sábado, 29 de septiembre de 2012

DÉCIMA SEGUNDA PÁGINA

Muchos me preguntan sobre mi elección el 7 de Agosto
creo que aquí en el Comic City Spark de Tokio estará,
sé que será difícil seleccionar un comic, pero es mi elección.
Ha pasado un año desde que comencé este blog-diario, un año donde continúo dudando. Un año donde tuve la oportunidad de ir a dos países que no conocía: Austria y Hungría. Pienso que ha sido un buen año de experiencias, de ideas, achaques y de bloguero. Pero este mes de Octubre veré, comiendo cotufas, lo que pasará en Venezuela. El 7 de este mes, "Venezuela cambiará", vox populi. No sé porque siento que nada cambiará, aunque todo cambie, me siento como el príncipe de Salina de la novela Il Gattopardo y me provoca decir: "Se vogliamo che tutto rimanga com'è, bisogna che tutto cambi". Desde mis primeras memorias políticas, veo a un Luis Herrera diciendo que hereda un país hipotecado y lo cambiará, luego la imagen bonchona del nefasto Lusinchi y su publicidad por la televisión donde constante trataba de enseñarnos los cambios de Venezuela hacia un primer mundo a través de las cosas que se producían: "Hecho en Venezuela", posteriormente oír al pueblo mismo alabar a Carlos Andrés Pérez y sus cambios mesiánicos, por lo que fue nuevamente "coronado" en el Teresa Carreño, "muerto" políticamente en el Caracazo, "sepultado" en su casa de La Ahumada por malversación del fondos, y "resucitado" como diputado en las elecciones de 1998, sin olvidar los gobiernos geriátricos de Velasquez y Caldera, quienes con sus visiones de estar dando una clase de historia de Venezuela, trataron de cambiar la historia misma, aunque el resultado fue realmente el quiebre del país. Obviamente en las elecciones de 1998, y contra todas las apuestas de los politólogos, se cometieron los errores más inverosímiles en la historia de una campaña electoral donde concursaron: un vejestorio analfabeto y caudillo "Alfaro", un burgués educado y como tal déspota: "Salas Romer" con 『ö』para los germanófilos, y una miss "Sáez" que ahora cuida a su bebé en Miami lejos de cosas feas e insensatas y por supuesto el macho: "Chávez" !ja, ja, ja! Venezuela no necesitaba caudillos, ni burgueses, ni mises ni meros machos, necesitaba políticos, personas serias e inteligentes que quisieran al país y no cayeran en trampas publicitarias, en la banalidad de medios de comunicación, en los clisés de autoayuda revolucionaria, o en lanzarse en el mar de la codicia sin horizonte, pero entre las opciones, el "macho" fue la opción ganadora sobre la "miss", el "vejetorio" y el "burgués". Catorce años de mero machismo político donde cada, ¿dos argumentos?, corren expresiones como: "yo no tengo miedo, quién dijo miedo", "águila no caza mosca", "rodilla a tierra carajo", "patria socialismo o muerte" (que luego, por una experiencia cercana a la muerte del mero macho, la palabra cayó en desuso y fue sustituida por otra escatológicamente correcta: amor) y así sucesivamente, aunque confieso que esta cultura machista fue callada por unos minutos, cuando Boris Izaguirre dijo de un tal librito llamado: El oráculo del guerrero, que era el libro más gay que había leído en su vida; desde ese día dejó de usarse el libro como recetario de autoayuda. Realmente mi decepción de posibilidad de cambio nació el día en que las elecciones indefinidas para la presidencia y las gobernaciones ganaron el plebiscito, ese día comprendí todo, el futuro de mi país, la estulticia del Venezolano y sus ansias de oportunismos, por eso mi autoexilio, y a veces estas jergas de añoranzas que se me escapan; ese día, 15 de febrero de 2009, descubrí que los venezolanos no queremos cambiar por más cambios que hagamos, transformándose Venezuela en la perfecta metáfora del Il Gattopardo. Queremos cambiar pero todo está igual, las quejas se repiten y todo empeora, no porque la renta petrolera baje o porque tuvimos una guerra con Guyana por el Esequibo y el país quedó devastado, no, empeora porque la carpa de nuestro circo se rasga, se agrieta, y en lugar de arreglarla, nos movemos de los asientos o compramos unas butacas chinas, para no mojarnos con las lluvias o quemarnos por el sol, y seguir disfrutando del circo, es decir, nos negamos a ver las cosas como son. No veo salidas descentes, tampoco la oposición me da ánimo, ni siquiera deseos. Chávez y Capriles me recuerdan a los únicos protagonistas de una película pornográfica filmada con el peor presupuesto de la historia, en el más inimaginable escenario surrealista, donde ellos dejan correr su propia libido en una masturbación mutua, acalorada, sin excitación pero donde un público sin rostro aplauden constantemente, en cada acto de penetración o eyaculación, es decir, una película pornográfica cuyo fin no es la excitación o el orgasmo del Otro, sino los aplausos para comprobar existencias, por eso como toda película porno, la repetición es la constante, aunque las buenas películas para adultos descubrieron la necesidad de sutiles transformaciones para mantener  la excitación del Otro, por eso se cambian las poses, los actores, los escenarios; pero en la "megaporno política venezolana" no existen cambios, son los mismos actores, las mismas poses, los mismos escenarios, es una película sin gestos, sin voz, así una e infinita veces repitiendo las mismas sentencias, las mismas secuencias, las mismas eyaculaciones precoces, en fin, hace años que deje de ver esta "pornografía totalitaria" de todos los días y sus principales promotores: La hojilla y Aló ciudadano. Siento que este es el mes de los discursos pobres, de monumentales actos circenses, de aquellos que gritan que todo es un problema de "valores" o del "imperialismo", cuando ambos gritos y gritos semejantes, me recuerdan aquellos troqueles en las monedas que se desgastan y que usaba Nietzsche como metáfora para pensar la verdad. Nos hemos acostumbrado a ver caer las cosas: los muertos, las infraestructuras, la vida, los acróbatas, Cristobal Colón, los payasos, una y otra vez, y seguramente el 7 de este mes algo caerá nuevamente desde las alturas del circo: una foca, una payaso blanco, un tigre de bengala, pero a mí no me sorprenderá, ni me enfadará, ni lo criticaré, lo que ocurra el 7 de Octubre en Venezuela, nosotros lo hemos preparado en cada elección, en cada plebiscito, en cada herencia que dejamos a nuestras generaciones de Venezolanos, cada vez más a la intemperie, a la mendicidad, a la brutalidad, a vivir en cuevas minadas. ¿Hay soluciones?, siempre hay soluciones, pero el costo que implicaría no será fácil de asimilar por "el pueblo", por "los hijos de papá y mamá", por "los intelectuales", por "el imperialismo", porque implica la eliminación del circo, del bochinche, y esto ya lo intentó Miranda y murió en la Carraca.


Una de mis leyendas urbanas favoritas: "La madrugada del 31 de julio de 1812, cuando despiertan a Miranda para anunciarle que sus propios oficiales lo detienen. Se levanta sereno e impasible; con su mano izquierda alza el brazo en que Soublette lleva una lámpara, para iluminar la triste escena. Contempló a cada uno de los circunstantes y dijo: «Bochinche, bochinche, esta gente no sabe hacer sino bochinche». Más que un gesto de profundo desengaño, era la voz del oráculo que anunciaba los tormentosos anales de nuestra larga desunión civil.
Para tener una idea "visual" de lo que digo les invito a ver estos repetitivos recuerdos.



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