jueves, 30 de agosto de 2012

MI AMIGA JAPONESA Y "TORRE DAVID"


La Torre, novela inédita y sin sentido a publicar

Me encanta escribir, especialmente cuentos y a veces trato de desarrollar alguna novela o ensayar con ensayos. Mi Amiga Japonesa me pregunta ¿cuándo escribiré algo en japonés? y yo le cuestiono ¿cuándo aprenderá español para que sea la traductora oficial de mis libros en japonés? En fin, un juego de ideas que seguramente nunca ocurrirá, ni yo escribiré en japonés un libro, ni ella traducirá del español. Lo que ocurre es que Mi Amiga Japonesa me ve escribiendo algunas noches y me pregunta qué escribo. Desde hace tiempo escribo un libro de cuento y dos intentos de novelas, así como un libro de ensayo, no sé si los terminaré o los publicaré, sencillamente escribo con mis sueños y pesadillas y eso me da ciertos ejes para mi existencia a la deriva que llevo. Hace tiempo que uno de mis esbozos de novela lo titulé: "La Torre de David". Me he develado algunas noches buscando argumentos, imágenes para escribir diversas situaciones que ocurren en un edificio que se construyó para ser oficinas de lujo en una metrópolis con futuro, pero que después de ciertos cataclismos económicos es invadida por personas pobres que luego de varias tragedias naturales no poseían vivienda y la ciudad progresivamente se desmorona. Cuándo lo empecé a escribí veía que tenía un aire a "Ciencia Ficción", como me sentí cuando leí "La Caverna" de José Saramago, aunque obviamente con enormes diferencias entre el escritor portugués que juega con metáforas e ideas que vuelven a su obra una pequeña pieza maestra frente a mis bocetos, con ideas torpes, quizás alguna imagen interesante y posiblemente con una sintaxis que necesita mucho pulimento. 
Torre sin proyecto social en Tokio
Durante algunas noches me imaginé los inicios de La Torre: cómo se construyó y por qué la vanidad del hombre siempre es vertical; luego empecé a imaginarme, piso a piso, cómo era invadido por las personas con necesidades, cómo se organizaban, cómo existían pisos de buenas personas abajo o arriba de pisos donde vivían personas despreciables, cómo los muertos caían por los fosos de los ascensores y se acumulaban y nadie los recogían porque no querían saber si era un familiar, cómo se las ingeniaban sus habitantes para tener los servicios básicos, y cómo nacían la esperanza, el amor, los sueños, como si algunos habitantes fueran pioneros en tierras vírgenes, aunque la torre que habitaban está en pleno corazón de una gran ciudad. La idea era que en cada piso desarrollaría alguna narración. En cada piso describiría el "día a día", o el "piso a piso" de sus habitantes, que se mantenían unidos o separados por convicciones religiosas, políticas o ideológicas. A veces me entretenía pensando cómo pasar de un piso a otro, sobre todo cuando el piso intermedio es de unos habitantes oscuros o enemigos. También me imaginé a los niños y adolescentes creando nuevos juegos, nuevos retos, como ir de una ventana a otra por el exterior del edificio en el piso cuarenta y cinco y que marcaba la mayoría de edad para alguno de los protagonistas, porque al entrar por la otra ventana se introducían en el cuarto de la principal prostituta del piso que le regalaba una noche por su heroísmo; también me imaginaba cómo los animales se movían entre la oscuridad y la luz de forma vertical, adaptándose a una jungla de hormigón y tuberías, sin sol ni vientos. He desarrollado algunos bocetos desde el primer piso hasta el onceavo con un total de unas cincuenta páginas, así como muchas ideas esbozadas, personajes imaginados, reflexiones y diálogos entre los personajes. A medida que escribía sentí que la novela era realmente una apuesta por el género de "Ciencia Ficción", por lo que empecé a experimentar con el tiempo, perdiendo las referencias de los días, de los meses, de los años, y así a veces, parecía que narraba la cotidianidad de sobrevivientes, por lo que estuve tentado a desarrollar algunas páginas con zombis, pero pensé que la novela caería en lugares comunes, por lo que evité ciertos mitos y leyendas urbanas, concentrándome más en las contradicciones humanas y en la naturaleza particular de los conceptos: vivienda, familia y espacio. 
Vivir en una torre es el sueño de
muchos en Cappadocia
Pensaba que podía realizar una novela donde el espacio jugara con sus principales inconsistencias, por lo que aislaba a la torre con sus personajes, como si de pronto las mismas paredes de la estructura olvidada obtuvieran vida, transformándose en una ente justiciero e invisible, que en pequeños fragmentos caía sobre las personas criminales matándolas, pero claro, esta parte hay que hilarla con cuidado para no caer en relatos absurdos e incomprensibles; así divagé con los bocetos y por supuesto sin tener idea clara de cómo terminar esta ficción. Le comenté las ideas para la novela a Mi Amiga Japonesa y me dijo que tenía una gran imaginación, aunque algo macabra y naturalmente ella visualizaba esa historia como otra obra de "Ciencia Ficción", aunque no es mi estilo, por lo que se extrañó. Puede ser que tenga una gran imaginación o que realmente tengo mucho ocio, lo cierto es que no lo imaginé. Hace como unos dos años nació la idea luego de leer un artículo del periódico El Universal, de Venezuela, de fecha 17 de abril de 2010 titulado: Se consolida invasión de la Torre de David tras dos años y medio. Tengo el dato porque luego de leer la información allí relatada empecé a bocetar la escritura. Luego de dos años de haber leído esa información y de haber terminado algunos pisos de mi novela, leo otro articulo del mismo periódico El Universal pero de fecha reciente: 29 de agosto de 2012 titulado: Proyecto de intervención de la Torre de David gana el León de Oro. Cuando leo la información sencillamente algo dentro de mis coordenadas de sensatez acaban, y no sé por qué recordé una mañana, por el año 2006 ó 2007, cuando Juan Carlos Monedero, un profesor español que daba una charla en el Centro de Investigaciones Posdoctorales de la UCV, dijo: "La política en Venezuela y Latinoamérica en general es un gran laboratorio, donde todos debemos de aprender, definitivamente es un gran experimento". 
Así me siento a veces después de una
conferencia sobre Latinoamérica
Al principio algunos participantes le dieron la razón y aplaudieron, pero yo me sentí como un hámster. ¿Qué aprenden los hámsteres en los experimento, a morir por una causa que otros inoculan? ¿Por qué se deben realizar experimentos en Venezuela, en Latinoamérica? ¿Quienes son los "científicos", que se "aprende", qué se "busca", cuales son las variables y las metodologías? Algunos profesores felicitaron al español, yo me acerqué y le pregunté si Europa puede ser un laboratorio para Latinoamérica, él amablemente giró el sentido de mi pregunta y habló del momento extraordinario que se vivía en Venezuela, de la revolución, del cambio, me hizo entender que en España sólo el fútbol se experimenta y con pocos cambio: Barça o Real Madrid o... ¿quiso decir PP y PSOE? Obviamente no hay mucha coherencia entre revolución y fútbol, pero tampoco lo tiene que una Bienal de Arquitectura de un premio como "propuesta" a "La Torre de David" por la manera sustentable en que una comunidad a logrado transformar un edificio abandonado que pertenece al gobierno y sin terminar. Hay cientos de edificios abandonados y tomados en San Paulo, cerca del Mercado Principal hay varios, pero cuando caminaba por allí alguien me dijo que tuviera cuidado, que podían robarme las cámaras fotográficas, que sería mejor que no paseara por esos lugares. Había miedo en el rostro del interlocutor, pero ese miedo es general cuando uno pasa delante de lugares ocupados, como si a uno se le pegara o aspirara las consecuencias de una justicia anquilosada; pero con ese argumento de transformación social de vivienda abandonadas, el premio ¿no debería darse al Movimiento Okupa de Barcelona?, por ejemplo. Cuando viví en Barcelona observé cómo esta Movimiento se organizaba y lograba transformar algunos de los edificios abandonados para lograr una posibilidad exitosa de vivir, o por lo menos así recuerdo, ciertos domingos, cuando me acerqué a algunos de los lugares que ellos mantenían con protestas y música. 
Dos ocupaciones un edificio
Pero no, la arquitectura venezolana ganó un premio extraño, donde no son las líneas, ni la calidad de los materiales, ni las posibilidades ecologías que se premien, sino la subsistencia humana. No se premian estéticas, ni políticas, ni narrativas, sino un experimento que no sabemos sus resultados. Ahora siento que no estoy escribiendo una noveleta de "Ciencia Ficción", sino un informe de laboratorio, donde se experimenta con nuevas variables: pobreza, paredes, negligencia, ironías, pragmatismo, graffitis, todo dentro de una variable controlada que llamaremos: La Torre, y por supuesto los resultados serán clasificados como en Diagnostic and Statistical Manual of Mental DisordersDSM, aquel manual que usan los psiquiatras y donde cualquier opción de libertad o resistencia, como no querer aprender matemáticas, se transforma en una enfermedad clasificada como: discalculia. Pienso que el premio no es absurdo del todo, es un premio "científico" a nuestros experimentos con lo humano que aún posee los venezolanos, un premio "científico" a lo absurdo de combinar variables como la esperanza, los sueños, con el asfalto y el dinero; pero ¿quién ganó el premio?, ¿fueron las personas que viven en "La Torre" y que mostrarían una intuición arquitectónica de lo efímero? Según leo la resolución del premio dice: "El jurado elogia a los arquitectos por haber reconocido la potencia de este proyecto de transformación: una comunidad espontánea ha creado una nueva casa y una nueva identidad ocupando Torre David y lo ha hecho con talento y determinación". Es decir, a los arquitectos, por lo que entiendo que ellos, los arquitectos, reconocieron un potencial de hábitat en un espacio abandonado, curioso argumento para le den el premio, dar el triunfo a lo obvio de una profesión, como si a un antropólogo le dieran un premio por publicar un libro que demuestra que los antropólogos son personas que reconocen otras culturas. Realmente tendré que colocar esta resolución de premio en alguna parte de mi novela. Claro, yo sólo le diré estos días a Mi Amiga Japonesa que el pabellón de Japón logró un "León de Oro" por la mejor participación en la Bienal de Arquitectura de Venecia con su propuesta "¿Es posible la Arquitectura aquí? Un hogar para todos", centrada en el tema de los desastres naturales, seguro estará feliz, mientras yo tendré que revaluar mis bocetos de la novela que ella piensa nació de mi imaginación grotesca. 



miércoles, 22 de agosto de 2012

MI AMIGA JAPONESA Y LOS GATOS

Pensando en la revolución
En el cuento: Il giardino dei gatti ostinati『El jardín de los gatos obstinados』del libro Marcovaldo de Ítalo Calvino, nos habla de un "centro neurálgico", de una resistencia frente a una modernidad constructora que arrebata los planos y mapas que han heredado los gatos desde la antigüedad, ya que como dice el autor al inicio del relato: "La ciudad de los gatos y la ciudad de los hombres están una dentro de otra, pero no son la misma ciudad. Pocos gatos recuerdan los tiempos en que no existía tal diferencia: las calles y las plazas de los hombres eran también calles y plazas de los gatos, y el césped, y los patios, y los balcones, y las fuentes: se vivía en un espacio amplio y variado. Pero desde hace bastantes generaciones los felinos domésticos están prisioneros en una ciudad inhabitable: las calles ininterrumpidamente son recorridas por la circulación mortal de los coches escachagatos; en cada metro cuadrado de lo que antaño fue jardín o solar o restos de una olvidada demolición, ahora descuellan condominios, bloques populares, rascacielos flamantes; no hay zaguán que no esté atestado de autos en estacionamiento; los patios uno tras otro los cubren con una solera y se transforman en garajes o en cines o en almacenes u oficinas". La narración llena de humor e ironías, nos relata cómo los gatos luchan encarecidamente por mantener un jardín en una ciudad que se llena de edificios modernos, eliminando áreas vitales, terrenos baldíos, espacios necesarios para que los otros habitantes de la ciudad: los gatos, los pájaros, los perros y otras "alimañas" vivan.
Gato guerrero en Topkapi 
Estos animales cuya ciudad está dentro de las grandes metrópolis, pierden, año tras año, sus coordenadas, sus memorias, básicamente porque los humanos los eliminan, en el caso de los perro; o los enjaulan, en el caso de los pájaros. Los gatos definitivamente son grandes revolucionarios y en la narración se muestran como núcleo de resistencia, rediseñando otra ciudad, mediante secuestros, sabotajes, e interferencias. Los gatos, a diferencia de los perros y los pájaros, viven en la ciudad con mayor libertad y orgullo. Nunca he visto un perro vagabundo en las grandes ciudades moderna como: Tokio, Osaka, Viena, Sidney, Barcelona, Milan. Todos los perros eran guiados por sus amos, y mucho de estos caninos mostraban síntomas de abulia, gordura y con miradas perdidas, porque se saben humillados con vestidos para parecerse a niños o juguetes, y muchas veces tristes por eliminar su condición animal y humanizarla, ¿no nos pasa lo mismo cuando nuestra condición humana la volvemos animal, perruna, no nos sentimos humillados? en fin, debate de dos sentido pero con pocos argumentos. La mayoría de los perros en las grandes ciudades son eliminados, y por ejemplo cuando esas ciudades están hiperpobladas como Osaka donde vivo, escasamente se ven perros grandes: pastores, boyeros, dálmatas, la ciudad se llena de chihuahuas, poodles, terries; en caso contrario hay países donde los perros son dueño de calles, de zonas, como en Venezuela y cualquier ciudad de la India. Una madrugada manejando por la Av.Principal de Antimano en Caracas, una jauría de perros salió frente a mi auto, una perra era perseguida por más de treinta perros, una orgía en medio de la calle, obviamente asusta el encuentro con lo bestial que está, que nos rodea y a veces ocultamos, pero donde he visto más perros vagabundos fue en Varanasi, una ciudad donde los perros, las vacas y los monos toman los espacios, deambulan, marcan territorios y hacen posturas que a veces entran en conflictos entre ellos, pero especialmente con los humanos. Cuando caminaba por sus polvorientas calles, siempre había cinco o seis perros detrás de mí, como si me vigilaran para que no cometiera alguna ofensa, o de que no cumpliera con algunos de los ritos para alguno de los múltiples dioses que descansas a las orillas de Ganges, y a veces un mono, desde el cableado eléctrico, me vigilaba como buscando el momento oportuno para hacerme una multa. 
Gatos camuflados
En estas ciudades, aunque se ven gatos, no parecen revolucionarios, se transforman en una parte más del paisaje pintoresco de la zona, de la bestialidad que nos rodea, así que ver un gato por Caracas o Veranasi, no es un gran atractivo; pero ver un gato caminando de noche por el centro de las zonas exclusivas de Ginza,  Akihabara, o Shinjuku, en decir, las zonas más exclusivas de Tokio, entre los restaurantes de lujos, coches deportivos último modelo y donde se concentra la gente VIP, allí un gato caminando tranquilamente si llama la atención, todos se fijan en el neko』–gato–, y algunos dicen 可愛いkawai』–que gato más bonito–, así los mininos caminan orondos, sin miedo por lo que seguramente fue una antigua ciudad gatuna que ahora está perdida entre el hormigón y el asfalto. En Osaka he visto gatos sigilosos entre las grietas de algunos edificios en Namba, también he visto gatos mirándome desde un tejado en Umeda, lugares atestado de tiendas y personas. 
Gato marcando memorias en un
parque en Estambul.
He tenido la oportunidad de visitar varias ciudades en el mundo, y definitivamente la ciudad de los gatos por excelencia es Estambul, nunca había visto tantos gatos caminado, durmiendo, haciéndose dueño de los espacios como en Estambul. A veces caminaba por algún barrio de la ciudad, observaba a lo lejos una tienda y en su entrada, sentado, estaba el dueño del local acariciando un gato, el felino pareciera que le dijera quién entraría y quién no entraría, quién compraría y quién no compraría, porque el dueño miraba al infinito, hacia el mar de Marmara, mientras el gato me estudiaba, me observaba en silencio. Igualmente en el puente que une al barrio Galatasaray con la ciudad, unas cuantas decenas de pescadores tendrá que dar parte de sus esfuerzos a los gatos que tranquilamente esperan detrás de ellos, como amos silentes, como paradoja de una metáfora hegeliana olvidada en el siglo XXI. 
Pescando en el puente de
Galatasaray, atrás decena de
mininos esperando los
esfuerzos humanos, o quizás
conversando entre ellos de la
dialéctica del amo y del esclavo 
Los gatos son reyes en Estambul, ciudad que guarda misterios que seguramente los gatos saben. El gato, pienso, nos atrae por su poder de negarse a ser humano, por mantener una identidad propia, inalterable a las estrafalarias humanas, no es el mejor amigo del hombre, afortunadamente, ese privilegio lo tiene los perros y han pagado un precio muy alto por ese concepto, y a veces con consecuencias desastrosas. Los gatos no desean amigos humanos, tiene una postura pedante para se reconocido siempre como gatos, como aquellos que siempre merodean por la ciudad, por las casas, por las calles,  y raramente nos percatamos de su presencia, ellos nos vigilan y en silencio hacen su vida alejados de las estupideces humanas. 
Mininos y Arte
No es extraño que en la literatura japonesa los gatos abunden. La cultura vouyerista japonesa logra expulsar varias de sus pulsiones de control teniendo al gato como mediador. Así en varias obras literarias japonesa, los gatos tienen una gran presencia que a veces ignoramos. Podemos apreciar este detalle en obras literarias claves como 吾輩 は猫である『Wagahai wa neko de aru』–Soy un gato– de Natsume Sõseki publicada en 1905. Allí sencillamente nos deleitamos desde la mirada de un gato que vive en una casa de un vulgar profesor, y constantemente observa a las personas que merodean por ahí, en cada página nos da sus reflexiones y nos muestra un Japón de falsas, de ironías, de tristezas, pero especialmente de poses, que el gato sin nombre constantemente desvela y critica; también el gato está presente en obras modernas como El año de Saeko de Katayama Kyoichi, donde el protagonista toma exclusivamente fotos de gatos, y por supuesto, no olvidemos al laureado Murakami Haruki, para quien el gato es un fetiche presente en todas sus novelas, mostrándonos así la importancia de este animal como observador, leyenda, revolucionario, autónomo, dentro de la cultura japonesa. Mis reflexiones sobre los gatos nacen porque a Mi Amiga Japonesa, que adora a los gatos, al igual que yo, me planteó comprar uno. Pero comprar un gato es dejar sus cualidades apartes, volverlo torpe, inútil quizás, a veces castrándolo y seguramente amputando sus uñas para que no rompa el 障子『Shōji』–puertas corredizas de papel– que hay en las casas japonesas. Le explico que un gato elige venir, elige quedarse, elige acompañar, así que comprar un gato es comprar una libertad y la libertad  no se compra según un viejo adagio gatuno, se escoge. Mi Amiga Japonesa no le gusta mis argumentos, pregunta si debemos esperar que un gato toque la puerta, o que un día caminando, sencillamente algún minino decida seguirnos y descansar sobre nuestro 『tatami』–piso de paneles hecho con paja–, y luego romper el 障子. Yo respondo con un はい, !Si! Ella mira por la ventana y entre risa me dice: 猫の手も借りたい, algo así como que necesitaré la ayuda de un gato por lo ocupado que estaré, me imagino, arreglando las cosas que el minino destruya. En fin, mi terquedad es histórica como la de los gatos de ahí nuestra sintonía. Yo sé que el tiempo no me pertenece, son de los gatos, de sus secretos, de sus revoluciones, de una identidad inamovible que por siglos se ha mantenido incólume, y cada día trato de aprender más de ellos que de ciertos vecinos o personas que me rodean así como de algunas ideologías o aforismos inútiles. 
日光東照宮の眠猫。Esta escultura de un gato durmiendo realizado en el período Edo y que se le atribuye al escultor 左 甚五郎, Hidari Jingorō. Se encuentra en el famoso templo Nikkō Tōshōgū, pasando desapercibido sino fuera por un cartel que lo señala, pero pienso que la idea original era esa, pasar desapercibido ante las tribulaciones de los hombres que buscan alguna respuesta ante Buda, porque seguramente este gato lo sabe,
de ahí la pequeña sonrisa que logro vislumbrar de su rostro y como si dijera algo así: si quieres seguir el camino de Buda, conviértete en un gato: silencioso, desapercibido, iluminado. 
  


jueves, 9 de agosto de 2012

MI AMIGA JAPONESA E ICHIKAWA KON

市川崑
Las olimpiadas de Londres de 2012, han marcado un momento de alejamiento de la cotidianidad para la mayoría de las personas. Uno se entretiene viendo a las personas haciendo sus máximos esfuerzos para mostrar su dedicación, casi religiosa, por una creencia obsesiva de ser número uno, y así conseguir un sentido en la vida o la bendición de un dios, sea este divino, racional, amoroso o económico. Nosotros patrocinamos ese ejercicio de creencias viendo, aupando, llorando, riendo, percibiendo con emociones diversas y a veces contradictorias estos juegos. Las Olimpiadas modernas que comenzaron como una forma de reunir a los hombres que progresivamente se alejaban de la religión cristiana que la había hundido en la historia por ser una fiesta pagana, por allá, en el año 393, cuando el emperador Teodosio abolió los Juegos Olímpicos considerándolos inmorales por dar un culto al cuerpo. Ahora se han transformado quizás en uno de los fenómenos mediáticos más importantes del siglo XX y especialmente en el siglo XXI, en donde ahora hay más acreditados que atletas. De la primera olimpiadas modernas apenas quedan fotos, hasta las primeras filmaciones olímpicas realizadas en Estocolmo en 1912; posteriormente la cantidad de cámaras y de personas que filmaban hicieron que en las olimpiadas de Amsterdam en 1928 se tuvieran que dar los primeros derechos exclusivos. Así avanzan los Juegos Olímpicos y los medios de comunicación hasta que en las olimpiadas de Berlin en 1936, Leni Riefenstahl se catapultó con su película Olympia con una estética sostenida en el drama deportivo
Abundante de emociones y suspensos, Riefenstahl logró con una técnica estética de vanguardia para la época y financiado por el III Reich, realizar una película donde se introduce la cámara lenta, los enfoques detallados y los cortes abruptos, creando una atmósfera de fuerza y tenacidad que aún vibra al público; pero también logró combinar la religiosidad de las olimpiadas con la política como la perfecta simbiosis del poder. Viendo la película de Riefenstahl, uno sólo puede agradecer la voluntad, los músculos, los esfuerzos, los logros, la evolución y la herencia -recordemos los primeros minutos de la película como un paseo por el legado griego que es tomado por los cuerpos desnudos hasta Deutschland-, como metas, como finalidad del ser humano. Del filme de Riefenstahl aprendemos cómo podemos mantener ideales pero también cómo podemos manipularlos. Pero claro, esta película minuciosamente manejada sólo es el preámbulo de todo lo que vendría posteriormente con los juegos olímpicos: desde los boicot a las olimpiadas de Montreal 1976 por los países africanos, pasando por las  de Moscú de 1980 por el bloque de los EE.UU. y por supuesto, las olimpiadas siguientes en Los Ángeles de 1984, por los países comunistas, igualmente es el preámbulo de las distintas historias y tragedias personales, de los dopajes evidentes como el de Ben Johnson o subrepticios como el de Florence Griffith Joyner, de los cambios de nacionalidad; de aquí la impresionante  cantidad de chinos de origen, de nacimiento, de lengua, que en estas olimpiadas de Londres juegan Tenis de Mesas para países como Austria (Quiagbing Li y Jia Liu), Holanda (Jiao Li y Jie Li), España, (Yanfei Shen), Alemania (Jiaduo Wu), Polonia (Qian Li), Australia (Miao Miao) e inclusive Brasil (Lin Gui), por eso cada vez que veía los partidos de Tenis de Mesa, no importara el país participante, los rostros asiáticos predominaban; claro, una razón que me dio mi amiga china Zhou, es que en su país la asociación de jugadores de tenis tiene la misma cantidad de miembros que habitantes en Venezuela, es decir, una gran cantidad para escoger y dominar este deporte por décadas. Pero la película de Riefenstahl será la introducción a otros documentales, quizás menos conocidos como  東京オリンピックLas Olimpiadas de Tokio. Un documental que ha diferencia de Riefenstahl, no es una apología a la voluntad y el poder, sino al desconcierto y a las fragilidades.
市川崑 Ichikawa Kon fue el realizador del documental sobre las olimpiadas de Tokio, es uno de esos directores que pasan a veces desapercibidos dentro de la estela de grandes directores japoneses, y aunque posee más de tres docenas de películas, quizás la más conocida sea Biruma no tategoto (ビルマの竪琴) de 1956 conocida internacionalmente como El Arpa Birmana. Esta película la vi hace tiempo, cuando trabajaba en la Cinemateca Nacional de Venezuela, y si, cuando la vi me impactó por el uso de metáforas visuales, del manejo de la fotografía, pero especialmente la perspectiva particular del director sobre los actos bélicos. Las guerras continúan en la memoria junto con los muertos y no se acaba con los armisticios. Luego, unos seis años después, la vi en Japonés, y mi percepción y cariño sobre la película aumentó. Esta película ganó el Festival de Cine de Venecia de 1956, y quizás sea la película de guerra donde la violencia se muestra como el arma preferida de los obcecados, pero probablemente lo más interesante es que enseña, desde una estética particular, el fracaso de la guerra y no del hombre. En películas bélicas que abundan en los archivos audiovisuales este tema del fracaso se refleja constantemente en los hombres y no en la guerra en sí. Quizás las mejores películas que lo tratan sean: The Deep Hunter (1978) de Cimino, Apocalipsis Now (1979) de Coppola, Platoon (1986) de Stone, y Full metal jacket (1987) de Kubrick; por lo menos para mí, porque estos directores buscaron mostrar ese fracaso a partir de una conciencia crítica de algunos personajes frente a la maquinaria de guerra, al Estado de guerra, pero esta conciencia siempre nace porque la guerra de Vietnam fue el gran fracaso de un país, de los EE.UU., la muerte de un gran sueño, de los inmortales. La muerte desde entonces se lleva en el alma, por lo que algunos directores buscaron rescatar la piedad dentro de las absurdas repeticiones de muerte y violencia. Sus personajes angustiados no pueden tomar decisiones drásticas ante los hechos bélicos, sólo el silencio o aceptación autónoma de los hechos. Algunos sobreviven con el dolor exacerbado de sentir la empatía como Michael en The Deep Hunter; otros como Willard en Apocalipsis Now se siente menos criminales porque entiende el viaje por las locuras de las guerras, donde no existe ni moral ni ética, o por lo menos así se lo propone el coronel Kurtz: "He visto horrores... horrores que tú has visto. Pero tú no tiene derecho a llamarme asesino. Tienes derecho a matarme. Tienes derecho a hacer eso... pero no tienes derecho a juzgarme". Otros se amoldan a la maquinaria de muerte, como el conflictivo Chris en Platoon, quien descubre la importancia de supervivencia del grupo, del pelotón, pero a la vez de la necesidad de un líder que presente algún sentido a lo absurdo; o del los entrenamientos de los marines que realiza los jóvenes recién graduados: Jocker (Matthew Modine) y Gomer Pyle (Vicent D´Onofrio) en Full metal jacket, y donde observamos cambios de personalidad, que van hacia la psicosis de Gomer Pyle, que termina hablándole a su fusil como si fuera su mejor confidente, su pastor, hasta el conflictivo joven rebelde y liberal que era Jocker transformándose progresivamente en un asesino y conservador nacionalista. Todas estas películas buscan mostrar el fracaso de los EE.UU. en la guerra de Vietnam, los fracasos de las guerras y cómo se transforman individuos normales en asesinos en serie, en mostrar el fracaso de los militares en hacer de los hombres máquinas, alejando la reflexión de que el fracaso deriva de otros medios: de la obcecaciones políticas y económicas, de un mundo dividido entre buenos y malos, de la repetición del horror para la insensibilización, por eso el fracaso no se muestra directamente en las películas americanas sino indirectamente por medio de la frustración, en cambio, en la película Ichikawa Kon, nos muestra todos los fracasos de todas las guerras, de todas las transformaciones que debe hacer el ser humano en deshumanizase, pero es el fracaso humano consciente porque luego de la guerra muestra que debe  tomar conciencia de las pérdidas y humanizarse. Esta particular película tiene a la música como fondo estético, quizás único y necesario, debido a que el silencio siempre acompaña al horror y no se pueden comunicar con ensayos, discursos, poemas o charlas de café como intentan algunas películas, sino con la música como sabía Hitchcock o con las imágenes como sabía Buñuel.
Si bien Ichikawa se conoce por esta película, quizás Las Olimpiadas de Tokio sea desconocida para muchos, pero allí al igual que El Arpa Birmana, nos muestra la condición humana, su deshumanización y el cómo asumir las perdidas y los triunfos sin el aparataje estético de la voluntad que presenta Riefenstahl. En esta película Ichikawa trata de mostrar cada uno de los deportes en general y personajes particulares, como el del primer atleta de la República del Chad, que con sus 22 años, es más viejo que el naciente país que representa, ya que Chad se independizó de Francia en 1960. Quizás este documental muestras lo frágiles que somos y cómo Las Olimpiadas son un espectáculo. La fragilidad se muestra en la agonía de la derrota y en la flaqueza del agotamiento, la fragilidad rodea a los ganadores, que también muestra la fragilidad con rictus inesperados,  en una particular soledad del triunfo, como podemos apreciar al entrenador del equipo de voleibol japonés luego que el equipo ganará la medalla de oro frente a la URSS, o la  patente soledad de Bikila Abebe y su maratónica historia resumida en un pasaje donde la cámara capta su rostro de perfil, quizás totalmente concentrado en algún paraje de su Etiopía natal, pero presentando de fondo los cientos de rostros difuminados, anónimos, que lo miran y aúpan.
La soledad de Bikila Abebe, la incomunicación total
Así Tokyo Olimpiad como también se conoce a este documental, muestra ciertas fragilidades que la obra de Riefenstahl pasa por alto, porque quizás en 1936 el hombre no era un concepto frágil, era una voluntad pura que se trataba de modelar, pero en 1964, tras dos guerras mundiales con millones de muertos, después de la concepción y construcción de cientos de campos de concentración, en medio de dos políticas imperativas e inconciliables, la americana y la soviética, y como coda, una diminuta antorcha recorriendo los alrededores del genbaku domu (原爆ドーム), lugar donde cayó la bomba atómica, así como la génesis de decenas de países que aparecen de la nada, llevarán a Ichikawa Kon a mostrar otros rostros, otra trascendencia de Las Olimpiadas. Hay otro pequeño documental de Ichikawa sobre Las Olimpiadas menos conocido titulado: Visions of Eight de 1973, documental sobre las olimpiadas de Munich de 1972 y que ocho directores: Mei Zetterling, John Schlesinger, Michael Pfeghar, Arthur Penn, Yuri Ozerov, Claude Lelouch, Milos Forman y Kon Ichikawa realizaron. En la filmación de Ichikawa se recrea, por todos los medios técnicos, la carrera de 100 metros, volviendo la competencia más rápida de las olimpiadas en la más lenta, quizás un juego estético, un capricho de director; pienso que los otros directores logran concentrar en sus diversas presentaciones todo lo heredado en documentales olímpicos, desde la visión de Riefenstahl hasta las propuestas de Ichikawa. Particularmente me encantó la realización de Mei Zetterling, donde hace énfasis en la olimpiada como espectáculo, como recelo, como impotencia, como comida y amor subrepticio, todo descubierto al filmar la competencia de halterofilia, así como la sutil ironía que Milos Forman condimentada con aspectos de humor negro que este gran director Checo supo producir y combinar al filmar la competencia de decatlón. Pienso que Visions of Eight será el último gran documental sobre olimpiadas, pareciera que no hay más nada que decir, o por lo menos los medios de comunicación masivos, los directores modernos, el público posmoderno, no les apetecen descubrir en Las Olimpiadas cosas que no sean el triunfo de la voluntad, el éxito individual, el ego de los países o ciertas conmiseraciones y empatias hacia el perdedor, pero creo que hay muchas cosas detrás de cada medalla, detrás de cada caída, de cada llanto, detrás de cada himno que se escucha, cosas más profundas que en principio no muestran la televisión y los telediarios -al menos que contengan una carga panfletaria- y que estas tres grandes películas documentales sintetizan. Quizás habría que hacer un documental sobre Las Olimpiadas en el siglo XXI, llena de tecnologías, de héroes mediáticos, de ganancias económicas. Mientras recuerdo estos documentales Mi Amiga Japonesa hace catarsis con los triunfos y derrotas de Japón, de las medallas de oro en lucha, en la actuación de las ナデシコ (el equipo femenino de fútbol), de cerrar los ojos mientras el equipo de voleibol hace puntos y pierde puntos. Ella mira los juegos con emoción. Yo los veo y escribo. Ella se emociona, yo también. Al final le digo el lema de los juegos olímpicos en latín: Citius!, Altius!, Fortius! para ver cómo reacciona, y ella me mira, recriminando mi prepotencia por lo que al final le tengo que decir: より遠く!より高く!より強く!, es decir: más lejos, más alto, más fuerte, pero ella me mira y grita ナデシコ頑張れ!
Ánimo Nadeshiko