Película: BORGMAN (2013)
País: HOLANDA
Título original: BORGMAN
Director: Alex Van Warmerdan
Actores: Jan Bijvoet, Hadewych Minis, Jeroen Perceval
Sinopsis: La película se centra en la presentación de la historia de un: ¿vagabundo?, ¿íncubo?, ¿criminal?, ¿loco?, ¿vampiro?, ¿sátiro?, ¿asesino?, ¿demonio?, ¿psicópata? ¿granuja? o todos aquellos adjetivos que podemos utilizar para calificar a una figura excepcional, no humana o demasiado humana, no clara, no satisfecha y que tiene el nombre de Camiel Borgman. Será este personaje singular que nos envolverá en una ficción cuya estructura lógica entre las premisas y las conclusiones no son evidentes o válidas. Borgman aparece desde el subsuelo para ingresar dentro de un núcleo de familia de clase burguesa conformada por Marina y Richard, sus tres hijos y una joven nana. A lo largo de la película apreciamos la decadencia de algunos valores teologales y cardinales del ser humano: prudencia, fe, fortaleza, caridad, esperanza, justicia; mientras apreciamos cómo Borgman con su comparsa diabólica en stricto sensu, se introduce en los laberintos de las fortalezas psicológicas de la familia, de las personas, para mostrarnos lo endeble de sus paredes. Podemos resumir esta película como una dialéctica entre las pasiones y los vicios; por lo que al final del filme habremos presenciado un catálogo de acciones intrascendentes, maldades, ironías, desfaces lógicos, iras, sentimientos de culpas: todo salpimentado con humor negro.
Pensar la película. Esta película logra en el espectador dos posturas: a) una grata satisfacción visual, estética e intelectual; b) un aburrimiento sin fin. Trataré explicar ambos procedimientos.
Desde el comienzo la película nos introduce en un mundo de símbolos. Tres hombre: un cazador, un ¿artesano? y un sacerdote, comienzan la persecución de un ¿vampiro? Pero no, no es un vampiro tradicional, ni tiene poderes extraordinarios, ni se desvanece a la luz del sol, además usa móvil para comunicarse con otros ¿colegas? Estas tres personas que rastrean a este peculiar hombre: raro, desgarbado y sucio, sin aparente causa, será nuestro protagonista principal: Borgman. Éste se les escapará, llegará a una zona residencial y una vez salvado de sus captores, Borgman comenzará a tocar las puertas de algunas residencias con la excusa de que le den un permiso para tomar un baño. Lo intenta dos veces, en la primera es rechazado ipso facto, en la segunda Borgman desarrolla un juego psicológico con los residentes que será la pareja conformada por Marina y Richard. Borgman muestra unas capacidades de observación e intuición desde las cuales "descubre" ciertas características psicológicas de los personajes, así halla rápidamente el vicio del esposo: los celos; pero palelamente la virtud de la mujer: la caridad. El filme nos mostrará a Borgman ingresando por los diversos escondrijos del hogar, de la psique y de los sueños sin explicaciones ni porqué. Para alguien que le gusta buscar la quinta pata del gato, estos primeros minutos -o toda la película-, es un juego de simbolismos, de retórica estética, de filosofía; que estimulan ciertos intelectos así como a aquellos obsesos por encontrar sentidos a las cosas y especialmente a los guiones de las películas. Borgman está sucio, origen de la contaminación del mal frente a la pureza de la santidad, viene del subsuelo, de lo demoníaco, del hades; posteriormente se introduce en los intersticios de una pareja sólida de clase económica alta para desmontar los andamios podridos de ideologías y fe que los sostienen, así todo se presenta falsos: la felicidad familiar, la fidelidad de la pareja, el soporte económico, el sentido de los hijos, del estar en el mundo, del buen vivir. Hacia el final de la película, Borgman concluirá su incursión con un teatro en el que participará su comparsa; terminado así de mostrar una pasión que nace de la ebullición de la consciencia y no de la voluntad como algunos pensadores acotan. La película Borgman es pasión inmaculada que se contrasta con aquellos arrebatos que se adiestran, que se alimentan y que se guardan en forma de vicios. La película es un ópera sobre las pasiones y los vicios que son nuestros motores de vida, pero el director los redimensiona usando ciertos matices: antropológicos, míticos y eróticos. Las personas que aceptan esta película como genial son aquellas que poseen la pulsión del entender, del comprender, del explicar lo que les rodea, este público se presentan como detectives frente a una escena criminal y buscan los orígenes racionales de los actos, más que deleitarse con el acto en sí. Éste tipo de espectador posiblemente sean personas obsesionadas por el conocimiento, más que por los sentimientos, lo que les hace que las paredes monocromáticas del entendimiento sean más apreciadas que las iridiscentes paredes de las emociones.
Desde el comienzo, la película presenta una serie de acciones sin sentido que se rellenan con acertijos, así como la exposición de delirios resguardados dentro de una escenográfia donde aparecen figuras grises, como vagabundos o criminales, coleándose en una casa de personas acaudaladas, pero ingenuas. No hay colores: ni rojo del cine gore, ni amarillo de humor coreano, ni negro de la venganza. La película enfatiza, como por magia, el deterioro de la calidad de vida de los personajes a través de acciones absurdas que no hilan relaciones claras entre los porqué y los para qué. Hay juegos de cámaras que aburren, que no nos dicen nada así como abundancia de imágenes que saturan ideas y construcción de personalidades increíbles; para que al final el espectador se quede en un mar de preguntas como: ¿por qué se queda Borgman al final con los niños? Sí, la película posee estas cualidades grises para muchas personas, propias del mundo pasional pero no del ámbito colorido de las emociones. La película no entusiasma, no hace llorar ni reír, no hay sangre que nos espante, ni tampoco injusticias que nos entristezca, no hay iluminación sobre el porqué de las acciones, no hay satisfacciones y para mucho es una película perecedera porque es un historia plana de emociones, aunque la ira y el odio aparecen dentro de una constante de violencia, pero sutilmente, brevemente, como elementos necesarios para quitar un poco el tedio. Este tipo de películas son aburridas para un público que entienden que el cine es un espacio íntimo donde se debe realizar kátharsis, y si bien en los escritos de Aristóteles no explica qué es kátharsis, sólo lo relaciona necesariamente con la tragedia, de aquí tesis y tesis al respecto, podemos vislumbrar la kátharsis como un procedimiento en la cual una situación emergente, permite al espectador sentir como propias acciones sorprendentes, causales de temor y compasión; y que hace del teatro: teatro; y del cine: cine, y definitivamente Borgman no las produce.
Podemos concluir varias cosas de la película, más allá de si es buena o mala, más allás de su producción, estética y fin(es). Podemos pensar que Van Warmerdan juega a que cada espectador vea lo que quiera ver en su obra; en ese sentido, es una excelente producción con un guión original, donde se presentan las luchas entre el bien contra el mal, las batallas entre las pasiones contra los vicios -donde hay muchas malinterpretaciones-, de la ridiculización de mundo capitalista así como de precisar profundas críticas a la sociedad burguesa; pero también el filme nos puede mostrar una cantidad de imágenes sin sentido, sin emociones, que no llenarían algunas salas de cine y que podría rellenar algunos blogs con argumentos que catapulten este filme como: malo, aburrido, sin sentido. Pienso que al final todo quedará en la óptica del espectador; pero yo, lamentablemente uso gafas.
Trailer de la película: ¿escoger entre pasión o emoción?
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