viernes, 27 de enero de 2012

MI AMIGA JAPONESAS Y LAS GROSERÍAS

Mujer japonesa emitiendo palabras mágicas
A veces, cuando algo no me sale bien me expreso con un "coño", o cuando me pasa algo más grave aquella palabra aumenta con una madre y, si sigue saliendo mal las cosas, el "coño de madre" se asocia con otros adjetivos o complementos directos. Al final recreo una grosería en la que expulso mí malestar. Cuando uno es adolescente y aprende otros idiomas, lo primero que busca son palabras que se vinculan con los insultos, con las groserías, con el desprecio. Cuando estudiaba alemán con la profesora Yolanda Steffens o italiano con el profesor Antonio Canu, buscaba en los diccionarios aquellas palabras para decir en momentos críticos y que nadie me entendiera, de ahí que aún diga: Scheiße o cazzo di asino; claro mis profesores se esforzaron para que yo aprendiera gramática y pudiera traducir a Hölderlin y a Giovanni Papini, pero siempre buscaba expresiones altisonante que mostraran una particularidad exótica de mi personalidad, eso sí, a mis profesores de alemán e italiano les guardo mucho cariño porque sé que hicieron sus mejores esfuerzos pedagógicos, y aunque el alemán se me ha olvidado aún puedo nadar en italiano. 
Los hombres nos reunimos para hablar, a veces para fumar y beber, pero siempre para hablar.
Veo a Mi Amiga Japonesa que nunca dice palabrotas, groserías, tacos o insultos. Una vez me comentó que le habían robado su bicicleta en Kioto, yo le pregunté: ¿qué dijiste cuando no viste la bicicleta en el aparcadero? ella se me quedó viendo mi rostro, como diciéndome: no entiendo tu pregunta, ¿a qué te refieres? Le hago énfasis si dijo algo particular cuando no vio la bicicleta, Mi Amiga Japonesa, cerró sus ojos como buscando un punto en el pasado y dijo: 『信じられない...が言ったと思う』; es decir ella expresó: "¡no lo creo!", cuando descubrió que le habían robado su bicicleta.
¿Se acuerdan dónde dejamos nuestra juventud?
La cultura japonesa tiene pocos momentos expresivos peyorativos, y por supuesto, los insultos son escasos aunque en varias Mangas y películas de Yakuza ヤクザ o Gokudo 極道, se manifiestan abundancias de palabrotas. Podemos hallar expresiones como: ざまみろ -jódete-, 糞 (kuzu) -mierda-, 畜生 (chikushõ) - maldita sea, きさま -enemigo o como diría un malandro: "maldito"-, y por supuesto el insulto por excelencia: 馬鹿 (baka) - idiota. Como podemos apreciar, existe un abanico básico pero que generalmente no se oye en las calles, en los supermercados o en el autobús; como sí podemos oír groserías en cualquier lugar y en cualquier momento en Caracas, México, Madrid o Buenos Aires.
私が馬鹿ですか
Para algunos judíos las palabras implican poder, de ahí que mi madre de niño me dijera que escribiera: D-ios, con el guión separando la palabra, para referirme al creador, es decir, para no escribir la palabra e invocar a D-ios en vano, igualmente me contaba historias como la del Golem, según ella, éste "monstruo" llevaba grabado en su frente palabras mágicas que le daba vida, palabras esotéricas, impronunciables y que son los nombres de D-ios; luego me explicó también, que el Golem tenía escrito la palabra Emet אמת」que puede entenderse como "La Verdad", y si a esta palabra le quitaba la primera letra, teníamos la palabra Met  מת」que puede entenderse como "La muerte", así el Golem sería destruido. Para el mundo judío las palabras son sagradas, importantes, vitales, y más cuando están escritas, de ahí que los Torah se entierren en catacumbas como los cuerpos humanos. 
Palabras e imágenes llenan nuestras creencias
El poder de la palabra también es reconocida por la cultura japonesa, de ahí que una de sus herencias sea el concepto de Kotodama o Kototama 『言 霊』que podemos entender como "espíritu de la palabra". Esto hace referencia a la creencia japonesa derivadas del shintoímos y budismo que promueven que hay poderes místicos habitando en las palabras y nombres, de ahí la existencia de omamori『お守り』protecciones escritas que se consiguen en los templos y los sūtra (सूत्र), o aquel infinito repetir de palabras orales o escritas y que apreciamos en profundidad en aquel fantástico cuento titulado:『耳なし芳一』y que podemos traducir como: Hōichi el juglar desorejado. Aquí se narra la historia de Hōichi, un juglar ciego que realiza cantos frente a las tumbas de los Heiké obedeciendo a una llamada de un fantasma, ante esta situación su vida corre peligro y un amigo monje le explica que sólo colocando palabras sagradas o sūtras escritos por todo su cuerpo podrá salvarse, pero no escribieron en sus orejas, y cuando el fantasma se enfrentó al juglar ciego, se las quitó.

Hōichi, antes de enfrentarse al fantasma. Lafcadio Hearn hizo la primera traducción al inglés y Kobayashi Masaki la llevó al cine en 1965, libro y película llevan el mismo título: Kwaidan
La noción de kotodama presupone que algunas palabras pueden influir en nuestro entorno, cuerpo, mente y alma. Así podemos observar que en muchas culturas, entre ella la judía y la japonesa, tienen sentimientos afines con la percepción de las palabras y aunque Mi Amiga Japonesa considera que el "espíritu de la palabra" es único en el idioma japonés diciéndome: 『言霊 の 幸 はう 国』Algo así como: "Este país donde la acción misteriosa del lenguaje traer la felicidad"; lo cierto es que las palabras y sus relaciones con la realidad y el poder siempre han sido notas al pie de página de la historia. 
Mujeres conversando alguna realidad cerca de un templo en New Delhi.
Es posible que esta herencia del Kotodama haya creado inhibiciones para expresiones soeces, porque aquello que se pronuncia puede ocurrir. Pienso que muchos Venezolanos, Colombianos, Españoles, Mexicano, no consideren que las palabras posean este poder, de ahí que se regalen, que lo soez a veces sea criterio de opinión y de expresión y que en algunos RAP se exalte dichas expresiones y por eso quizás nuestra cotidianidad está tan cargada de violencia y humillaciones. En fin, quizás con el tiempo comprendamos que mucha de las cosas que no nos ocurre es porque no sabemos nombrarlas. 
Wovon man nicht sprechen kann, darüber muss man schweigen

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