lunes, 19 de diciembre de 2016

LA NOVIA DE RIP VAN WINKLE - DOMINGO DE CINE (10)

PELÍCULA : La novia de Rip Van Winkle
PAÍS : Japón
TÍTULO ORIGINAL : リップヴァンウィンクルの花嫁
AÑO : 2016         DURACIÓN :   180  minutos.
DIRECTOR : Shunji Iwai 「岩井 俊二」
ACTORES : Haru Kiroki 「黒木 華」, Gou Ayano「綾野 剛」, Cocco 
SINOPSIS : Una docente a tiempo parcial e insegura de sus posibilidades: Nanami (Haru Kuroki), se reune con Tetsuya, quien también es docente a través de SNS (Social Networking Service) y decide casarse con él. Ella no tiene muchos parientes y viene de una familia disfuncional, pero por necesitar llenar la sala de boda recurre a los servicios de "sakuras" o personas de relleno de la compañía de actores que dirige Amuro (Gou Ayano). Pide a la agencia que envíe a la gente a su boda y que algunos pretendan ser sus parientes y amigos. Al principio de su matrimonio, Nanami encuentra a Tetsuya teniendo un aparente romance, por los que decide buscar los servicios de Amuro nuevamente para confirmar la infidelidad de su esposo, y desde ahí la historia comienza a realizar giros en espiral que nunca desenbocan en finales previstos.

PENSAR LA PELÍCULA : Las obras previas de Shunji Iwai: Hana y Alice (2004) y Vampire (2012), observamos sus obsesiones por tres temas que se repetirán en La novia de Rip Van Winkle; la cercanía de la muerte, las redes sociales y las relaciones entre dos mujeres. En Hana y Alice, nos relata lo sencillo y a la vez intrincado que puede ser una relación entre amigas sin ser juzgada por miradas misoginas, machistas o culturalmente patriacal, mientras en Vampire descubrimos a un vampiro que por medio de la Web, halla a personas que quieren suicidarse y los ayuda a morir extrayéndole su sangre que luego consumirá. En La novia de Rip Van Winkle, la pareja Nanami y Tetsuya, se conocen por la Web, mostrando lo fácil pero a la vez el irreal procedimiento para encontrar una unidad afectiva y una felicidad conyugal, luego se muestran una serie de intrincadas manipulaciones de situaciones y afectos dirigidos por la madre del esposo y por Amuro y su compañía de teatro, observamos como luego la vida de Nanami desencadena en una relación con una artista porno; Mashiro y como ésta se prepara para morir y al no querer morir sola busca desesperadamente que Nanami sea su amiga. Las obras de Shunji Iwai es una sinfonía continua, comienza la trama y sobre ella imbrica otra y otra, las tramas tienen sus desenlaces en un momento que captura al espectador pensando o detallando la trama siguiente, por lo que a veces pasan desapercibidas sus uniones y conclusiones. El juego de cámara y la constante explosión de emociones e inseguridades que muestran sus principales protagonistas hacen de las películas de este director una firma particular dentro del archipiélago japonés. Lo particular de esta película es que nos muestra a una Nanami tímida, insegura, manipulable, ingenua y torpe, que tiene que convivir con las apariencias de una sociedad como la japonesa donde las formas es lo propio y lo apropiado sin evaluar el desconocimiento de las propias emociones y la certeza de las relaciones humanas desarrolladas, es por eso que vemos a lo largo de la película cómo se derrumba continuamente Nanami, pero a diferencia de otras películas, nuestra protagonista no tiene sed de venganza, ni odios, vemos su continuo sufrimiento con una pasividad propia de una cultura que enseña a sufrir en silencio, pero tampoco nos cae mal Amuro, porque este actor sin ética, guiado por las oportunidades y el dinero, muestra los vacíos de la sociedad japonesa en su construcción social, en sus relaciones humanas, por lo que pensamos que a lo largo del filme que lo hace Amuro es el doloroso desenmascaramiento a nuestra protagonista que ha jugado sus diversos papeles sociales: hija, profesora, esposa, trabajadora, dentro de una sociedad de engranajes, sociedad que no le permite conocerse ni conocer a profundidad aquello que se oculta en las formalidades que ha aprendido; lo que en el fondo aporta estos aprendizajes en un conocimiento duro de su propia condición humana y de la estupidez del hombre que Nanami comienza a hilar. Al final no podemos odiar a Amuro por sus manejos de las emociones como un negocio, (¿y ésto no es algo propio de los actores, artistas y escritores en general?), tampoco podemos odiar a Nanami por su ingenuidad, ni a la madre de Tetsuya ni a Mashiro por manipular a las personas por miedo a perder sus seguridades y egoísmos. Es una película llena de emociones pero que en el fondo el espectador no logra emocionarse, no hay momento para reír o para llorar, para increparse o para maldecir, porque todas las emociones se nos presentan dentro de marcos donde los juicios morales y ético de desvanecen por bordear las costumbres sociales, la economía y la muerte.


Trailer

lunes, 21 de noviembre de 2016

MINICUENTO III (ANÉCDOTAS QUE ME CUENTO MIENTRAS COCINO)

Autorretrato. Alberto Schommer

Ganaba tanto dinero que no necesitaba pensar, tampoco sabía el nombre de las cosas, no necesitaba saber sobre historias, amistades o amor; nunca caminaba más allá de los límites de su mansión que en algún momento fue un país lleno de ideales. Su casa estaba llena de cosas que le hacía vivir con cierto orden y precisión porque nunca cambiaban. Una vez halló a un ladrón al abrir una puerta de una de sus decenas de habitaciones cuando buscaba una revista con centenares de fotos para ir al baño. Sabía que era un ladrón porque comía ávidamente sus cruasanes que siempre se colocaban a las tres de la tarde con varios té de Sri Lanka en aquella estancia, aunque solamente había comido uno en ocho años. Se miraron, el ladrón no se asustó y empezó a ver por la ventana, el hombre inmensamente rico recordó que lo había comprado en algún lugar de África, quizás con otros que huyeron, pero el hombre que comía cruasán nunca se escapó, no sabía cómo abrir una puerta.

martes, 8 de noviembre de 2016

コンビニ人間・村田沙耶香 ( "EL COMBINI ES UN HUMANISMO" Murata Sayaka ) Premio Akutagawa 155 - 2016

Obra Ganadora
Entro a una librería buscando pretextos para mantener una curiosidad sin rumbo. En la entrada y rebosante de una misma edición, aparece el libro que obtuvo el último premio Akutagawa del segundo semestre del 2016. El premio se entrega dos veces al año y se otorga desde 1935. Premio que curiosamente no lo ha ganado Haruki Murakami, quizás por eso en su novela 1Q84, Tengo, Fukaeri y Ushikawa revuelan y critican el premio, quizás es una manera literaria de Murakami de tomar una postura con respecto a este galardón, en fin, el premio Akutagawa es uno de los mas prestigiosos y normalmente pasaría de alto leer sus obras, quizás porque aun estoy encadenado a la tradición de leer los "clásicos" como Mishima o Abe, pero me atrajo la publicidad, explicaba que la novela fue escrita por una mujer que tenía 18 años trabajando en un "combini". "Combini" es la manera fonética con que los japoneses agregaron a su idioma la expresión inglesa convenience store que son pequeñas tiendas abiertas las 24 horas y que ofrecen una gama de servicios básicos para sus clientes y que en más de una ocasión me ha salvado el día. Me pregunté: ¿una mujer que trabajó 18 años en una tienda, quizás sin formación literaria, de qué escribiría?, además, ya el título era un problema entenderlo, porque tiene la palabra コンビニ (Combini) y a continuación la palabra 人間 (humano), así que me era difícil darme una idea del sentido de la propuesta del libro en japonés. ¿Cómo traducirlo? Mientras tenía el libro en las manos recordé una escena de Respiración Artificial de Ricardo Piglia: cuando el poeta Marconi le comenta a Tardewski que le habla a Renzi, sobre aquella señora que bordaba manteles y que le escribía carta y le mandaba poesía a Marconi, y como éste le comentaba que aquella mujer poseía una escritura extraordinaria, que había nacido para la literatura, pero cuando se encontraron le recomendó que se esforzara en hacer mejores bordados de manteles, y dejara la literatura porque para Marconi: "Si esa mujer seguía escribiendo, nadie, en el presente ni en los años que siguieran, nadie  iba a recordar que había existido un poeta llamado Bartolomé Marconi". Marconi tenía la teoría de que la literatura es vida, es carne, es una combinación de vivencias y experiencias vitales; la mujer ante esta teoría se preguntaba ¿Cómo podría entonces escribir sobre mi vida si sólo soy una bordadora de manteles? y luego se responde: "Estoy condenada, dijo la mujer, porque entonces lo que escribo no puede ser más que esas historias tejidas en la pobre tela del olvido. Falsas historias que no tienen carne, porque la literatura no puede tener otra materia que la propia experiencias vividas".  Así que me encontré con una escritora y su obra y me preguntaba que pesaba en su escritura, sus experiencias en un combini o historias arregladas en estanterías pulcras y luminosas. Ante esta curiosidad me compré el libro.
Murata Sayaka en un "combini" con su obra
Luego de leer la obra no puedo deja de percibir una radiografía sarcástica de la sociedad japonesas. Es una novela corta y con un humor negro fino, además que se puede leer con cierta facilidad ya que usa una escritura sin redundancias intelectuales. Comienza relatando como el combini está lleno de sonidos y conociendo los sonidos se sabe lo que se tiene que hacer, me pareció una forma de mostrar una automatización, pero la escritora-protagonista, ya que se llama Sayaka, comentaba que al conocer la campana de entrada, el sonidos de las compras en el mostrador, el abrir y cerrar de las neveras, ella sabe lo que tiene que hacer y entonces: ¿no es una forma fácil de actuar ante las contingencias diarias? Luego hace un rememoración de algunas anécdotas de su infancia como cuando en un parque se encontró a un pájaro muerto y pensó en cocinarlo, pero su madre y sus amigas le hicieron un funeral al pájaro, compraron una caja, rompiendo flores y llorando, mientras ella pensaba en el desperdicio de la carne; en otra momento comenta como unos niños de su clase peleaban y nadie podía detenerlos, ella agarro un palo y les pegó en sus cabezas, haciéndole heridas. Los padres fueron reprimidos pero ella entendía que había hecho aquello para parar la pelea ya que nadie hacía nada, así que ella pensó que era lo más obvio y había hecho lo correcto. Esos comportamientos, el llamado constante de su padres a la escuela, la hicieron ver como una extraña, como alguien raro, y así progresivamente, una vergüenza la arropó y desde los ocho o nueve años se volvió en un ser silencioso para no llamar la atención, para no generar vergüenzas. Comenta que nunca sufrió de abuso de sus compañeros, porque tampoco logró establecer grupos ni amigos, así que su familia pensaron que estaba enferma porque no era "normal" llevándola a varios psicólogos, pero ella sólo quería no llamar la atención y con este preámbulo nos introduce el personaje de Sayaka. De una niña vivaracha y crítica a una adolescente tímida y vergonzosa. Cuando tenía 18 años ingresa a la universidad y para pagar sus gastos decide a trabajar en el combini. En el trabajo se convirtió en un empleada más, de aquellas que llevan uniforme, pero este simple acto la hizo sentir por primera vez que pertenecía a un grupo, a una esencia, a un lugar, además su familia le apoyó porque trabajar en un combini mientras estudias en la universidad en de una persona "normal". Allí comienza a sentirse en una "familia", a estar en un grupo humano donde todos son iguales, todos llevan uniformes, todos se comportan igual atendiendo los clientes y haciendo sus mejores esfuerzos para mantener la tienda limpia y en buen funcionamiento y nada de lo que hacía generaba vergüenza.  
Los Combini es un espacio donde se reúnen las jóvenes
Al terminar la universidad no consigue trabajo, por lo que se mantiene como empleada del combini, pero no como empleada de nómina, sino a destajos, por tiempos, esto ya es extraño para su familia y amigos, porque no es "normal" que un egresado universitario trabaje a destajos en un combini, pero ella cada vez se adhiere al "ser" del combini, siente que su cuerpo se transmuta con la tienda, se alimenta tanto biológica como espiritual de sus productos, de sus momentos, de sus compañeros, de hecho comienza a mimetizar con algunas amigas en el combini. especialmente con su Izumi, por lo que todos los gustos y opiniones de Izumi, son también sus gustos y opiniones. Con el pasar de los años las personas le preguntan por qué no se ha casado, por qué sigue trabajando en un combini a tiempo parcial, y ante la insistencia ella sólo puede responder que su cuerpo es débil. Ella siente que todo cambia, pero a la vez todo permanece igual y esa sensanción ontológica le agrada. En algún momento aparece el personaje en esta obra escrita entre recipientes y cajas registradoras: Shiraha, este personaje hace otra radiografía sarcástica del hombre japonés contemporáneo. Es presentado como un personaje absurdo, crítico, soberbio e inmaduro. Critica los métodos y los hechos de las cosas, pero es negligente y pusilánime para tomar decisiones. Para Sayaka esta figura le comienza a perturbar su orden. Shiraha siempre le comenta que todo es una falsedad, que Japón sigue viviendo en la época Jōmon (縄文時代 primer periodo de la historia de Japón) donde los hombres son quienes manda y las mujeres sólo deben reproducirse o ¿acaso alguna vez has tenido o has visto a una mujer como jefa de un combini? No, siempre son hombre, Japón es un país para que los hombres se sientan para ser servidos por mujeres, como en la época Jōmon. En uno de los varios encuentros que tienen Shiraha con Sayako, ésta le habla de que no cumple con las normas de manual del trabajador de combini, que si lo cumpliera todo sería más fácil ya que ahí está todos lo que tiene que hacer o no hacer durante el trabajo, Shiraha desprecia el manual, no lo leer, porque mientras ella argumenta que el manual objetiviza los procesos, ordena las hora y la vida dentro del combini, Shiraha comenta que los manuales hacen más raras a la gente de lo que son porque dejan de ser lo que son en esencia. Paralelamente Sayaka descarga en varios comentarios irónicos la contante presión que ejerce su familia y amigas por trabajar en el combini y por no estar casada, definiéndola como alguien raro y aunque ella se siente un ser social establecido dentro de la sociedad japonesa, ya que cumple las leyes y paga impuestos, para muchos no es humana. Esta idea se deduce cuando su jefe le comenta que un ser humano es aquel que participa en la sociedad por medio de la familia y/o la compañía. (人間はさー、仕事か、家庭か、どちらかで会社に所属するのが義務なんだよ)y ella no tiene o hace familia, pero tampoco está en la compañía ya que quienes trabajan por horas en un lugar, no son considerados miembros activos de la empresa. Entre línea tenemos una definición de humanismo, no como una cualidad innata del hombre derivada de su existencia por medio de sus decisiones y pensamientos, sino como un deber social, sólo se es humano si perteneces a las estructuras humanas ejercida por una sociedad, sacrificando cierta libertad para ser y hacerse;  así que la propuesta de Sartre de que el existencialismo es un humanismo queda distante en Japón en tal caso El combini es un humanismo, de aquí mi particular traducción del titulo. A mitad de novela la protagonista le pregunta a Shiraha, ¿por qué, si no le agrada trabajar en un combini, lo hace? Shiraha responde que entró al combini a ver si consigue mujer para casarse, porque dentro de un apartamento solo consigue citas por internet con mujeres que solo quieren que derroche todos sus ahorros en una noche, por lo que no ve viable conseguir una mujer por internet, en cambio en los combini siempre hay mujeres, y pensando así decidió la opción de trabajar allí, pero sea como fueran sus decisiones para conseguir una mujer, todos lo miran como un ser raro, su familia, sus amigos y especialmente su cuñada que siempre le regaña porque aún no se ha casado y tiene más de treinta y cinco años. Luego Shiraha se retira del combini y una tarde él llama a Sayaka para tomar un café y pedirle disculpas porque piensa que ha sido muy patán con ella. Luego de hablar sobre cientos de tonterías que rodea a una sociedad como la japonesa, ambos admiten que viven rodeado por una presión por ser "raro", por lo que Sayaka le propone vivir juntos. Luego de un diálogo de acuerdos donde Shiraha le comenta que ella no es el tipo de mujer que le excite para tener sexo, por lo que tendrán que vivir sin relaciones sexuales, ella acepta y ambos viven en el pequeño apartamento de ella, tan pequeño que Shiraha decide vivir en la tina o "ofuro" del apartamento, viven juntos pero separados, aunque lo importante es que dan la apariencia de una relación amorosa; otra de las condiciones que pone Shiraha es que no quiere trabajar, sino quedarse todo el día en casa, desea esconderse de una sociedad donde la apariencia cuesta tanto que no quiere aparecer bajo ningún concepto en ningún sitio si no es necesario, es decir quiere desaparecer para mellar la constante presión que siente por ser "raro", ella acepta y le dice que no hay problema, que le dará "esa" (餌) que es un termino para decir comida para animales, convirtiendo así a Shiraha en su mascota y como tal lo tratará.  
Uniforme = Igualdad
Sayaka comenta que vive con un novio y todos están felices, todos la ven normal, todo dejan de presionarla por no tener novio,  pero luego comienzan presiones para que la pareja se una con amigos en festejos, y ahora la bombardean con preguntas como: ¿cuándo dejará el trabajo para dedicarse a los hijos, dónde vivirán para que sus hijos vayan a una buena escuela, Shiraha busca un buen trabajo? la apariencia de la relación funciona pero la presión se incrementa se vuelve un delta interminable, y aunque se han vuelto normales en algún momento Shiraha comenta una de las frases que más me llamó la atención: "la afición de los humanos normales es juzgar a los humanos anormales" (普通の人間っていうのはね、普通じゃない人間を裁判するのが趣味なんですよ) Ambos trabajaron en el mismo combini así que todos los días sus compañeros le preguntan sobre Shiraha, ella se siente extraña, siente que ahora quieren entrar constantemente en su intimidad, que no tiene espacio, que la homogeneidad y el orden que le atrae del combini no se logra mantener. Shiraha la presiona para que consiga un trabajo donde gane más dinero, así que decide dejar el combini, pero el día de la entrevista, horas antes de realizarse, entran ambos a un combini y mientras él va al baño, ella comienza a arreglar cosas, revistas, productos, recuerda los sonidos, su cuerpo se ha somatizado con la esencia del combini, los jóvenes empleados ven cómo ella arregla las cosas, pone en orden las mercancías sin que nadie se lo haya pedido. Al salir Shiraha del baño le pregunta qué hace y ella le responde que no ira a la entrevista, que ella escucha la voz del combini que la necesita y que regresará para pertenecer al un humanismo propio que permite el laborar en el combini, regresar a una familia que cambia sin cambios, aunque sea por algunas horas.
Del extremo orden al máximo sarcasmo ¿necesidad lógica?
Esta obra muestra lo obvio de forma sarcástica y con un humor ácido, y es que la sociedad japonesa necesita más formas irónica para reaccionar sobre sus prototipos de familia feliz y del alegre trabajador en una empresa eterna que inunda la publicidad y las series televisivas y películas, estas visiones lentamente desmembran sus propias estructuras sociales, de ahí varias de sus crisis como la caida de natalidad y el abandono del campo. En una época de cambios profundos, el sarcasmo y la ironía pueden ser las fórmulas para plantearse reaciones ante una sociedad japonesa que niega legítimos cambios como modificar la imagen de la mujer de ser un mero prototipo de servidora de hombres, reproductora de vida y cuidadora de niños y hogar, y darle mas igualdad en el trabajo, en los salarios, en las tomas de poder y en la sociedad en general, por lo menos así piensa Sayaka y Mi Amiga Japonesa.  Es posible que el éxito de la escritora circunscriba estas ideas, además si bien Murata Sayaka trabaja en un combini, resulta que tiene un licenciatura en literatura por la universidad de Tamagawa en Tokio, además de otras cinco o seis novelas como:「タダイマトビラ」「殺人出産」「消滅s世界」y otros premios literarios como el Yukio Mishima cuya edición 26 ganó con su novela「白色の街の、その骨の体温の」así que en la escritura de Murata Sayaka se funde la bordadora de manteles que algunos Marconis desprecian.

lunes, 10 de octubre de 2016

MINICUENTOS II (ANÉCDOTAS QUE ME CUENTO MIENTRAS COCINO)

Título: Hombre de 1938
El Organista Profano, un Himno de Odio
“HITLER”. Eso era todo lo que decía la lápida que fotografié en la parte más alejada del cementerio de Guayaquil, las demás partes de la piedra estaban erosionada. Nadie pudo explicarme con certeza la historia en los días siguientes, las fábulas volaban y conjuraban que Adolf Hitler había escapado y llegado a Suramérica y esa tumba era una prueba. Todos pensaron que se había ido a Argentina… pero… ¿Guayaquil?, con este calor y humedad. En la exposición que hice en el museo Nahim Isaias sobre los cementerios de Ecuador, un anciano reconoció la foto y me explicó que en aquel nicho reposaba los restos de un tal Adolf Hitler Pereira, hijo natural de Socorro Pereira, que fue vecina de él cuando era niño. Había nacido por el año de 1939 y lo recordaba con seguridad porque su vecina recogía periódicos y revistas por toda Guayaquil para hallar un digno nombre para su hijo. Fue así que encontró el nombre del presidente de la gran nación Alemana; alguien le leyó sobre sus triunfos, de su postulación al premio Nobel y como el año anterior había sido presentado por la revista TIME como el hombre del año aunque no estaba su foto sino un dibujo simpático; doña Socorro consiguió otra revista TIME vieja pero donde aparecía aquel gran hombre en la portada; su pose energica y decidida le dio la seguridad que necesitaba, se imaginó cosas porque era analfabeta como todos los que por aquella calle vivían. 
21 de diciembre de 1931
Doña Socorro pensó que podía elaborar un sino apropiado para su vástago, por lo que le colocó el nombre de tal excelso presidente; al final el anciano bromeaba de que había jugado a las canicas con Hitler. Luego de la información del anciano busqué rastros sobre la vida de Adolf Hitler Pereira, sólo quedan datos en la municipalidad: de su casamiento, divorcio y la venta de una casa, así como algunas personas que me relataron anécdotas de su trabajo como afilador de cuchillos ambulante. Pocos recuerdan a Hitler, de este ser que transcurrió su vida entre cuchillos afilados y las riberas del río Guayas, alejándose de las falsas famas que enloquecen a las madres soberbias.

lunes, 26 de septiembre de 2016

MINICUENTOS I (ANÉCDOTAS QUE ME CUENTO MIENTRAS COCINO)



Luego de siglos de ediciones y correciones, cercano a principios del siglo XXV, una obra titulada: La divina comedia, sólo consistía de un único capítulo llamado: Infierno. Comentan algunos estudiosos que había dos capítulos más, pero con el transcurrir de los siglos, la desaparición del papel, de las normas de la tecnología para acortar las metáforas y personajes históricos innecesarios, junto a la ley para evitar el uso de las perifrasis, ya nadie podía visualizar un Purgatorio o un Paraíso. Algunos teorizaron que conceptos como la esperanza o Dios, había perdido vigencia desde la anulación de las religiones por un conseso internacional para la igualdad y el desarrollo de la raza humana, por lo que no se podía concebir lugares de fantasía o de poder absoluto, otra hipótesis más simple argumentaba que algo tuvo que ver la industria de entretenimiento que igualaba la realidad con algunos conceptos que había sido plagiado de la novela del florentino.

EL "VIEJO" ADRIANO GÓNZALEZ LEÓN O AQUEL "ULYSSES" QUE CONOCÍ EN UN BAR.

Adriano González León con ¿Sándro de América?... no Vargas Llosa


La vejez quizás sea uno de los temas más tangenciales que podemos hallar en la literatura y en la filosofía, ya que a diferencia de otros temas: la infancia, la adolescencia o la madurez, la vejez en un punto que posibilita al escritor y al lector el ingreso a un mundo sin esperanza, al encuentro con el fin de todo, a la presencia de pequeño apocalipsis personal, de ahí lo tangencial del tema. La vejez implica la negación de un orden a futuro, la negación de revoluciones, la conciencia de lo finito la cual progresivamente, desde nuestros más tiernos años, nos enseñan a negar. La vida humana es comparada con las estaciones del año y asociamos con facilidad: la vejez con el invierno. Nuestros últimos años de vida se presentan como una época de escasez, fría y con penurias. La vejez es el momento de las liquidaciones: el año, de las fiestas Saturnales, de la sombra de la serpiente en el templo de Kukulkán, de la vida; y es esta metáfora de las estaciones la que tipifica la idea de que después de la vejez, después del invierno, después de la fiesta y de las sombras comienza un ciclo, ¿por necesidad, por consuelo, por vivencias?, así regresa las fiestas de primavera, la floración de los ciruelos, la aparición de una nueva generación de animales que poblarán los diversos lugares de la tierra. El invierno-vejez dará paso a la primavera-infancia como lógica de consecuencias, pero la verdadera vejez solo nos presentará el vacío existencial, la conciencia de finitud, la descomposición corporal y así ingresándonos al mundo de los achaques. La vejez se presenta con un alto costo emocional para las personas que han superado las seis décadas de vida saben que no renacerán, que no brotarán de las ramas como vástagos nuevos y que las tierras prometidas, Valhalla, o algún pedazo de eternidad, son visiones reconfortantes antes de aceptar el vacío desde el cual provenimos. 
Anciano con niño. Ghirlandaio
Cuando se es joven uno se intoxica, se droga, se atiborra de grasas, necedades y superficialidades. Se sale de la universidad en las noches dispuesto a beber litros de cervezas, a estar en más de una orgía, de sorprender a amigos y extraños con frases ingeniosas o pensamientos divergentes, y así uno pasa unos cuantos años entre lo obsceno y la insatisfacciones del Ser y del Estar. Entre la numerosas salidas, a veces no reuníamos con algún profesor al finalizar aalgún curso y así compartir vivencias y experiencias, a veces el profesor se transformaba en un Vigilio que lleva a unos cuantos Dantes a atravesar el bosque de la juventud en otros casos el profesor añora sus perdidas y busca reflejos de juventud en sus séquito. Fue en una de esas salidas a una taberna con ambiente brasileño llevado por algunos amigos que conocí a Adriano González León entre vigilia y cervezas. Era el cierre de uno de sus seminarios y aunque yo no era uno de sus alumnos, Mónica, una curiosa hembra de las letras con la que me enredaba en gramáticas amorosas, insistió en que la acompañara, en fin yo también era estudiante de literatura, aunque filosofaba mucho para su gusto y hundía mi sensibilidad en lógicas fútiles.
Ulises y las sirenas. Picasso
Adriano hablaba, reía, abrazaba.... Adriano se divertía con un coro de núbiles aprendices de poetas, de cuentistas y ensayitas. Yo estaba sentado a la derecha de un hombre que había pertenecido al Boom de la literatura latinoamericana con su novela "País Portátil", novela que leí en su momento y que ahora recuerdo como un relato de aromas, donde el último de los Barazarte describe a las ciudades, las personas, los momentos por sus aromas, por la penetración de las fragancias, por los tufillos. Creo recordar esa característica de la novela, aunque halla pasado más de veinte años desde que la leí, y aquí, en el sur de un Japón inundado de campos de arroz, presiento que al volver a leer esa novela, ese recuerdo de aromas desaparecerá, no sé, es una intuición pobre. Quería sobresalir, sacar mi ingenio así que preparaba una pregunta para Adriano: ¿por qué todos sus cuentos tienen epígrafe?, se lo pregunté, pero en ese momento Mónica le pidió que le hablara de sus trabajos más reciente y fue cuando habló de que escribía un "Ulises" cansado, agotado; un "Ulises" viejo, que ya no se enfrenta con Cíclopes o con pretendientes de su esposa, que ya no asiste a guerras ni sus ardides le bastan para engañar a la muerte, un "Ulises" que se mea, que ve fantasma, y que recuerda... Adriano siguió hablando de su proyecto, de su "Ulises", y en el fondo me preguntaba solitariamente por el uso de las epígrafes. Un "Ulises" viejo ya no tendría narrativa, pensé en ese momento, ya no tendría nada que contar, porque la vejez, en la mayoría de los casos, ha sido representada como un momento negativo que debe dar paso a un momento positivo, así instalarse en las narraciones de la vejez sólo lo reconocía desde la filosofía por algunos escritos de Séneca, Schopenhauer y Beauvoir, como reflexión que nos puede ayudar a comprender algunos elementos que damos por obvio. Pensé que Instalarnos en la narración de lo senil sería instalarnos en la narración del orden final, de las certezas de la fe, de meditación de la finitud, de iluminaciones y epifanías, como predicaba Marco Tulio Cicerón en su obra Cato Maior. De Senectute, que reivindica la vejez como el mejor momento de la vida para aquellos que han podido llegar a ella, pero Adriano pensaba otra cosa, al igual que cualquier narrador único que se acerca a la vejez. 
Cicerón, de verde y jovén en la maga  GATE 自衛隊

Creo que el "Ulises" viejo dio paso a su novela "Viejo", Obviamente es una teoría de asociaciones que nacieron entre una noche en una tasca y la lectura de la novela en 1995, cuando fue editada, y desde entonces he pensado que Adriano había escrito su proceso senil en primera persona, comos una particular autobiografía, fundándose con recuerdos, sus carencias, su invierno. “Viejo” es una novela que reflexiona sobre la tradición de lo senil asociado con la sabiduría y que fue establecido desde el Senetute de Cicerón, pero Adriano, "Ulises", se presenta en su particular autobiografía como un antisenetute, un revés de las prédicas de Cicerón, tratando de mostrar las falacias que se han inscrito a favor de mantener una mitología de viejo = sabio, padre, reflexivo, santo, guía; es decir, la vejez como poseedora de una aureola donde la imagen de filósofos, políticos  y hombres de fe aparecen, para Adriano, debe ser trastocada por una imagen contraria donde el viejo no es sabio, ni reflexivo, ni santo, y no quiere ser guía de nadie, ni de él mismo. La vejez es el encuentro de "Ulises" consigo mismo y una época perfecta para masacrar los argumentos que da Cicerón. El pensador romano en su De Senectute nos comenta: "Repasando en mi cabeza, encuentro cuatro razones por las que la vejez puede parecer miserable: una, porque impide hacer cosas ; dos, porque debilita el cuerpo; tres, porque priva de casi todos los placeres, y cuatro, porque no se encuentra lejos de la muerte. Si os parece, vamos a repasar la importancia de cada una de ellas y en qué medida son justas o no". 
El viejo pescador. Picasso
Cuando Ciceron se pregunta la razón de que la   La vejez impide hacer cosas, responde que un anciano no puede hacer lo que hace un joven sino “cosas mucho más importantes y mucho mejores”; ya que grandes hazañas no se llevan a cabo con la fuerza, la agilidad de los cuerpos, sino con consejos, prestigios, juicios. El peligro que ve Cicerón en esta actividad propia de la vejez es la pérdida de la memoria, pero para ello exhorta a ejercitarla, a que sea su principal interés y causa porque un viejo recuerda lo que le interesa, y para ejercitar la memoria, para encausar los intereses, Cicerón termina auspiciando los estudios, la curiosidad, el aprendizaje, y ya que en la vejez se tiene el tiempo para aprender hay que aprovecharlo. Cicerón hace énfasis de que el aprender implica un ejercicio de la memoria y viceversa, el uso de la memoria aumenta las facultades de aprendizaje. Cicerón coloca los ejemplos de Temístocles quien se sabía los nombres de todos sus ciudadanos, de Sófocles que creó sus mejores tragedias en la vejez, de Solón quien se mostró orgulloso en sus versos porque envejeció aprendiendo algo cada día, finaliza Cicerón escribiendo que “tampoco ha oído nunca que algún anciano se haya olvidado de dónde enterró un tesoro.” Para Ciceron la memoria y las actividades de aprendizaje son las reales posibilidades del hacer en la vejez, así en la medida en que nuestro cuerpo merman, nuestra memoria se unge como la principal actividad a realizar; nuestro "Ulises", nuestro Adriano, escribió que la memoria y el tiempo son diálogos de muestran afectaciones, afectos y distracciones por lo que su novela el viejo no ejercita su memoria, solo trata de recordar momento inexplicable en su momento. El protagonista senil rastrear a brincos su memoria, el tiempo, no hay una uniformidad que permita una clasificación o taxonomía desde la cual podamos ordenar el mundo, en la vejez, para el escritor-narrador, el mundo en un compedio de fragmentos por lo que cualquier proceso educativo, de formación, de orden sería inaguantable. A diferencia de la educación de un niño, donde se aprenden signos y significados para la construcción del mundo, la educación del anciano está dirigida más a la distracción para que el mundo se olvide de ellos. Esto lo sabe el protagonista senil, lo sabía Adriano cuando le hablaba a Mónica de la revista Sardio, lo sé yo cuando le hablo de mi infancia a Mi Amiga Japonesa y todo es un fluir donde el orden apenas se atrapa con los calendarios olvidados. En su novela Adriano escribió: “¿Qué puede aportar uno? Experiencias para ayudar a los que tienen experiencias iguales a la nuestra. Si se pudiera ayudar a los niños. Pero no. Esta llamada segunda infancia no tiene encanto, ni gracia, ni promesa. En lo único que se parecen las dos infancias es en la caca y en los meaos. En que los viejos se mean sin control. Pero no pueden llorar para anunciarlo”. 
El sastre del pueblo. Albert Ankel
Para Ulises-Adriano-Senil, para aquel que reclama el antisenectute, el halo del hombre senil que da sabios consejos y juicios es un esteretipo que nació cuando los hombres no llegaban a cruzar la edad de los cuarenta años, así, la vejez que trata Cicerón de reanimar con la oportunidad de hacer cosas intelectuales, de desarrollar el discernimiento, es para el protagonista algo ridiculo, porque no hay viejos que den sabios consejos o juicios, solo hay viejos que pierden la memoria y ensartar otras visiones; por lo que tansmitir experiencias en la sociedad moderna desde la voz de una persona mayor a veces parece un acto de caridad, para el viejo de González León el mito de la experiencia es un mito que no trasciende, que no se adhiere a otras personas, solo puede queda como escritura, a veces como historia, a veces como ficción, "Ulises" toma la memoria como recuerdos fracturados, con olvidos, mostrando quizás en el fondo que la memoria senil es una posición crítica, una "memoria" que debe arrancar reconocimientos, de entrar con justicia en un borde negativo, clínico, y así hallar lugares desplazados por la educación formal, por la formalidad de las instituciones, por régimen disciplinarios. La memoria del viejo González León es una memoria “antisenectute”, una memoria de resistencia al orden porque los olvidos y los recuerdos llegados de la nada, permiten otras visiones que la memoria “senectute”, forjada en la educación,  y controlada por el orgullo niega. El mundo de los viejos, de todos los viejos, es, de forma más o menos intensa, el mundo de la memoria. Se dice: al final eres lo que has pensado, amado, realizado. Yo añadiría: eres lo que recuerdas. Una riqueza tuya, amén de los afectos que has alimentado, son los pensamientos que pensaste, las acciones que realizaste, los recuerdos que conservaste y no has dejado borrase, y cuyo único custodio eres tú o quizás eso hubiera añadido Adriano aquella noche y yo sin pena me apropio de sus ideas sin citarlo, o quizás es este particular recuerdo de aquel encuentro lo que quiero conservar.
Anciano Afligido. Van Gogh
La segunda queja contra la vejez que analiza Cicerón está sobre la debilidad de las fuerzas: “¿No hay fuerza en la vejez? Tampoco se le piden fuerzas a la vejez. Por consiguiente, tanto en las leyes como en la vida nuestra edad está exenta de las tareas que no pueden sostenerse sin fuerzas. De esa forma, no nos vemos obligados a hacer lo que no podemos, y ni siquiera hemos de hacer todo cuanto podemos”, explica Cicerón. La vejez implica la pérdida de fuerza física, pero claramente Cicerón marcará una lógica disciplinaria sobre los placeres, como apuntó Foucault en su Historia de la sexualidad, especialmente en su segundo tomo, porque en ese tomo los poderes disciplinarios son prácticas de vigilancia para provocar el autocontrol y donde el poder se conceptualiza no como una propiedad de un individuo o colectivo, sino como posibilidad de ejercitarlo por cualquier persona a través del discurso mismo. Podemos leer las observaciones de Cicerón: “Hay que cuidar la salud, hay que hacer ejercicio moderado, hay que comer y beber para reponer las fuerzas, no para aplastarlas. Y no sólo hay que ayudar al cuerpo, sino mucho más a la mente y al ánimo, pues éstos también se extinguen con la vejez, como la lámpara, si no se la impregna de aceite”. Por lo que hacer ejercicio, beber y comer moderadamente, aparece como un exhorto para normalizar y regular una dietética que sea paralela a una vejez sana. "Ulises" es aquel que usas sus ardides para rodear los poderes disciplinarios, Adriano logró una vida donde los poderes disciplinarios los veías entre páginas blancas, quizás por eso escribió en la novela la ruptura de cualquier dieta y donde los fantasmas Joaquín y Eladia dirigir su lógica disciplinaria y necesidades, fantasmas que se encargan de su cuidado, pero el escritor está abandonado entre sus papeles garabateados, su biblioteca y cucarachas. “Eladia necesita hacer el mercado. Pero también Eladia tiene varios días que no viene. Estoy aburrido de comer sardinas con galletas. Se están acabando los refrescos. Ya no hay cervezas. Creo que queda una. Eso es. Iré a la nevera a busca una cerveza. Uno bebe lentamente su cerveza, mira los libros desparramados, el polvo que cubre las mesas, las cucarachas que avanzan por el rincón”, así los poderes disciplinarios se desvaneces en la cotidianidad de la impotencia. El antisenectute es una apuesta por la destrucción que es generada por una memoria fragmentada, guiada por fantasmas.
Viejo desnudo. Mariano Fortuny
La búsqueda del placer en la vejez es constante, pero es un placer con bifurcaciones, por un lado la parte carnal como en las novelas Memoria de mis putas tristes de García Márquez donde el protagonista quiere regalarse para sus noventa años una noche con una virgen, o en la novela Cuentas Pendientes de Martín Kohan, donde el viejo protagonista, tacaño y solitario gasta un premio de lotería con una prostituta; pero tenemos otra vertiente, más compleja, donde en la vejez se busca placeres mas complejos como el protagonista en la obra de Ernest Hemingway: El viejo y el mar, un placer de gloria aunque sea pasajera, de volver a vivir el placer del fervor perdido en sus faenas cotidiana, o el hallazgo de los afectos perdidos en el protagonista de la novela de Luis Sepúlveda: Un viejo que leía novelas de amor, o sencillamente tener la experiencia placentera con un bien.
La vejez es una época de rupturas, de orden y de una profunda búsqueda de placer, no centrado en los placeres físicos como prioridad, sino emocionales o espirituales, aunque Cicerón al evaluar la vejez como época que priva de placeres exclamando: “Pero ¡qué regalo inmenso de la edad si nos quita el mayor defecto de la juventud! Así es. Escuchad bien, buenos jóvenes, el antiguo discurso de Tarento, (…) no hay peste más capital que le haya dado la naturaleza al hombre que el placer del cuerpo, porque las inclinaciones, ávidas de este pacer, se lanza a colmarlos con temeridad y desenfreno”. Para Cicerón los placeres del cuerpo en el fondo es negativo, lo desgastan y además en la edad provecta deben estar satisfecho. El deseo estorba la reflexión por lo que se transforma en un enemigo de la razón. Cicerón apunta a la superioridad de los placeres intelectuales citando a Nervo, Marco Cetego, Solón, pero teniendo en la cúspide a Lucio Quincio Cincinato, como modelo donde los placeres del intelecto con el quehacer de la agricultura se unen para formar al hombre culto, cultivado, cultivador. El viejo de González León, y de la mayoría de los protagonista de las novelas, no cultivan, buscan un placer aunque no podríamos definir como intelectual, buscan placeres asociados con los sentimientos, busca abrir puertas que han sido melladas con la edad, con la preocupación, por la negligencia y estos elementos lo encontramos a lo largo de la novela Viejo. El placer del recuerdo, del primer beso, de las primeras exitaciones, del amor, pero también el placer de escribir, de beber con amigos, estudiantes. Aquella noche en la taberna Adriano reía, lloraba, cantaba, él era él y los demás aplaudían su placer; yo seguía meditando sobre los epígrafes y es que cuando uno es joven los placeres no son recuerdos, no se ha integrado a las vivencias, a las experiencias, los placeres son alejamientos de las verguenzas, por eso cuando un hombre va a una casa de prostitución no paga por superioridad sino por verguenza. 
Campesino tímido. Ilia Repin
Por supuesto el último punto es que la vejez no se encuentra lejos de la muerte es resuelto por Cicerón por la creencia de la eternidad del alma, nos dice que: "Y si me equivoco en esto, en creer que las almas de los hombres son inmortales, me gusta equivocarme, y no quiero que se me saque de este error en el que me deleito mientras vivo; pero si una vez que muera no siento nada, como pretenden algunos filósofos poco importantes, no temo en absoluto que los filósofos muertosse rían de mi error. Pero, incluso si no vamos a ser inmortales, a pesar de ello, es deseable para le hombre extinguirse en el momento debido, pues la naturaleza, igual que tiene la medida de otras cosas, la tiene de la vida. La vejez es, por tanto, en la vida como el final de una obra de teatro: debemos evitar cansarnos de ella, especialmente cuando se une la saciadad". "Ulises" contempla las sombras, Adriano sabe que todo se centra en el cuerpo, los antisenectutes son ateos por naturalezas o agnosticos por principio, así nuestro protagonista-escritor nos relata lo que es el alma, sin colocarle en ningún momento el adjetivo de inmortal. "Se preguntaba si sería un alma pura, separada del cuerpo. ¿O este cuerpo diario estaría envuelto por el alma? Poca cosa le habían dicho los curas y las beatas del pueblo. El alma es como una cinta o como una cuerda. El alma para los egipcio era un pájaro con rostro humano, brillante y poderoso, de presencia inmortal. Para otros es la sombra y la imagen. Ellos es posible, decía. La sombra anda detrás y delante. La imaginación es nuestra representación, pero a veces se pierde. Se pierde la sombra también cuando no hay cuerpo que lo refleje. ¿Entonces dónde vamos a parar cuando morimos? ¿Dónde  estaremos durante el sueño? ¿Dónde al quedarnos lelos mirando a Dios? ¿Se puede ver a Dios? Él es invisible, dijeron el primer día de catecismo".
Viejo con guitarra. Picasso
Esa noche en la taberna creo que lo que realmente se arrastraba no era Ulises viejo sino el  Ulysses de Joyce en las conversaciones, a la semana siguiente había que entregar un ensayo para su seminario que era sobre la obra del irlandés, yo había leído la novela, de la que me queda la pregunta sobre aquel desayuno de riñones ¿asado? que Leopold comió, ¿pastel de riñones?, mas que probarlo, me encanta la imagen y su metáfora, en fin, todos hablaban y hablaban, de Joyce, pero en el fondo gestaban la novela "Viejo" y lo creo así porque desde la página 110 la obra de Adriano, el viejo Ulises se transforma en un Ulysses, comienza uno a leer sin signos de puntuación, pero en lugar de ser un monólogo como el de Molly, es un soliloquio de un fantasma. Adriano esa noche no nos hablaba del "Ulises", sino de "Ulysses", y nadie se dio cuenta, porque en el fondo Ulysses también es un fantasma; yo tampoco, sólo con el tiempo y el pensar mientras cocino que trato de explicarme cosas pasadas, así como explicarle a Mi Amiga Japonesa que he sido a veces Odiseo pero que jamás pensé que en Ítaca hablaran japonés.

domingo, 28 de febrero de 2016

LA ESTÉTICA ACUOSA DE GONZÁLEZ IÑÁRRITU, TARKOVSKI Y MIYAZAKI


Los filmes de Kurosawa la lluvia está presente, como testigo sin sospecha
Podría haber puesto a estas reflexiones “Estética Líquida”, pero creo que entraría en conflicto con el copyright Zygmunt Bauman, ya que vincula sus principales propuestas con el concepto de sociedad-líquida-moderna. En estas sociedades líquidas  los imperativos de transitoriedad e incertidumbre son las que las caracterizan así como a su producción artística. El gurú de lo líquido desvanece la distinción conceptual entre lo nuevo y lo desechado, y se enfoca en los matices de los verbos «crear» y «destruir» como dos caras de la misma moneda. La obra de arte en estas sociedades líquidas cambia, en base al miedo que proporciona la idea de permanencia. Bauman alude al consumismo como la variable explicativa principal del desarrollo del arte contemporáneo (todo apunta a que el consumismo o capitalismo es algún jinete del apocalipsis sin GPS por lo que aparece como causa y efecto de todos los desastre de la humanidad contemporánea), así nuestro amigo polaco apunta a las exigencias de derrochar y desperdiciar como los pilares estructurales de la sociedad del siglo XXI; y es posible que Bauman observe algo obvio en la dinámica del capitalismo que lo envuelve todo, pero no creo que el arte ceda a esta pretensiones, porque así como sabemos aquella vieja divisa que explica que cada hombre tiene su precio, el arte también, pero mucha veces no es un precio en metálico porque la estética es cínica por naturaleza como lo apuntó en su momento Duchamp y Picabia al poner en duda el horizonte conceptual entre el valor estético de la obra de arte y la funcionalidad de los objetos que forman parte de la rutina diaria. En la era líquido-moderna, los artistas se centran en acontecimientos pasajeros: acontecimientos de los que, de entrada, se sabe que serán efímeros, pareciera que lo efímero triunfa porque es fácil de olvidar y pienso que en la memoria cínica estética se presenta justamente como resistencia a las propuestas líquidas de Bauman. Así una "Estética Acuosa" sería aquella donde la memoria sensorial, donde la acumulación y colección de vivencias se desarrollan en un arte, y donde el tema rodea la idea, y en el caso particular de lo "acuoso" el tema siempre se vincula con el agua, así unas estética acuosa tiene una obvia diferencia con la cualquier estética líquida y por supuesto por cualquier apropiación indebida de los copyright de Bauman. Cómo mostrar esta idea, y la solución la hallé a partir de mis recuerdos fílmicos y de estar viendo las películas candidatas al Oscar 2016. Creo que he logrado idear un corpus de artistas de séptimo arte que logran desde lo acuoso deshacer lo líquido.
Lo acuoso como resistencia al olvido
Viendo la película The Revenant, (2015) dirigida por Alejandro González Inárritu, observo una estética donde lo acuoso toma dimensiones propias. A lo largo de la película observamos el agua en sus diversas manifestaciones presentándose como marco o como puente entre las aventuras y desventuras del cazador y trampero Hugh Glass interpretado por Leonardo Di Caprio (que con esta interpretación logra su evasivo Oscar). Desde los primeros minutos la cámara se desplaza por una especie de ciénaga, el agua abarca todas las opciones en la medida en que se manifiesta en la más sutiles maneras. Podemos ver este fluido vital para la vida como entramado que posibilita atmósferas, conexiones e intercambios narrativos y así será a todo lo largo del filme. Observamos el agua como líquido, como masa que se mueve formando ríos, masa a veces tranquila, a veces violenta, como si en su ir se adapta para proveer verdad sobre el destino de los hombres, traer la justicia ansiada o ajustar la vida en la naturaleza agreste, el agua recorre las planicies desde los glaciales abriendo valles y arrastrando sedimentos, observamos en el filme a cada cruzar de cada meandro una historia, así como al salir de cada rápido del río una realidad, la presencia de lo sublime natural que con tanto afán predicaba Kant se presenta y la recoje González Inárritu a través de tomas cenitales con grandes angulares del paisaje. El agua se muta en formas para mostrar su carácter, el agua gaseosa en la película genera cortinas, neblinas, como paredes impenetrables a los ojos del infiel que se pronuncia en lo intempestivo, detallamos en la bruma el retorno al mito, a los búfalos en su predicar, a la posibilidad de sanación con oraciones y tradiciones, también podemos contemplarlo en sus formas sólida, como bloques de hielo que desde las alturas producen avalanchas para los incautos; la película igualmente nos presenta el agua en su forma más íntima: como nieve que acompañará al protagonista en todas sus fases de recuperación y transmutación. El agua es el principio y el fin estético que presenta González Inárritu en esta película, pero también es cierto que este director no inaugura esta estética, ha habido por lo menos dos directores que se han involucrado con la estética de lo acuoso y que me han dejado una profunda emoción por sus propuestas estética: así el director ruso Andréi Tarkovski y el director japonés Mizaki Hayao son maestro de esta estética acuosa que muchas veces pasa por alto, como toda estética cuyo elementos son cotidianos y la memoria.   
La memoria es protegida por los elementos vitales
En mis años universitarios tuve la suerte de ver todas las películas de Tarkovski, aunque su filmografía se reduce a unas nueve producciones, fue durante un seminario de cultura rusa donde tuve esa oportunidad. Ese semestre fui espoleado, no sólo por el cine "soviético" sino por su literatura clásica, procurándome durante muchos años posteriores acercarme a los grandes escritores rusos a los que dedicaría años de lectura, obteniendo siempre un placer y una fruición sin una explicación clara por aquella devoción hacia la cultura desarrollada en cirílico. El cine de Tarkovski desde que comencé a verlo siempre me resultó un concierto barroco, a veces me perdía en sus argumentos, en sus fines, pero su estética siempre me hundía en reflexiones, una estética acuosa donde la lluvia interpestiva a veces era la gran protagonista. Tarkosvki en todas sus películas usa el elemento del agua de una manera original y quizás pionera, esto siempre me prendió a su cine y propuestas. En Tarkovski el agua está contenida en diversas formas: manantiales, pozos, ríos, océanos, pantanos, lluvia y nieve, y no se limita al espacio exterior, también dentro de los espacios interiores como observamos en su filme Andrei Rublev cuando cae motas de nieve dentro de la iglesia, también hay habitaciones inundadas, jarras y vasos llenos de agua o derramados, cuerpos húmedos como la madre del protagonista en El Espejo que siempre aparece mojada; lo húmedo para Tarkovski será símbolo y sinónimo de la memoria y quizás la escena de Stalke donde la cámara nos lleva por un camino de recuerdos o sueños inundados del starke, podría ser a nivel de narración fílmica una de las epifanía estética de lo acuoso, ya que el agua evita que los recuerdos se vuelvan efímeros. La lluvia en sus películas aparece y desaparece en forma repentina, son como puertas que permiten pasar de una escena a otra, podemos sentir que el director usar lo acuoso como umbral lo que será clave para su estética. Podemos pensar que Tarkovki tiene un ciclo íntimo con el agua, en sus primeras películas el agua tiene un significado de pureza, de bondad, se asocia con la infancia, con la madre, con la belleza; esta simbolización de claridad del agua simboliza la vida, la esperanza, el porvenir; pero curiosamente en sus tres últimas películas (Stalker,  1979; Nostalgia, 1983, Sacrificio 1986), el agua se estanca, se colorea, se compone de objetos, así por ejemplo en Stalker, los protagonistas deben atravesar aguas estancadas para hallar respuestas por las que inician sus viajes a "la zona", en Nostalgia, el agua estancada alude a recuerdos o sueños (¿será por eso que hay una sentencia que dice que nuestras memorias son en el fondo pozos?). En Sacrificio, la tierra se inunda, el agua se une a la tierra y el barro brilla por todo los alrededores de la casa, y es que para Tarkokovski lo complejo del mundo se puede apreciar en la sencillez de una gota de agua, de ahí que su libro Esculpir en el tiempo contantemente use metáforas de sencillez para lograr los mejores logros, el agua será el elemento más sencillo, pero también nos presenta Tarkovski que el agua corroe y muestra el tiempo, un tiempo que siempre hay que esculpir con la memoria acuosa abrasiva que erosiona toda superficie efímera.
Los recurdos infantiles dentro de una estética acuosa se transparenta
Podría decir que González Inárruti es un admirador en secreto de la estética acuosa de Tarkovski, pero también podría ser un fans de las obras de Miyazaki Hayao. Este director japonés célebre mundialmente por obras como Mi vecino Totoro, 1988, Ponyo en el acantilado, 2008, o El viaje de Chihiro, 2001, con la que obtendría el Oscar al mejor filme de animación en la gala del 2002. Miyazaki es sin duda un gran esteta de lo acuoso. Si uno observa toda su filmografía, es cierto que siempre se presentan elementos distintivos que lo obtiene de la tradición mítica japonesa como: particulares criaturas o monstruos; pero también de los cuentos populares para niños, por lo que siempre habrá niños o jóvenes como protagonistas principales junto a hadas, duendes, sabios, así como personajes salidos de la más rica imaginación, igualmente otro elemento que se repite en la obra del japonés son los espacios aéreos, el viento que hace planear aviones, castillos y escobas de bruja, brisa que desordena los sombreros o los peinados, sonidos generado por el aire al pasar por las siembras de arroz o entre bosques de bambúes en las montañas, al final de un atardecer; entre su filme donde la preeminencia de los espacios aéreos están hallamos:  El castillo en el cielo, 1986, Nicky, la aprendiz de bruja, 1989; Porco Rosso, 1992, y su última película, El viento se levanta, 2013, pero aunque el viento sea una de los principales actores y punto de reflexión para una "Estética aerea", es cierto que el mar en el fondo de los artefactos realizando vuelos, completa un ciclo de movimiento que es una firma del director, si bien aparece lo acuoso como un personaje secundario, lo cierto es que el mar, lo líquido conforma el real devenir de lo aéreo. Miyazaki tiene producción donde lo acuoso es el actor principal, donde las lluvias, los lagos, los mares y los ríos así como la neblina y la nieve conforman una particular estética en el recorrido de la historia. Quién no recordará a Totoro bajo la lluvia, el mundo marino de Ponyo, el lago donde vive el dios del bosque Shishigami -dios ciervo, durante el día- Didarabocchi -el caminante nocturno, durante la noche- en la película La Princesa Mononoke, 1997 y especialmente El viaje de Chihiro, quedándonos alucinados observando un tren circulando sobre el mar, personalmente estas imágenes donde lo acuoso se transparenta y permite una dimensión estética de la película sin parangón, así  cuando Chihiro y Kaonashi están sentados en el tren, creo que podemos presenciar esta estética acuosa mostrándose en toda su resistencia.  Los elementos acuosos se presentan así dentro de la firma del director japonés, y especialmente en El viaje de Chihiro, película que se desarrolla en una casa de agua o termas, y uno de los personajes que va a purificarse es precisamente el dios de las aguas, como para rizar el rizo de la estética acuosa. 
Todo viaje es un pasar de umbrales naturales donde lo acuoso es frontera
Obviamente habrá cientos de directores y películas donde lo acuoso se presenta como elemento estético en sus obras, algunas paradigmáticas como la lluvia constante que está en la mayoría de los filmes de Kurosawa, pero también formas de estética acuosa artificiales, como I´m singing in the rain de 1952 donde la actuación de Gene Kelly le da el encanto a la película, otras con un manejo lamentable de las posibilidades estética acuosa, aunque toda una película se haya realizado con el agua alrededor, como fue la cinta Waterworld, 1995, mostrános lo complejo que es realza sutilmente un elemento cotidiano a una categoría estética, pienso que lo acuoso y sus posibilidades han sido exploradas en una dimensión plus Tarvkovski y Miyazaki, mi pregunta será si González Inarritú seguirá esta temática o cambiará la estética para acoplarla a la narración que pienso es su principal virtud del director mexicano, lo cierto es que su Oscar al mejor director por The Revenant es justo, acertado y acuoso.