jueves, 29 de mayo de 2014

LAS REVELACIONES DE LOS MUNDIALES DE FUTBOL

Listo para comenzar la fiesta
A pocos días de comenzar el Mundial de Fútbol Brasil 2014, no puedo evitar confesar mi ¿pasión? por ver este evento. De niño éste torneo junto con las olimpiadas, han sido los hechos que me han permitido visualizar cierto sentido de la lucha, de los problema de identidad y fe, así como de conocer ciertos países ignorados; obviamente estos eventos mundiales están girando constantemente sobre los poderes económicos y culturales que inflan y desinflan estos encuentros, a sus héroes y países. Cuando estaba las olimpiadas de Londres 2012 escribí en este blog unas reflexiones de las citas olímpicas mezclándola con las miradas de cineasta Ichikawa Kon; ahora reflexiono sólo sobre algunos mundiales fútbol y de sus "revelaciones" a mí ámbito de realidad e historia. Pienso si realmente siento "pasión" por ver este campeonato, o sencillamente, durante los días que dura esta competencia, me anulo y me sumergo como un gentío en el único tema de ver, de hablar, de referir, de oír, de respirar, como será el Mundial. Así que en el fondo entiendo esta "pasión" a veces como algo que no proviene de mi voluntad, sino que es inducida por un sistema efectivo de colectivizacion de emociones, de unificación de criterios y opiniones a las que el mundo en general se entregan sin cuestionarse mucho. Estas colectivizaciones a veces han sido experimentos sociales como bien lo demuestró Mussolini durante los mundiales de 1934 y 1938, por no hablar de Videla en Argentina 1978 o, de maniobras económicas como el mundia de 1994 en EE.UU o el de Qatar en el 2022.
Dejar todo en el campo
¿Por qué hablar de revelaciones? Creo que la primera vez que oí esta palabra fue durante un Mundial de Fútbol. En algún lugar de mi memoria recorre la expresión: "equipo revelación". De niño no entendía bien sus significados, pero es seguro que fue durante la copa de fútbol España 1982. Ese Mundial del que tengo recuerdos sin necesidad a acudir a videos de la época, me permitió percatarme de situaciones que posteriormente me han hecho reflexionar cosas, por ejemplo: el sentido de lucha y de "dejar todo en el campo". Como cualquier chico jugué fútbol en el barrio; pero en sus calles no me perseguían la idea de conseguir el honor y la gloria entre golpes y jadeos que se daban en el terreno de juego; yo jugaba fútbol por afición, por aprovechar las tardes de ocio con algunos amigos y por el morbo temprano de ver las derrotas de los otros y magnificar las victorias; pero ¿morir en un campo de batalla por un gol?… o aceptar patadas, romperme un brazo con el asfalto o herirme la cabeza con una pared, pues no... mi honor y mi gloria eran más limitadas, así que cuando el partido se ponía "intenso", o recibía una patada indignante; yo abandonaba la lucha y me iba a un lugar más amigable, sin enemigos.
Eros y Tánatos
Tratar de entender estas luchas es lo que, con el tiempo, me ha llevado a reflexionar sobre estos encuentros y otros similares que se rigen por reglas deportivas. Creo que en los torneos en general se llevan a cabo una particular catarsis. Nuestros ritmos, sentimientos y metabolismos se alteran, no por la purificación de emociones, como hubiera apuntado un aristotélico, sino en la medida en nos encontramos frente a una dialéctica que discurre entre el sabor de las victorias y, las desazones de las derrotas, a la vez que asistimos a síntesis metafóricas de los combates entre la vida y la muerte. Nuestras almas, pasión y lógica se disuelve durante los minutos de la contienda; es decir, podemos tocar las bases de nuestra psique y hallar el eros, o todo aquel conjunto que se relaciona con las alegrías de la vida; y también al tánatos, o todo aquel material que se relaciona con las tristezas del duelo. Eros y tánatos, del cual habló Freud y muchos complican con ejemplos bizarros o barrocos, se presentan en vivencias dentro y fuera del campo deportivo. La muerte de la derrota y el erotismo de la victoria están presentes en el agónico gol, en el tiro hacia una cesta faltando tres segundos o, en el último out. En todo campo deportivo hay celebraciones, danzas, lágrimas; pero el fútbol, quizás por no usar las manos, de prescindir de los dedos que nos permiten usar herramientas o artilugios, ha posibilitado que se haya transformado en el deporte universal por antonomasia. Las manos sólo se usan para introducir el balón al área del juego, para continuar la historia, y el portero es el único ser que tiene el privilegio de usarlas, convirtiéndolo en una especie de hombre especial, casi religioso, de ahí que se vista distinto para diferenciarse de los otros hombres -como los sacerdortes-, y represente la conciencia de la protección y del resguardo; además que, curiosamente cuando celebran un gol, levanta sus brazos como en un acto de oración. Pienso que esta característica de no usar las manos, hace de este deporte el más popular en cuanto permite resaltar nuestros rol mas primitivo: el ser seres bípedos -y sin plumas apuntaría Platón-; además que el juego se desarrolla dentro de las normativas más básicas de cualquier deporte: tarjeta amarilla: herida; tarjeta roja: muerte.
Manfred Kaltz y Michel Platini: los capitanes
Tocar las bases de nuestras psique, a través de algunos elementos del eros y del tánatos, es una sensación particular, única, intransferible y es posible que viendo una de las más aguerridas semifinales de la historia de los mundiales, la que protagonizaron Francia y Alemania en el Mundial España 1982, haya percibido los elementos que me han llevado a estas reflexiones.  Recuerdo que ese día no pude separarme de la pantalla durante toda el partido, con tiempo extra incluido, aún mi memoria juega con algunas imágenes, jugadores y momentos; rememoro cómo los franceses fueron sepultados y los alemanes glorificados. Algunos amigos de esa época se unieron a la bandera de Francia, otros a la de Alemania, en plena batalla del partido, yo como siempre me quedé neutro, porque no entendía pertenecer a uno u otro bando, pero al final era una forma de sentir la vida, de sentir la muerte, de emitir gritos sin censura o desaparecer en el llanto por algunas minutos y, especialmente, ver con un placer voyerista al Otro en éxtasis o penuria. Pienso que esta es la "pasión" inducida que se esconde en los mundiales: una batalla campal que nos permite tocar nuestros eros y tánatos diluído en nuestros inconscientes. Claro, a esa edad no llegaba a estas reflexiones, y como no "entregaba" mi vida en un campo deportivo, es posible que me llevara a ser el mal jugador y el buen espectador que creo, he terminado siendo.
Thomas N´Kono 
Otra curiosidad que me despertó ese Mundial en España, fue el cómo algunas personas "vivían" otras identidades, se sumaban a nuevos arraigos culturales. Recuerdo en ese entonces a mi amigo Antonio. Durante el Mundial lentamente se transformó en Thomas N´Kono, quien era el arquero de la selección de Camerún, es decir, su sacerdote y que siempre jugó con unas mallas deportivas para cubrir, por un sentido moral, sus piernas. Mientras duró el Mundial, Antonio alabó a N´Kono, quería ser como él, iba aupando por las victorias de Camerún y casi llora, o ¿lloró? porque no clasificó para la segunda ronda. En ese Mundial, Camerún ni perdió ni ganó ningún partidos y sumo mucha afición. Fue el país, junto con Argelia, que representaron a África, y en ese tiempo pocas personas sabían dónde estaba Camerún (incluyéndome); así durante el Mundial, Antonio supo muchas cosas de ese país, y a veces parecía que él hubiera ido de vacaciones por sus pueblos o se hubiera transformado en un embajador honorario, porque a veces, se ponía a comentar historias sobre Camerún en los recesos del Liceo. Él se aprendió su ubicación geográfica con grados y segundos, curiosidades de su historia e idiomas autóctonos y, hasta el nombre del presidente de turno. Antonio adquirió una identidad momentánea, que por supuesto, meses después del Mundial desapareció; por lo que siempre me ha llamado la atención la capacidad de alterarnos nuestra identidad en los momentos de lucha, en el momento de tocar nuestra psiques profunda, en los momentos de duelo y de triunfo. Mientras Francia y Alemania me mostraban una metáfora sobre la dialéctica de vida (eros, triunfo) y muerte (tánatos, derrota), Antonio me permitió pensar que las "identidades momentáneas" que se forman desde un sentimiento más que del uso de argumentos heredados, y estas "identidades momentáneas" parecen que tienen de común usar elementos exóticos sin precisión que el manejo de ideas concretas y ensambladas con lo cotidiano. La "identidad momentánea" me abrió una puerta para reflexionar que a veces deseamos llenarnos con lo extravagante, con lo irreconocible, con lo foráneo para apartarnos, por algunos días o meses, de nuestras identidades "compatibles" con familiares o con amigos, así como de ciertas ideologías o, quizás para decirlo con mayor precisión: anular parte de lo repetitivo que conforman ciertas visualización del Yo.
Revelación... apocalipsis
¿Y qué pasó con la expresión: "equipo revelación"? Dice Mi Amiga Japonesa mientras le leo estas líneas que escribo. Ah... claro el "equipo revelación": Polonia. Polonia se enfrentó contra Italia en la otra semifinal. Italia, los italianos y su comida, así como sus innumerables gestos, son tan cercanos a la cultura Venezolana que no creo que halla alguien que, estudiando en un liceo, no haya tenido a un amigo de padres o abuelos italianos (igualmente Español o Portugués), a veces con esos apellidos "raros" como Malatesta o Piccolino; como yo los tuve. Así mi amigo Malatesta que estudiaba conmigo apostó en ese Mundial todo su capital a la escuadra azzurra. Malatesta, al contrario que Antonio, mantenía una identidad por herencia y por cotidianidad, es decir por fe más que por sentimientos. Claro, nadie sabía que Italia ganaría ese Mundial, lo que le dejó extraordinarias ganancias a Malatesta ese año y que invirtió en discos de acetato; en fin, en esa semifinal algunos apostaron por Polonia. ¿Por qué?, ¿por una identidad exótica súbita como la que padecía Antonio? ¿Qué era Polonia para un grupo de estudiantes en 1982 en un liceo promedio de Caracas? Nada, entonces, ¿por qué apostaban contra Malatesta e Italia? Creo que primero porque era la opción del juego; segundo, porque hay un morbo de ver la derrota del Otro, de realizar un acto de justicia con la muerte simbólica de aquel que no nos es totalmente simpático, y Malatesta no nos estaba cayendo bien por sus obscenas ganancias y los gritos jactanciosos que profería en cada victoria de Italia, así que apostaban para ser copartícipe de su futura e hipotética tristeza; tercero, porque Polonia era el equipo "revelación": Apocaliptico, de justicia divina, de salvación de la mediocridad, de verdades absolutas.
Los cuatro jinetes del Apocalipsis
Revelación significa algo que está oculto y por lo tanto nadie conoce, pero que en algún momento se conoce, y es en ese instante, cuando el sentido de la palabra revelación asume su significado. Según el DRAE, además manifiesta una verdad, e inclusive divina; y por supuestos, algunos amigos fanáticos de encontrar a Dios en todas las cosas, comentan que revelación era la traducción de la palabra Apocalipsis, una palabra griega que significa "lo mismo" que revelación y que me costo algo aprender lo marginal de este juego lingüístico. Para ese entonces todas las palabras de origen griego "puras" me parecían confusas y sin sentido. En principio no entendía nada, pero me pareció que había una contradicción y así se lo expuse a Piccolino, que además de poseer una fuerte identidad italiana, era un especialista en religión porque era monaguillo. Le comenté durante un receso que no podía ser el Apocalipsis bíblico una "revelación", porque aún no se ha manifestado, aún no se conoce y el diccionario dice que se manifiesta; el Apocalipsis bíblico sencillamente describe algo que quizás ocurra porque, literalmente, no me imaginaba unos caballos yendo y viniendo por ahí, así que le dije que más bien el Apocalipsis bíblico es más bien como una profecía y no una revelación, como lo es Polonia en el Mundial de Fútbol. El monaguillo creo que no me entendió, y trató de convencerme de lo contrario, pero gracias a mi ignorancia al final nadie convenció a nadie. Para no dar tantas vueltas teológicas, finalicé mi exposición de que Polonia era una revelación, como decía la televisión, y que se podía entender como un equipo apocalíptico pero sin caballos. Piccolino se dio la vuelta y me dijo que no tenía remedio. Desde entonces Polonia manifestaba para mí, una verdad que se desvelaba al mundo. Veía a un gran equipo, a jugadores iluminados por una luz divina, y eso me convenció para apostar contra Malatesta. Al día siguiente del partido, luego de entregar mi dinero, luego de la experiencia de apostar en un Mundial un mes de mi mesada, me dio material para pensar que a veces, las verdades reveladas no pueden con los sistemas lúdicos, especialmente cuando se fundan en fe heredadas, como aquella inamovible que tenía Malatesta por la selección Italiana, a la que rezaba y pedía ayuda especiales en las misas, junto a Piccolino.
El Fútbol se juega con los pies... ya lo sabían los Aztecas
La dialéctica entre la vida y la muerte, las identidades exóticas, y momentáneas y el uso de tradiciones como criterio de fe y base de las apuestas; constituyeron los elementos que hallé por primera vez en aquel Mundial de España 1982, y que las he seguido encontrado en cada Mundial de Fútbol desde entonces, con más o menos tragedias, con muchas comedias y a veces con situaciones grotescas. Luego vino el Mundial de México, donde por supuesto tuvimos el partido donde la vida y la muerte develaron los más profundo de nuestra psiquis latina, de nuestra psiquis religiosa, de nuestra psiquis espasmódicas; aquel partido enfrentó a Inglaterra contra la Argentina de Maradona, el ungido, y claro para demostrar que este astro de los pies era el elegido, usó la "mano" de Dios en un deporte donde no se utilizan las manos, ¿extraña forma de ayudar de Dios? Maradona se convirtió en el eslabón perdido entre un homínido bípedo sin plumas y las criaturas angelicales ¿con plumas? Mientras transcurría estos momentos teosóficos algunas personas asumieron "identidades momentáneas" y la más exótica que vi fue con la de Escocia, porque no entendía en aquella época que fuera un país, ¿no estaba Escocia en Inglaterra y este si era el país? En fin, tuve que pasar algún tiempo frente a algunos libros para tratar de entender un poco la geopolítica inglesa, que al final apenas comprendí. Quizás aquellos que perseguían una justicia latinoamericana contra el imperio colonial, pero si participar en la iglesia maradoniana, fueran los que compraron las camisetas oficial del equipo de fútbol de Escocia, disfrutando oblicuamente de pertenecer a algo que buscaba redimir, aunque fuera por unos minutos, las injusticia entre el fuerte y el débil. En ese Mundial de México 1986 el equipo revelación, el equipo apocalíptico fue: Bélgica. Todos antes del Mundial hablaban de Brasil, Italia, España, Portugal, Argentina, Uruguay; pero ¿Bélgica? Nadie sabía cómo era el fútbol belga, por lo menos para adolescentes perdidos en un liceo. De Bélgica no sabíamos nada, ni su capital, pero los "diablos rojos", como lo llamaron algunos comentadores fanáticos a las historias sagradas, enseñaron su sistema táctico del fuera de juego y cómo hacer goles precisos en los momentos oportunos. El equipo belga desveló otras verdades, como que España era un mal equipo, o los soviéticos son inútiles en el campo de fútbol. Bélgica los eliminó y llegó a la semifinal, pero allí se encontraron no con la fe, sino con la mismísima mano de Dios y Maradona. Así, Mundial tras Mundial, países como Polonia, Bélgica, Bulgaria, Croacia, Turquía, Corea del Sur, llegan a las semifinales, reportándose como enviados divinos a un Mundial donde las pasiones colectivizadas y la fe individualizada se mezclan frente a la presencia de duelos entre la vida y la muerte.
La consecuencia lógica de la evolución
Durante mundiales, y más mundiales he presenciado estos factores, los he detallado, incluso en el último, Mundial. ¿Quién pensaría que Uruguay llegaría a las semifinales del Mundial Sudáfrica 2010, o que habría un duelo inédito por ser campeón del certamen entre Holanda y España, y por supuesto países que apenas nombramos como Corea del Norte. No creo que muchas personas se identificara con el exotismo de Corea del Norte, ¿o sí?, al menos que sea para constatar la existencia de las excentricidades políticas.
 El fútbol nacio en Asia. Japón juegan Kemari (蹴鞠) desde el siglo VI 
Mi Amiga Japonesa no le gusta mucho el fútbol, ella disfruta más leyendo en las tardes, comiendo donas a destiempo, o viajando; son sus placeres y en estos no debe de haber grandes dosis de adrenalina, sino en grandes dosis de serotonina; yo tengo un metabolismo contrario así que las dosis cambian. Amo los deportes, la adrenalina aparece cuando veo los enfrentamientos, y por supuesto pensando que en menos de unas semanas comenzará el Mundial de Fútbol empiezo a recordar los mundiales que he presenciado y me doy cuenta de que he vivido más de lo que yo me pronostiqué en algún momento de mi juventud. En cada mundial varias sorpresas ocurren, varios recuerdos renacen y las reflexiones se ajustan. Y me pregunto cuál será el equipo apocalíptico, el de revelación, el que destruirá el sueños de algunos países y llegará a las semifinales. Creo que este Mundial de Brasil llevará a un equipo "revelación" africano o a Japón, cuyos equipos gotean, amenazando así desde hace varios mundiales, con revertar el cántaro del triunfo. También me imagino que se repartirán las identidades con nuevos países o por lo menos no tan comunes como Bosnia-Herzegovina, y ver salir de algunas personas de tascas o bares de Caracas, con una bandera de color azul y una enorme franja amarilla que se puede confundir con la del Boca Juniors. Habrá luchas a muerte y, posiblemente, un campeón inédito; ¿por qué?, porque la supremacía es un concepto que el siglo XXI se está desgastando en los deportes, pero curiosamente en la política no, así que parece que las supremacías que inunda el campo deportivo comienza a modificarse para apoyar la diversidad, las identidades momentáneas y logre modificar la fe en las apuestas por las certezas de un Apocalipsis que lo abarque todo.
En Japón ya no es popular el kemari, sino la pasión ADIDAS
No sé quién ganará, Mi Amiga Japonesa apuesta por Japón, aquí obviamente hay una coherencia entre herencia e identidad, a mi me gustaría también apostar por Japón pero no me convence, no poseo su herencia y no le veo el orden táctico y la elegancia que posee el equipo femenino que trata de mantener la supremacía en el balonpiés mundial, ya que ahora son las campeonas mundiales en varias categorías; así que me gustaría tratar de atrapar un poco de aquella identidad latinoamericana que tanto trato de enseñar en este país y que se me pierde entre sushi y sake, por lo que concluyo que mis apuestas e "identidad momentánea" estará dividida entre: Colombia, Chile, Ecuador y Uruguay; entre los cuatros caballos del Apocalipsis .

lunes, 19 de mayo de 2014

CARACAS: UNA CIUDAD ANTIJERARQUICA, CAMPAMENTAL Y SATURNAL

Desde el Mc Donalds vemos El Obelisco de Buenos Aires, desde un
KFC vemos la Sagrada Familia de Barcelona, desde un Pizza Hut vemos
la Gran Piramide de Giza. Los monumentos se vinculan en esta época con

la comida rápidas, quizás para perdurar en los parajes del gusto efímero.
Conocí a emigrantes de diversos países que arribaron a Venezuela: Tierra de Gracia, por diversas razones. En este país muchos de ellos lograron hacer sus experiencias vitales, así miles hicieron familias, empresas y sueños; teniendo como límites el Mar Caribe, Los Andes y la Selva. A veces con cierta nostalgia o morriña, me hablaron de sus pueblos o ciudades natales; me narraron de un espacio compuesto por detalles que ya no existían; así por ejemplo, tuve en la universidad a varios profesores argentinos que huyeron de la dictadura de allá, y me acuerdo especialmente del profesor Calello; a veces nos tomábamos un café y mientras él fumaba su pipa tratando de resolver algún problema freudiano o gramsciano, me comentaba de su Buenos Aires querido. Con el tiempo he tenido la oportunidad de ir a Buenos Aires dos veces, y aunque era el espacio descrito por el profesor Calello, no estaba constituido por los detalles que me comentó. La ciudad de la que me habló quedó congelada en 1976, y aunque era "lógico" que eso fuera así, gracias al devenir del tiempo, esos cambios fueron más relevantes por no presenciarlos ni él ni yo, por lo que me desconcertó profundamente no encontrarlos. 
Ningún amigo exiliado argentino me habló de sus recuerdos
de las flaquitas y pulposas; vaya combinación de adjetivos
Cuando observé la sustracción de los detalles en pequeñas mutaciones que no existían, que habían desaparecido de la narración de mi profesor, supe que el exiliado se lleva en su memoria el año en que deja la ciudad, como una fotografía que oculta los cambios del tiempo. Calello me habló de los alfanjores envueltos en papel, pero en mi viajes sólo encontré en bolsas, me comentó de los teléfonos azules y naranjas, de los que no conseguí ninguno, de los cines de calle Lavalle, pero apenas encontré uno. Me explicó que en los colectivos de Buenos Aires se cortaban boletas y de las botellas de un litro de leche que dejaban en las puertas, pero en mi estada no percibí esos detalles, y me percaté que el uniforme de la policía era muy oscuro, casi negro, un color del cual nunca me habló el profesor cuando se refería a la policía de esa época; y finalmente que la revista Goles no se editaba, así que cuando la pedí en un quiosco, el dependiente se me quedó viendo como si fuera un ser de otro mundo, ¿de otra historia?… ah, y que hay rejas en torno al Obelisco para que no lo pinten como lo hizo él y sus compañeros, según una confesión, en protestas por los estudiantes desaparecidos. Calello poseía una ciudad, la que vivió, la que habitó con esos detalles, no necesariamente más irreales, porque esos recuerdos, esos detalles le ponían las rememoraciones más cerca y no más lejos, aunque se traten de cosas que no existan más. Calello regresó a Argentina y perdí su contacto, me imagino que halló otra ciudad, la cual seguramente, le costo conocer. 
Una estructura que sufrió de muerte infantil súbita: Hotel Humboldt
Viví treinta años por Caracas, es la ciudad que mejor conozco, la recorrí a lo ancho y lo largo. Luego de vivir en otros países, Caracas se ha transformado en un sentimiento "raro", alienado, en algo que no reconozco, que se me presenta curiosa, como un  experimento emocional. Es posible que Caracas sea un eterno proyecto donde el modernismo y la modernidad trataron de congeniarse entre parques, autopistas y urbanizaciones; pero algo pasó, hubo un aborto dejando a medias todo y creando un sentimiento de abandono que siempre he percibido en los rincones de Caracas. De joven vi infraestructuras vacías: el Hotel Humboldt, el Helicoide; de adulto vi cómo decaía el Centro Simón Bolívar y Las Torres del Silencio, sin nombrar autopistas, sitios de recreación como Los Caracas o mega proyectos que nunca salieron del papel del soñador político de turno, como un río Guaire limpio e impoluto o una vía alterna hacia La Guaira. 
Los abortos modernistas y modernos se dispersan a lo largo de Caracas
La ciudad se ha llenado de "fetos", de construcciones con tumbas de plástico y concreto, que se amontonan sin ley, porque nadie es culpable del proceso, como la Torre David, un feto de hormigón y vigas oxidadas que ahora está habitado por decenas de anónimos, pobres, desamparados, soñadores y desvergonzados. Caracas es un lugar habitado solamente por víctimas, no hay victimarios, sádicos, criminales. Caracas es una ciudad de martirizados sin responsables. Cuando de joven preguntaba por esos "abortos" o "fetos" urbanos, la respuesta corriente era que fueron engendrados por los gobiernos anteriores y que los gobiernos de turnos, en lugar de mantener y recuperar las infraestructuras, pretendían engendrar otros fetos y así glorificar sus egos y no los de sus antecesores. Caracas se convirtió en un espejo de prepotencias, de soberbias, de altivez, de desviar las políticas de urbanismo por visiones populistas o por rendimientos económicos; pero los egos políticos son frágiles y los poderes económicos son huidizos, todo se desvanece, quedando sólo anécdotas como pasó con Ceausescu, que quiso ser el gran urbanizador de Bucarest… ahora sólo quedan bloques de viviendas uniformes y aburridos y el segundo edificio más grande del mundo con 340.000 m².
Estos son mis recuerdos de las Torres del Silencio y de los
alrededores de la Plaza Diego Ibarra: abandono y toldos.
Caracas se vació de monumentos, de ciertas referencias, creo que por el año 2005 vi Canción mansa para un pueblo bravo, de 1976, y dirigida por Giancarlo Carrer, una noche de lunes en la Cinemateca. En el filme se puede apreciar a Orlando Urdaneta llegando desde un pueblecito del Estado Falcón a la "Gran Ciudad". En los primeros minutos el joven recién llegado ve una Caracas que yo no la reconocí al principio. Se muestra la Plaza Ibarra como yo nunca la había mirado: todas sus fuentes funcionando, las personas caminado tranquilamente y un curioso hecho: no había ni un papel en el suelo (Aquí pueden ver la película los interesados, aunque la parte de la que comento está en los primeros cuatro minutos). Esa era la Caracas de 1976, pero esa no es la que recuerdo, la que tengo en mi memoria, la fotografía que me acompaña y a veces relato a Mi Amiga Japonesa, es aquella Plaza Ibarra conocida como Chinatown, un lugar donde uno podía comprar películas piratas y donde la vista tropezaba con lonas, bombillas, personas hablando de  las penurias de la vida, niños comiendo en el suelo y pantallas brillantes mostrando una infinidad de imágenes sin sentido; he leído que en la actualidad hay una nueva y rescatada Plaza Ibarra, con esculturas, con reformas urbanísticas, pero ¿la reconoceré? La inauguraron después de que dejé Venezuela. Mis recuerdos vinculan la Plaza Ibarra con Chinatown, por lo que me pregunto: ¿de qué o de quién rescataron la Plaza Ibarra, por qué había que hacerla de nuevo? La Plaza Ibarra que muestra la película de Carrer transmite un encanto que no creo que se pueda hallar de nuevo en Caracas, aunque se puede respirar, intuir, y encontrar en algunas ciudades europeas o latinoamericanas.
Todavía subsisten información sobre el nombre de
avenidas en un latón pintado, pero sobre las esquinas
hechas de bronce con su historia que llegué a ver,
 creo que ya no hay.
Por qué Caracas presenta estas características de creaciones y proyectos que no maduran o no se conservan; creo que una parte de una posible respuesta la apuntó Ángel Rama en su libro: La Ciudad Letrada; un uruguayo quien vivió parte de su exilio en Caracas. Para Rama ésta ciudad al mantener una cartografía de referencias por medio del uso de las equinas, en vez de una numeración moderna como lo hizo Bogotá, presenta ciertas características de ser una ciudad habitada por una sociedad que es sacudida con regularidad por olas de movimientos democráticos, cuyo resultado es que producen sentimientos antijerarquicos, por lo que dificulta la acción racionalizadora de las élites intelectuales. Me acuerdo que antes uno veía en algunas esquinas de Caracas una placa de ¿broce? que no sólo identificaba la esquina respectiva, sino que contaba su historia. El tiempo, la negligencia y los buhoneros a partir de su derecho al trabajo, hicieron que esas placas desaparecieran lentamente. Creo que esto ha sido grave, porque era una de las cosas que más apreciaba cuando caminaba por las calles del centro, y en verdad, era un ornato digno de una ciudad que posee esa particularidad de orientarse por esquinas. La foto de Caracas que llevo en mi memoria es una espacio sin señales claras, el único norte es El Ávila, no funciona ningún GPS virtual, todos se trastoca, por lo que dificulta cualquier catastro exacto. Uno sabe llegar a algunas avenidas principales que mantienen, por suerte y por ser de latón su identidad, su nombre. Pero fuera de esas coordenadas, andados por los laberintos de la gran ciudad, como las barriadas, por ejemplo, sencillamente es imposible ubicarse, las personas quedan a merced de la buena voluntad de los parroquianos que se consiguen en su andar.
Estampa de fiestas saturnales en Caracas
Caracas, donde el sentimiento y la percepción  de la antijerarquía, según Rama, explica parte de su problema, de su caos; pero quizás otro elemento que oriente respuestas, por lo menos para mí, es que Caracas es un lugar que se rodea de festividades, en otra palabras, pareciera que esta ciudad es una algarabía constante celebrando fiestas, pero no cualquier tipo de festividad, sino fiestas consagradas a Saturno. Saturno devora sus criaturas, sus obras, sus monumentos; quedando la ciudad a merced de la melancolía del dios olímpico en sus encuentros festivos. El caraqueño navega entre batallas perdidas y bochinches en la ciudad. Podría argumentarse que esta condición se ha vivido en cientos de ciudades, donde los malos movimientos políticos y las inconformidades sociales son fuentes de una ciudad destructora, pero en esas otras ciudades, las personas se quedan por sus muertos, por sus historias personales, por sus recuerdos; a diferencia, los habitantes de Caracas no se quieren quedar en sus lugares, desean salir, alejarse de sus calles, hacer un check out al hotel Caracas, y esta particularidad podría completar la pregunta sobre el origen del caos de Caracas. Fue José Ignacio Cabrujas quien trazó, cuando reflexionando sobre Venezuela, que era como un campamento, como un lugar de paso. Las ciudades heredaron aquel sentimiento que tuvieron los conquistadores (españoles, gringos, chinos) al venir por estas tierras para hacerse ricos, usando como armadura psicológica el arquetipo de ser osado, y así lograr ser capitanes, generales, gobernadores, es decir, beneficios personales por lo que había ausencia de un plan fundacional, visión colectiva, social; sentimientos similar, arquetipo común albergaron algunos héroes de la patria y políticos de turno. 
Campamento instalado sobre las entradas del Metro de Caracas
Nos Comentaba el hombre de teatro, que Venezuela es un campamento (y creo que aún es un gran campamento que para más señas es militar) y además que los venezolanos tienen y mantienen formas y culturas que se relacionan con este medio de vivir sin raíces, es decir, habitar en hoteles, alimentarse en hostales de tránsito y sentirse personas de paso que creen que no volverán a un lugar (quizás de aquí la mala atención en algunos lugares comerciales de Caracas a los clientes y aquella consigna cansina:!no volverán!). Los caraqueños se sienten nómadas paseando entre campamentos abstractos, así esbozas en sus reflexiones la relación Venezuela-habitantes Cabrujas, y yo creo que tiene un alto porcentaje de verosimilitud al respecto. El sentir y el comportamiento de los venezolanos no se corresponde con sus libros, visiones y verbo, y menos con las instituciones, leyes y códigos; hay algo quebrado, algo obsceno que cercena la ciudad, hay un desdén por lo público, una antipatía por los espacios habituales, un asco por las raíces comunes  y esto lo podemos apreciar en los rincones de la ciudad que se abandona, como si no perteneciera a nadie.
¿Caracas después de un bombardeo? 
Mi Amiga Japonesa tiene una gran curiosidad por saber cómo es Caracas. Le he mostrado algunas fotos, donde El Ávila vigila, también trato de mostrarles otras perspectivas de la ciudad que muestren el caos y sus orígenes, que le he tratado de explicar por medio de las ideas de que Caracas es una urbe: antijerarquica, campamental, saturnal. Sin querer queriendo, como decía el Chavo, me he tropezado en las páginas de Flickr con el trabajo fotográfico de Julio César Mesa (@juliotavolo y ProyectoColectivo.org) quien con paciencia recoge una Caracas que a veces no reconozco y a veces me espanta y por supuesto preguntándome cómo controla este fotógrafo el miedo para sacar su cámara por los rincones de Caracas. 
En esta monografía está la
entrevista que le hice a Sardá
Julio César me recordó a otro fotógrafo: José Sardá, del cual realicé un monografía para la serie Premios Nacionales de Cultura. Allí hay dos testimonios que me comentó Sardá: el primero es que las mejores fotos que se pueden tomar en un partido de béisbol se realizan desde el dugout de tercera base, y el segundo testimonio es que lamentó, en sus años trabajando como fotógrafo en El Nacional cuyo edificio estaba o ¿está? ubicado en el centro de Caracas, no hacer un registró fotográfico de las transformaciones que ocurrían en las ciudad décadas tras décadas. Creo que Julio César y otros fotógrafos marcarán con sus cámaras estos cambios de los que se lamentaba Sardá. Así que estas reflexiones están en parte basadas en sus fotos, exceptuando las dos primeras de Buenos Aires que son mías. Así que traté de explicar esta Caracas caótica a Mi Amiga Japonesa, con la idea de presentarla como una ciudad antijerarquica, campamental, saturnal; con las fotos de Julio César y sorbos de café entre foto y foto. 
Campamento de María Leonza
No solamente las personas se deben de adaptar a vivir en campamentos, también los monumentos debe aprender a estar en campamentos. Cuando iba a la universidad o pasaba cerca de ella por la autopista Fajardo, veía la escultura de María Leonza. A veces observaba a algunos viejitos desafiar a los autos para rendirle homenaje con algunas flores y luego fumar un cigarro en la base de la escultura. Un día  pasé por la autopista y la escultura desapareció. Se habló de otros lugares, inclusive le crearon un pedestal de concreto frente al Museo de Ciencias, pero no sé que pasó con ella, no sé sí sigue el pedestal, eso sí, jamás pensé que estuviera en este lugar anónimo, absurdo, mostrando las incapacidades para organizar los monumentos y colocar signos y guías en la ciudad. ¿Cuántos años han pasado desde que la quitaron de la autopista? María Leonza es uno de los tantos ejemplos de que el campamento Caracas se mueve constantemente, sin dejar herencias ni ataduras y en ese movimiento los monumentos se trasladan, desaparecen y los recuerdos se confunden. ¿dónde estará el busto de Robert Baden Powell y la escultura de Betancourt que siempre las veía cuando iba al Parque del Este o aquella estatua de Colón que unos exaltados ¿indigenistas? llevaron arrastrando en unas motos desde Plaza Venezuela hasta las cercanías del Hotel Hilton?… disculpen ¿Alba? 
¿El Rancho, origen del campamento?
Las personas con esfuerzo han hecho sus casas, humildes, pero los diseños de estas casas se realizaban con zinc y cartón, es decir, desmontable, luego con el  tiempo, y por la necesidad, iban cambiando de tener formas endebles por la estabilidad de los bloques de concreto, e iban equipando el campamento con agua y luz regular; pero el pensamiento radicaba en que esas viviendas eran temporales, que posteriormente se irían a un lugar "mejor", a una buena vivienda. Así el rancho dio paso a los barrios, sin catastro, sin orden, sin urbanismo, porque se inició como un lugar de tránsito, sin propiedad, desdeñable. Luego de tantos años dentro del mismo y vicioso sistema, las personas se han dado cuento de que algo no ha funcionado bien en el diseño de la ciudad, pero los ranchos momentáneos siguen apareciendo, y los barrios así como las personas que piensan que sólo será momentánea esa situación, que con el tiempo se hará una urbanización donde finalmente vivirán por derecho natural. Aún en mi memoria recuerdo de muy niño, quizás con cinco años, que al ir a La Guaira era entrar laberinto verde entre las montañas, lo que me impactó profundamente; la última vez que fui a La Guaira para tomar el avión que me alejó de mi país, pues ya no había un laberinto verde, apenas manchas y lineas calcinadas, el laberinto fue sustituido por refugios, campamentos, ranchos "efímeros" lleno de colores y apostando por esperanzas y derechos naturales. 
Es posible que unas de las consecuencias de la antijerarquía 
sea: "todo vale".
Creo que una de las consecuencias de la antijerarquía es la relativización de los espacios, de las necesidades, de los límites. La jerarquía implica un orden, una ley, una serie de criterios, que para el caso de una ciudad podría implicar los elementos mínimos para la convivencia urbana y para hallar a los culpables. Algo que se vive en Caracas es que todo el mundo tiene derecho a hacer lo que le da su regalada ganas. Desde vender cualquier cosa en cualquier esquina, consumir licor en la acera o tirar la basura, en cualquier momento y en cada ocasión y por supuesto sin culpables ni sistemas punitivos para el transgresor. ¿Por qué?, si hay cientos de normas y leyes al respecto, pues porque no hay una fuerza de ley que permita ordenar las pulsiones antijerarquicas, como creo que estaría de acuerdo Rama y suscribiría Herrera Luque.
Los límites urbanos no son puesto por una normativa "letrada",
sino por un juego de azar y necesidades.
Hay caos en varias ciudades en el mundo y he estado en algunas, ciudades peores que Caracas; una de ellas, para mí, fue Nueva Delhi. Cuando iba por sus calles, sentí que era una ciudad donde sus innumerables dioses la habían abandonado a un caos perfecto. Cualquier alucinación, ruidos, olores, colores, miradas, son escasas para imaginarse esta ciudad. Nueva Dehli es una amalgama difícil de digerir, pero había una diferencia con respecto al caos de Caracas y era la imposibilidad de ver jolgorio festivos en la calle. La gente es violenta, corrupta y agresiva como en Caracas, pero no había musicalidad en su ir, no había bailes ni sonrisas en su actuar, no participaban de fiestas saturnales con bochinches y gritería, la gente de Nueva Delhi seguían con pesadez una coreografía diseñada por la diosa Kali.
Celebrar las miserias, celebrar las saturnales: ¿una herencia romana en Caracas?
Si pensamos que las fiestas en honor a Saturno fueron introducidas en 217 a.c. para elevar la moral de los ciudadanos romanos después de la derrota militar que sufrieron por los cartagineses en Trasimeno, y si precisamos que esta fiesta no se rige por una victoria, sino por una derrota para elevar la moral, mutatis mutandis, el caraqueño sólo puede sobrevivir en su propia coreografía de derrotas que realiza en las fiestas en honor a Saturno que seguramente lo devorará, pero mientras tantos entre jolgorio y bochinche, trata de subir su moral y a veces a las tropas en el campamento. Caracas, ciudad de víctimas, de movilidad, donde hay fotos que pareciera que acabara de sufrir bombardeos, pareciera que además heredó de los romanos los ritos y mitos para satisfacer la melancolía de Saturno, quien daba la felicidad a los romanos a cambio de su desconsuelo. Esta ciudad se oye siempre música, jolgorios, fiestas, algarabías, bochinches, risas, gritos; pero que en el fondo acallan las tristezas que embargaban a los seguidores de Saturno y todo lo que derivaba de ella: rencor, pusilaminidad, amargura y desesperación. Creo todos estos elementos se respiran en Caracas, hija de Saturno. 
"Io Saturnalia". Los hijos de Saturno gritan. ¿Serán devorados?
Luego de ver estas fotos y asociarlas con las ideas que pienso marcan  y atraviesan los recuerdos de la Caracas que dejé, hay especialmente dos fotos de Julio César que me han perturbado un poco, por ser muy cercanas y a la vez muy lejanas en mis recuerdos. En una de estas fotos se muestra la estación de La California ubicada en el Unicentro El Marqués, quizás uno de los más antiguos y emblemáticos centros comerciales de Caracas. Uno de los primeros que no se concibió como una  cápsula, por lo que se podía entrar y salir por cualquier lado y en cuyos cines, fin de semana  tras fin de semana, nació mi placer hacia este arte, ya que viví a unos cuantos pasos, o escaleras, de esa instalación.
Estación de La California, punto de salida y llegada
Cuando el Unicentro fue inaugurado tenía cuatro librerías y tres joyerías (no sé en la actualidad pero antes de dejar el país quedaba una librería y la última joyería se transformó en una peluquería), además de dos supermercados, dos jugueterías, una ferretería, y la antigua cadena de ventas por departamentos: Sears que tenía cuatro pisos y donde las familias podían satisfacer sus necesidades básicas, así como un correo y decenas de tiendas que complacería cualquier curiosidad y, lo más grato: bancos desde los cuales uno se podía sentar apreciando el movimiento de las nubes. En todos estos años ha sufrido cambios desagradables, de ser un lugar de esparcimiento, de caminar, comer e ir al cine, el Unicentro fue encerrado, saturado, llenándose de mercancía repetidas y fútil, sin posibilidad de desarrollo pero tampoco de conservación. Los espacios se cerraron, se abrieron huecos y se colocaron paredes quitando algunos sentidos estéticos  del Unicentro, y año tras años los propietarios de los comercios se volvieron más agresivos ante una horda de miles de personas que colapsan sus estructura, las calzadas, el tránsito, la tranquilidad, por falta de planificación urbana e impunidad civil y política. 
Lo no ingresado en mis narrativas
La otra foto es de ¿otro centro comercial? Sé que está cerca del Unicentro porque reconocí el logo del viejo Bazar Bolívar, mejor dicho, su sombra, que se mantiene en el edificio que fue, años atrás, su cede principal ubicado en La California. Este estructura nueva está fuera de mis relatos. La vida, por qué y función de este ¿edificio?, no las conozco, me son ajenas, no están en mis cuentos, novelas, o anécdotas que comento. No puedo explicar esta estructura a Mi Amiga Japonesa, porque no entré nunca, seguro comenzó a tener vida después de mi ida del país, así que trató de recordar que había en esa zona, ¿un restaurante?, ¿un servicio de reparación de vehículos FIAT? Ya no puedo recordar con claridad, la imposición de la fotografía me invade, crea un vacío para luego insertarse en mi memoria la estructura. "¿Lider?" un edificio sin sentido para mí, por lo que mi memoria no acepta intrusos, porque se construye con mis miradas, caminatas, sensibilidad, sentimientos y pérdidas. Así que creo que a partir de ahora habrá otro espacio vacío en la foto de Caracas que me traje a Japón y que en algunas tardes o noches, mientras cenamos y conversamos, trato de esbozar a Mi Amiga Japonesa con ciertas nostalgias, como hijo de Saturno que en algunas ocasiones fui.




sábado, 3 de mayo de 2014

EL MEJOR DIRECTOR DEL CINE JAPONES PARA MI AMIGA JAPONESA: KOREEDA HIROKAZU



Kore-eda Hirokazu, a veces separa su apellido, quizás para precisar
el sonido doble e-e, en orden, y no una ii angloparlante.

"La vida es un enigma así como la muerte"; bien podemos intuir esta frase como un "lugar común" frente a ciertas experiencias existenciales. La obra fílmica del japonés Koreeda Hirokazu「是枝裕和」cuestiona esta frase, con una agudeza inusitada, propia de un metafísico medieval. Podemos constatar lo anterior cuando observamos cómo son expuestas las existencias de los personajes de sus obras y cómo deben asumir éstos que no hay causas para las acciones que hacen, ni sentidos para las consecuencias de la vida y menos para la muerte. No hay predestinación, ni destino, ni hombres excelsos; estamos en la existencia que discurre en el tiempo y punto. Las películas de Koreeda Hirokazu poseen esa poética y estampa, por lo que seguramente fuera el director favorito de Martin Heidegger. El Ser y su "temporalidad" se manifiestan en las películas de Koreeda con precisión y sagacidad; el tiempo llena el espacioso ámbito del Ser, sintiéndonos invadidos por una temporalidad sin fronteras, sin inicios, sin finales. Las películas de Koreeda no poseen ni siquiera una musicalidad, un ritmo o una melodía que nos haga recordar el tiempo; sólo los sonidos cotidianos mantienen una presencia dura del tiempo a lo largo de las películas. No hay diálogos marcados con pausas, palabras que resalten una decadencia de tonos o gritos; las palabras y los diálogos son volúmenes que dan dimensión al tiempo que transcurre en las películas. No podemos aprehender el tiempo, este se muestra sutil en la sucesión del día y de la noche. Pareciera a veces que Koreeda fuera el más fiel creyente de la santísima trinidad heideggeriana que se desenvuelve entre el Sein (el Ser), el Dasein (el ser que está “ahí”) y el Seiendes (la existencia que va siendo en el tiempo), siendo esta última una columna metafísica que usa visualmente en sus películas. El Sein sólo es y el Dasein es el ser en la existencia, así que el Seiendes sería un encuentro bipolar entre ese ser tirado en la existencia y el tiempo en que transcurre (seguramente habrán heideggerianos que se opondrán a esta explicación, pero yo no soy heideggeriano así que asumo mi bestialidad). Podemos imaginar una metafísica y sus preguntas con respecto al Ser como un hilo que mantiene la ilación lineal en la filmografía del director japonés. Así, el director de cine favorito de Mi Amiga Japonesa es un hombre que se pregunta por el Ser y en esa medida lo desoculta; esta capacidad de develar al Ser y sus carestías en el tiempo dentro de la cultura japonesa es lo que quizás entusiasma y maravilla a Mi Amiga Japonesa y a mí; siento que el tiempo ha sido el aliado  que me ha permitido ver la producción de Koreeda y aquí en este Blog de memorias y pensamientos las decanto en orden de haberlas vistas y disfrutadas. 
ワンダフルライフ o, After Life o, Después de la vida de 1998 fue la primera película que vi por sugerencia de Mi Amiga Japonesa. La trama de Después de la vida nos muestra seres atrapados en un limbo domestico, en una especie de lugar inacabado o purgatorio en el cual, durante una semana, deben decidir el principal recuerdo de sus vidas para llevarlo a la eternidad donde permanecerán. Las personas son dirigidas por unos guías que están allí, similares a ángeles, pero estos ángeles están en esa condición no por ser seres superiores, sino porque no han podido escoger su recuerdo (los ángeles personas sin capacidad de escoger recuerdos, ¿qué pensaría santo Tomás?). La película logra capturar al espectador en la medida en que los personajes muestran las complejidades del vivir, lo sutil de la memoria, las contradicciones de las emociones, enrevesado con los recuerdos. Koreeda además, presenta reflexiones y críticas que apuntan a un núcleo que siempre estará en sus películas y en la mayoría de los grandes directores japoneses: la construcción del concepto de familia. En algún momento del filme, cuando se le pregunta a una joven cuál es el recuerdo que quiere llevar a la eternidad, ella comenta su viaje a Disneylandia que realizó con unas amigas, un momento feliz. La banalidad, la vacuidad, lo extraño, se conjugan en escenarios sombríos, de ahí que la guía de la joven traten de que ella seleccione un recuerdo vinculado con el amor y la familia, más que de un momento feliz y efímero; de hecho, la mayoría de los recuerdos seleccionados tienen estas características. En la medida en que pasan los días la joven recuerda con intensidad su vida familiar y sus sentidos y, poco a poco, todo lo banal que la rodeó en su vida en la tierra se va desintegrando. Los personajes en esta película no sucumben ante el pasado o el futuro, sino ante el acontecer y la decisión que deben de tomar entre un momento feliz y un recuerdo esencial. 

Esta fue la primera película que vi de Koreeda sin la sugerencia o la compañía de Mi Amiga Japonesa, una película que tiene una base documental porque antes de que Koreeda realizara filmes de largometraje, había tenido cierta relevancia como documentalista, así que viendo documentales japoneses me hallé una colección de los documentales del director, viendo: 「日本人になりたかったtraducida como I Want to Be Japanese o, Yo quise ser japonés de 1992; presentando la historia de un hombre de origen coreano, víctima de las guerras que ha inundado su país en el siglo pasado y que ha vivido cincuenta años en Japón, él se enfrenta de repente a una sociedad y a una familia hostil cuando es acusado de espionaje; todo ello mientra intenta encontrar su pasado sin saber siquiera su nombre o su auténtica nacionalidad. Koreeda aborda aquí el delicado tema de la inmigración y la difícil situación de la población coreana en el país, y los racismos solapados que cunden; también vi el documental:「彼のいない八月」que podemos traducir como August without Him o, Agosto sin él de 1994, en el cual Koreeda acompaña a Yutaka Hirata, el primer japonés en reconocer públicamente que había contraído VIH. La relación entre ambos se estrecha y deriva en un giro desde la “objetividad” hacia las prácticas de no ficción. Finalmente vi el documenta filmado en 1996記憶が失われた時o, Without Memory o, Sin Memoria un documental que por un lado, denuncia la ineficiencia del sistema de salud pública, especialmente en el caso de Hiroshi Sekine, un hombre que pierde la memoria a corto plazo por una negligencia médica que le lleva a contraer encefalopatía de Wernicke, y por otro lado retrata la lucha de la familia para que el Estado japonés reconociese el problema y proporcionase al enfermo una pensión; y es probable que sea este el documental base para su película Después de la vida. Podemos especular que en estos documentales están los núcleos de casi toda la obra de ficción de este cineasta: la memoria o la ausencia de ésta como germen de traumas y por supuesto la confusión de las emociones y los recuerdos que circulan por esas memorias, dando como resultados, la perdida de la identidad y el llegar a ser un execrado social. Estas pautas son las que permiten reflexionar y aderezar la filmografía de Koreeda, sumándole además sus preocupaciones metafísicas sobre el sentido del Ser en el Mundo. Estos documentales y Después de la Vidafueron las alcabalas filmográficas que tuve que pasar para mi ingreso en el mundo Koreeda, del cual Mi Amiga Japonesa es su apóstol.
Fue 花よりもなほ Hana o, Flores de 2006 la segunda película que vi de Koreeda. Este filme narra desde otra perspectiva la historia de los 47 rōnin o el incidente del señor de Akō. Para cometer la venganza que ambienta esta historia, los samuráis se escondieron en diversas lugares del Japón feudal diluyéndose entre la sociedad, especialmente en los lugares más pobres y es en una de estas zonas de marginados y execrados donde también se desarrolla paralelamente otra venganza, la del joven samurái cuyo nombre es Soza. El padre de Soza fue un samurái amante de los juegos y al perder una partida Igo o Go, fue asesinado y su hijo debe vengarlo. La película presenta a Soza como un joven que debe aprender y debe continuar los códigos de los samuráis, pero este joven samurái posee fuertes dudas sobre matar a una persona por el honor de su familia. Descubre que no hay explicación para la venganza, para las atrocidades, que el continuo de la vida puede ser más auténtica en la medida en que las personas son más concisas con sus sentimientos e ideas. La trama es una manera sarcástica de burlarse del sentido de la venganza pero también para examinar la existencia de los parias japoneses. Sazo vive dando clases a los niños del sector pobre, criando aves y haciendo poesía, luego se le da la oportunidad de realizar una escenografía de su venganza para así zafarse de la presión social y lograr respecto, paralelamente, en esta obra de Koreeda, presenciamos la venganza, sus accidentes y desenlaces de los 47 rōnin que ocurre la misma noche del montaje de Soza. La película de Koreeda nos muestra lo torpe que pueden ser los hombres ante la muerte, con sus obcecaciones y cómo sus cobardías afloran dejando atrás la espectacularidad del acto de venganza de los 47 rōnin que Hollywood y algunos soñadores creen que sintetiza al Japón de los samuráis y los shogún.

A partir de entonces quise ver sus otras producciones, luego de unas semanas Mi Amiga Japonesa llegó con el DVD:誰も知らないque puede traducirse como Nobody Knows o, Nadie sabe realizada en 2004. Esta película destruye ciertas simpatías hacia un Japón kawaii, (bonito o bello) impoluto y ordenado, por un Japón feo, infantil y cruel. Koreeda usa el cine como un arma crítica y de humanización pero sin ofender, exaltar o humillar a nadie. Ver y pensar esta película es hallar a otro Japón que se esconde detrás de las puertas, fuera de lo visible, de lo sagrado y se pierde entre las formas y las formalidades. El argumento de Nadie sabe narra con cierta rudeza y crueldad, poco agradable para los estándares japoneses de familia feliz, de unos hermanos. La película se concentra en mostrar el día a día de unos niños abandonados que pasan desapercibidos dentro de la gran megalópolis de Tokio. La historia comienza mostrándonos cómo Keiko, una madre soltera, ésta se muda a un nuevo apartamento con su hijo de 12 años Akira. Keiko comenta al propietario que Akira es su único hijo. También explica que su padre está en el extranjero por negocios. Después de que ellos se han instalado en su nuevo apartamento, Koreeda comienza a manejar una percepción del espacio similar a Ozu Yasujiro, de esperar a que la gente salga de la habitación antes de pasar a mostraron la siguiente secuencia. Este juego con la temporalidad en una constante en las películas de Koreeda sin que necesariamente se hagan lentas; simplemente un tiempo y su peso metafísico nos agobiará en cierta parte de la película ya que lo único que podemos hacer es esperar. Lentamente observamos cómo el apartamento comienza a ser poblado por seres. Primero una maleta, adentro hay dos niños de Keiko. Akira luego va a la estación de tren a recoger a sus otros hermanos. En total Keiko tiene cinco hijos, de padres distintos, de historias variadas. Una vez en el apartamento Keiko le explica las reglas: no hacer ruido, y nadie sale a la calle a excepción de Akira, de lo contrario serán expulsados como lo hicieron en su último piso. Keiko luego se va a trabajar en una tienda departamental y deja Akira para cuidar de sus hijos. Hasta aquí hay una lógica, pero no un destino, al final la madre se ausenta del apartamento. Akira con poco dinero, debe cuidar y tener cuidado de sus hermanos, sabiendo que si no lo hace van a ser separados en casas de acogida. Uno no puede dejar de pensar: ¿es posible que ocurra esta situación en Japón, donde uno observa a niños amados y protegidos por un sistema familiar y social en casi toda parte donde uno mire? Pues aunque parece curioso, en apariencia, el abandono de los niños en Japón es algo "común" o por lo menos, algunas películas y obras literarias presentan este problema. Ocasionalmente cuando uno menos lo espera, vemos en las noticias la muerte o desaparición de niños, a veces más de lo que pensamos en un primer momento. En Japón hay tanto desnaturalizados padres como en cualquier otro país, sólo que por aquí mantener las formas y las estadísticas aceptables son una misión sagrada y nunca se cuestionan la esencia de este u otros fenómenos similares. El abandono, los maltratos, la marginación, las depresiones, la pérdida de la confianza, los suicidios, el hostigamiento o いじめ comienzan dentro del núcleo de la familia japonesas y se prolonga en la escuela y sitios laborales. Lo que observamos en los medios de comunicación y lo que nos quiere presentar el gobierno japonés son familia formalmente felices. Lo más triste es que al final de la película nos comentan que es una recreación de hechos verídicos que ocurrieron en 1987. Esta película me dejó sin aliento y Mi Amiga Japonesa lo sabía. 


Una tarde vi 「幻の光」 trascrita como Maborosi y cuyo significado puede traducirse: Ilusiones. Filmada en 1997, descubro en ella que ha sido una de las primeras producciones del director japonés. Podemos apreciar en este filme los perfiles de una poética que desarrollará con detalles y reflexión Koreeda a lo largo de sus producciones. La película se centra en la vida de Yumiko, una joven de cuya vida se define por la muerte de sus seres queridos. Ella perdió a sus padres de niña y su abuela de crianza a la edad de doce años, y luego a su esposo, Ikuo, se suicida sin razones ni porqué, algunos meses después del nacimiento de su hijo. Cinco años más tarde se casa con Tamio, un hombre que vive al lado del mar, junto a su hija de ocho años de edad, hija de su primer matrimonio. En algún momento a Yumiko, la locura la persigue entre escenarios grises y preguntas metafísicas no resueltas, pero no expresadas, que el director enfatiza con tomas distantes. Koreeda presenta una locura sosegada, atenuada con el devenir del tiempo, por instantes. En alguno de esos instantes Yumiko piensa que ella es la causa de las muertes de sus seres queridos, este sentimiento se intensifica cuando, tras una tormenta súbita, los hijos, el de ella y el de Tamio, no vuelven. Al final los niños regresan, y es cuando su marido le dice que esas ideas de locura les tientan a todos (maboroshi), en ese momento ella toma conciencia que no está sola en esta locura de la existencia, y eso la consuela. Su dolor y locura cesará hacia el final de la película, hacia el día en que regresa a su lugar de nacimiento y se ve atrapado por sus recuerdos. Koreeda muestra que siempre podemos hallar innumerables causas para las cosas a partir de unos principios, de unas teorías, de un historia, de algunas teologías, pero también nos muestra el cansancio de esas explicaciones, del tiempo jugando con los proyectos lógicos o racionales de la vida. Koreeda esboza desde el principio una crítica a la racionalidad económica que dirige los pasos de cientos de personas en el mundo. Los personajes carecen de proyectos o perspectivas porque sencillamente andan en sus profundidades espesas y a veces insostenibles del existir en el tiempo.

Jugar con el tiempo y la existencia de los seres, es una constante en las películas de Koreeda. En este pasar lúdico del director se cuestiona acerca del encuentro entre los entes y el Ser en su dinámica entre el estar y el perdurar; y desde esta dialéctica presentar fuertes críticas a las tradiciones. Esta estrategia la lleva a la perfección en su obra 歩いても 歩いても o Still Walking o, Caminando, caminando, de 2008. La película plantea un argumento donde se ve las costuras de las familias tradicionales japonesas y sus traumas que se podría sintetizar dentro de una dialéctica entre las exigencias de las formas y el despotismo del poder. El protagonista Ryota, de 40 años, se ha casado recientemente con una viuda que tiene un hijo de diez años de su matrimonio anterior. La familia de Ryota visita la casa de sus padres que son unos ancianos para hacer las oraciones y recordar el aniversario de la muerte del hijo mayor, su hermano: Junpei, durante las fiesta de Obon. Éste murió en un accidente y era considerado por su padre como un hombre brillante, especial, inteligente; moldes a los cuales Ryota no pudo alcanzar, según sus padres. Este brillante hermano se iba a encargar del negocio familiar, de mantener el apellido de la familia, de honrar a sus progenitores. El padre, un próspero médico muestra su trayectoria por las placas que ha recibido y que exhibe a todo lo largo de casa. Tanto el padre como el hijo muerto son símbolos del orgullo, del esfuerzo, de la tenacidad; pero Ryota es sencillamente nadie para su padre, es un vacío existencial que no puede llenar las aspiraciones de su esencia; además Ryota no tiene trabajo, no tiene futuro y se ha casado con una viuda común y corriente mezclando sin historia el apellido de la familia. Todo estas señales apuntan al padre cuando ve a su hijo menor un símbolo de fracaso, de ahí la tensión que se observará a lo largo de la película, cuyo drama sólo desaparece en la porfia de Ryota de vivir su vida, alejado de los límites y de los trauma que la misma familia generó. Ryota sabe que su devenir será lejos de aquel padre, de sus formas de mirar, y en ese aceptación, asume su papel de fracasado, papel fundamental de aquellos que comienzan a plantearse una metafísica del Ser. Al final se va con su nueva esposa luego de rendir los homenajes a su hermano mientras su madre lo observa perdiéndose por el camino.

En este mismo sentido crítico, del desecamiento de los seres en el devenir y de su constante fluir entre ciertas coherencias y absurdos; nos regalará Koreeda una obra fílmica llena de contraste, reflexión y tiempo:空気人形o, Air Doll o, Muñeca Hinchable de 2009. Japón, un país de grandes masturbadores, por lo que no me sorprendió que Koreeda tocara el tema. Japón asombra con sus fetiches y economía para hacerlo. Las muñecas hinchables son un éxito para un sector de hombres medianos con buenos ingresos, a veces muy cultos pero, con una débil capacidad de relación social y amorosa, solitarios consumados. De este drama que circunda a muchos japoneses se trata la película, claro dentro de un marco heideggeriano, por decir algo. La historia se basa en una muñeca hinchable de tamaño natural que vive en un modesto piso de Tokio. No habla ni se mueve, es la única compañera de su amo, un hombre masturbador del Japón moderno. Él le habla, le baña y le hace el amor cada día cuando vuelve del trabajo. La rutina diaria se rompe cuando la fantasía se hace realidad o unas de las preguntas por el Ser se desvela. De pronto la muñeca cobra vida y tiene alma. Acaba de nacer o ser tirada a la existencia, y como apunta Heidegger, no entiende lo que ocurre a su alrededor, como nos pasa a todos nosotros; seres tirados en esta existencia conjugandose con el tiempo. La muñeca se da cuenta de que existe un mundo esperando a ser explorado más allá de las paredes del piso. Con el tiempo se atreve a salir al mundo exterior, se siente fascinada por todo lo que ve. Conoce a muchas personas de todo tipo, pero ninguna es capaz de explicarle lo que significa de estar vivo o el significado de la existencia o el sentido del Ser de la existencia, o los modos de ser que se despliegan en el tiempo. Un día, entra en un club de vídeo y su mundo cambia para siempre. Conoce a Junichi, el vendedor del que se enamora inmediatamente. Decide trabajar en la tienda y la pareja se une más con el pasar de los días. Van al cine, recorren la ciudad juntos, como dos novios. Todo es maravilloso para la muñeca hasta que se corta la mano accidentalmente y empieza a desinflarse delante de Junichi, así todas las preguntas por el Ser se vuelven a replantear para tratar de llegar a una conclusión, que en la película presenta en sus escenas finales, con cierta dosis de ironía. 

Un elemento interesante en las obras de Koreeda es que siempre mantiene un vínculo con la realidad. En Nadie Sabe, toma la noticia de un suceso, en Muñeca Hinchable recrea una manga de éxito realizada por Gõda Yoshiie業田 Por lo que es revelador que Koreeda retome uno de los temas más delicados de la cultura japonesa de finales del siglo XX en una de sus películas: el mundo de las sectas. En su película Distance o Distancia de 2001, nuestro hiedeggeriano director nos entrega una obra perturbadora que gira en la muerte de un grupo de personas pertenecientes a una secta que realizó actos terroristas y que fueron asesinados por los mismos miembros de su secta, mutatis mutandis, similares a los actos terroristas cometidos por la secta Aum Shinrikyo; la organización religiosa responsable del envenenamiento con gas sarín en Tokio en 1995. La película presenta un encuentro de familiares y amigos de las víctimas, luego de que ha pasado un año en las orillas de un lago, lugar donde fueron cometidos los asesinatos. Sutilmente Koreeda crea un mundo de remordimientos y miedos a parir de la rememoración de uno de los sobreviviente y de sus visiones en la granja vacía donde, cerca del lago, la secta hacía sus actividades. Rodada al estilo documental y usando cámara en mano, la película es explícita acerca de nada, y más bien nos deja deducir por nuestra cuenta el horror de lo que hicieron esas personas y lo que les sucedió. Podemos pensar que una de las manifestaciones del Ser siempre está vinculado con el horror y el miedo como resultado a una profunda tristeza con la que algunos modos de existencias se despliegan en un tiempo estático e impreciso.

La filmografía de este directo japonés encanta, así que Mi Amiga Japonesa trajo un día una película que me mostró cómo Koreeda mantiene siempre un visión desde una perspectiva infantil sin caer en lugares comunes o creencias. Los niños invierten la realidad desde la inocencia, una inocencia que cuestiona constantemente al Ser. Así su producción「奇跡o I Wish o, sencillamente Milagro de 2011. La película se desarrolla en la isla de Kyūshū y gira en torno a la conexión del tren de alta velocidad que unirá Fukuoka con Kagoshima. En Fukuoka vive Ryonosuke con su padre que se ha divorciado de su madre que vive en Kagoshima con su hermano mayor Koichi. Al saber que en el primer viaje un tren saldrá de Fukuoka y otro de Kagoshima; Koichi oye que en el momento exacto en que los dos trenes se cruzan, una energía se libera y los deseos serán concedidos a aquellos que presencian el evento. Koichi implementa un plan con su hermano menor para reunir a su familia y juntos a unos amigos van a presenciar el cruce. Cada uno de los niños tiene un deseo, una forma de intervenir en la existencia, en el Ser; desde la resurrección de un animal, hasta el encuentro del amor como primera faceta de reconocimiento de un ente con otro. Todos esperan que haya un milagro o milagros. En algunos momentos la película, cual prima lejana de un puesta de escena de Hitchcock, juega con mantener en suspenso al espectador, en espera del milagro, un juego temporal que Koreeda va perfeccionando.

Esta semana de descanso, de Golden Week y viajes necesarios por Japón, salió la versión DVD de la última película de Koreeda que se estrenó a finales del año pasado. La película tiene el título「そして父になる」o Like Father, Like Son o, De tal padre, tal hijo y que se estrenó en el festival de Cannes de 2013. La película plantea un dilema entre el ser "sanguineo" y el ser "cultural", o por lo menos puedo pensar eso, y más en un país donde la sangre y la pureza de ella aún da mucho de qué hablar en las tertulias a los japoneses. La historia confrontan a dos familias donde hay dos tipos de padres, por un lado el déspota y exigente Ryota, pero con un gran éxito profesional; por el otro lado tenemos al "infantil" y alegre Yudai, dueño de una pequeña tienda de reparaciones eléctricas. Estos padres descubren cuando sus hijos tienen seis años que no son sus hijos biológicos, que en el hospital realizó un error y entregaron los niños a las familias equivocadas. Así las familias deben decidir qué hacer, cómo intercambiar los niños, cómo enfrentarse a las nuevas situaciones. La desesperación, la distinta visión de familia, el trabajo, la posición y sensibilidad de la mujer como madre, la función de la sociedad y la negligencia sanitaria en Japón, se ven expuestas y sobreexpuestas. Todos entran en un cúmulo de preguntas, de cientos de ¿por qué? que no tendrán respuestas, de plantear ideas que no calzarán y donde sólo el tiempo dará explicaciones. De ahí la particular e ¿innecesaria? escena donde Ryota habla con el encargado de un bosque artificial y éste le comenta que duró quince años haciéndolo, Ryota se sorprende diciendo: ¿tanto tiempo? a lo que el hombre le responde: ¿cuánto tiempo piensa usted que se necesita para hacer un bosque artificial? Ryota no responde, nadie puede responder preguntas sobre el tiempo, sobre las horas que se necesitan para entender nuestro devenir en el mundo, para comprender nuestra exposición en la existencias, ni como el tiempo nos envuelve en afectos, pensamientos y absurdos. Así que Mi Amiga Japonesa y yo nos hemos puesto de acuerdo para disfrutar el tiempo mientras nuestra existencia circula por el río de la vida, a veces viendo mucho cine o comiendo un bento bajo un árbol o en la terraza, como este domingo que hace un lindo tiempo.