lunes, 10 de octubre de 2016

MINICUENTOS II (ANÉCDOTAS QUE ME CUENTO MIENTRAS COCINO)

Título: Hombre de 1938
El Organista Profano, un Himno de Odio
“HITLER”. Eso era todo lo que decía la lápida que fotografié en la parte más alejada del cementerio de Guayaquil, las demás partes de la piedra estaban erosionada. Nadie pudo explicarme con certeza la historia en los días siguientes, las fábulas volaban y conjuraban que Adolf Hitler había escapado y llegado a Suramérica y esa tumba era una prueba. Todos pensaron que se había ido a Argentina… pero… ¿Guayaquil?, con este calor y humedad. En la exposición que hice en el museo Nahim Isaias sobre los cementerios de Ecuador, un anciano reconoció la foto y me explicó que en aquel nicho reposaba los restos de un tal Adolf Hitler Pereira, hijo natural de Socorro Pereira, que fue vecina de él cuando era niño. Había nacido por el año de 1939 y lo recordaba con seguridad porque su vecina recogía periódicos y revistas por toda Guayaquil para hallar un digno nombre para su hijo. Fue así que encontró el nombre del presidente de la gran nación Alemana; alguien le leyó sobre sus triunfos, de su postulación al premio Nobel y como el año anterior había sido presentado por la revista TIME como el hombre del año aunque no estaba su foto sino un dibujo simpático; doña Socorro consiguió otra revista TIME vieja pero donde aparecía aquel gran hombre en la portada; su pose energica y decidida le dio la seguridad que necesitaba, se imaginó cosas porque era analfabeta como todos los que por aquella calle vivían. 
21 de diciembre de 1931
Doña Socorro pensó que podía elaborar un sino apropiado para su vástago, por lo que le colocó el nombre de tal excelso presidente; al final el anciano bromeaba de que había jugado a las canicas con Hitler. Luego de la información del anciano busqué rastros sobre la vida de Adolf Hitler Pereira, sólo quedan datos en la municipalidad: de su casamiento, divorcio y la venta de una casa, así como algunas personas que me relataron anécdotas de su trabajo como afilador de cuchillos ambulante. Pocos recuerdan a Hitler, de este ser que transcurrió su vida entre cuchillos afilados y las riberas del río Guayas, alejándose de las falsas famas que enloquecen a las madres soberbias.