sábado, 25 de octubre de 2014

EL LOCO POETA DE KAGOSHIMA

Las sombras del poeta y la mía reflejadas en la esquina de Kagoshima
Kagoshima es una ciudad puerto ubicada al sur-oeste de Japón, en la isla de Kyushu. Posee un volcán: el Sakurajima, que otorga un centro visual que permite algunas referencias espaciales y muchas fantasías apocalipticas... el volcán está activo... muy activo. Desde muchas partes se puede ver el volcán que tiene dos salientes; como el Vesubio. La ciudad posee un clima subtropical agradable donde a veces, toneladas de cenizas inundan algunos días soleados, lo que hizo que a los urbanistas de esta ciudad se decidieran a usar baldosas: negras, grises y de color terracota profundo para colocar en las aceras, en las caminerías, a lo largo de la ciudad y así apaciguar los moteados de las cenizas que se nacen sobre aceras de hormigón o de baldosas clara. Kagoshima al mirar su suelo descubrimos diversos tonos de oscuridad, es una ciudad que está construida sobre opacos y dentro del área de un volcán, lo que la llevaría a ser una ciudad con un alto rango de tristeza, pero la luz que inunda la mayoría de los días contrarresta esta emoción y se ve a una población alegre y con ganas de vivir. 
La vista del Sakurajima desde la esquina del poeta
La ciudad es tranquila, posee una galería de comercios llamado Tenmonkan「天文館・てんもんか」y si analizamos sus kanjis nos da la idea de un centro de estudios astronómicos, y es que en ese lugar hubo un centro de observación celestiales que se creó en 1892 para controlar los calendarios, para controlar el tiempo, para controlar el volcán cuya última erupción pliniana fue en 1914. Es una ciudad limpia, posee sus edificios modernos, sus templos antiguos y una mezcolanza de personas, sueños y museos. Kagoshima es como cualquier ciudad japonesa, llena de lugares para comer, servicios de transporte como: bus, tranvía, taxis -no hay subterráneo-, tiene una enorme librería, expandidas universidades, parques atravesados por ríos, centros comerciales que poseen tiendas importantes como ¿Zara?, ¿Rolex? ¿Chanel?, para subir algunos egos débiles e innumerable termas,「温泉・おんせん」muchas termas de tamaño, composición de agua y panoramas diversos; y como toda ciudad que busca emprender actividades turísticas posee una mascota: un cerdo verde llamado Guribu「ぐりぶ」y que tiene una novia, ¿hermana?, ¿amiga?, llamada Sakura「さくら」y no sé que relación poseen porque algo que ocurre en la lingüística japonesa es su capacidad para esconder al sujeto hablante así como sus relaciones afectivas. Kagoshima es como cualquier ciudad posmoderna en el mundo tiene: borrachos, prostitutas, mafiosos, personajes mediáticos, profesores, personas banales, políticos, gente interesante, niños, escritores e indigentes. Kagoshima no tiene nada que envidiar a otras ciudades, ni otras ciudades tienen nada que envidiar a Kagoshima, excepto que esta ciudad posee un psicótico indigente que se sienta todos los días en la misma esquina a escribir ¿poemas?, o a descifrar ¿profecías?
La mécanica del psicótico: la repetición del mismo lugar hasta la eternidad
 He vivido en varias ciudades y he visto ciento de psicóticos indigentes o locos andando por sus veredas, algunos desquiciados por las drogas, otros por una herencia de esquizofrenia, pero sus comportamientos van desde auspiciar violencia gratuita, como el loco que vivía cerca de mi casa en Caracas y que caminaba todo sucio y mirando a todo el mundo cual personaje de Merde de Leos Carax, hasta psicóticos con una pasividad mecánica abrumadora, como aquel que conocí en Caripe y, que todas las tardes, iba al café de Walid a buscar un vaso de plástico, luego tomaba un removedor, posteriormente se sentaba en un banco y por una hora movía el removedor dentro del vaso: la nada, porque nunca había café, leche o cualquier líquido, este pequeño y olvidado psicótico iba todas las tardes a mover el aire dentro dentro de un pequeño vaso de plástico. Estos han sido los dos locos con lo que traté de hablar, de acercarme, pero ambos se mantuvieron sus límites, sus mundos; sin contactos sin puentes de comunicación, sin lenguaje, sin miradas precisas, todo tangencial y lejano.  
Aislamiento. Soledad. Anulación
Cuando era joven observaba a veces a otros amigos que se sentían bendecidos por la musa de la poesía. Algunos hablaban bien, descubrían palabras extrañas, usaban símbolos y escribían prosa, rimas e insensateces sin cuidados ortográficos o gramaticales. Algunos de ellos hablaban bien, así que se decidían a escribir sensaciones, frustraciones, amores, a veces con rimas, a veces llenos de simbolismos asfixiantes; muchas noches, entre cervezas, tenía que leer sus borradores y luego ellos esperaban la oportunidad de un lauro en algún premio de poesía municipal, mientras tanto justificaban sus existencias por una incomprensión que sufrían dada por la sociedad mercantilista y plástica en donde vivían. Con el tiempo las personas se dan cuentan de que la poesía los engañó, ella se muestra dócilmente y luego se retira dejando una vaga impresión de haber cohabitado con una bruma que se despeja con el tiempo, por eso muchas personas escribieron poemas, exclamaron poesía y leyeron muchos poemarios que quizás ya han olvidado. Los pocos poetas de aquella época que fueron amigos mío y lograron ubicarse dentro de una pequeña élite de escritores, siempre me mostraron un rasgo de locura, distinto al mío, un rasgo de locura que bordeaba lo titánico, en contra de mi actitud meditativa que siempre me hizo pensar lo titánico como un orgullo no completado, y es que sus luchas titánicas eran con el lenguaje, querían doblegarlo, decapitarlos, extinguirlos, habían nacido con un orgullo adánico, de nombrar todo por primera vez. Este rasgo de locura titánico, adánico, se centra con y por el lenguaje; por eso la poesía y los poetas tienen una conexión con la locura y no es que hay que estar loco para ser poeta, sino que la poesía exige extorsiones, humillaciones, descuidos con el lenguaje para así, escindir la realidad, mellar los significados y separar a los malabaristas de las palabras que se sienten poetas de aquellos que llevan sus luchas titánicas por nombrar a un mundo innumerable hasta la tumba. 
Psicóticos y Locos
La única novela de Elias Canetti, Auto de fe nos muestra a un psiquiatra quien tiene un encuentro con un psicótico apodado el gorila. "Un gorila vestido se asomó, estiró sus largos brazos, que puso en los hombros del doctor, y lo saludó en una lengua extranjera. (…) El médico se devanó los sesos para entender el idioma, que le recordaba un dialecto africano. (…) Él mismo no encontraba palabras. (…) El gorila dejó entonces de llorar, retomó el hilo de su discurso y volvió a su anterior desmesura gestual. Cada sílaba pronunciada correspondía A un ademán preciso. Las palabras que designaban objetos parecían ser siempre distintas (…) Georges tenía la preparación suficiente como para publicar un estudio sobre el lenguaje de aquel loco. Con él arrojó nueva luz sobre la psicología de los sonidos. (…) Por gratitud, lo dejó en el estado en el que se sentía feliz, renunciando a todo intento de terapia. Sin duda se creía capaz -desde que aprendió su idioma-, de transformar a un gorila en el hermano estafado de un banquero. Pero se abstuvo de cometer un crimen al que sólo lo arrastraba una súbita sensación de poder, y se pasó a la psiquiatría lleno de admiración por la grandeza de los locos -que él consideraba parientes de su amigo-, con el firme propósito de aprender cosas con ellos y de no curar más a ninguno. Ya estaba harto de literatura. Más tarde, cuando hubo acumulado cientos de experiencias, aprendió a distinguir entre locos y locos". Es el lenguaje, su uso, lo que permite distinguir a un loco de otro locos, y es en la creación y en la luchas titánicas con el lenguaje donde se separan los locos. También podemos apreciar estas particulares circunstancias en la novela de Jesús Díaz: Las palabras perdidas, en esta novela se nos muestra una lucha adánica de uno de los protaginista por nombrar la realidad y lo real; así, a partir de la excusa en la publicación de una revista literaria en la Cuba de los años sesenta, por parte de El Flaco, El Gordo y Rojo, comienzan todo una reflexión sobre lenguaje y los poetas como: Piñera, Lezama Lima, Guillén. Página tras página, los tres amigos comienzan a enredar y crear historias de conflictos y esperanza, donde la figura del Rojo se sobrepone como la figura del poeta en su lucha titánica-adánica por destruir el lenguaje para que desde sus cenizas renazca otro. Así Canetti y Díaz nos explica algunas diferencias entre los locos y el loco, especialmente este ultimo que deriva en poeta. 
 
¿Ordenar los mundos con ganchos de ropa?
Faltaría un sentido de la poesía y creo que Cesare Pavese lo presenta cuando en su diario El oficio de vivir escribió: "Comienza la poesía cuando un majadero dice del mar: <Parece aceite>. No es en absoluto una descripción muy exacta de la bonanza, sino el placer de haber descubierto la semejanza, el cosquilleo de una misteriosa relación, la necesidad de gritar a los cuatro vientos que se ha notado". Será el misterio como presencia de un cosquilleo en un majadero como se devela la poesía. Así el lenguaje que destruye el titán-adánico le ¿produce un cosquilleo propio de los majaderos a encontrar misteriosas relaciones?, y aunque esta serie de ideas y definiciones parece un juego es lo que me explica a este personaje que todas las tardes se sienta en la esquina de Asahi-dori en Kagoshima. 
Titán, Adám... cosquilleos
Este hombre que llamaré el "Profeta Poético Indigente" o PPI, se sienta todas las tardes en la misma esquina, viendo hacia la misma dirección, sin inmutarse por el ruido o las personas que lo rodean sin verlo. Siempre está con la misma chaqueta roja, el pantalón verde y bolsas que lo acompañan, y que a veces se cubre el rostro con estos plásticos cuando tiene sueño y así apagar la realidad detrás de un velo blanquecino. Desde que vivo en Kagoshima siempre lo veo, porque paso regularmente por allí, ya que cerca está una de las mejores panaderías de la ciudad donde voy a comprar mi pan campesino. Paso, lo veo y busco a veces qué ve él. Miro los diversos ángulos, busco sus puntos de vista para tratar de ver el misterio que le hará ¿cosquilleo? o algo que seguramente lo incita a vivir y así salir todos los días y ha escribir. Desde su postura de asceta sucio observo que destruye el lenguaje, me he acercado varias veces y observo como delinea un kanji, como busca darle un orden a la decenas de hojas que lo acompaña y a veces trato de leer parte de una página del libro que lleva. A veces me quedo dando vuelta cerca para observar en qué momento comienza a escribir pero es inútil, lo hallo escribiendo, durmiendo o viendo al infinito. Un día me decidí hablar con él, pero PPI no contesta, se esconde entre el plástico, en las sombras. Con el tiempo he decidido tomar fotos con el móvil y luego le pregunté a Mi Amiga Japonesa qué libro usa, ella mira las fotos y dice que parece de adivinanzas「占い・うらない」porque ve círculos como los que construyen el I-Ching. ¿Será un profeta? Por eso lo llamo PPI, puede ser un profeta, que al igual que a los poetas son incomprendidos por el uso de las metáforas, por las formas gramaticales, por el uso de retoricas como le ocurrió a Natán con David o a Jeremías con Nabucodonosor. Le he preguntado a algunas personas si saben la historia de PPI. Me han contado que tiene más de doce años haciendo lo mismo, días tras días; que no importa la estación siempre está con la misma ropa; que fue hijo de un médico de prestigio y que al no poder continuar las exigencias de su familia y se volvió "loco"; que es un hombre que perdió su familia trágicamente y lo cuida su hermana en las cercanía del volcán; que es un descendiente de la tragedia de Minamata y que el mercurio obnubilo su destino; en fin, como todo psicótico posee innumerables historias que se centran en tragedias; ¿habrá locos que lleguen a su estado por el uso de la comedia?... quizás políticos... dictadores... millonarios... PPI está todas las tardes: con lluvia, frío, calor; detrás de su máscara de plástico, escribiendo profecías y/o poemas: descuartizando el lenguaje, violando los fonemas, desnundando los trazos de los ideogramas; o a lo mejor PPI sabe algo del volcán, desde su esquina se puede observar el Sakurajima, puede ser la reencarnación de Empédocles o de un poeta que vivió en Pompeya, y sabe los misterios de las llamas y de las cenizas, por lo que trata de escribir todos sus sentidos antes de volver a la lava hirviente que algunas vez disolvió toda sus pensamientos, tristezas, amores, sueños y aquella poesía creada a lo largo de una vida. 

viernes, 10 de octubre de 2014

QUE SE VAYAN TODOS... DESDE JAPÓN


Hace unos dos meses escribí para un programa de radio donde mi amigo Reuber Morales participa. Luego de escribirme con él, le envié una serie de observaciones entre la educación en Japón y la Venezolana. Posteriormente el equipo QUE SE VAYAN TODOS hizo el programa titulado La Escuela en Japón, programa 403... con aciertos y rizos extraños, pero en fin, lo que uno escribe deja de pertenecer a uno cuando lo expone y lo expuesto es una mezclas de mis experiencias y mis límites. Coloco entonces lo que escribí y el blog donde se puede oír el programa de radio que se hizo a partir de ese escrito y otras ideas.









Japón… un día de agosto con mucho calor.
Estimado miembros del programa: QUE SE VAYAN TODOS.
(Por cierto el sentido de: QUE SE VAYAN TODOS en japonés no existe, así que la expresión “literal” sería 皆出てゆけ・minnadeteyuke)

Soy raroescucha desde que descubrí un aparato en el baño que nunca vi cuando vivía en Caracas. Estaba ahí cuando me mudé a mi apartamento en Osaka, y descubrí que permite oír música o alguna estación de radio que esté en funcionamiento desde una o varias computadoras conectadas, vía WI-FI al aparatito, es como una extensión de una corneta sin cable, y desde entonces, mientras me relajo de las idas y venidas de mi jornada laboral, tomo un baño en la tina (ofuro), entonces aprovecho para escuchar algún programa de radio de mi país que me diga cómo está la situación por allá. Al principio eran los noticieros, pero era tanta la estupidez metafísica que oía, que decidí cambia de programas y llegué a su oferta ubicado en un podcast en IVOOX, desde entonces no escucho estupideces ontológicas como reencarnaciones de presidentes en pajaritos o acerca de las bobadas patafísicas con respecto al aumento de la gasolina, ni de la sandeces deístas para justificar colas y más colas. Oyendo su programa me tranquilicé al redescubrir la estupidez como un mero adjetivo y no como una hipóstasis divina en mi país.
He seguido su programa en los últimos tres años, y fue un gran placer hallar o mejor dicho escuchar a Reuben allí, colaborando con el Prof. Briceño y Rey. Conocí a Reuben cuando medía 188 centímetros, es decir… unos ¿ocho años atrás? 
Le comenté a Reuben vía red social, que podía colocar unos tópicos sobre algunos mitos de la educación japonesa en contraste con la educación venezolana, a mister Reuben le pareció bien, y parece que al equipo de QUE SE VAYAN también, así que decidí escribir algunos puntos al respecto con comentarios derivados de mi experiencia para que ustedes lo contrasten, incrementen, destruyan, alaben disequen, almidonen, o precisen el adjetivo estúpido en cada ítem.


1) En Japón los niños van a las escuelas para ser japoneses; en Venezuela los niños van a las escuelas para ser “alguien” en un ¿futuro?
En Japón los niños viven de forma sistemática y quizás asfixiante una educación para concretar en ellos una conciencia colectiva. El proceso comienza con la familia (aquí no vale tener en la cédula el estado civil “soltero” y tener tres hijos en un “matrimonio” como vi ciento de veces en Venezuela, eso no tiene sentido en Japón porque lo ven como mentir al Estado, a tu familia y a tus amigos, en otras palabras incitas a dolo y el engaño, luego el proceso de colectivización se profundiza en las escuelas para sedimentarse en las empresas y expresarlo al final en la conformación del país. Las individualidades y narcisismos son execrados, nadie trabaja solo: los deberes, las tareas, los planes, son mayoritariamente colectivos como: limpiar la escuela o los parques, pero también los placeres, como ir de vacaciones escolares con los miembros de la escuela o hacer una gira por Europa, de ahí la particularidad cuando uno viaja y observa a veces una docena de japoneses, en grupos a veces con una banderita, en museos o patrimonios culturales; uno de los argumentos que usan para tal fin es que sale más barato viajar en equipo.
 
En Venezuela los niños viven en una histeria controlada por un solipsismo genérico; esta característica se puede apreciar en un receso escolar de una escuela promedio venezolanas donde los niños se aislan o tratan de destruir a sus compañeros entre golpes y marcar de territorios. Los niños sueñan con ser alguien quizás porque no les enseñan a ser venezolanos o por lo menos ciudadanos. La institución familiar es vista como una burla lo que le permite al niño disgregarse fácilmente de cualquier sistema de cohesión porque percibe que todos son conformados por tontos desde los Boy Scouts hasta los partidos políticos, y por supuesto, quieren ser alguien totalmente desligado de un comunidad, empresa o país. Debe hacer su futuro entre azares e improvisaciones por los que los héroes serán los pobres que se transforman en millonarios solo usando su ingenio o conexiones políticas, sin importar cómo y además, muchos quieren ser reconocidos como inteligentes y para tal fin quieren algún título o rango militar.  

2) En Japón los niños estudian para pasar exámenes; en Venezuela los niños estudian (pero mayoritariamente no) para mostrar su inteligencia.
Si usted le dice a un niño japonés, que aprobó un examen complejo, que es inteligente pensando que así refuerza positivamente su esfuerzo, pues comete un error. Por estos lares no se dan esos estímulos como: mi hijo es inteligente por ser el primero de la clase, o mi hijo en un genio porque pasó el examen para ingresar a la universidad, o mi hija es una lumbrera por sacar la máxima calificación a nivel nacional de un examen. En Japón pasar los exámenes es el “trabajo” de los estudiantes.  Desde su inicio en el sistema educativo japonés los niños “trabajaran” por largos años y ese trabajo es aprobar exámenes, cada vez más complejos. De hecho es muy normal ver por aquí a niños de ocho o nueve años ir a clases complementarias en las tardes y muchas veces en las noches. Yo paso varias veces, en algún paseo nocturno, por los cientos de () yuku; especies de academias por la urbanización en que vivo y veo a cientos de niños prepararse para diversos exámenes y aprobar con la mejor puntuación. Si logras hacer bien el niño su “trabajo”, tendrá la oportunidad de ingresar a la Universidad de Tokio o Kioto (ubicadas entre las mejores 25 del mundo). El entrar o no puede una cuestión de milésimas, por ejemplo: hay quinientos cupos para estudiar medicina, el cupo 500 lo logró la puntuación: 98.789 y el puesto 501 la puntuación: 98.788. Frustrante ¿no?, pero muchos alumnos en esta situación de milésimas, hacen otro año de estudios en academias especializadas en exámenes, así durante un año, a veces dos, estudian diez horas diarias para prepararse para los exámenes de ingresos del año siguiente. Si, es una locura, pero ¿por algo ocho de las universidades japonesas están entre las docientas mejores universidades del mundo? Aprobar exámenes significa aumentar las posibilidades de éxito; así un recién graduado de una de las grandes universidades de Japón puede empezar a ganar entre cinco a ocho mil dólares mensuales en una empresa como Sony o Toyota y se incrementa anualmente ¿se imaginan cuánto ganan luego de cinco años de trabajo y quizás apenas tenga 28 años el profesional? No se es genio por aprobar el examen, es una obligación y el camino de superación social o conservar estatus. Ahora bien, mientras menos exámenes aprueben implica que eres menos “trabajador” lo que irá ubicando al niño cerca de la base de piramidal de la sociedad japonesa, y seguramente terminarán en una academia para tener un trabajo de obrero o especialista como peluquero, estas profesiones comienzan ganando unos mil dólares mensuales, y por supuesto el escalafón más bajo es trabajar por horas, a una paga de 9 dólares. Así de sencillo discriminan a los profesionales en Japón y se conforma la pirámide social, por supuesto hay más peluqueros que ingenieros de sistema de la Universidad de Tokio y millones de personas haciendo trabajos por horas. Sí, en Japón se rige por una meritocrácia académica despiadada, pero puedes dar paseos nocturnos y no preocuparte porque tu hijo de ocho años salga de una academia a las diez de la noche y camine hasta la casa.

En Venezuela con la expresión: “10 es nota y lo demás es lujo creo que sintetiza la visión de los exámenes en el país y acerca de la meritocracia creo que salió con una tarjeta roja por doble amonestación popular.

3) La cantidad de días que pasa los alumnos en Japón durante un año son 300 días; en Venezuela, en época electorales son ¿85?
Las clases generalmente comienza a las 8:15 de la mañana, por lo que nunca han cambiado el horario nacional media hora para que los niños no madruguen; y generalmente, acaban a las 3:45 pm. Las escuelas alimentan a todos sus alumnos durante la primaria, luego en el bachillerato suelen llevar sus loncheras o “Bentos”. Cuando las clases se acaban, comienzan las horas de los clubes. Estar en un “club” es una obligación en la primaria y secundaria, además muchas veces pertenecer a un club es una forma de demostrar que se ha aprendido a “ser japonés”. Todo el sistema educativo, todas las escuelas y universidades tiene clubes, desde coleccionistas de estampillas hasta hacer “orden cerrado” y participar en competencias nacionales; les envío un enlace de estas competencias. https://www.youtube.com/watch?v=qU_ExmxAPIo
El club para hombre más solicitado y respetado en Japón es el de béisbol. En Japón hay dos campeonatos nacionales de béisbol estudiantil que es trasmitido por la televisión nacional, es sorprendente ver los talentos que se desarrollan y los esfuerzos de jóvenes jugando en un estadio lleno de personas en pleno verano; y el club que es más prestigioso para las mujeres es pertenecer a la banda musical del colegio o lo que antes se llamaban o se llaman “Bandas Marciales” y allí tocar trombón o clarinete. En bachillerato y en la universidad los clubes absorben casi un 25% del tiempo del estudiante y generalmente los fines de semanas, por lo que además de las clases de lunes a viernes y de las prácticas en los clubes, los fines de semana los clubes absorben el tiempo restante porque se hacen miles y miles de torneos y competencias en ese tiempo, por lo que aquí respetar el sabbath judío o adventista no tiene sentido, aquí el dios judío de los sábados y el dios cristiano de los domingos terminaron en una manga. El sistema educativo japonés que es gratuito y obligatorio los primeros nueve años de educación, mantienen ocupado a los alumnos unos 300 días al año, unas ocho o nueve horas diarias y una veintena de fines de semana -eso sin contar las dos o tres horas que pasan en las academias para la formación suplementaria para los exámenes­­-, por lo que es raro oír hablar de las vacaciones que son unas tres semanas para los estudiantes durante el años.

En Venezuela desde el primer día de clases ya se habla de los puentes, de los días que no habrán clases por elegir a la madrina o a la mascota del municipio, o hay paros de profesores por tener un derecho que perdieron hace años (de hecho, en Japón los funcionarios públicos e instituciones gubernamentales tienen prohibido realizar paros, ejemplos: escuelas, hospitales, oficinas burocráticas, policías, bomberos, etc.) Las horas libres por falta de profesores, las pérdidas de clases de una o dos semanas al comenzar el semestres son normales; de hecho, mientras era profesor en Venezuela e iba el primer día de clases, como debe ser, apenas me asistían un veinte por ciento de los inscritos, luego los inasistente me comentaban que no habían venido a clases porque: "la primera semana de clases no hay clases (?), se usa para dar horarios y planificación"; igualmente unas dos o tres semanas antes de acabar las clases comienzan las ciento y una fiesta de fin de curso, de rayar camisas o buscar la manera de terminar el trabajo final (generalmente plagiando como hicieron ciento de veces en mi cátedra). A veces no hay clases por una semana porque no hay agua o luz o se decreta el día del perro obediente, por lo que el gobierno colabora para crear planes de vacaciones sorpresas. La palabra vacaciones y sus iniciativas es uno de los principales entretenimientos de los estudiantes y profesores, aunque en el fondo pasen ese tiempo en las casas o en las calles soñando con ser grandes pelotero, grandes amantes o grandes magnates. Venezuela un país lleno de niños soñando, como el presidente, que duerme como un bebé y sueña como un niño. (¡Que Bonito! ¿no?).

4) En Japón un niño tiene padres y profesores; en Venezuela representantes y excepcionalmente un profesor (no graduado) de matemáticas que estudia ingeniería en una universidad a distancia en Tucupita.
Aunque parezca una necedad, en Japón no se visualiza la figura de “representante”, es decir: ni abuelos, ni tíos, ni vecinas, ni un perrito con máster en psicología infantil, pueden tomar decisiones sobre la educación de los niños. Los padres de los niños están obligados por ley a llevarlos a la escuela, a vigilarlos y aconsejarlos, si no lo hacen, tienen que pagar una multa y además pueden perder la custodias de los niños. Los padres deben asistir a cada reunión que convoque la escuela, preferiblemente los dos, aunque a los padres se le “respeta” su ausencia por causas de su trabajo. Estas reuniones ocurren cada mes, además de que tienen que colaborar con las actividades no académicas del colegio como salidas a museos o paseos, y obligatoriamente asistir a las fiestas culturales y juegos que realizan la escuela para la comunidad. Los padres deben de acudir inmediatamente sin son solicitados por el colegio en caso de alguna contingencia y no puede dejar responsabilidades a terceros. Cada niño de la zona está censado y deben ir a la escuela de su zona, la mayoría de las escuelas cuentan con todo lo necesario para la docencia, aunque es cierto que las escuelas públicas de las zonas pudientes van los mejores profesores, mientras que en las escuelas públicas de las zonas populares van los profesores promedios y a veces algunos malos, pero eso sí, todos son profesores certificados por el Estado, con títulos universitarios y formación pedagógica; no como aquellas historias de Venezuela donde un alumno que está estudiando en un pedagógico el tercer semestre de matemáticas será el profesor de física de un colegio porque no hay más nadie, o alguien que sabe tocar tambores será el profesor de cultura y teatro. Los puestos de los profesores no tienen sueldos homologados como en Venezuela, pero el ingreso de un profesor en su primer año laboral varía entre los 1.800 a 4.500 $. mensuales (mucho depende de la universidad en que provenga y en la escuela donde laborará), más tres meses de bonos, en su primer año, eso sí, cada año aumenta su sueldo en relación a una evaluación que realizan la escuela y los alumnos.

En Venezuela los padres obligan a sus hijos a ir a las escuelas, pero a veces se olvidan de que tienen una obligación con los centros de enseñanza a los que van sus vástagos por lo que dejan esa responsabilidad: desde el cuñado hasta el hermano mayor, pasando por la mujer de servicio. A lo sumo, la madre o el padre, van una vez al año para inscribirlos en el colegio, aunque este se encuentre a 10 kilómetros de la vivienda lo que viola la regla de zonificación escolar. Generalmente no asisten a las reuniones del colegio al menos que su hijo sea víctima de alguna sanción o sea el día de las entrega de calificaciones, normalmente cada trimestre, que es una forma de recibir a la fuerza, y muy sesgado, la información académica de los hijos. Muchos padres y representantes piensan en esos momentos que le quitan un valioso e irrepetible tiempo de su vida, porque reflexionan que los problemas entre sus hijos con la escuela, los profesores deberían resolverlas. Por supuesto los actos extra-académicos parecieran no existir en los organigramas de las escuelas públicas. No hablemos de los profesores, cualquier persona sensata saben la cruz que llevan en Venezuela y los sueldos, junto a agonías ambientales como la violencia y el irrespeto, todo cubierto con la LOPNA, una ley que se escribió para amar a los niños en un país que los vuelven sadomasoquistas o psicóticos al ver los noticieros.

A lo mejor muchos quisieran este tipo de escuela para sus hijos, pero también hay unos detalles que deben saber…

I) Las clases en las escuelas japonesas son de un aburrimiento fatal; en Venezuela se puede hacer una fiesta en plena clase y tirar taquitos.
Quizás por el sistema de respeto que hay en Japón, los alumnos no se acostumbran a discutir ni a opinar con los profesores, así que permanecen callado casi en todo su ciclo educativo, se robotizan; las iniciativas merman por la planificación de las cosas, la creatividad e ideas quedan para desarrollar en la comunidad o el los clubes, pero debe ser consensuado por los miembros, por lo que la creatividad y desarrollo de ideas sin censura sólo se desarrolla soledad. Las clases son agotadoras, los alumnos aprenden a no hacer ningún movimiento en falso, así que deben sentarse correctamente, no responder y asimilar grandes cantidades de información en inacabables horas sentados en una silla, información que mayoritariamente memorizar. En Japón la memorización tiene el gran protagonismo en la educación de ahí que sea tan popular vender libritos con una lámina en rojo que hace desaparecer la información en tinta roja en las hojas impresas desarrollando una potente mnemotécnicas; eso me acuerda que en Venezuela oí cientos de opiniones sobre que el memorizar no tiene sentido, la educación “debe” ser creativa, desarrollar estrategias, comunicación interactiva y respetar la opinión de los estudiantes etc., principios educativos que los profesores japoneses harán un gesto de respeto pero luego seguirán ejercitando la memoria a sus alumnos, porque para la educación japonesa eso es aprender.

En Venezuela las clases debes ser participativas, aunque muchos alumnos y algunos profesores se enfrasquen en discusiones medievales, la educación en Venezuela permite el desarrollos de iniciativas, como la copia aplicando una gran cantidad de metodologías y chuletas, así como el desarrollo de la creatividad para salir del paso sobre las malas planificaciones de las escuelas. Los alumnos que se aburren, pues se jubilar o se ponen hacer dibujos, poesías o música, pensando en sus potenciales artísticos, no tienen  que ver al profesor con cara de borrego. Hay posibilidades de desarrollar una independencia de los grupos y fortalecer el carácter y la personalidad y por supuesto desarrollar las capacidades humorísticas contando chites y tirando taquitos a la calva del profesor química.  

II) En Japón el bulling es considerado un gran problema nacional; en Venezuela apenas se sabe que el bulling es un problema.
El hecho de que se aplique una fuerte carga social a los jóvenes implica que muchos no necesariamente se adapten, para aquellos que no se conforma en la comunidad de la escuela, a los grupos por ser un poco excéntrico o egoístas, casi toda la comunidad educativa le aplicará bulling  o「いじめ」 iyime.  Al no poder desarrollar una personalidad autónoma (fuera del grupo) los jóvenes japoneses son muy vulnerables, lo que hace que muchos que son abusados en los grupos sistemáticamente, al finalizar la educación obligatoria no quieran seguir estudiando, y en casos extremos, se suiciden. Las formas de solucionar el bulling es compleja, implica a todo la comunidad pero muchos no quieren aceptar su existencia porque es un “problema” que quita prestigio a la institución, a la comunidad, a la escuela, por lo que lo dejan pasar: familia, profesores, vecinos, afectan la vida del joven “inadaptado”.

En Venezuela los bullings se resuelven en los recreos, si le rompes la cabeza a un abusador con una piedra, pues tendrás reprimendas y te expulsaran, pero otro colegio te acogerá (en Japón los padres tiene que pagar daños y prejuicio por la acción de su hijo, como los costos del hospital y medicinas, pero el niño no puede ser aceptado en otro colegio fuera de la zona en que habita, por lo que si coge la ley por sus manos, sabe que seguirá en su colegio y seguramente el bulling crezca por todos lados). En Venezuela los niños aprenden a manejar la tensión, bien con los puños, con los insultos o sencillamente corriendo al salir del colegio evitando que los abusadores lo agarren; y a veces los padres les enseñan cómo defenderse o atacar. El japonés los padres son indefensos, las escuelas solo enseñan cortesía, el japonés en un idioma con tres palabras insultantes que solo se pueden usar bajo particulares circunstancias y salir corriendo no tiene sentido porque los abusadores tiene bicicletas. Así que el bulling tiene pocas válvulas de escape, mientras en Venezuela: entre iniciativas y anomia el niños tiene forma de saciar su injusticia.

III)  En Japón puedes estudiar lo que quieras pero eso no implica que trabajarás en lo que quieras; en Venezuela puedes que no estudies lo que quieras pero posiblemente trabajarás en lo que quieras.
Puedes terminar graduado como ingeniero químico en la Universidad de Kioto, consigues trabajo en Nissan, pensar que irás a la fábrica de polímeros de la empresa, pero ¡sorpresa! Serás el asistente de exportación de vehículos para Latinoamérica. ¡Que no sabes de los regímenes de exportación, ni español! No importa. La empresa le pagará unos cursos de exportación de Japón para Latinoamérica y un curso completo e intensivo de español para que hables en unos seis meses. Que terminó su carrera de idiomas con una especialización en comercio en una universidad de tercera en Japón, que hablas inglés y español y algo de chino; pues quizás termine como cajero en un banco nacional para, algún día, atender a un turista, y si eres mujer posiblemente logre ser secretaria de una de las mayores concesionario de venta de vehículos, para atender a extranjeros residentes en Japón. Así es por aquí, no importa lo que estudies, las empresas usarán a los egresados según sus necesidades, no según sus talentos, así las empresas los moldean según sus requisitos: desde cero, sin prejuicios ni genialidades, por eso, para muchos japoneses el logro es entrar en la universidad, una vez allí casi no estudian, viajan, se divierten, asisten mucho a los clubes, trabajan para comprar una moto o transitar por países exótico, saben que las empresas no miran las notas del egresado, sólo con saber de qué universidad vienen saben de qué está hecho la persona y también saben que la empresa decidirá su destino no sus talentos. Si provienes de una universidad de primera trabajarás en empresas de primeras, si vienes de una universidad de tercera, trabajas en empresas de tercera, en última instancia la empresa te usará. Quizás la única profesión donde hay concordancia sea medicina y a veces educación.

En Venezuela usted estudió física en la Central, pero quiere tener su negocio de turismo, lo puede lo hacer; si usted quiere ser embajador no necesita estudiar Estudios Internacionales, sólo debe procurar conocer a la persona adecuada, en el momento adecuado para muestra un botón: el embajador de Venezuela en Japón en un ingeniero de la USB. Inclusive sin estudiar puede tener cargo de gobernador o presidente de una industria o de un instituto de cine, con sólo “desearlo”. En Venezuela las empresas no determinan a sus trabajadores, sino a la inversa, los trabajadores determinan a las empresas, así que si usted es jardinero y lo contrata un hospital donde no hay jardín (esto ocurrió en un hospital en Venezuela según me contó un administrador de una maternidad muy reconocida, sin jardines pero con una nómina de dos jardineros), pues cobrará su salario, así no hará otra cosa que no sea jardinería o lo que quiera hacer con su tiempo; o algo tan sencillo como es el caso de politólogos desenvolviéndose como humoristas (Laureano Márquez) o comunicadores sociales con master en el IESA haciendo Stand-up comedy (Rafael Jiménez “Vampiro”) y cómicos siendo política (ponga aquí su líder revolucionario o de oposición favorito).   

Hasta aquí el informe... y recordando que Henri Bergson definía el humor como una espera decepcionada.