jueves, 7 de junio de 2012

MI AMIGA JAPONESA Y LOS FETICHES


Un Origen, un fetiche
La palabra fetiche quizás es la más "latina" de todas, ahora usamos aquella que proviene del francés: fetiche, pero llegó a esa lengua pasando por varios usos y significados que comenzó en el latín con el verbo "facticius" que implicó el hacer, especialmente hacer algo con las manos, de concretar algo de producir un objeto que diera algunas guías para desenvolverse y entender ciertas realidades, como podría ser la realización de una máscara, de un instrumento musical o de una ánfora de barro. Curiosamente del participio en pasado de verbo "facticius" nació la palabra hechizo que implicó la idea de algo artificial, quizás porque los objetos que se habían realizado con anterioridad: la máscara, el instrumento musical o la ánfora, para las nuevas generaciones o personas que lo encontraban, ya había perdido significados, así que no entendían sus funciones o los sentidos de realidad que poseía para el quien las hizo, por lo que se asoció rápidamente con lo divino, con lo desconocido en sí. Con el tiempo, la palabra hechizo pasó al portugués como "feitiço" y de allí llegó al francés de donde tomamos la idea de fetiche que implica ideas mágicas, de hechicerías pero aplicado a los pueblos primitivos a través del estudio de objetos que fueron considerados amuletos o talismanes. Este sentido es el que usa el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (DRAE) cuando comenta que fetiche es: "Ídolo u objeto de culto al que se atribuye poderes sobrenaturales, especialmente entre los pueblos primitivos". Luego Marx agarró el término y lo desplazó al área de la economía, para hablar del "fetiche de la mercancía", es decir, la metáfora distorsionada entre la expresión directa de una idea (soy feliz o me he realizado como individuo social) y su representación metafórica distorsionada (gracias a tener una tarjeta VISA o poseer un iPhone). Freud también tomó la palabra francesa para referirse a ciertos fenómenos observados en sus prácticas clínicas, en donde el interés sexual de algunos pacientes aparecían desplazados hacia objetos vinculados indirectamente a su objeto sexual, tales como prendas, zapatos, vestimentas íntimas, sombreros, etc. Durante este lapso la palabra salvaje o primitivo para designar a pueblos ha perdido terreno en nuestro universo cada vez más globalizado, pero la palabra FETICHE, 
¿Primitivo? ¿Espectáculo?
cada vez se desplaza más, se vuelve más plural, da más alternativas metafóricas, de ahí que cada vez sea más difícil de explicar, o por lo menos a Mi Amiga Japonesa los usos que hago yo de esta palabra. Ella no entiende cuando le hablo acerca de sus fetiches o de los míos, o de cualquier otra persona, cultura o latitud en el mundo. Trato de explicar la palabra fetiche a Mi Amiga Japonesa a partir de las traducciones de la palabra "fetiche" que aparece en el diccionario electrónico, y estas son las tres opciones: 物神崇拝, 『ぶっしんすうはい』que si traduzco kanji por kanji y sus sentidos sería algo así como: "adoración a partes divinas", luego el diccionario me da la palabra: お守りque significa protección, amuleto, talismán, y la tercera opción es la propia palabra francesa フェティッシュ y colocan al lado "término médico"; por lo que la tradición en Japón de esta palabra se vincula con la jerga de los hechizos, de cosas divinas; por lo que explicar el uso del fetiche de Freud se reduce a la retórica médica y que sólo los psiquiatras pueden entender, y el "fetiche de la mercancía" de Marx, se vuelve tan complejo que si lo intentamos de explicar sencillamente dejaríamos de comprar, y eso dentro de un país como Japón que es capitalista hasta en la forma de beber té sería un acto de lesa humanidad. Si trato de explicar a Mi Amiga Japonesa el fetiche freudiano y su desarrollo, sin profundizar el carácter patológico que posee, en el sentido de encubrimiento de ciertas opciones de conocimiento del mundo y algunas puestas de escena de la realidad, descubro que todo el mundo es fetichista, y que en el futuro, si creo que Japón es el país del futuro por excelencia, se institucionalizará el fetiche. Ejemplo de un particular fetiche muy "típicos" de Japón el ブルセラ(burusera, así se pronuncia y es una combinación de las palabras aglosajonas bloomers "buru", y seller "sera"). Este fetiche es la necesidad de comprar bragas, pantaletas, calzones, usadas por adolescentes. Un fetiche interesante en la medida en que se puede comprar en cualquier tienda de sexshop, como podemos apreciar en el video que coloco a continuación para aquellos que quieran profundizar en el tema.   http://www.dailymotion.com/video/xmrv35_burusera-fetichismo-en-japon_school
Blancanieves usando unas bragas que  quizás 
venda en una tienda en Tokio,
mínimo unos 100.000 円。
Dibujo de Wolfe von Lenkiewicz
Creo que el video es claro y permite observar no sólo un fetiche dentro del ámbito freudiano más puro, sino cómo  el fetiche de Freud se transforma en un "fetiche de mercancía" visualizado por Marx, y cómo se institucionaliza en forma de un bien de consumo. Por lo que la persona del video la podemos apreciar como un individuo falto de herramientas para la comprensión o construcción de la(s) realidad(es); descubrimos que estas incapacidades para la construcciones están compensadas porque el fetiche se transforma en la ilusión misma, por lo que la realidad y todos los sentidos que podemos desarrollar sobre ella se desvanecen, se vuelven líquidas. Creo que el concienciar un fetiche, que antes implicaría un reconocimiento de ciertas distorsiones de nuestra realidad, en la actualidad se ha transformado para el fetichista, en un encadenamiento dentro de un sistema de consumo sin fin y sin posibilidad de entendimiento. El fetichista se arrastra hacia el consumo, no del fetiche en sí, sino de su ilusión, no como mediadora de los desplazamientos sino como núcleo  fundamental del placer. La compra de ブルセラ no actúa como un desplazamiento inconsciente de una falta sexual, ya que la persona lo compra conscientemente, pero ya no se refugia en un ámbito privado, ya que es de adquisición pública como un libro, el fetichista lo elige, lo pondera, lo paga, se huele. Se consume como "fetiche de mercancía", con una etiqueta que "advierte" que es un fetiche sexual, como aquellas pegadas en las cajetillas de cigarrillos y muestran pulmones cancerígenos, pero ambas pegatinas inocuas, amables y traviesas no evita su consumo para obtener un placer. 
Mangas, películas, dibujos, nos presentan los fetiches
los desplazamientos, ya dados, ya envuelto, listo
para consumir y disfrutar.
El fetiche perdió su poder mágico, de mistificación o de conocimientos distorsionados con el que nos acercábamos o hacíamos "facticius" o ciertas realidades, como en algún momento estaba en el origen de la palabra. El  fetiche se ha transformado en la "ilusión misma" y su consumo en "economía del placer", y ya no nos acerca a ninguna realidad; y a la vez se evita cualquier forma de posibilidad de conocimiento. Los fetiches modernos son creados y sostenidos por la moda, por los medios de comunicación y estrategias de mercado, que nos permiten vivir en un constante simulacro, en un espacio que, como reseñó Baudrillard, permite negar las diferencias entre la realidad y sus representaciones e invalidarlas, así como las contraposiciones entre la verdad y la falsedad. El acercamiento a ciertas realidades sin el costo de pensamiento o reflexión, que exigen algunos tipos de realidades, no se necesitan más. El sujeto consumidor piensa: "Sé muy bien que comprar unas braguitas usadas de adolescente no está bien pero puedo soportar que me graben, que me entrevisten, porque gracias a las pantaletitas puedo materializar la ilusión a la que me aferro, por lo que repudio cualquier acto de conocimiento que rodea este fetiche e inclusive cualquier acto de conocimiento de mi realidad". Cada vez nos adaptamos más a espacios que eluden la posibilidad de exámenes y articulación discursivas, por espacios de consumo, goces inducidos y sistemas de ilusiones creadas por los medios de consumo. El fetiche ya no es algo de pueblos bárbaros, es la vanguardia de la publicidad, ya no es desconocido, o tenebroso, se conoce y nos aferramos a él para pretender entender nada, sólo por el gozo prometido. Mi Amiga Japonesa, entre sus relojes, su colección de gatos y su franela de la suerte, recrea un espacio de fetiche en la casa -incluyendo un アンパンマンde su infancia-, todos comprados, usados, mantenidos. Es posible que mis fetiches aún los construya en privacidad, aún uso verbo "facticius" y no me deslizo hacia la mercancía, que trato de mantener ciertos juegos, resistencias y entendimientos para no ahogarme en la estulticia. Mientras escribo veo a un grupo de rock que realiza de los fetiches un espectáculo, una ilusión de gozo, que mueve masa, sentimientos e ideas. The Beatles crearon fetiches de mercancía con cada disco, pero Rammstein organiza los fetiches sexuales, los vuelve mercancía, los publicita y las personas lo gozan como propios. Cada generación tendrá que comprar sus fetiches, ya todos están hechos en el futuro.





1 comentario:

  1. el fetiche con comida es cada vez mas comun.

    http://perutops.com/b/splosh-el-sexo-con-gusto_1002250.html

    ResponderEliminar