martes, 16 de julio de 2013

LOS UKIYO-E DE SUZUKI HARUNOBU

Lo eterno femenino en la obra de Suzuki Harunobu
Siempre he sido un hombre débil, no tengo esa voluntad de hierro para negar el placer, trato de equilibrar mis gustos con mi salud, pero una de mis debilidades insoportables es comprar libros. He tenido bibliotecas y he tenido que abandonarlas para ser un poco más libre, he robado libros, donado libros, regalado libros. Siempre he tenido un libro en mis viajes, y no sé por qué, no es por un acto de ser culto, es que una noche descubrí que era la forma más sencilla de pasar el tiempo, de soñar, de imaginar, de visualizar, y así seguí y sigo. Estos días he comprado un libro de estampas o Ukiyo-e『浮世絵』realizadas en la época Edo por un artista llamado Suzuki Harunobu『鈴木春信』que me cautivó. Los grabados japoneses cautiva a todos aquellos que se acercan a la cultura japonesa o caminan por algunas zonas dedicadas a los turistas donde se consiguen estampas de la vida japonesa "antigua" o estos famosos Ukiyo-e, arte que es clasificado como "pinturas del mundo flotante". Cuando leí esa traducción de este estilo por primera vez me pareció extraña, ¿mundo flotante?, ¿está por los aires? y ¿por qué necesariamente traducen『うき・浮き』como flotante? Los kanji tienen sus vueltas, como la mayoría de los ideogramas chinos, si observamos otras palabras con el kanji『浮』podemos deducir otros significados, así la palabra: Ukigumu『うきぐむ・浮雲』podemos ver cómo adquiere el significante de errante, ya que la palabra se traduce como: nube errante. Así que más que representar un mundo flotante, el mundo pasó a ser errante a través de los Ukiyo-e, pero ¿quienes erraban por aquel mundo? 
Una burguesía sin poder,
natural mecenas de las artes y los placeres
Este término comenzó durante el período Edo, dentro de un sistema feudal que tenía a toda la sociedad dentro de estructuras sólidas e inamovibles (quizás, "sutilmente" se mantenga todavía esa rigidez y sus perversiones derivadas) y entre esas clases estaba los Chō-nin『町人・ちょうにん』quienes representaban a los comerciantes, pero esta clase al ser "parásita" no poseían ningún tipo de fuerza política e inclusive era la más baja de las categorías sociales, algo que nos cuesta imaginar dentro de nuestro mundo burgués y capitalista, pero así era el Japón de la época Edo. Los ricos comerciantes no tenían voz ni votos, así que derivaron todas sus frustraciones en desarrollar y mantener los placeres, la estética, la lujuria, la embriaguez, precisamente en este mundo que yerra. Así la burguesía japonesa creó y perfeccionó una estética de la espera del placer más que del consumo del placer mismo, los mercaderes tenían tiempo, dinero y fueron los mecenas del innumerables espectáculos de kabuki, pero también de prostíbulos donde geisha entretenían a esta clase social hasta el hartazgo y por supuesto, siempre habían diversos tipos de artista merodeando a los comerciantes, entre ellos dibujantes y pintores. Fue a petición de los ricos mercaderes que estos artistas dedicaron parte sus talentos en pintar escenas de teatro, actores y por supuesto, infinitos caprichos eróticos que adelantaban una espera de placer. De esta simbiosis se desarrolló las estampas eróticas dentro de los Ukiyo-e, y donde nombres como: Katsushika Hokusai葛飾 北斎』o Kitagawa Utamaru喜多川 歌麿』 fueron homenajeados en Occidente por medio de unos libros que prepararon los hermanos Goncourt, y sin olvidar a Utagawa Hiroshige歌川広重』del cual el mexicano José Juan Tablado realizó un libro. 
Cuando llegaban los occidentales a principios
del siglo XX, pensaban encontrar escenas
parecidas en Japón, y todos, desde Loti hasta 

Gómez Carrillo escribieron sus decepciones
Los libros de los hermanos Goncourt: Outamaro Hokusai, así como el de Tablada: Hiroshigué fueron puntas de un iceberg que mostró el arte del grabado japonés que interesó a muchos artistas, desde Picasso hasta Verdi, quienes admiraron y coleccionaron Ukiyo-e. Y aunque muchos piensa que era un arte popular en el Japón del período Edo, lo cierto es que eran unas pinturas irreverentes que  contrastaban con las pinturas aceptadas por la clase militar o los samurái. La mayoría de los dibujos y estampas de Suzuki Harunobu son recreaciones sobre la belleza femenina japonesa, así como su sexualidad e ilustraciones con matices pornográficos. Los grabados siempre muestran los blancos rostros con ojos delgados como un hilo, bocas pequeñas como pétalos de flores de cerezo, aparentemente inexpresiva e indolente, ocultando una pasión insaciable (¿estoy describiendo a Mi Amiga Japonesa?), pero pintar lo femenino era un acto contestatario, porque la mujer había sido restringida en sus actividades en la sociedad feudal por la filosofía moral del Confucionismo, y además un erotismo donde sólo el acto sexual se muestra como placer en si mismo, implicaba un vicio, ya que los vicios se asocian, en el Confucionismo, con los actos egoístas, así la búsqueda del placer individual por medio de la pornografía, constituía un reto a la mentalidad japonesa, limitada rígidamente por la filosofía confuciana que censuraba el vicio y especialmente su divulgación, ya que para Confucio: "Quien divulga las acciones viciosas de sus semejantes construye su propia ruina". 
La mujer, mito y leyenda en la obra de
Suzuki Harunobu
La actitud de mostrar el acto amoroso de una manera ligera, relajada, casi burlona, llamó poderosamente la atención a los occidentales, porque sencillamente no se aprecia el pecado como una "aura" dentro de la estampa; los Ukiyo-e de Suzuki Harunobu no presentan propuestas moralistas o éticas, sencillamente presentan el placer con algunos elementos "curiosos" que aún subsisten en la pornografía y el erotismo japonés contemporáneo, en otras palabras, no vemos lineas o rasgos de prohibiciones evidentes, como se nos enseña a ver la pornografía en Occidente. Pienso que gran parte del morbo, son herencias de los Otros, así los más morbosos, los más fetichistas, son los que censuran. Siempre me acuerdo que una vez leí el famoso Código Hays, sobre la censura en las películas que propuso el congresista William H. Hays, y que se aplicó desde 1936 hasta 1968, más de treinta años donde un código decía lo púdico y lo impúdico, y entre estas distinciones hay dos que siempre me llamaron la atención. 1) Todo alusión al sistema capilar femenino está prohibido, incluida las axilas. 2) La exhibición del ombligo también. ¿Las axilas, el ombligo, qué morbo hay? o sencillamente yo no lo veo y definitivamente no me excita un ombligo o una axila. ¿Quienes siente una perturbación por ver una axila o un ombligo? ¿quiénes eran los reales fetichistas? Lo cierto es que luego leí que William H. Hays se excitaba viendo axilas y ombligos, así de sencillo es la deducción lógica, Hays censuraba sus propios fetiches. Por lo que la censura nace por el morbo de los Otros. Si Hays se hubiera excitado con los pies o los zapatos, las películas de Luis Buñuel hubieran sido quemadas. En algunas escenas de sus películas como Él, especialmente en el momento del lavatorio de los pies y Tristana, en el momento en que coloca sobre la pierna ortopédica la ropa íntima, hubieran sido insoportables para Hays, eyacularía, por lo que definitivamente hubieran sido prohibidas a todo lo ancho y largo de los EE.UU. Toda una generación de norteamericanos aprendieron que las axilas, el ombligo y el sistema capilar contienen maldad, son elementos satánicos, peligros, ¿será este morbo de Hays el que generó que en los años noventa, la industria pornográfica comenzaran a rasurar todo los vellos púbicos de hombres y mujeres, todos los excesos de pelos que no estuvieran contenidos en una cabellera? Ahora podemos reír y apreciar ombligos junto a sistemas capilares perversos. De ver ombligos en Japón es extraño, no sé si los tentáculos de Hays fueron imitados en las normativas de decencia de Japón, así ver a una japonesa su ombligo por la calle es muy raro, ellas saben que son sus piernas el eje de su sexualidad y que pueden potenciarlo con un rostro atractivo, así que el ombligo, generalmente pasan por alto, nadie pregunta su existencia, otra curiosidad es que las japonesas no poseen un sistema capilar corporal abundante, poseen poco vello, y el vello púbico no se lo rasuran normalmente, no por un sistema de censuras, sino por un principio lógico femenino japonés: el vello púbico es el signo de que son mujeres y no niñas.   
La sexualidad, lo normal, lo confortable
Así que he buscado otros pintores de la época en que los hermanos Goncourt y Tablada mostraban las estampas japonesas por el mundo, y casualmente conseguí el libro del grabador y dibujante que estamos comentando, y parece que no es tan popular, o es poco conocido, por lo menos en la voz de Wikipedia de Ukiyo-e no aparece, quizás porque la mayoría de sus estampas son fácilmente censurables y de etiquetarlas como "pornográfico", aunque sinceramente yo no veo nada pornográfico en las obras de Suzuki Harunobu. Le pregunté a Mi Amiga Japonesa, quizás yo sea demasiado tolerante a las artes y el pensamiento, pero ella tampoco ve nada pornográfico en las estampas, ¿será por eso que nos llevamos tan bien? Así que algunas noches recientemente me dedico a ver con calma los dibujos, a veces solo, a veces con ella, aunque es más fácil detallar y disfrutar las líneas, los temas y los colores de las estampas sin ella. Cuando Mi Amiga Japonesa las ve conmigo, siempre aparece un juego después de ver una página, en el fondo lo "porno" o estos dibujos eróticos nos propicia a liberar las interpretaciones sesudas sobre el placer y el cuerpo. 
Dando masajes en una terma, todos juntos, hombres, mujeres y un
 niño riéndose del enorme falo del japonés
El libro muestra tres puntos esenciales. Primero vemos que las mujeres siempre están vestidas, las escenas donde ellas están desnudas se asocian con las termas, con los baños, pero no con el sexo, las mujeres siempre las vemos vestidas con ropas de colores e insinuación de aromas; y pensamos que es así en parte porque cuando los dos cuerpos japoneses los retrata Suzuki, no hay diferencias tangibles que separen el cuerpo femenino del masculino, claro el pene marca la diferencia, pero a veces según la perspectiva no; como podemos ver en la estampa de arriba, donde una mujer recibe en su cuello un masaje de un hombre, sin el detalle del falo no nos es fácil decir quien es el hombre y quien es la mujer. Así y partiendo de las estampas de Suzuki, los actos eróticos sexuales en la época Edo implicaba hacer el amor con un lienzo de carne, colores y seda; me imagino que debe ser algo parecido cuando una mujer se coloca una prenda íntima sexy, pero para el Japón de la época Edo, los kimonos, así como sus complicadas elaboraciones y usos seguramente otorgaban un grado de fetiche que la pornografía moderna japonesa a devaluado, aunque en los club pornográficos de Japón se consigue cualquier forma de fetiche, inclusive colecciones de mujeres haciendo el amor con kimono, es decir, los fetiches se mantienen.
Ver acciones sexuales, el escudriñar entres las puertas móviles
el ver sin ser visto, el placer del voyeurismo 『窃視症』un fetiche
muy extendido por el país del Sol Naciente y en el mundo 
Un segundo tema que se repite en las obras de Suzuki es el voyeurismo, las osadías del mirón que busca obtener un placer sexual por medio de lo que ve, por lo que concibe su visión, por la angustia de ser atrapado en la acción censurada. Quizás el voyeurismo sea el más común de los fetiches en la historia de la humanidad, y por supuestos es ampliamente documentada en los Ukiyo-e de Suzuki Harunobu. Vemos en el libro varias escenas amatorias donde de repente aparece una pequeña cabeza que se asoma entre los paneles corredizos. El mirón observa a través de las puertas, de las cerraduras, de las ventanas, desde sitios impensables y durante el tiempo que dura la visión, su fantasía rellena todos los segmentos de su libido, perdurando más allá de instante. 
Lo que describe el máximo placer del voyeurista  es que sea descubierto,
de aquí radica su máxima excitación, así  que una vez expuesto,
como en esta estampa pierde el placer, se transforma en un ser
inferior, servicial, ayudante de cámara.
El voyeurismo está presente desde el principio de las civilizaciones, desde los orígenes de las representaciones de la figura humana, que sintetizaba el objeto deseado y así, aplazar el deseo. El voyeurismo como fetiche se enmarca perfectamente en los contextos pornos que explotan lo que está del otro lado de nuestros límites, de nuestros poderes o capacidades de acción y que además nos es extraño e inexplicable. Lo curioso es que en un mundo globalizado hay ventanas para todo, y así descubrimos a muchos voyeuristas viendo pornografía en trenes, en el trabajo, en el móvil mientras esperan el autobús, yo he tenido la curiosa experiencia de haberme sentado en un tren en Japón y el hombre a mi lado babeaba frente a una mangas pornográfica; y claro, yo entiendo que uno de los placeres del voyeurismo es estar contemplando algo prohibido, ilícito y ser capturados, Quién capturará al hombre leyendo mangas pornográfica en el tren ¿su jefe?, ¿un amigo? 
El máximo placer para el voyeurista es ser agarrado in fraganti
Cientos de las obras de Suzuki juega con el ver y el ser descubierto, incluso introduciéndose en la cama del amante con el esposo dormido. Este tipo de fetiche quizás sea uno de los más populares que se realizan en la actualidad en el cine pornográfico japonés, es decir, hay cientos de películas donde las integrantes femeninas generalmente son acosadas y controladas sexualmente, mientras su pareja duerme, y mientras hacen el acto amatorio, ambos amantes buscan controlar sus gestos y gritos para no ser descubiertos. Pensamos que es una variante del vouyerista, quizás el más "peligroso" pero también el más popular dentro del erotismo japonés y que como vemos en las estampas de Suzuki, eran un deseo constante de realizar. Si bien el voyeurismo se presenta en la obra de Suzuki, las escenas como tal están abiertas, pareciera que no escondieran nada, el placer del Otro es sencillamente un placer carnal, aprobado y sin pecados concebidos, las escenas no parecieran encerrar cuestionamientos morales como se observan en las escenas de algunos filmes occidentales, sencillamente son escenas del acto amatorio, sin recodos ni penitencias. Entre las varias estampas donde el Otro ve hay una que me despierta mucha curiosidad.
¿Padre(s) enseñando la sensualidad a su hijo? o ¿Enano recreando un
ménage á trois ?
En la estampa de al lado, observamos una curiosa escena. Pareciera que el padre o el hermano enseña al niño cómo tener placer sexual. Asumimos que es una familia porque son los responsables de los niños. Hay una presentación morbosa de lo prohibido incestuoso o lo que se conoce en la industria pornográfica como Family Taboo, y que curiosamente se realiza cientos de películas pornográficas en Japón con este tema. Explotada hasta el infinito en la actualidad,  estaba presente en la época Edo. Un tercer tema son los enormes penes que dibuja el artista para mostrar la vitalidad del hombre, la fertilidad, ¿el poder? El pene se mantiene como centro de las composiciones eróticas en las obras de Suzuki Harunobu, y por supuesto, aquí están ratificados uno de los mitos de la masculinidad: el tamaño. Japón, así como miles de culturas falocéntricas, el pene debe ser mostrado en su exuberancia y grandeza o por lo menos metafóricamente exagerado; lo curioso de los miles de filmes pornográficos que se realizan en Japón, es que hay una prohibición explícita de mostrar el pene y la vagina, una ley de "decencia pública" prohibe la exhibición de los órganos sexuales, por lo que siempre aparecen pixelados, no se ve la penetración. En las pornos japoneses aparecen un vacío a ser llenado, quizás para mantener un imaginario, y así proteger al pene y evitar su ridiculizaciones. Pero en la época Edo, el dibujo exponía el imaginario, lo armaba fuera de los contextos de realidades o fisiológicos que el video no puede evitar.  
Los gruesos y grandes penes centra la obra de Suzuki el mito
de la fertilidad, de la vitalidad, del dominio, del macho
Es por esto que la película de Oshima Nagisa El imperio de los sentidos『愛のコリーダ』se tuvo que terminar en Francia, y además sólo pudo entrar en los circuitos de cine con una clasificación de película pornográfica que la transformaba en un filme burdo, sucio, sin clase, por lo que le generó perdidas y un aura de fracaso momentáneo al gran director japonés, y que le hizo comentar que la censura convertía en sucia su película limpia. Y sí, pensamos que hay algo de ese axioma en toda censura, transforma lo limpio en sucio. Algo curioso con la ley de "decencia pública" en Japón, es que aún, en pleno auge del siglo XXI, la película Oshima está prohibida, conseguirla en el país del Sol Naciente es imposible, ni siquiera en los clubs pornos, no está pixelada. 
Así lo interesante de los Ukiyo-e es que nos enseña que no existen miradas inocentes, que no hay miradas que no modifiquen con su presencia aquello que mira, como las miradas que yo hago, como las miradas que me hacen. 





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