últimos capítulos de su libro de cuentos, mientras ve por Internet un país llamado Venezuela que no reconoce, pero eso sí, desde hace años tiene la costumbre de acostarse agradeciendo a cualquier Dios de turno que lo escuche el no haber terminado como Mussolini, Ceaucescu o Gadafi o con una vida miserable, aunque un cáncer de colón no lo deja evacuar bien por las mañana y a veces su mierda se desparrama en sus manos, en fin, Maduro debe terminar de escribir las últimas estrofas de su libro para pasar a la historia como otro bufón más.