La Torre, novela inédita y sin sentido a publicar |
Me encanta escribir, especialmente
cuentos y a veces trato de desarrollar alguna novela o ensayar con ensayos. Mi
Amiga Japonesa me pregunta ¿cuándo escribiré algo en japonés? y yo le cuestiono ¿cuándo aprenderá español para que sea la traductora oficial de mis libros en
japonés? En fin, un juego de ideas que seguramente nunca ocurrirá, ni yo
escribiré en japonés un libro, ni ella traducirá del español. Lo que ocurre es
que Mi Amiga Japonesa me ve escribiendo algunas noches y me pregunta qué
escribo. Desde hace tiempo escribo un libro de cuento y dos intentos de novelas, así
como un libro de ensayo, no sé si los terminaré o los publicaré, sencillamente
escribo con mis sueños y pesadillas y eso me da ciertos ejes para mi existencia a la deriva que llevo.
Hace tiempo que uno de mis esbozos de novela lo titulé: "La Torre de David".
Me he develado algunas noches buscando argumentos, imágenes para
escribir diversas situaciones que ocurren en un edificio que se construyó para
ser oficinas de lujo en una metrópolis con futuro, pero que después de ciertos
cataclismos económicos es invadida por personas pobres que luego de varias
tragedias naturales no poseían vivienda y la ciudad progresivamente se desmorona. Cuándo lo empecé a escribí veía que
tenía un aire a "Ciencia Ficción", como me sentí cuando leí "La
Caverna" de José Saramago, aunque obviamente con enormes diferencias entre
el escritor portugués que juega con metáforas e ideas que vuelven a
su obra una pequeña pieza maestra frente a mis bocetos, con ideas torpes, quizás
alguna imagen interesante y posiblemente con una sintaxis que necesita mucho
pulimento.
Torre sin proyecto social en Tokio |
Durante algunas noches me imaginé
los inicios de La Torre: cómo se construyó y por qué la vanidad del
hombre siempre es vertical; luego empecé a imaginarme, piso a piso, cómo era
invadido por las personas con necesidades, cómo se organizaban, cómo existían
pisos de buenas personas abajo o arriba de pisos donde vivían personas despreciables,
cómo los muertos caían por los fosos de los ascensores y se acumulaban y nadie los recogían porque no querían saber si era un familiar, cómo se las ingeniaban
sus habitantes para tener los servicios básicos, y cómo nacían la esperanza, el amor,
los sueños, como si algunos habitantes fueran pioneros en tierras vírgenes,
aunque la torre que habitaban está en pleno corazón de una gran ciudad. La idea era que en
cada piso desarrollaría alguna narración. En cada piso describiría el "día
a día", o el "piso a piso" de sus habitantes, que se mantenían
unidos o separados por convicciones religiosas, políticas o ideológicas. A
veces me entretenía pensando cómo pasar de un piso a otro, sobre todo cuando el
piso intermedio es de unos habitantes oscuros o enemigos. También me imaginé a los niños y adolescentes creando nuevos juegos, nuevos retos, como ir de una ventana a otra
por el exterior del edificio en el piso cuarenta y cinco y que marcaba la mayoría de edad
para alguno de los protagonistas, porque al entrar por la otra ventana se introducían en
el cuarto de la principal prostituta del piso que le regalaba una noche por su heroísmo; también me imaginaba cómo los
animales se movían entre la oscuridad y la luz de forma vertical, adaptándose a
una jungla de hormigón y tuberías, sin sol ni vientos. He desarrollado algunos bocetos desde el
primer piso hasta el onceavo con un total de unas cincuenta páginas, así como
muchas ideas esbozadas, personajes imaginados, reflexiones y diálogos entre los
personajes. A medida que escribía sentí que la novela era realmente una
apuesta por el género de "Ciencia Ficción", por lo que empecé a experimentar con el tiempo, perdiendo las referencias de los días, de los meses, de los años, y así a veces, parecía que narraba la cotidianidad de sobrevivientes, por lo que estuve tentado a desarrollar algunas páginas con zombis, pero
pensé que la novela caería en lugares comunes, por lo que evité ciertos mitos y
leyendas urbanas, concentrándome más en las contradicciones humanas y en la
naturaleza particular de los conceptos: vivienda, familia y espacio.
Vivir en una torre es el sueño de muchos en Cappadocia |
Pensaba que podía realizar una
novela donde el espacio jugara con sus principales inconsistencias, por lo que
aislaba a la torre con sus personajes, como si de pronto las mismas paredes de la estructura olvidada obtuvieran vida, transformándose en una ente justiciero e invisible, que en pequeños fragmentos caía sobre las personas criminales matándolas, pero
claro, esta parte hay que hilarla con cuidado para no caer en relatos absurdos e
incomprensibles; así divagé con los bocetos y por supuesto sin tener idea
clara de cómo terminar esta ficción. Le comenté las ideas para la novela a Mi Amiga
Japonesa y me dijo que tenía una gran imaginación, aunque algo macabra y
naturalmente ella visualizaba esa historia como otra obra de "Ciencia
Ficción", aunque no es mi estilo, por lo que se extrañó. Puede ser que tenga una gran
imaginación o que realmente tengo mucho ocio, lo cierto es que no lo imaginé. Hace como unos
dos años nació la idea luego de leer un artículo del periódico El Universal, de
Venezuela, de fecha 17 de abril de 2010 titulado: Se consolida invasión
de la Torre de David tras dos años y medio. Tengo el dato porque luego de
leer la información allí relatada empecé a bocetar la escritura. Luego de dos
años de haber leído esa información y de haber terminado algunos pisos de mi
novela, leo otro articulo del mismo periódico El Universal pero de fecha reciente: 29
de agosto de 2012 titulado: Proyecto de intervención de la Torre de
David gana el León de Oro. Cuando leo la información sencillamente algo
dentro de mis coordenadas de sensatez acaban, y no sé por qué recordé una mañana, por el año 2006 ó 2007, cuando Juan Carlos Monedero, un profesor español que daba una charla
en el Centro de Investigaciones Posdoctorales de la UCV, dijo: "La
política en Venezuela y Latinoamérica en general es un gran laboratorio, donde
todos debemos de aprender, definitivamente es un gran experimento".
Así me siento a veces después de una conferencia sobre Latinoamérica |
Al principio algunos participantes le dieron la razón y
aplaudieron, pero yo me sentí como un hámster. ¿Qué aprenden los hámsteres en los
experimento, a morir por una causa que otros inoculan? ¿Por qué se deben
realizar experimentos en Venezuela, en Latinoamérica? ¿Quienes son los
"científicos", que se "aprende", qué se "busca",
cuales son las variables y las metodologías? Algunos profesores felicitaron al
español, yo me acerqué y le pregunté si Europa puede ser un laboratorio
para Latinoamérica, él amablemente giró el sentido de mi pregunta y habló del
momento extraordinario que se vivía en Venezuela, de la revolución, del cambio,
me hizo entender que en España sólo el fútbol se experimenta y con pocos
cambio: Barça o Real Madrid o... ¿quiso decir PP y PSOE? Obviamente no hay mucha coherencia
entre revolución y fútbol, pero tampoco lo tiene que una Bienal de Arquitectura
de un premio como "propuesta" a "La Torre de David" por la manera sustentable en que
una comunidad a logrado transformar un edificio abandonado que pertenece al gobierno y sin terminar. Hay
cientos de edificios abandonados y tomados en San Paulo, cerca del
Mercado Principal hay varios, pero cuando caminaba por allí
alguien me dijo que tuviera cuidado, que podían robarme las cámaras fotográficas, que sería
mejor que no paseara por esos lugares. Había miedo en el rostro del
interlocutor, pero ese miedo es general cuando uno pasa delante de lugares
ocupados, como si a uno se le pegara o aspirara las consecuencias de una justicia
anquilosada; pero con ese argumento de transformación social de vivienda abandonadas, el premio ¿no debería darse al Movimiento Okupa de Barcelona?, por ejemplo. Cuando
viví en Barcelona observé cómo esta Movimiento se organizaba y lograba transformar
algunos de los edificios abandonados para lograr una posibilidad exitosa de
vivir, o por lo menos así recuerdo, ciertos domingos, cuando me acerqué a algunos de los lugares que ellos mantenían con protestas y música.
Dos ocupaciones un edificio |
Pero no, la arquitectura venezolana ganó un premio extraño, donde no son las líneas, ni la calidad de los materiales, ni las
posibilidades ecologías que se premien, sino la subsistencia humana. No se
premian estéticas, ni políticas, ni narrativas, sino un experimento que no
sabemos sus resultados. Ahora siento que no estoy escribiendo una noveleta de
"Ciencia Ficción", sino un informe de laboratorio, donde se
experimenta con nuevas variables: pobreza, paredes, negligencia, ironías, pragmatismo, graffitis, todo dentro de una variable controlada que llamaremos: La Torre, y por supuesto los resultados serán clasificados como en Diagnostic
and Statistical Manual of Mental Disorders, DSM, aquel manual
que usan los psiquiatras y donde cualquier opción de libertad o resistencia,
como no querer aprender matemáticas, se transforma en una enfermedad clasificada como:
discalculia. Pienso que el premio no es absurdo del todo, es un premio "científico" a nuestros experimentos con lo humano que aún posee los venezolanos, un premio "científico" a lo absurdo de combinar variables como la esperanza, los sueños,
con el asfalto y el dinero; pero ¿quién ganó el premio?, ¿fueron las personas que viven
en "La Torre" y que mostrarían una intuición arquitectónica de lo efímero? Según leo la resolución del premio dice: "El jurado elogia a los
arquitectos por haber reconocido la potencia de este proyecto de
transformación: una comunidad espontánea ha creado una nueva casa y una nueva
identidad ocupando Torre David y lo ha hecho con talento y determinación".
Es decir, a los arquitectos, por lo que entiendo que ellos, los arquitectos, reconocieron un potencial de hábitat en un espacio abandonado, curioso argumento para le den el premio, dar el triunfo a lo obvio de una profesión, como si a un antropólogo le dieran un premio por publicar un libro que demuestra que los antropólogos son personas que reconocen otras culturas. Realmente tendré que colocar esta resolución de premio en alguna
parte de mi novela. Claro, yo sólo le diré estos días a Mi Amiga Japonesa que
el pabellón de Japón logró un "León de Oro" por la mejor participación en la Bienal de Arquitectura de Venecia con su
propuesta "¿Es posible la Arquitectura aquí? Un hogar para todos",
centrada en el tema de los desastres naturales, seguro estará feliz, mientras yo
tendré que revaluar mis bocetos de la novela que ella piensa nació de mi imaginación grotesca.