Año Bisiesto, en otras palabras, un día más que viviremos y quizás no lo contaremos. A veces nos faltan días, a veces nos sobran, y veces no los encontramos. Pienso que no entendemos al tiempo y menos desde que el filósofo Kant lo volvió una intuición pura o un a priori trascendental de la sensibilidad, siendo una de las formas de toda percepción posible desde el punto de vista de la sensibilidad, así como la base intuitiva para las estructuras de las categorías; y si a esa definición sumamos que el tiempo, se relativizó a partir de la idea de Einstein de que en el espacio, el tiempo transcurre más lentamente en una nave espacial que viaja a una velocidad cercana a la de la luz, en comparación con el tiempo percibido por una persona que permaneciera en la tierra. Si bien parecen dos metáforas de un mismo problema: sensibilidad y entendimiento del tiempo, en el fondo nos enseña que buscarlo, tenerlo, amasarlo, regalarlo, no tiene sentido, así como la expresión: "no tengo tiempo", volviéndose esta frase absurda y que sólo muestra una excusa moderna para dejar relaciones, formas y categorías; por lo que el 29 de febrero me dedicaré a percibir el tiempo, quizás lentamente en algún lugar entre Oaxaca y Atzompa, con un tequila y pensando en los aciertos y desaciertos de Malcolm Lowry.
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