lunes, 9 de abril de 2018

NO HAY FUTURO EN VENEZUELA... TAMPOCO EN JAPÓN

Serie: Casas Muertas, tomadas en Japón. "Casas Muertas 1"
Leer cualquier información actualmente sobre Venezuela es percatarse de la desaparición de la noción de "futuro". Todos dicen que hay que cambiar la política o antipolítica que se ejerce en Venezuela para avisorar un "futuro". Leo un artículo del quien fuera uno de mis profesores de filosofía; José Rafael Herrera titulado: Excogitandus. Allí comenta el "momento morboso", que define Gramsci, como una etapa que está entre lo viejo que no termina de morir y lo nuevo que no termina de nacer. Este "momento morboso" lo configura con la aceptación de una normalidad "morbosa" donde se percibe los pathos de angustia, de indignidad, e irrespeto, como cotidianos, como habitual, como familiar. Hacer colas por un mendrugo de pan o una bolsa de comida, esperar medicinas, atención médica, dignidad, esperanzas, todo esto se ha vuelto normal, aceptado, suficiente. Las personas se transforman en zombis, se masifican a partir de una razón suficiente que les indica una metodología de superviviencia, se agarran de ideologías como verdades para no caer definitivamente con los escombros del país, maldiciendo esos momentos, saben que el "futuro" se desvanece y no logran verlo, de ahí la virtud teologal de la esperanza, que como virtud sólo le pertence a unos pocos, pero también la falta de pericia para reinventar el futuro desde juicios estéticos.
"Casas Muertas 2"
Veo a los japoneses en sus burbujas de cotidianidad, hay hikikomori que no salen de sus casas por décadas, ciento de jóvenes entre veinte y cuarenta años que hacen su vida una rutina donde todo lo ajeno asusta. Leo la preocupación del gobierno japonés porque la población está mermando. Japón se ha vuelto un país de viejos. Yo vivo en el pueblo Hioki en la provincia de Kagoshima, lo que me enseña todo los días el Japón rural, lejos de las luces y gustos efímeros carnavalescos que rodean las grandes ciudades, a los frikis, a una perfección cultural que posee cientos de grietas, por aquí también pareciera que no hay futuro. Cuando voy al supermercado casi siempre soy uno de los más jóvenes que hace compras, y las cajeras, muchas de la cuales son jóvenes que se han quedado en el pueblo para cuidar a sus viejos padres, ellas repiten la rutina de cobrarme con la misma eficiencia, con el mismo saludo, con las mismas poses (ya son cuatro años iguales, sin síntomas de ningún cambio, de saludo, eficiencia o pose). Casi todas las personas que me rodean pasan de sesenta años, hacen compras con bastones, con sillas de ruedas automáticas, hago largos paseos entre las montañas y la playa donde no veo a nadie, el futuro de Japón parece una sentencia heideggeriana: "sein zum tod". En el pueblo donde vivo, hasta 1986 había tren, de las cuatro escuelas primarias han cerrado tres. La población de Hioki a principios del siglo XX era de unos 180.000 habitantes, ahora son 50.320, se espera que para el 2050 sea unas 29.111 personas, no sé si seré una de esas que queden, lo cierto es que hay unas docientas cincuenta casas abandonadas y cada vez que paso frente a algunas de ellas, me recuerdo de Casas muertas, el libro del venezolano Miguel Otero Silva, paseo por el pueblo Ortiz, haciendo un álbum de fotografía de "Casas Muertas", pero con historias de samuraís y campesinos de arrozales, repitiendo eternamente los mismo gestos, los mismos miedos, las mismas sorpresas; una fotocopia de país sin criterios ni juicios estéticos para un futuro.
"Casas Muertas 3"
El problema del "futuro" es que implica una mirada a algo que no existe, pero que necesitamos imaginar para ajustar los sentidos del mundo por los cuales nos movemos diariamente. Una de las herencias de planificar el futuro proviene de la Ilustración, donde se nos daba a entender que a partir del uso de nuestros conocimientos podríamos organizar el porvenir, inclusive construirlo, quitando algo el azar que mantenía el concepto de Dios o de ciertas teologías en nuestras vidas. La Ilustración permitió la Revolución Francesa, la Industralización en los países protestantes, la creación de imperios y los esquemas de modernidad que aún hoy nos guían y que proyectaron el mundo desde el siglo XIX hasta nuestra época, con guerras y tecnologías incluidas.
"Casas Muertas 4"
Esa modernidad que escarba el pathos de los venezolanos y la cotidianidad de los japoneses, que nos indica una razón desde la cual lograremos construir un mundo mejor, merma diariamente. El morbo normal que afecta a los venezolanos y el aislamiento emocional y repetitivo que mantienen conductas en la sociedad japonesa no es otra cosa que la desaparición de la promesa de modernidad, de los esquemas heredados del capitalismo, del imaginario de un mundo mejor, pero al decir, no hay futuro, qué es lo que en fondo pensamos: visualizar distopías y ciberpunk como única opción o quizás, no poder imaginar un mundo mejor o no poder preveer esquemas que no nos ayuden a vivir en algún tipo de libertad económica o digital.  Si decimos no hay futuro, pensamos en la resignación como principal elemento, pero, en otro giro de tuerca, quizás resistimos y nos negamos a los modelos de futuro provenientes de la modernidad, de la Ilustración, de modelos que nos quieren imponer, modelo de "futuro" que nos quieren vender, con la imposibilidad de pensar lo que podemos ser en el futuro, hacia adelante, sin encajar en lo que a otros le conviene lo que seamos. Pensar que no hay "futuro" es pensar en los cúmulos de fracasos que se han acumuludado en los militantes revolucionarios de cambiar el mundo, en los emprendedores burgueses de crear empresas, del trabajador sindicalizado que busca mantener el trabajo, de los estudiante que buscará una forma de salir de la pobreza. En el "futuro" todo se vuelve tramposo, parece que la única lucha es desde el dolor, desde la violencia corporal, de espectáculo, de evitar los modelos, de luchar pero no desde una milicia o armamento, sino quizás desde el arte, No hay futuro no significa que no haya "futuro", sino sobre los futuros que se nos quiere imponer. Hay que repensar sobre cómo seguir.
"Casas Muertas 5"
Es posible que una de las pocas maneras de repensar el futuro sea con el arte, con la educación estética, pero no entendida como una lista de artistas y obras como se tiende a hacer en los institutos y que fui víctima estudiando las diferencias entre iglesias románicas y góticas, ha sabiendas que en Venezuela ese proceso no existió, luego de no saber que la diferencia radica en el arco ojival y así aplazar un examen en mi juventud; solo, ya con más de treinta años, pude apreciarla y conocer in situ todas esas diferencias, en un viaje por Europa. Desarrollar una Educación Estética haciendo énfasis a ejercitar los Juicios Estéticos, creo que es un trasfondo para las resistencias a la insulsez de críticas que nos rodea y apostar por algún tipo de futuro fragmentado por la merma de los modelos de la modernidad, evitando los modelos "felices" que las sociedades nos tratan de imponer. Podríamos observar a lo largo de la historia cómo se ha tramado dicha dinámica, así hallamos los planteamientos de los juicios estéticos como respuestas a los años revolucionarios de la Francia de 1789; hallamos a un Friedrich Schiller que trata de sobrepasar a una Ilustración cuya monovisión en sustentarse dentro de una totalidad a partir de una razón y una voluntad, trajo luego como consecuencia a un Robespierre y un período de terror (similares casos desde entonces, pasando por Stalin, Mao, Hoxha, Ceausescu, Castro...  hasta Chávez en Venezuela, donde una razón y una voluntad tratan de imponerse eliminando así cualquier juego democrático).
"Casas Muertas 6"
El juicio estético evalúa desde una "irracionalidad" lo racional de cualquier revolución, el arte siempre es apresado por las revoluciones, por los modelos racionales de las economías capitalistas, por las ideologías y las morales de moda, lo que en el fondo, constriñen al individuo en sus capacidades lúdicas, creativas, democráticas. Vincular a la imaginación con el entendimiento ante lo dado, frente a experiencias, es un modelo humano para elaborar sentidos, por lo que en vez de establecer algún sentido dentro de marcos con intereses económicos o incrustar explicaciones dentro de racionalidades socavadas de moral y éticas o establecer voluntades enlazadas a una verdad de principios que funge como ideologías, el sentido derivado de los juicios estético solo busca acuerdos, asombros, duda, reflexión. El juicio estético busca lo absurdo, aquello que definía Camus como el silencio con el que el mundo responde cuando se le pregunta por su sentido, porque el mundo carece de sentido según Camus, todos aquellos que hallamos ha sido creado para satisfacer una u otra necesidad derivadas de miedos, ignorancias, que nos hacen sumamente humanos. Hay que mantener el juicio estético como una interface con la belleza que presenta la perplejidad de los sentidos, mantener descorciertos que nos lleven a medir las experiencias como insuficientes; de ahí que para la construcción de nuevos sentidos se trate de hallar acuerdos, cortejar al otro.
"Casas Muertas 7"
Los juicios estéticos nacen a finales del siglo XVIII, para Kant estos juicios estéticos se presentan pasivos, universales y sin finalidad, para Schiller implica una acción, una tarea de participar en un proceso de creación y cuyos resultados son el arte, que a su vez dinamiza la vida y profundiza la democracia. Para Schiller se necesita la imaginación para lograr nuevos acuerdos, para hallar nuevas alternativas a modelos o programas de vidas ideologizadas. Habermans, fiel lector de Schiller, comenta que el arte es un laboratorio que nos lleva a vivir mejor, sin necesidad de tildar de conceptos como: felicidad, riqueza, amor, Dios, Patria. El arte y el juicio estético tienen la tarea de reconciliar las contradiciones, de modificar las formas de vida, de congeniar los diversos grupos que coexisten en un territorio. Para Schiller la producción de arte es una manera de salir de la dicotomia entre la razón impersonal y el deseo personalizado, desmontando al salvaje que es esclavo de su naturaleza personal y al bárbaro ejecutor despiadado de los ejercicios de la razón, teniendo como resultado la libertad, para Schiller la libertad es un resultado del juego y no un principio de acción.
"Casas Muertas 8"
Las crisis políticas, la falta de futuro en Venezuela, Japón y problabemente en todo el mundo, puede radicar en el abandono de las artes entendida no como negocio o acción social sino como posibilidad personal, como propuesta argumentativa. El arte comercial y/o ideológico, así como la política, se esfuman en la cotidianeidad de nuestro tiempo, no hay "futuro" porque progresivamente se nos arrebata la imanación, los juicios estéticos, los criterios de la belleza. La democracia necesita de las humanidades, del arte, de las contradicciones. La democracia dependen del juicio libre donde se practique el juicio estético. El juego, el arte inspiran nuevas practicas, sus problemas no aseguran resultados, sino continuidad para descubrir, hallar, plantear. Para Schiller la política es el mas elevado género artístico y su no práctica elimina el "futuro". Lo tendencioso en el arte es oponerse a la belleza en su diversidad. El mal político es aquel que apuesta a ideaologias, que moldear las mentes sin acuerdos o consideración a los demás. En Venezuela, una ideología ha estado eliminando los encuentros de sentidos que nos dan la libertad para vivir, las dictaduras se alimentan de la tristeza para subsistir, la belleza del régimen se centran en una serie de kitsch derivados del poder. En Japón el hábito debora los trabajos creativos, la masificación comercial limita los criterios, los juicios estéticos se reducen a expresiones como kawaii, y millones de personas leen cientos de manga cuyos argumentos siempre son los mismos siete u ocho que se han planteado. El arte existe para recuperar la sensación de estar vivo aunque las sociedades como la japonesa la muestre como una pérdida de tiempo si no lleva consecuencias económicas, olvidando que hacer arte se requiere desinterés, de no encadenarse a conceptos establecidos y subyugadores o vincularse al pensamiento literal del quien siempre tiene razón. El arte en Venezuela sencillamente está censurado e ideologizado porque las dictaduras censuran el arte como un axioma matemático necesario para sustentar el poder y promueven aquellos que los engrandece.
"Casas Muertas 9"
"Futuro" es una palabra que necesita arte, de Juicios Estéticos que no se limiten en decir kawaii, o en decir que una película es lenta o un libro es aburrido. Los jóvenes no ven "futuro" porque nuestra generación de docentes y políticos no les enseñaron juicios estéticos sino meros juicios pragmáticos para "sobrevivir" en una sociedad que le presenta una sola forma de felicidad: la felicidad del más apto para la insensibilidad, del más vivo o aquel que desarrolla la inescrupulosidad para hacerse adinerado o el más osado para declarar la verdad sobre la tierra, y a veces, sobre el universo, complentado todo estos juicios pragmáticos con razones y voluntades enquistados en el siglo XVIII.