sábado, 5 de agosto de 2017

ARTURO USLAR PIETRI O SOBRE EL FIN DE LA HISTORIA

Tenía quizás doce o trece años, veía Historia de Venezuela con el profesor Fuenmayor, él siempre me cayó bien o quizás yo tenía una especial sensibilidad para la historia, en fin, el profesor divide la clase en quienes deben apoyar al régimen del General Juan Vicente Gómez, y quienes deben atacarlo... mis amigos de secundaria con la que conformamos el grupo B, miraron al cielo, ya que todos los libros de historia hablaban mal de dictador Gómez y a nosotros nos tocó defenderlo, parecía que no había opción, seríamos derrotados por aquellos a los que la historia les da la razón. Al tener padres extrajeros y hablarles sobre la historia de Venezuela, era como dialogar sobre algún mecanismo tecnológico complejo; les hablé de Gómez y ellos me hablaron de Hitler, Franco, Mussolini, Tito; no había orden, sino historias montadas. La noche antes del debate prendo el televisor y por manía veo el canal 5, u otrora, Canal Cultural, un emisora televisiva donde se veían documentales o programas como Contratema con Adriano González León, El rostro y sus máscaras con José Antonio Rial, La Fauna y su gente con Pedro Trebbau, Entre líneas con Antonio López Ortega, en fin, veía el canal 5 porque los demás me aburrían, lo que demuestra de mí una falta de imaginación para congraciarme con la masa; pero el hecho es que también en ese canal, que aún no sé si emite o no, ya que la última vez que supe algo de esa televisora, se la había concedido a la iglesia católica, demostrándo lo bárbaro que es mi país para mantener la Cultura, en fin, en ese canal pasaban Valores Humanos, un programa que recreaba la Historia Universal y sus protagonistas con el Dr. Arturo Uslar Pietri, curiosamente esa noche, el viejito habló sobre el gobierno de Gómez, así como sus puntos fuertes y débiles en política y economía de la época. Fue quizás una de la primera vez que anoté en un cuaderno datos, fechas y anécdotas, y también la posibilidad de que una historia se conforma de muchos relatos, a veces contradictorios, pero posibles, al día siguiente fue el debate y al finalizar todos me veían raro, como si fuera un animal de otra galaxia, había rebatido, reformado he interpretado a grandes brochazos la historia del período de Gómez, con precisión historiográfica, al final obtuve un sobresaliente y ese día descubrí que la historia tiene muchas caras, siempre dependerá de cuál mires o de los programas televisión que te entretengan, desde entonces la Historia, en mayúscula, siempre ha tenido un lugar privilegiado en mis lecturas, en mis pensamientos, en mis memorias.
Seguí viendo y leyendo al viejito Uslar, hasta que una tarde caminando por la universidad un amigo me habló con cierta pasión de los discursos de maestro, según mi amigo Carlos, Uslar era un elitista, siempre hablaba para las élites, para las clases privilegiadas, manteniendo así una estrategia donde se sigue presentando y representando los antiguos estratos sociales que se sustentan en las relaciones de producción o, en otra palabras, Uslar era un "intelectual tradicional" que no podía leer las necesidades del pueblo. Yo me extrañé cuando lo demominó "intelectual tradicional", porque olía a Gramsci, quien apuntó la definición del "intelectual tradicional" en oposición al "intelectual orgánico" y que definía como aquel que asegura la cohesión ideológica de un sistema, como lo hizo el clero en las sociedades feudales medievales, el intelectual liberal en el mundo burgués y como deben hacer los miembros del partido revolucionario del movimiento obrero que no se limita en describir la vida social de acuerdo a reglas científicas, sino más bien "expresar", mediante el lenguaje de la cultura, las experiencias y el sentir que las masas que no pueden articular por sí misma, en otras palabras, un intelectual no es alguien autónomo sino alguien dependiente del lugar y la función que ocupe en el seno de una estructura social. Carlos buscaba al "intelectual orgánico" que proponía Gramsci en los discursos izquierdistas que pululaban por la Universidad Central de Venezuela a mediados de los ochenta y que quizás se cristalizo a principios de los noventas cuando Chávez aparece con unos discursos donde se presenta como militar estratégico, aguerrido jugador de béisbol, amigo de todos y especialmente como "intelectual" ya que en cada discurso era capaz de citar cualquier línea de cualquier escritor, libro sagrado o dicho popular, presentar la historia desde otras perspectivas, hablando de nuevos traidores como José Antonio Paéz, recomendando lecturas como Los Miserables, de la cual editó una edición popular, enfrentarse a otros intelectuales como Vargas Llosa, recibiendo doctorados de la alguna universidad Rusa, o simplemente teniendo conversaciones de alto nivel, como se supone que la hizo con Uslar en algún mes y día del años 1994; yo durante la crisis de inicio de los noventa y que generó esta especie de "intelectual orgánico" en la medida en que caían los "intelectuales tradicionales", leía La visita en el tiempo, la última novela de Uslar donde habla de la vida de Juan de Austria, el hijo natural de Carlos V, ¿por qué leía este libro mientras había golpistas a la puerta de mi casa, mientras el "intelectual orgánico" seducía con una constitución nueva, alianzas cívico-militares, desarrollar teleologías perfectas sobre las funciones de la economía, intuir relaciones creativas con países amigos como Cuba e inclusive cambiar la hora del país a una masa sin expresión? la respuesta no la he encontrado, pero seguro será porque no me interesaba el "intelectual orgánico" de Gramsci ni el de Carlos, creo de hecho que los intelectuales es un clisé, que como todo clisé, es una repetición de ideas para dirigir y fundamentar ideologías, morales, éticas, o poder... así que no veía a Uslar como un intelectual sino como un maestro y así pocos lo querían ver, quizás porque en el fondo los venezolanos somos malos estudiantes porque escasamente aprendemos de los buenos profesores y le prestamos mucha atención al decir de tontos recitadores de paraísos, juglares ideológicos desfasados, profetas animístas, historias de boleros y pensamientos positivos esclavistas.
Viendo la desgracia de mi país Venezuela, viendo lo rídiculo, lo fanático, lo ignorante que rodea cualquier opinión, discursos o lógica, no me queda más que ver a veces por YouTube, videos del programa "Valores Humano" del viejo Uslar, donde, exceptuando su video sobre El Marxismo, ninguno de sus clases virtuales llegan a 10.000 visitas, es decir, cualquier video de Diosas Canales supera a cualquier "intelectual tradicional" y quizás a varios "intelectuales orgánicos". Es posible que el problema entre el maestro que fue Arturo Uslar Pietri, y aquellos que no le simpatizaba, como a Carlos así como a todos aquellos que buscaron un "intelectuales orgánicos", fue la coherencia y la escacez de contradicciónes y pensamientos grotescos que mantuvo en sus discursos, además de una sensatez en su postura críticas que todo buen maestro debe tener pero que escasea en el magisterio, mientras el "intelectual orgánico" se contradecía, no había postura crítica sino una fe ciega para evitar el absurdo que lo rodeaba, así como una crear bizarro donde un socialismo de siglo XXI se asomaba como una verdad. Uslar fue un maestro, mostró la postura del docente erudito, situación que en la actualidad se ha transformado desde los pensa de los pedagógicos para transformar al profesor en un simple guía de opiniones, donde no se forman personas eruditas, sabias, dominadora de conocimiento, sino; técnicos didácticos, expositores de emociones y sacerdotes de ideas efímeras. He tenido muy pocos profesores eruditos o sabios, los pocos que tuve lo he apreciado siempre como Ludovico Silva, Angel Cappelletti, Guillermo Sucre, etc, muchos tembién mostraron dominio del área de sus conocimientos pero más de la mitad de los profesores que tuve en todos mis años de estudiantes, no tuvieron ni idea de por qué eran profesores, así como muchos colegas mío del Instituto Pedagógico de Caracas, en síntesis, si se bucaría una figura de maestro, de profesor, de docente, no la buscaría entre los técnicos ni entre los intelectuales, lo buscaría entre aquellas líneas que escribía Uslar todos los domingos en una columna que tituló sabiamente "Pizarrón".
Es posible que la frase más famosa Uslar fuera: sembrar el petróleo, un articulo publicado en 1936 y donde nos muestra las consecuencias de una economia destructiva que se viene ejerciendo en el país por el uso de la minería, la tala de árboles y el petróleo, abandonando progresivamente el desarrollo del agro y de la tecnología para asentar una industria que elimine esta economía destructiva, advirtiéndonos hace ochenta años la desgracia que esto pueda llevar... hace ochenta años se advirtió de esta economía destructiva que la definió en dicho artículo como "aquella que consume sin preocuparse de mantener, ni de reconstituir las cantidades existentes de materia y energía, en otra palabras la economía destructiva es aquella que sacrifica el futuro al presente". Hace ochenta años, por lo menos hace cuatro generaciones que se advierte del fin de la historia para Venezuela, sobre el sacrificio del futuro, un fin de la historia que está lejos de aquel fin de la historia que anunció Hegel como el saberse del espíritu en cuanto saber absoluto, ya que para el filósofo alemán la historia en la medida que progresa sus contradicciones nos hacemos más consciente de nosotros mismo, más racionales y por lo tanto más libre, obviamente este fin no ha llegano ni a Venezuela ni a ciento de países; ni  tampoco el fin de la historia de Fukuyama, que al caer el muro de Berlín el capitalismo y el liberalismo como sistema político se imponen eliminando las contradicciones de la historia. En Venezuela aunque el capitalismo y el liberalismo estén presenten como en todos los países del orbe, las contradiciones ideológicas continúan, aumenta y siguen produciendo hambre, miserias y guerras. El maestro Uslar nunca se cansó de enseñar que el fin de la historia de Venezuela era el fin de su economía, en cientos de ejemplos, escritos, entrevistas lo advirtió, pero ¿qué nos pasó como estudiantes, como ciudadanos, como profesores, como venezolanos?, durante generaciones nos advirtieron de estos pelígros, de la economía destructiva, de la falta de sindéresis para tomar decisiones políticas-económicas acertadas para el beneficio del país y no para una clase o partido político, es decir, de usar la democracia para crear balance de poder y de bienestar para todos, dentro de una cultura de leyes, impuestos, trabajo como lo hace la mayoría de los países que se admiran por desarrollado como los escandinavos, ¿qué nos pasó? Uslar se esfumó, así como ciertos saberes, experiencias y erudición para desestrañar la realidad en la que convergen los venezolanos. Me imagino un cuento barroco donde el Dr. Uslar observa la campaña de los constituyentistas, ¿qué sentiría si lo viera, qué conclusiones sacaría? ¿qué pensaría acerca de la formación intelectual de los nueva redactores de la constitución que abarca un número de personas enfermas por el poder, por la adulación, por ideales sin piso de realidad? En alguna entrevista, mostrando el caracter pesimista que proyectaba hacia futuro de Venezuela que se balancea entre una economía destructiva y un garito donde se hace apuestas a la esperanzas por un mejor país, le preguntarón si habría oportunidades para el país, en esa entrevista de 1997, Uslar habló de una generación que se había preparado en las mejores universidades, que era la generación venezolana con mayor educación formal que jamás había existido en la historia, con líderes que comprendían la realidad venezolana y estaban presto a mejorarla... de esta esperanza, de esta apuesta de Uslar, sólo sé que quedó relacionada sutilmente como el poema Howl, de Allen Ginsberg: I saw the best minds of my generation destroyed by madness starving hysterical naked... (Vi las mejores mentes de mi generación destruídas por la locura, hambrientas histéricas desnudas...)  La generación en la que veía Uslar el posible cambio de rumbo del país, de eliminar la economía destructiva, de desarrollar ciencia y tecnología para competir en el mundo de Fukuyama, de aspirar a una conciencia absoluta que nos hicieran ciudadanos amantes de la libertad y de la justicia como aspiraba Hegel, entró en la locura, o sencillamente huyó, muchos están hambrientos de venganzas y otros cayeron en la histeria del totalitarismo político o de exhibicionismo de los egos, una enfermedad crucial del siglo XXI.
El fin de la historia está pronosticado con el fin de la economía, el fin de la política democrática está sentenciado con la constituyente que se instauró el 4 de agosto de 2017, el fin de los sueños de los venezolanos está disfuminado por la ignorancia aberrante con la que se ha construído la educación y el pensamiento en los últimos años, el fin de la existencia de un país como Venezuela está tan próxima como el fin del patriotismo pobre que regala una historia sin dimensiones, aún hay gente con esperanzas, pero de qué o para qué... de volver a una Venezuela derrochadora de recursos, de tener libertad para adquirir bienes de consumo sin ningún criterio de rentabilidad, de establecer fiestas saturnales para hablar ebrio de un mejor vivir, de jactarse de una educación que no los prepara para un trabajo social, estable y humilde; esa Venezuela fue la que quiso evitar Uslar y la que muchos quieren regresar, algunos buscan sencillamente un país con libertades económicas, anárquicas, de derroche, sin asumir responsabilidades de hacienda, sociales, familiares...  Me gustaría conversar con Uslar en este mes de constituyente, sobre un país quebrado, una educación sin argumentos, ni pensamiento crítico, una sociedad de inmediateces, de espectadores, de héroes de 15 minutos, un país sin gobierno, sin hospitales, sin universidades, en fin, el país que se consolida como un garito de apuestas de esperanzas en loterías de miserias, y que Uslar criticó duramente mientras la gente continuaba buscando oportunidades en un cuadros único del hipismo, en contratos con alguna alcaldía, estafando el futuro; me gustaría habla con Uslar y conversar sobre el fin de las cosas, y con la seguridad de que el viejito me dirá algo que aún no sé.