martes, 1 de noviembre de 2011

MI AMIGA JAPONESA. YO EN TOKYO.

オタク
Vivo en Japón por accidente, podría vivir en Venezuela o Costa de Marfil, pero terminé en Japón, rodeado de sus luces y su cultura. Lo más difícil para un extranjero caribeño es tener una Amiga Japonesa, pero la suerte me acompaña y tengo una Amiga Japonesa con la que intercambio ideas y sueños y le comento mis cosas. La conocí una tarde en Kobe y desde entonces compartimos y a veces nos alejamos por trabajo, como que hace poco tuve que ir a Tokyo por una actividad laboral, pero ante de ir, antes de tomar el shinkansen (新幹線), veo a mi Amiga Japonesa durmiendo y mi naturaleza nihilista se esfuma por un momento y así camino con su imagen a través de este país milenario. Llegué a Tokyo y estuve solo  por unos días, caminé por los barrios icónicos de Tokyo como Shinjiku, Shibuya, visité la Tumba de los 47 ronin en Sengakuji (あこうろうし), historia que leí en mi juventud bajo la tutela de Borges dentro de su Historia Universal de la Infamia y que en su momento no lo entendí bien.


Tumba de los 47 ronin
Durante esos días, una noche vagabundeé por Akihabara; meca de los frikis, con tiendas llenas de artilugios para el placer y el ocio, para los sueños eternos y los efímeros.  Caminé observando a caravana de turistas y japoneses con nortes seguros y claros. Yo miré con esa herencia por cuestionar la realidad que adquirí de los cuentos sefarditas que contaba mi madre. A lo lejos vi a unas jóvenes alegres, con muchos peluches que entregan folletos para ir a un メイドカフェ; algo así como Café de Sirvientas. Para mi y mis historias las sirvientas que vi siempre eran señoras mayores de origen antillano o colombiano en la Venezuela donde todos se creían ricos, no sé cómo será ahora en la Venezuela donde todos se creen pobres. Yo le entendí Maiden, no Maid, y pensé en Café de Jovencitas, mi mente voló más rápido que las evidencias, porque todas estaban uniformadas con un clásico uniforme de servicio inglés, pero rodeadas de peluche. Entré al café pedí una cerveza, mientras vi a hombres de todas las edades y algunos acompañados de sus novias, sonreír y aplaudir. Las メイドse acercaban con una sonrisa de serie de manga, le sirven la comida a los clientes como si fuera su madre y en el momento de máxima adrenalina materna, mientras muestran paralelamente una cierta adrenalina erótica que se confunde con inocencia, realizan una especie de masturbación mental que observo y siento. Todos están alegres mientras ellas sirven y hacen un conjuro. まぜまぜ♪萌え萌え♪にゃんにゃん♪おいしくな~れ♪, que suenan en mis oídos así: (maze maze, moe moe, nia nia, oishikuna... ne) Definitivamente es un conjuro, pero no tiene siglos, es un conjuro que combina, el mezclar (まぜまぜ) con que enseña una madre a unir la leche con el chocolate a un niño, el moe (萌え) una forma de decir bonita o cute, y el sonido de un gato (にゃんにゃん/nian nian), claro  para una persona que piensa en español sería miau-miau, pero en japonés es にゃんにゃん y punto; además, porque obviamente nunca falta un gato en los conjuros ni en las tiendas llenas de 招き猫 (maneki-neko) o esos gatos que llaman a la fortuna y al dinero, a veces combinación incompatible, y por último dicen (おいしくな~れ♪), algo así como rico, sabroso, divino. Conjuro más que infantil, ridículo, pero no por los elementos de fetiche que los rodean, sino por su ineficiencia, luego del conjuro cuando las Maids se retiran, veo a esos hombres solo, sumidos en una profunda tristeza que no logro imaginar dos días seguidos sin ver la opción de suicidio. El mundo está lleno de conjuros, pero creo que en Japón se hallan los extremos, tanto de eficiencia como de resultados. Y mientras bebía mi cerveza pensé en cuál será el conjuro de mi Amiga Japonesa ha hecho para absorberme, que me hace pensar siempre en ella y en amarla. Mi Amiga Japonesa está lejos mientras yo estoy en Tokyo, pero sus conjuros, nada infantiles ni ridículos, me anulan porque poseen una efectividad que creí que no existía. Luego de mi cerveza seguí caminando rumbo al barrio de Ginza, por esas calles buscando miserias iluminadas como recomendaba Cioran.
"Maid" de Akihabara

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