Movilidad Apretada |
Estuve unas seis semanas sin computadora, sin teléfono móvil, aislado, porque necesito sustraerme cada cierto tiempo, cual animal que requiere hibernar de las ondas hertzianas; y en ese tiempo estuve caminando por el mercado de El Alto al oeste de La Paz y me perdí, luego pregunté cómo llegaba al centro de La Paz y una amable persona me explicó que después de un puente hay "movilidad". Ya en el hotel y luego de pasar unos veinte días por Bolivia, comienzo a usar la palabra "movilidad" como sinónimo de autobús, transporte o el acto de desplazarme, ese sentido de la palabra movilidad normalmente no la uso, pero me gustó como sonaba para decir: "¿hay movilidad para Oruro?, ¿cuánto cuesta esa movilidad?" o construir una frase como "las políticas de movilidad son fatales", para referirme al caos vehicular de Bolivia. Así que estuve mes y medio de movilidad, haciendo viajes internos por necesidades de mis recuerdos y por exigencias de mi futuro, y viajes externos por diversos parajes desolados o por insufribles avenidas congestionadas de personas y cosas. Ahora bien, siempre me confundían con un turista, me trataban como un turista y tenía que pagar como un turista en los lugares a donde iba a observar y tomar una foto tratando de emular a Cartier-Bresson con mi Leica.
Hibernando en el Antiplano Andino |
Veo a los viajes, desde la Odisea de Homero, como un ir descubriendo, aceptando y planteando la vida misma, o enseñando que el hombre en sus viajes es el único artífice de sus propias historias, siendo así los viajes la génesis de la humanidad misma; mientras el turismo lo pienso como un etapa folclórica del estadio avanzado de la burguesía, donde las personas sencillamente confirman con sus visitas aquellos lugares y cosas que alguien le dice que existen. Cada vez que llegaba a un lugar "turístico": Xochimilco, La Floridita, Tiahuanaco, Colonia de Sacramento o el camposanto de La Recoleta, siempre encontraba a las personas tomándose fotos, pero no buscando ángulos o luces, o por lo menos pocos de ellos, la mayoría lo que hacían eran comprobar la existencia de las cosas que veían y que alguien en una guía de turismo o en un libro las tildabas de exótica o única y posar frente a ellas y !click! Así que en algunos momentos pienso que esa diferencia entre turismo y viaje, me hace a veces una paradoja de Odiseo, y a veces de un burgués tropical desfasado, pero en ambos, casos se necesita de movilidad para comprobar la escultura de Hemingway en La Floridita o la tumba de Evita en Recoleta, o para aislarme en el medio de la nada. Somos seres que certificamos y abrimos nuevas historias con nuestras movilidades.
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