miércoles, 25 de junio de 2014

KAFKA Y LA DIALÉCTICA DEL SIGLO XX

 Kafka nació el 3 de julio de 1883, por lo que es del signo cáncer, como yo, siendo quizás la única cualidad que comparto con el escritor checo. Acerca de Kafka se han escrito innumerables ensayos y se han desarrolllado diversas teorías de su pensar, sentir y escribir. Reflexiono en la medida en que releo su obra, y percibo cómo sus personajes han dibujado el sentir del siglo XX, ¿pero cómo es ese sentir? ¿es tan obvio? Es posible que Kafka presente una relación dialéctica que "supera" o por lo menos actualiza la planteada por Hegel y que sintetizó en la relación: Amo-Esclavo. Esta fórmula la elaboró Hegel en su Fenomenología del espíritu, para explicar, desde una teoría con bases de superación de etapas, el cómo se relacionan las personas y sus sentimientos que devenían desde el siglo XVII dentro de una serie de circunstancias inéditas como: las guerras napoleónicas, la expansión económica de la revolución industrial, los conocimientos de culturas divergentes y de creencias opuestas que necesitaron clasificarse y por lo tanto exigieron delineación de identidades, formas de pensar y originar naciones. Esta relación Amo-Esclavo también adquirió expresiones literarias expuesta por grandes escritores, quizás sus primeros exponentes fueron los escritores rusos, entre los que destacaría Gogol con su obra: Almas muertas, en esta obra hallamos a Chichikov, que no es amo, pero que necesita ser reconocido como tal, aunque sea a través de esclavos muertos. Visualizar y entender esta relación dialéctica: Amo-Esclavo se necesitó de un esfuerzo que ha generado cientos de ensayos y tesis; me acuerdo en este sentido de la obra de Alexander Kojeve: La dialéctica del amo y del esclavo en Hegel, y que era una lectura obligada para los seminarios de Hegel en la escuela de filosofía. Al leer a Hegel, a Gogol, a Kojeve, a Tolstói, uno descubría un sentir, un forma de relación humana que encajaba con las descripciones planteadas en la dialéctica; pero algo alejado al que percibía a diario en mi devenir de finales del siglo XX; en cambio, cuando leía a Kafka, ese sentir diario se expresaba, las relaciones humanas y las dinámicas de los sentimientos se aclaraban. Pienso que nuestro escritor checo planteaba una dialéctica distinta a la de Hegel, planteaba una relación sin etapas, sin reconocimientos en una dialéctica estática ente el Soberbio y el Despreciado. Para nuestro amigo Kafka, pensar desde una dialéctica entre alguien que gana y alguien que pierde una lucha, o en otros términos: entre un vencedor, el amo, el ser para sí; y un perdedor, el esclavo, el ser para otro, que deberá preferir vivir como siervo a morir en libertad, y en esta asunción, para Hegel, el esclavo está sujeto al mundo natural en la medida en que labora, transformando y adhiriendo conciencia del mundo quizás se presente algo absurda para Kafka. Hegel también dará un valor positivo al trabajo que reconocerá (en abstracto) al esclavo como hombre (por supuesto excluyendo al negrito del Batey), a diferencia del amo que no es un hombre verdadero sino una etapa, porque sólo es reconocido como hombre verdadero por el esclavo, y si esto es confuso, creo que leer a Kojeve, Jean Hyppolite, Althusser o Lacan, este último uno de sus discípulos directos de Kojeve, los confundirá más; mientras creo que Turguénev y Dostoievski explicarán mejor ese sentir que hace funcionar la relación dialéctica: Amo-Esclavo. Kafka no se planteará ya, en pleno inicio del siglo XX, sobre esta relación hegeliana, sino insinuará otra, más sutil, más ambigua, pero ¿de dónde me viene esta idea de que el siglo XX no fue el desarrollo de una dialéctica entre el amo y el esclavo que tanto nos quisieron vender para explicar ciertas políticas o formas de vidas, sino de una relación obsena que se plantea entre el soberbio y el despreciado que inundó todos los procesos vitales del hombre contemporáneo?
Un primer momento me vino al leer unas páginas de la obra: Respiración Artificial de Ricardo Piglia, quizás una de las mejores novelas latinoamericana escritas en el siglo XX, por lo menos para mí. En esta novela podemos leer casi al final: Kafka, el solitario, dice Tardewski, sentado a una mesa del café Arcos, en Praga, febrero de 1910, y enfrente Adolf, el pintor, un Tittorelli falso y casi onírico. Con su estilo, que ahora nosotros conocemos bien, el insignificante y pulguiento pequeñoburgués autríaco que vive semiclandestino en Praga porque es un desertor, ese artista fracasado que se gana la vida pintando tarjetaspostales, desarrolla, frente a quien todavía no es pero ya comienza a ser Franz Kafka, sus sueños gangosos, desmesurados, en los que entrevé su transformación en el Fuhrer, el Jefe, el Amo absoluto de millones de hombres, sirvientes, esclavos, insectos sometidos a su dominio, dice Tardewski. La palabra Ungeziefer, dijo Tardewki, con que los nazis designaría a los detenidos en los campos de concentración, es la misma palabra que usa Kafka para designar eso en que se ha convertido Gregorio Samsa una mañana, al despertar. La utopía atroz de un mundo convertido en una inmensa colonia penitenciaria, de eso le habla Adolf, el desertor insignificante y grotesco, a Franz Kafka, que lo sabe oír, en las mesas del café Arcos, en Praga, a fines de 1909. Y Kafka le cree. Piensa que es posible que los proyectos imposibles y atroces de ese hombrecito ridículo y famélico lleguen a cumplirse y que el mundo se transforme en eso que las palabras estaban construyendo: el castillo de la Orden y la cruz gamada, la máquina del mal que graba su mensaje en la carne de las víctimas. ¿No supo él oír la voz abominable de la historia? El genio de Kafka reside en haber comprendido que si esas palabras podían ser dichas, entonces podían ser realizadas. Pienso que Piglia resume parte de esa relación, que en principio, parece una explicación que se amarra con discresión a la dialéctica hegeliana entre le amo y el esclavo: Hitler será el amo y los demás esclavos, pero no creo que sea así de simple, al estar Kafka oyendo a Hitler, oyendo a Josefina la ratoncinta cantante, una distancia crítica debe aparecer; si juntamos las imágenes hallamos a un Hitler soberbio y a un Kafka que siente cómo lo anulan. La soberbia es una pasión que consiste en exigir a los otros despreciarse a sí mismo en comparación con el soberbio. La soberbia engendra la insolencia y de aquí deriva la tiranía, donde los otros, lo distinto, deben parecerse al tirano o tienen que desaparecer, para posteriormente permitir la tarea de todo tiranos, que entre atrocidades, busca hacer un futuro mejor para todos. Hitler, Stalin, Mao Zedong, Pol Pot, decidieron rehacer el mundo, crear al hombre nuevo dentro de una visión particular y edulcorada de sociedad feliz. La fascinación que ejercieron sobre sus fieles sólo puede explicarse por su capacidad de despertar poderosas pasiones, y una de estas es la seguridad de conseguir lo imposible, de romper los límites; pero plantearse los imposibles como Faustos, es descubrir una de las características del poder: destacar la afirmación de sí mismo y la factibilidad de anulación de los otros, es decir, el circulo completo de la dialéctica Soberbia-Despreciado: Kafka anulándose; Hitle afirmándose.
Un segundo momento fueron las relecturas de los cuentos de Kafka, pero no de su obra más disfundidas: La Metamorfosis, Josefina, la cantora, o el pueblo de los ratones, Informe para una Academia, Un Artista del hambre, En la colonia penintenciaria; relatos que han sido analizados por filósofos, políticos y escritores, sino de su narrativa breve, brevísima. Hay que destacar que Kafka fue un gran escritor de minicuentos como: Marco Denevi, Jorge Luis Borges, Oswaldo Trejo, Julio Cortázar, Juan José Arreola y Augusto Monterroso, entre otros, aunque fue el guatemalteco quien apuntó la fama de los minicuentos con su escrito: Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí. (Un día le traduje a Mi Amiga Japonesa el minicuento de Monterroso, fue uno de mis primeros ejercicios de traducción: 男が目を覚ますと、ディノサウルスがまだそこにいた). Las particularidades de los escritores breves también fua analizado por Monterroso que explicó: el escritor de brevedad nada anhela más en el mundo que escribir interminablemente largos textos, largos textos en que la imaginación tenga que trabajar. Franz Kafka definitivamente escribía sin pausas, largas jornadas nocturnas donde su imaginación le mostraba, reiteradamente, una particular relación dialéctica: Soberbio-Despreciado. De la obra de Kafka heredamos 83 cuentos de los cuales 36 son minicuentos, entendiendo por minicuentos, en el caso de Kafka, aquellos que no pasan de una página en la edición Cuentos completos de la editorial Valdemar, minicuentos que discurren entre anécdotas y acciones sugeridas, narrado con precisión y cierta economía de lenguaje.


Creo que el primer minicuento de Kafka que leí, bajo los parámetros dados fue El Buitre, cuento que era el que daba el título a una edición de los cuentos de Kafka que publicó la editorial Siruela bajo la dirección de Jorge Luis Borges. En este minicuento, el protagonista es totalmente despreciado por el buitre, que le devora los pies, y cuando la victima trata de desprenderse de su agonía por medio de la ayuda de un desconocido: es eliminado por el buitre. Según Deleuze y Guattari en su obra: Kafka por una literatura menor, la riqueza de la fauna con la que nos encontramos en los cuentos kafkiano, ...consiste precisamente en hacer el movimiento, trazar la línea de fuga en todo su positividad, traspasar un umbral, alcanzar un continuo de intensidad que no valen ya sino por sí mismas, encontrar un mundo de intensidad puras en donde se deshacen todas las formas, y todas las significaciones, significantes y significados, para que pueda aparecer una materia no formada, flujo desterritorializado, signo asignificante. Sabiendo entonces que, según Deleuze y Guattari, los animales marcan desterritorializaciones de mitos, de arquetipos, de significados para corresponderse con unas relaciones donde la intensidad de la expresión sin formas debe acontecer, me parece por lo tanto, y bajo la lupa teórica y mi libre interpretación, que el sentir del soberbio territorializa la voz, las acciones y el pensamiento de los animales, desde Josefina la ratona que no canta, que silba, pero que no sólo quiere admiración, sino que la admiren del modo en que ella lo desea, la admiración a secas no le interesa para nada; hasta el simio de Informe a una academia, donde explica que No me seducía imitar a los humanos, los imitaba porque buscaba una salida y por ninguna otra razón. Esta relación entre el soberbio y el despreciado está marcada en los minicuentos por la imposibilidad de salir de esta relación dialéctica, es decir, no hay una etapa de superación, de hecho no hay etapa, hay desasociego, desesperanza, no hay salidas, la tensión del minicuento no lo permite. En el relato breve: Un comentario nos trasmite ese sentimiento, de la no superación, de desvalorizar cualquier emprendimiento que dentro de la filosofía hegeliana, positivista y marxistas se vanagloriaba para llegar al espíritu absoluto, a la felicidad o al comunismo; en Kafka lo absoluto es la inmovilidad, así en este minicuento apreciamos este situación cuando el personaje se percata de la diferencia horaria, de su retraso y de su inseguridad preguntará a un policía, a un representante de la ley el camino a seguir. La ley no explica sino ejecuta, de aquí que sea el castigo la única forma de saber la culpa en las obras de Kafka; cuando el desesperado pregunta al policía por el camino a seguir, el hombre del orden sólo le responde: !renuncia! Así detallamos cómo la ley en realidad es el deseo presente, la justicia no es moral, no indica comportamiento, la ley no es justa, sólo actúa, por lo que sólo el deseo se junta a estos dispositivos disciplinarios para engendra la máquina de deseo, el automatismo cuya única opción es renunciar. Abandonar el camino, no seguir, percibir la posibilidad de no llegar, de la facilidad de perder objetivos, esperanzas, a aprender a despreciar(se) las capacidades de los individuo, esta dialéctica Soberbio-Despreciado siempre está presente en la obra de Kafka. En otro minicuento titulado Érase una  vez un juego de paciencia... leemos la descripción de un juego de paciencia, o aquella tabla de madera con caminos surcados por donde debemos guiar una bolita hasta introducirla en un hoyo. En algún momento el narrador nos comenta el acontecer de una bolita que: ya se la atormentaba bastante durante el juego con los caminos y que, por consiguiente, tenía derecho a descansar en la zona libre de ellos. Salirse del camino, estar estático será una de las presentaciones de los personajes que se desprecian; aunque podríamos ver quizás cierto acto de resistencia a la tiranía que el destino quiere imponer, de las políticas que nos constriñe, de los discursos de los soberbios. Lo genial de Kafka, entre otras cosas, es que tiene una conciencia de la inutilidad de las metas, de las fastuosidades del ego, de las miradas fáusticas de poder; a vecer los escritos breves de Kafka parecen  ser unos koan 公案 aquellas frases extraídas de un maestro budista o de un sutra así un brece relato se transforma fácilmente en koan como La partida: Ordené que sacaran a mi caballo del establo. El criado no me entendió. Yo mismo fui al establo, ensillé al caballo y me monté. Oí cómo sonaba una trompeta en la lejanía, le pregunté qué significaba aquello. Él no sabía nada, no había oído nada. Me detuvo en la puerta y me pregunto: -¿Hacia dónde se dirige, amo? -No lo sé -le respondí-, pero lejos de aquí, ante todo lejos de aquí, siempre lejos de aquí, sólo así podré alcanzar mi meta. -¿Entonces conoce su meta? -preguntó. -Sí, respondí-, ya te lo he dicho, "lejos de aquí", ésa es mi meta. -Pero no lleva reservas de comida -dijo. -No las necesito -dije yo-, el viaje es tan largo que moriré de hambre si no consigo algo en el camino. Ninguna reserva de comida me puede salvar. Por suerte se trata de un viaje realmente exorbitante. Cada estudiante budista sacaría una innumerable series de reflexiones, y por supuesto, algunos estudiantes de la obra de Hegel también. Este minicuento-koan, presenta además un aderezo, una explícita relación Amo-Esclavo que se rompe literalmente, como se romperá en el siglo XX las relaciones entre los coches y los caballos. Los minicuentos de Kafka nos transmiten todo ese sentir entre los soberbios y los despreciados que inundó de campos de concentración la geografía del siglo XX, que sostuvieron a dictadores latinoamericanos que se limitaban a celebrar sus gracias, que aplaudieron a millonarios que destruían naciones, y a políticos que se divertían desarticulando la Historia; pero también en los minicuentos de Kafka donde se desarrollan todas estas relaciones dialécticas entre el Soberbio-Despreciado, nos anuncia sutilmente sobre las ilusiones que sostienen toda relación dialéctica, así en el cuento más breve de Kafka Los Árboles y en su particular punto de vista desde el cual narra La verdad sobre Sancho Panza nos advierte sobre ello, sobre aquello circunstancial que se necesita para mantener esta particular dialéctica pero también: cómo desactivarla.



sábado, 7 de junio de 2014

BORGMAN - DOMINGO DE CINE (4)


Película: BORGMAN (2013)
País: HOLANDA
Título original: BORGMAN
Director: Alex Van Warmerdan
Actores: Jan Bijvoet, Hadewych Minis, Jeroen Perceval
Sinopsis: La película se centra en la presentación de la historia de un: ¿vagabundo?, ¿íncubo?, ¿criminal?, ¿loco?, ¿vampiro?, ¿sátiro?, ¿asesino?, ¿demonio?, ¿psicópata? ¿granuja? o todos aquellos adjetivos que podemos utilizar para calificar a una figura excepcional, no humana o demasiado humana, no clara, no satisfecha y que tiene el nombre de Camiel Borgman. Será este personaje singular que nos envolverá en una ficción cuya estructura lógica entre las premisas y las conclusiones no son evidentes o válidas. Borgman aparece desde el subsuelo para ingresar dentro de un núcleo de familia de clase burguesa conformada por Marina y Richard, sus tres hijos y una joven nana. A lo largo de la película apreciamos la decadencia de algunos valores teologales y cardinales del ser humano: prudencia, fe, fortaleza, caridad, esperanza, justicia; mientras apreciamos cómo Borgman con su comparsa diabólica en stricto sensu, se introduce en los laberintos de las fortalezas psicológicas de la familia, de las personas, para mostrarnos lo endeble de sus paredes. Podemos resumir esta película como una dialéctica entre las pasiones y los vicios; por lo que al final del filme habremos presenciado un catálogo de acciones intrascendentes, maldades, ironías, desfaces lógicos, iras, sentimientos de culpas: todo salpimentado con humor negro.

Pensar la película. Esta película logra en el espectador dos posturas: a) una grata satisfacción visual, estética e intelectual; b) un aburrimiento sin fin. Trataré explicar ambos procedimientos. 
Desde el comienzo la película nos introduce en un mundo de símbolos. Tres hombre: un cazador, un ¿artesano? y un sacerdote, comienzan la persecución de un ¿vampiro? Pero no, no es un vampiro tradicional, ni tiene poderes extraordinarios, ni se desvanece a la luz del sol, además usa móvil para comunicarse con otros ¿colegas? Estas tres personas que rastrean a este peculiar hombre: raro, desgarbado y sucio, sin aparente causa, será nuestro protagonista principal: Borgman. Éste se les escapará, llegará a una zona residencial y una vez salvado de sus captores, Borgman comenzará a tocar las puertas de algunas residencias con la excusa de que le den un permiso para tomar un baño. Lo intenta dos veces, en la primera es rechazado ipso facto, en la segunda Borgman desarrolla un juego psicológico con los residentes que será la pareja conformada por Marina y Richard. Borgman muestra unas capacidades de observación e intuición desde las cuales "descubre" ciertas características psicológicas de los personajes, así halla rápidamente el vicio del esposo: los celos; pero palelamente la virtud de la mujer: la caridad. El filme nos mostrará a Borgman ingresando por los diversos escondrijos del hogar, de la psique y de los sueños sin explicaciones ni porqué. Para alguien que le gusta buscar la quinta pata del gato, estos primeros minutos -o toda la película-, es un juego de simbolismos, de retórica estética, de filosofía; que estimulan ciertos intelectos así como a aquellos obsesos por encontrar sentidos a las cosas y especialmente a los guiones de las películas. Borgman está sucio, origen de la contaminación del mal frente a la pureza de la santidad, viene del subsuelo, de lo demoníaco, del hades; posteriormente se introduce en los intersticios de una pareja sólida de clase económica alta para desmontar los andamios podridos de ideologías y fe que los sostienen, así todo se presenta falsos: la felicidad familiar, la fidelidad de la pareja, el soporte económico, el sentido de los hijos, del estar en el mundo, del buen vivir. Hacia el final de la película, Borgman concluirá su incursión con un teatro en el que participará su comparsa; terminado así de mostrar una pasión que nace de la ebullición de la consciencia y no de la voluntad como algunos pensadores acotan. La película Borgman es pasión inmaculada que se contrasta con aquellos arrebatos que se adiestran, que se alimentan y que se guardan en forma de vicios. La película es un ópera sobre las pasiones y los vicios que son nuestros motores de vida, pero el director los redimensiona usando ciertos matices: antropológicos, míticos y eróticos. Las personas que aceptan esta película como genial son aquellas que poseen la pulsión del entender, del comprender, del explicar lo que les rodea, este público se presentan como detectives frente a una escena criminal y buscan los orígenes racionales de los actos, más que deleitarse con el acto en sí. Éste tipo de espectador posiblemente sean personas obsesionadas por el conocimiento, más que por los sentimientos, lo que les hace que las paredes monocromáticas del entendimiento sean más apreciadas que las iridiscentes paredes de las emociones.
Desde el comienzo, la película presenta una serie de acciones sin sentido que se rellenan con acertijos, así como la exposición de delirios resguardados dentro de una escenográfia donde aparecen figuras grises, como vagabundos o criminales, coleándose en una casa de personas acaudaladas, pero ingenuas. No hay colores: ni rojo del cine gore, ni amarillo de humor coreano, ni negro de la venganza. La película enfatiza, como por magia, el deterioro de la calidad de vida de los personajes a través de acciones absurdas que no hilan relaciones claras entre los porqué y los para qué. Hay juegos de cámaras que aburren, que no nos dicen nada así como abundancia de imágenes que saturan ideas y construcción de personalidades increíbles; para que al final el espectador se quede en un mar de preguntas como: ¿por qué se queda Borgman al final con los niños? Sí, la película posee estas cualidades grises para muchas personas, propias del mundo pasional pero no del ámbito colorido de las emociones. La película no entusiasma, no hace llorar ni reír, no hay sangre que nos espante, ni tampoco injusticias que nos entristezca, no hay iluminación sobre el porqué de las acciones, no hay satisfacciones y para mucho es una película perecedera porque es un historia plana de emociones, aunque la ira y el odio aparecen dentro de una constante de violencia, pero sutilmente, brevemente, como elementos necesarios para quitar un poco el tedio. Este tipo de películas son aburridas para un público que entienden que el cine es un espacio íntimo donde se debe realizar kátharsis, y si bien en los escritos de Aristóteles no explica qué es kátharsis, sólo lo relaciona necesariamente con la tragedia, de aquí tesis y tesis al respecto, podemos vislumbrar la kátharsis como un procedimiento en la cual una situación emergente, permite al espectador sentir como propias acciones sorprendentes, causales de temor y compasión; y que hace del teatro: teatro; y del cine: cine, y definitivamente Borgman no las produce. 
Podemos concluir varias cosas de la película, más allá de si es buena o mala, más allás de su producción, estética y fin(es). Podemos pensar que Van Warmerdan juega a que cada espectador vea lo que quiera ver en su obra; en ese sentido, es una excelente producción con un guión original, donde se presentan las luchas entre el bien contra el mal, las batallas entre las pasiones contra los vicios -donde hay muchas malinterpretaciones-, de la ridiculización de mundo capitalista así como de precisar profundas críticas a la sociedad burguesa; pero también el filme nos puede mostrar una cantidad de imágenes sin sentido, sin emociones, que no llenarían algunas salas de cine y que podría rellenar algunos blogs con argumentos que catapulten este filme como: malo, aburrido, sin sentido. Pienso que al final todo quedará en la óptica del espectador; pero yo, lamentablemente uso gafas. 

Trailer de la película: ¿escoger entre pasión o emoción?