martes, 1 de noviembre de 2011

MI AMIGA JAPONESA Y LOS PASAJES

Ingreso a uno de los pasajes de Kyoto
Camino con mi Amiga Japonesa por心斎橋 (Shinsaibashi) que es una Galería en Osaka, muy larga, llena de tiendas y restaurantes por todas partes. Puedo asegurar que fue una de las estructuras urbanas que más me impactó cuando llegué a Japón, además que a cada rato recordaba los escritos de Walter Benjamin y cómo en una de sus obras fundamentales como es el Libro de los Pasajes nos relata parte de la historia de estos lugares y su asociación indispensable a la modernidad. Como buen flâneur que fue Benjamin, detalla los pasajes de Paris escribiendo: “Ante un chubasco repentino, se convierten en el refugio de todos los que se han visto sorprendidos, ofreciendo un paseo seguro, aunque angosto, del que también los vendedores sacan provechos”. 心斎橋 (Shinsaibashi) es un lugar para caminar con cientos de personas, a veces asemejando a una multitud de Zombis. Todo miran, mi Amiga Japonesa mira, y yo miro a la gente y trato de recordar si hay algún Pasaje en Venezuela. Cuando leía a Benjamin bajo el sol tropical, la idea de los pasaje la asociaba a la de los bulevares en donde pasé gran parte de mi adolescencia como el de Sabana Grande, pero el bulevar no tiene esa opresión de mercancía que se siente en los callejones estrechos de los pasaje, y aunque a veces por los buhoneros o por fiestas forzadas, el bulevar se infla de personas, el desorden en el andar no me hacía pensar en zombis, sino en insectos en una festividad reproductiva. Los bulevares son la culminación de una modernidad y que Latinoamérica imitó hasta la saciedad pero que nunca ha poseído. De niño mis padres me llevaron algunas veces al centro, a las Torres del Silencio, al Pasaje Zingg, quizás mi memoria me traiciona, pero según mis padres, aquello estaba todo iluminado, reluciente con sus partes de bronce por todas partes y llena de tiendas de lujos y confort, por ejemplo las mejores joyerías estaban bajo los pisos de las inmensas torres diseñadas por Cipriano Domínguez y las primeras escaleras mecánicas de Venezuela eran de madera y estaban en el pasaje Zingg, escaleras mecánicas que quizás fueron las primeras que subí y bajé maravillado como un niño que va a un parque de diversiones.  Antes de emigrar caminé por el centro de Caracas y sentí como los pasajes se mueven desde su centro hacia sus periferias. Primero hacia los límites del Paraíso, (El Helicoide), luego hacia Chacaíto (CCC), luego la Castellana (Centro Plaza), luego hacia Las Mercedes (Paseo las Mercedes) y así sucesivamente. El centro de Caracas se mueve porque sus pasajes desaparecen y los Mall inunda los paisajes urbanos como una isla, que a diferencia del pasaje que no inunda sino conecta, no se camina en forma recta, sino circular. En Japón lo que nunca falta es un Pasaje, siempre hay largas rectas que cruzan la ciudad, en Caracas no hay muchas posibilidades de cruzar la ciudad en forma recta, sino estacionarnos en un punto a dar vueltas mientras el tiempo pasa. Ahora los recuerdos de Benjamin me producen nostalgia, una historia por ver, como hace ahora mi Amiga Japonesa en una tienda de mascota y apunta a un gato.
Kyoto en su festividad 「祇園祭 」
祇園祭


No hay comentarios:

Publicar un comentario