viernes, 8 de marzo de 2013

DECIMA SEXTA PÁGINA

Movilidad Apretada
Estuve unas seis semanas sin computadora, sin teléfono móvil, aislado, porque necesito sustraerme cada cierto tiempo, cual animal que requiere hibernar de las ondas hertzianas; y en ese tiempo estuve caminando por el mercado de El Alto al oeste de La Paz y me perdí, luego pregunté cómo llegaba al centro de La Paz y una amable persona me explicó que después de un puente hay "movilidad". Ya en el hotel y luego de pasar unos veinte días por Bolivia, comienzo a usar la palabra "movilidad" como sinónimo de autobús, transporte o el acto de desplazarme, ese sentido de la palabra movilidad  normalmente no la uso, pero me gustó como sonaba para decir: "¿hay movilidad para Oruro?, ¿cuánto cuesta esa movilidad?" o construir una frase como "las políticas de movilidad son fatales", para referirme al caos vehicular de Bolivia. Así que estuve mes y medio de movilidad, haciendo viajes internos por necesidades de mis recuerdos y por exigencias de mi futuro, y viajes externos por diversos parajes desolados o por insufribles avenidas congestionadas de personas y cosas. Ahora bien, siempre me confundían con un turista, me trataban como un turista y tenía que pagar como un turista en los lugares a donde iba a observar y tomar una foto tratando de emular a Cartier-Bresson con mi Leica. 
Hibernando en el Antiplano Andino
Veo a los viajes, desde la Odisea de Homero, como un ir descubriendo, aceptando y planteando la vida misma, o enseñando que el hombre en sus viajes es el único artífice de sus propias historias, siendo así los viajes la génesis de la humanidad misma; mientras el turismo lo pienso como un etapa folclórica del estadio avanzado de la burguesía, donde las personas sencillamente confirman con sus visitas  aquellos lugares y cosas que alguien le dice que existen. Cada vez que llegaba a un lugar "turístico": Xochimilco, La Floridita, Tiahuanaco, Colonia de Sacramento o el camposanto de La Recoleta, siempre encontraba a las personas tomándose fotos, pero no buscando ángulos o luces, o por lo menos pocos de ellos, la mayoría lo que hacían eran comprobar la existencia de las cosas que veían y que alguien en una guía de turismo o en un libro las tildabas de exótica o única y posar frente a ellas y !click! Así que en algunos momentos pienso que esa diferencia entre turismo y viaje, me hace a veces una paradoja de Odiseo, y a veces de un burgués tropical desfasado, pero en ambos, casos se necesita de movilidad para comprobar la escultura de Hemingway en La Floridita o la tumba de Evita en Recoleta, o para aislarme en el medio de la nada. Somos seres que certificamos y abrimos nuevas historias con nuestras movilidades. 

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