sábado, 9 de marzo de 2024

YASUHIRO CUENTA UN CUENTO OCURRIDO EN UN PACHINKO

Yasuhiro no necesitaba a nadie, había aprendido a ser una persona que no fastidiara a nadie, que no fuera víctima de nadie y que nadie le recriminara, pero una vez hubo alguien. Siempre ha querido olvidar a ese alguien que luego de años tratando de negar su existencia ya no recordaba si era hombre o mujer, ni su edad, ni su estatura, solo le costaba olvidar su aroma. Era un aroma que al principio parece placentero, como sí echaran todos los jugos cítricos en un vaso y le colocaran sal marina que al deshacerse hacía maravillas y luego como toda maravilla se fragmentaba. Por eso Yasuhiro evitaba ir a la playa y comer mandarinas, sabía que esos aromas ocultaban una verdad que esquivaba, porque descubrió que las verdades no se ocultan, se esquivan y para él fue fácil cuando entro por primera vez en un pachinko y descubrió otra forma de vivir, entre sonidos atronadores y luces estroboscópicas. Solo necesitaba de vez en cuanto tomar un cigarrillo y salir a la calle a ver si aún había oscuridad por los bulevares donde los pachinkos resplandecen. Era tanto el placer que solo podía entristecerse cuando a las nueve de la mañana veía cerca de aquellos centros de desmemorias, cola de amantes de los olvidos frente a las puertas de aquellos panchikos para entrar, él varias veces al año lo hizo, especialmente los fines de semanas, colas tan largas que daban vuelta al edificio, a la cuadra, al centro comercial, a la estación de trenes. Yasuhiro poco a poco dejaba su tiempo libre en manos de unas bolitas que caían a toda velocidad por una serie de trampas que debía evitar, pero que casi era imposible, aunque una vez lo logró. Feliz fue a reclamar su premio y le dieron un ticket dorado. Al llegar al lugar de intercambios de premios había cajetillas de cigarros y chiclets para entretenerse, pero le parecía poco por los casi dos años que necesitó para adquirir aquel ticket dorado, por lo que le preguntó al encargado si aparte de cigarrillos o chiclets podía escoger algo más, el encargado lo miró con cierta picaresca, lo invitó a pasar a un depósito continuo de donde él estaba. Entró y consiguió colecciones de bragas y brasieres envueltas en bolsas de plásticos que aseguraban aromas anónimos. El encargado le aseguró que casi todos los ganadores cambiaban sus tickets dorados por alguna prenda o por un objeto exclusivo. Yasuhiro pidió ver los objetos exclusivos y halló unos trozos de yeso el cual el encargado aseguró que eran réplicas de las vulvas de las actrices pornos consagradas y de las debutantes cuyas fotos podía verse al reverso de las peculiares piezas con sus hanko, (印鑑), asegurando así su legitimidad. Yasuhiro no pensó y le preguntó al encargado si tenía bragas usadas por mujeres mayores, el encargado sacó una caja y con curiosidad Yasuhiro buscó hasta encontrar el rostro de aquella que deseaba olvidar.

domingo, 11 de febrero de 2024

OTRO CUENTO DE YASUHIRO

A ella le gustaba ir a ese bar, era uno pequeño de aquellos ideales para tomarse un par de cervezas y comer algo de pollo frito, allí siempre la atendía Kuniko, una mujer que siempre le hablaba de los años en que vivió en Bolivia, de niña, mientras su padre hacía negocios de minerías, para traer cobre a Japón y luego ella vino para hacer lo que hace toda mujer japonesa: casarse, tener tres hijos como lo había hecho la madre Kuniko para finalmente ver pasar el tiempo y hacer un negocio cuando los hijos se van de la casa, como también lo había hecho la madre de Kuniko al abrir un restaurante de ramen en la vieja casa de la familia que ya no existe, porque cuando las mujeres descubren con la edad que empiezan a tener mucho tiempo libre y poco dinero para pagarse caprichos pues ideas de sobrevivencias comienzan, ideas que también desaparecerán. Así que junto a su esposo y luego de que él se cansara de ser un chupatintas, abrieron un bar y por nostalgias lingüísticas Kuniko lo llamó: Amigos. Allí una noche luego de una jornada de ocho horas atendiendo a mujeres viejas que se quejaban de que sus cuerpos ya no era como antes, conoció ella a Yasuhiro tomando unas cervezas, la causa de conocerse es como ocurre en todo pequeño bar, estar lleno y sentarse al lado de un desconocido. Todos saben en Japón que luego de estar sentado al lado de alguien en un bar comenzará algún tipo de conversación que generalmente empieza con una pregunta laboral: ¿en qué trabajas? a partir de ahí, de la respuesta, la conversación puede ser más animada o simplemente callarse ambos hasta que cierre el bar. Yasuhiro preguntó y luego comenzaron a hablar de comida, de manga, de musica, hasta que al final Yasuhiro le comentó entre risa y terminando un vaso de cerveza que podían hacer el amor sin problemas porque él desde los dieciocho años de había hecho la vasectomía. Argumentó que no quería tener hijos, que no quería que sus novias tomaran hormonas, que el preservativo siempre corta lo natural y si en algún momento se quiere hacer una familia se puede adoptar hijos o en última instancia un perro, y lo más importante de aquella decisión es que sabía que ninguna mujer lo engañaría. Ella sintió algo que no podía precisar. Al igual que Yasuhiro, en algún momento no quizo tener un bebé, pero no podía decirle que a los diecisiete años abortó yendo a una clínica con una amiga luego de que su primer amor consiguió ingresar a una universidad en Tokyo y ella se tuvo que quedar en el pueblo, un año viviendo en tristeza para luego estudiar enfermería y desde entonces cuidar a ancianos que cada vez se reproducía como hongos por el pueblo que cada vez lo olía más roñoso. Ella había tomado esa elección porque la realidad económica siempre es fáctica para evaluar la felicidad de un hijo o por lo menos así nos han enseñado en estas últimas décadas, pero no perdía la esperanza de algún día tener uno, de formar una familia, de ver crecer su propia carne con la esperanza de que sea algo distinto a ella, pero Yasuhiro fue tajante: no quería tener un hijos, y a ella le recordó cómo ese argumento aumentaba teniendo de fondo todo horizonte macroeconómico como límite, por lo que si no tenía dinero, buen empleo o abolengo, no tiene sentido traer hijos al mundo porque sufrirán, como si sufrir no fuera parte vital de la vida, como ella concluyó luego de años oyendo los cuentos de sus ancianos clientes que tenía, de aquellos que sufrieron hambre en la guerra o accidentes en sus trabajos, de haber tenido cientos de crisis nerviosas por las carestías o por las enfermedades que siempre los rodeaban y en especial de recordar a aquellos seres queridos que al final se suicidaron para no dejar huellas en este mundo. Ella seguía su reflexionas solitaria mientras Yasuhiro pidió otra cerveza y finalizó su argumentos explicando que esa decisión le dio libertad y quizás tener una perspectiva eficiente de acabar con la humanidad. Desde esa reunión ella no volvió más al bar de Kuniko, tiene un miedo extraño porque siente que puede descubrir verdades que nadie quiere develar. 

sábado, 3 de febrero de 2024

Decencia Pública de un Ángel... no es un cuento cualquiera.


Hoy 3 de febrero de 2024 me encuentro con la noticia de que fue detenido por la Guardia Nacional de Venezuela un ángel que se tomaba fotos frente a la basílica de la Chinita en Maracaibo. En principio me pareció una hazaña teológica, propio de Santo Tomás que ya había explicado entre sus doctas reflexiones que la diferencia entre Dios, un ángel y el hombre es que el hombre es la suma de existencia + sustancia + materia, mientras los ángeles es una sumatoria de existencia + sustancia, por lo que Dios es pura existencia, y he aquí lo interesante que unos teólogos usando uniformes represivos y armas largas, lograron por primera vez en la historia atrapar la materialización de un ángel. Pensé que por eso lo detuvieron, por mostrar un milagro a la Nación que lleva décadas esperando uno, como detener la inflación, dejar de que los llenen a través de los medios de comunicación de basura ideológicas, o que por lo menos su trabajo de beneficios, pero no, el milagro fue la detención de un ángel.  

Luego precisan los medios informativos que era un joven modelo vestido con ropa muy ajustada y con unas alas falsas que se tomaba fotos frente a la basílica para su portafolio y que horrorizó a los transeúntes mayoritariamente católico aunque no sepan que es una bula papal, en otro día infernal en esa ciudad donde el sudor aflora fácilmente así como las arrecheras. Según las palabras del ángel a quien le hacían fotos artísticas, usó los argumentos cansados para explicar su aparición frente a la iglesia porque es un ser libre y expresar lo que somos no es un pecado y finaliza sus argumentos explicando que vive en un país homofóbico y tercermundista y haciendo una frase su firma: "deja vivir y guárdate tu moral". Lo que nos muestra que el ángel lleva la misma ideología individualista e irresponsable que vende el consumismo; bien sobre las mesas del capitalismo, bien sobre las camas de los progres. 

Los teólogos de la Guardia Nacional le explicaron al ángel su error al aparecer así al materializarse en un lugar que para hacerlo debe solicitar permiso, ya que hay normativas de la alcaldía que exige que para realizar su aparición en lugares religiosos y sagrados debe tener los permisos correspondiente, y el ángel al no saber la burocracia del mismo país donde dice que vive, quizás por ser tercermundista, quizás porque todos guardan su moral para exigirla a los otros cuando se siente guapos y apoyados, pues fue arrestado. Pero cuál era el cargo, ¿no pedir permiso?, pues el mismo solo es una multa y no encarcelamiento, pues haber violado el articulo 536 del Código Civil de Venezuela que dice:

Artículo 536. Cualquiera que se haya presentado en público de un modo indecente, o que con palabras, cantos, gestos, señas y otros actos impropios ofenda la decencia pública será penado con arresto hasta por un mes o multas de diez a trescientas unidades tributarias

Así nuestro ángel es posible que por lo menos pase un tiempo encerrado, quizás una noche, quizás una semana mientras los miembros de los clubs homoeróticos se rebelan, mostrando que el trabajo de teología de la Guardia Nacional es falso y apostata. Pero yo me quedo pensando, no sobre la libertad de expresión que es un renglón que cuela en esta materialización angelical, sino sobre la represión por decoro, por decencia pública, quizás... ¿porque era un homosexual declarado el quien se hacía las fotos?, ¿y si hubiera sido una mujer de aquellas que aspiran a ser reinas de bellezas y esposas de chavistas, hubiera ofendido la decencia pública? Mucho acusan a que los visitantes a la iglesia eran familias con niños y los niños tuvieron que ver ese ángel, quizás un poco erotizado, quizás un poco sacado de la fantasía general de un ángel con bata y asexuado como lo ha representado la tradición pictórica.

Me pregunto: ¿qué es decencia pública en un país que desde hace más de cuarenta años perdió sus referentes entre golpe de Estado, Caracazos, miserias, pobrezas, gente emigrando, malandros, con políticos que son indecentes en palabra, obra y opinión, oyendo y viendo a seguidores mediáticos que aúpan criterios embrutecedores y delincuentes con carnet para porta arma, uniforme y sancionar según con el pie con que pisaron la realidad ¿el izquierdo o el derecho? ¿Cuál es la decencia pública? Seguirá teniendo su sentido etimológico del latín decentia que implica lo que es "algo con cualidades apropiadas" por lo que la personas eran decentes en la medida en que se apropiaba de aquellos que los hacían ciudadanos. Los Venezolanos cada día son ciudadanos vacíos de contenidos y reflexión pues han aceptado que lo "apropiado" para ellos es lo que infunda más beneficios individuales maltratando todo aquello que se presenta como público y de todo aquello que pueda contaminar sus hedonismos y no hay peor contaminante que la expresión de la sexualidad las cuales no puedan controlar o comprar. La expresión sexual como ocurre en el reggaetón y como lo fue el swing a principios del siglo XX y que fue prohibido en la Alemania Nazis por verlo como un baile demasiado inmoral, indecente, erótico, igual como fiscal nacional Terek William Saab ve el reggaetón y cientos de críticos con moral sublime; así que el problema de la materialización del ángel no fue la materia que uso, sino la sexualidad que insinuó y que no es propia para formar a los machos de la República por lo que por una razón obvia atenta al decoro de todos aquellos que llevan uniformes y opiniones digeridas, a las mujeres que se operan las tetas que sobresalen bajo las togas de abogadas, de presentadoras de televisión o de primeras combatientes y a los jóvenes que piensan que son bendecidos por su único y exclusivo Dios por eso sueñan en futuros lujos y en caso de que mueran volarán alto como los zamuros.   


sábado, 27 de enero de 2024

LA ABACEA DE LAS EPISTOLAS DE CAÍN

Esta obra es la continuación de una proyecto que he titulado: Razonamientos Dialécticos. el primer tomo pueden leer su reseña aquí. Para lo que lo han leído ya conocerán que es una historia cuya pregunta principal es qué es la normalidad o lo "normal", que en líneas generales es lo que se espera, es decir, es normal que de un árbol de manzano tenga manzanas y no naranjas, pero nuestra civilización juega con este concepto según ciertos valores, morales y antojos, por lo que desarrollé un personaje que era acusado de caprichoso y él no entendía por qué hacía las cosas que hacía, hasta que descubrió que era un autista de alto rendimiento y desde entonces, ya con más de cuarenta años supo que también era "normal". En esta segunda obra hay dos temas que se entrecruzan, por un lado reflexiones sobre el Poder tratando de dar respuestas a ¿qué es el poder?, pregunta que va imbricándose página tras página, un poder que nace desde los orígenes más miserables de nuestra psique para desarrollarse en lugares que siempre se nos han vendido como paradisíaco, cuando en el fondo son infiernos dantescos; el segundo tema es la felicidad, idea que desde Aristóteles hemos tratado de entender, a veces como una meta, a veces como el resumen de una buena vida y mayoritariamente como un sentido profundo para obrar en nuestra existencia, siendo quizás la palabra más manoseada en el lenguaje español y cuyo síntesis la realizan miles de publicidades y sonrisas que buscan nuestra atención, aquella atención que ya los griegos advertían de que si la perdíamos, pues dejábamos de cultivar nuestras potencialidades trayendo como resultado una irremediable mediocridad que nos marcará de por vida. 
Esta novela muestra en su primera parte, la vida de una familia, una de las tantas familias latinoamericanas que nacen sin herencias, sin abolengos, sin historias y cómo a través de unas generaciones muestran todas las enfermedades mentales que podemos abrigar por nuestra actividades en lograr poder para sobrevivir frente a las demás desheredadas familias, sádicos amigos y amores divinos, todo dentro del anonimato que se desarrolla en regiones donde la modernidad aún no arriba. Estos primeros capítulos la obra se desarrolla en lo mas profundo de la selva Colombia y Venezolana, en aquellos rincones donde los ríos son los verdaderos límites del conocimientos y la fe la única seguridad que distingue a un hombre de un animal. 
La novela continúa con una segunda parte donde el arte, especialmente el cine y la fotografía aparecen como alternativa a la fe, porque como se explica en algún lugar la novela, lo que tiene en común la teoría fotográfica de Barthes con una teología, es que la foto desde la cual Barthes realiza sus observaciones teóricas, nadie la ha visto, como ocurre con toda las teologías que se han elaborado desde un Dios ausente de cualquier percepción, estas lineas se entrecruzan constantemente mostrando como la fe, que en un principio nos domina dando una normalidad a nuestras vida, lentamente se escuece, se rompe, nos pica y es en ese momento donde nos adentramos en otros fideísmos donde Dios no será el objeto a reflexionar sino el laberinto donde sentimos que nos instala. 
Luego la protagonista, como cientos de protagonistas, da un giro, que como todo giro no siempre es claro porque normalmente los giros que hacemos en nuestras vidas lo hacemos por miedo, bien porque nos alcanza, bien porque queremos enfrentarlos, y ella busca una manera de enfrentarse con sus miedos, que la llevará a radicarse en Barcelona, donde se le sumará a sus reflexiones las propias que derivan de sus experiencias como emigrante que, como a millones de personas la procesará de una manera particular. 
La ultima parte es un discurso sobre la educación y el cine, como fórmulas para comprendernos, así como enumerar cómo el séptimo arte invade todas nuestras perspectivas del mundo, desde sus posibles sentidos hasta el amor, para llegar al final a tener todas las piezas de un rompecabezas, porque creo que en el fondo esta obra está compuesto por piezas de un particular rompecabezas que algunos lectores observarán y algunos podrán desean unir muchas de sus piezas que en principio no tiene una relación entre sí, pero sobreexpuestas darán una imagen, quizás una imagen engañosa de la felicidad, quizás otra imagen que el autor no halla visualizado y que el lector la poseerá. 

viernes, 5 de enero de 2024

UN CUENTO DE YASUHIRO


 Esta es una de las tantas historias de Yasuhiro que podemos hallar en la comisaría. Yo busco estas historias porque las comisarías de mi pueblo es donde menos nos podríamos imaginar que existieran tales aventuras. Así que leí un archivo fechado un día de agosto cuando una mujer con pasaporte español se presentó a este departamento policial explicando lo sucedido. Ella había llegado al país para hacer unos cursos de japonés con la idea posteriormente de estudiar un posgrado, quería estudiar cine japonés ya que es muy fan de las mangas y de la producción de estudios Ghibli, de hecho en su móvil todos sus fotos de presentación eran avatares de heroínas de algunas de las películas de Hayao Miyazaki. Esperando practicar su japonés y quizás lograr tener amistad con algunos nipones, decidió usar redes sociales para el encuentro de parejas, bien para pasar un rato comiendo una hamburguesa, bien para ingresar a un erotismo exótico, lleno de quejidos en otras lenguas y orgasmos políglotas. Así que no pasó mucho tiempo cuando conoció a Yasuhiro2000. Le dio un match tímido, y él aceptó presentándose como un una persona que era capaz de llevarla a las partes más intrínsecas de la cultura japonesa. Cuando le mostró las fotos de Yasuhiro2000 a sus amigas de la península, muchas se quedaron con la boca abiertas, su rostro de actor de películas coreanas, su cuerpo alto y contorneado de cuadritos abdominales, su mirada inteligente que escondía secretos de culturas milenarias. Parecía que aquella española se había sacado el gordo de Navidad en pleno verano. Al conocerlo le pareció un personaje de manga, incluso tenía el pelo lleno de gelatina que lo elevaba cual un Elvis Presley Oriental caminando por los callejones de Osaka. Lo primero que le quiso enseñar Yasuhiro2000 a su invitada fue la típica comida japonesa, no suchis que pueden comprar en cualquier tienda de España gerenciadas por taiwaneses, sino aquel alimento que solo lo más  tradicionales conocen y no se venden allende de la isla. Ella apreció aquel gesto y llegaron a un restaurantes que olía a todos los olores dulzones que la salsa de soya pudiera recrear, ella estaba feliz, y él como un gran conocedor de kanji y de fonética japonesa comenzó a pedir platos inmensos que a su vez dentro de los mismos, traía otros platos pequeños, como si fuera un rompecabezas gastronómico que ella descubría en aquella primera cita, bebieron el mejor sale de arroz del centro de Japón, oyó durante unas horas su historia de ser un joven japonés normal que tiene sus aficiones tradicionales, dentro de una familia estándar compuesta de padres heterosexuales y hermanos, a la vez que estudia una carrera universitaria clásica del siglo XXI como es economía y cuyas metas estaban en un futuro en manejar fondos financieros. Ella le habló de Oviedo, del frío y la humedad, de sus padres divorciados, de Pérez Galdós, de sus estudios de arte y el por qué se pintaba el pelo de azul, de su hermana no binaria y de su hermano que pensaba cambiarse su nombre de José Antonio a Estrella de Mar, pero que no era homosexual ni nada al respecto, sino que se sentía una mujer en los onomásticos, en el uso de perfumes, en la degustación de sidra. Yasuhiro reía y ella abría más sus ojos castaños que a veces eran tapados por hilos azules de su cabellera celeste. Luego leemos el final del informe donde ella comenta que Yasuhiro le dijo que iría el baño antes de salir y caminar cerca de Dotombori para ver los puentes, las tiendas de magas y quizás ir a un café que él conoce y pueda haber un "carajillo" o aquel café con licor del que ella le habló. Pero luego de unos diez minutos y no aparecer ella se preocupó, lo fue a buscar y no lo encontró, con su poco japonés trató de explicar al personal del restaurante lo que había sucedido. Ellos solo le explicaron que aquel hombre con gelatina en su cabellera se había ido, que ella tenía que pagar la cuenta que pasaba de los 300 dólares y que no tenía en ese momento aquel dinero, por lo que el dueño del restaurante llamó a la policía. Al llegar cordialmente la policía le pidió que la acompañaran a la comisaría pero al tratar de salir del restaurante, en la entrada donde todos colocan sus zapatos para no dañar el tatami del restaurante, pues no halló el de su pie izquierdo, por más que lo buscó no lo encontró, por lo que tuvo que ir en zapatos de papel del restaurante a la comisaría para descubrir que ella era otra víctima de Yasuhiro, aquel simpático y normal japonés que tenía varias denuncias por contactar a extranjeras, llevarlas a restaurantes donde se debe descalzar obligatoriamente y desaparecer con un zapato de su víctima, casi siempre el izquierdo.  Ellas le preguntó a la policía  por qué no lo habían detenido si tantas veces había hecho lo mismo. La policía la miró con incredulidad para explicarle cómo aquel sujeto no había quebrantado ninguna ley, a lo que ella cuestionó que por lo menos aquellos actos eran inmorales, pero la policía no pudo entender aquella simple traducción que trataba de hacer aquella mujer con su cabellera teñida de azul.