domingo, 28 de febrero de 2016

LA ESTÉTICA ACUOSA DE GONZÁLEZ IÑÁRRITU, TARKOVSKI Y MIYAZAKI


Los filmes de Kurosawa la lluvia está presente, como testigo sin sospecha
Podría haber puesto a estas reflexiones “Estética Líquida”, pero creo que entraría en conflicto con el copyright Zygmunt Bauman, ya que vincula sus principales propuestas con el concepto de sociedad-líquida-moderna. En estas sociedades líquidas  los imperativos de transitoriedad e incertidumbre son las que las caracterizan así como a su producción artística. El gurú de lo líquido desvanece la distinción conceptual entre lo nuevo y lo desechado, y se enfoca en los matices de los verbos «crear» y «destruir» como dos caras de la misma moneda. La obra de arte en estas sociedades líquidas cambia, en base al miedo que proporciona la idea de permanencia. Bauman alude al consumismo como la variable explicativa principal del desarrollo del arte contemporáneo (todo apunta a que el consumismo o capitalismo es algún jinete del apocalipsis sin GPS por lo que aparece como causa y efecto de todos los desastre de la humanidad contemporánea), así nuestro amigo polaco apunta a las exigencias de derrochar y desperdiciar como los pilares estructurales de la sociedad del siglo XXI; y es posible que Bauman observe algo obvio en la dinámica del capitalismo que lo envuelve todo, pero no creo que el arte ceda a esta pretensiones, porque así como sabemos aquella vieja divisa que explica que cada hombre tiene su precio, el arte también, pero mucha veces no es un precio en metálico porque la estética es cínica por naturaleza como lo apuntó en su momento Duchamp y Picabia al poner en duda el horizonte conceptual entre el valor estético de la obra de arte y la funcionalidad de los objetos que forman parte de la rutina diaria. En la era líquido-moderna, los artistas se centran en acontecimientos pasajeros: acontecimientos de los que, de entrada, se sabe que serán efímeros, pareciera que lo efímero triunfa porque es fácil de olvidar y pienso que en la memoria cínica estética se presenta justamente como resistencia a las propuestas líquidas de Bauman. Así una "Estética Acuosa" sería aquella donde la memoria sensorial, donde la acumulación y colección de vivencias se desarrollan en un arte, y donde el tema rodea la idea, y en el caso particular de lo "acuoso" el tema siempre se vincula con el agua, así unas estética acuosa tiene una obvia diferencia con la cualquier estética líquida y por supuesto por cualquier apropiación indebida de los copyright de Bauman. Cómo mostrar esta idea, y la solución la hallé a partir de mis recuerdos fílmicos y de estar viendo las películas candidatas al Oscar 2016. Creo que he logrado idear un corpus de artistas de séptimo arte que logran desde lo acuoso deshacer lo líquido.
Lo acuoso como resistencia al olvido
Viendo la película The Revenant, (2015) dirigida por Alejandro González Inárritu, observo una estética donde lo acuoso toma dimensiones propias. A lo largo de la película observamos el agua en sus diversas manifestaciones presentándose como marco o como puente entre las aventuras y desventuras del cazador y trampero Hugh Glass interpretado por Leonardo Di Caprio (que con esta interpretación logra su evasivo Oscar). Desde los primeros minutos la cámara se desplaza por una especie de ciénaga, el agua abarca todas las opciones en la medida en que se manifiesta en la más sutiles maneras. Podemos ver este fluido vital para la vida como entramado que posibilita atmósferas, conexiones e intercambios narrativos y así será a todo lo largo del filme. Observamos el agua como líquido, como masa que se mueve formando ríos, masa a veces tranquila, a veces violenta, como si en su ir se adapta para proveer verdad sobre el destino de los hombres, traer la justicia ansiada o ajustar la vida en la naturaleza agreste, el agua recorre las planicies desde los glaciales abriendo valles y arrastrando sedimentos, observamos en el filme a cada cruzar de cada meandro una historia, así como al salir de cada rápido del río una realidad, la presencia de lo sublime natural que con tanto afán predicaba Kant se presenta y la recoje González Inárritu a través de tomas cenitales con grandes angulares del paisaje. El agua se muta en formas para mostrar su carácter, el agua gaseosa en la película genera cortinas, neblinas, como paredes impenetrables a los ojos del infiel que se pronuncia en lo intempestivo, detallamos en la bruma el retorno al mito, a los búfalos en su predicar, a la posibilidad de sanación con oraciones y tradiciones, también podemos contemplarlo en sus formas sólida, como bloques de hielo que desde las alturas producen avalanchas para los incautos; la película igualmente nos presenta el agua en su forma más íntima: como nieve que acompañará al protagonista en todas sus fases de recuperación y transmutación. El agua es el principio y el fin estético que presenta González Inárritu en esta película, pero también es cierto que este director no inaugura esta estética, ha habido por lo menos dos directores que se han involucrado con la estética de lo acuoso y que me han dejado una profunda emoción por sus propuestas estética: así el director ruso Andréi Tarkovski y el director japonés Mizaki Hayao son maestro de esta estética acuosa que muchas veces pasa por alto, como toda estética cuyo elementos son cotidianos y la memoria.   
La memoria es protegida por los elementos vitales
En mis años universitarios tuve la suerte de ver todas las películas de Tarkovski, aunque su filmografía se reduce a unas nueve producciones, fue durante un seminario de cultura rusa donde tuve esa oportunidad. Ese semestre fui espoleado, no sólo por el cine "soviético" sino por su literatura clásica, procurándome durante muchos años posteriores acercarme a los grandes escritores rusos a los que dedicaría años de lectura, obteniendo siempre un placer y una fruición sin una explicación clara por aquella devoción hacia la cultura desarrollada en cirílico. El cine de Tarkovski desde que comencé a verlo siempre me resultó un concierto barroco, a veces me perdía en sus argumentos, en sus fines, pero su estética siempre me hundía en reflexiones, una estética acuosa donde la lluvia interpestiva a veces era la gran protagonista. Tarkosvki en todas sus películas usa el elemento del agua de una manera original y quizás pionera, esto siempre me prendió a su cine y propuestas. En Tarkovski el agua está contenida en diversas formas: manantiales, pozos, ríos, océanos, pantanos, lluvia y nieve, y no se limita al espacio exterior, también dentro de los espacios interiores como observamos en su filme Andrei Rublev cuando cae motas de nieve dentro de la iglesia, también hay habitaciones inundadas, jarras y vasos llenos de agua o derramados, cuerpos húmedos como la madre del protagonista en El Espejo que siempre aparece mojada; lo húmedo para Tarkovski será símbolo y sinónimo de la memoria y quizás la escena de Stalke donde la cámara nos lleva por un camino de recuerdos o sueños inundados del starke, podría ser a nivel de narración fílmica una de las epifanía estética de lo acuoso, ya que el agua evita que los recuerdos se vuelvan efímeros. La lluvia en sus películas aparece y desaparece en forma repentina, son como puertas que permiten pasar de una escena a otra, podemos sentir que el director usar lo acuoso como umbral lo que será clave para su estética. Podemos pensar que Tarkovki tiene un ciclo íntimo con el agua, en sus primeras películas el agua tiene un significado de pureza, de bondad, se asocia con la infancia, con la madre, con la belleza; esta simbolización de claridad del agua simboliza la vida, la esperanza, el porvenir; pero curiosamente en sus tres últimas películas (Stalker,  1979; Nostalgia, 1983, Sacrificio 1986), el agua se estanca, se colorea, se compone de objetos, así por ejemplo en Stalker, los protagonistas deben atravesar aguas estancadas para hallar respuestas por las que inician sus viajes a "la zona", en Nostalgia, el agua estancada alude a recuerdos o sueños (¿será por eso que hay una sentencia que dice que nuestras memorias son en el fondo pozos?). En Sacrificio, la tierra se inunda, el agua se une a la tierra y el barro brilla por todo los alrededores de la casa, y es que para Tarkokovski lo complejo del mundo se puede apreciar en la sencillez de una gota de agua, de ahí que su libro Esculpir en el tiempo contantemente use metáforas de sencillez para lograr los mejores logros, el agua será el elemento más sencillo, pero también nos presenta Tarkovski que el agua corroe y muestra el tiempo, un tiempo que siempre hay que esculpir con la memoria acuosa abrasiva que erosiona toda superficie efímera.
Los recurdos infantiles dentro de una estética acuosa se transparenta
Podría decir que González Inárruti es un admirador en secreto de la estética acuosa de Tarkovski, pero también podría ser un fans de las obras de Miyazaki Hayao. Este director japonés célebre mundialmente por obras como Mi vecino Totoro, 1988, Ponyo en el acantilado, 2008, o El viaje de Chihiro, 2001, con la que obtendría el Oscar al mejor filme de animación en la gala del 2002. Miyazaki es sin duda un gran esteta de lo acuoso. Si uno observa toda su filmografía, es cierto que siempre se presentan elementos distintivos que lo obtiene de la tradición mítica japonesa como: particulares criaturas o monstruos; pero también de los cuentos populares para niños, por lo que siempre habrá niños o jóvenes como protagonistas principales junto a hadas, duendes, sabios, así como personajes salidos de la más rica imaginación, igualmente otro elemento que se repite en la obra del japonés son los espacios aéreos, el viento que hace planear aviones, castillos y escobas de bruja, brisa que desordena los sombreros o los peinados, sonidos generado por el aire al pasar por las siembras de arroz o entre bosques de bambúes en las montañas, al final de un atardecer; entre su filme donde la preeminencia de los espacios aéreos están hallamos:  El castillo en el cielo, 1986, Nicky, la aprendiz de bruja, 1989; Porco Rosso, 1992, y su última película, El viento se levanta, 2013, pero aunque el viento sea una de los principales actores y punto de reflexión para una "Estética aerea", es cierto que el mar en el fondo de los artefactos realizando vuelos, completa un ciclo de movimiento que es una firma del director, si bien aparece lo acuoso como un personaje secundario, lo cierto es que el mar, lo líquido conforma el real devenir de lo aéreo. Miyazaki tiene producción donde lo acuoso es el actor principal, donde las lluvias, los lagos, los mares y los ríos así como la neblina y la nieve conforman una particular estética en el recorrido de la historia. Quién no recordará a Totoro bajo la lluvia, el mundo marino de Ponyo, el lago donde vive el dios del bosque Shishigami -dios ciervo, durante el día- Didarabocchi -el caminante nocturno, durante la noche- en la película La Princesa Mononoke, 1997 y especialmente El viaje de Chihiro, quedándonos alucinados observando un tren circulando sobre el mar, personalmente estas imágenes donde lo acuoso se transparenta y permite una dimensión estética de la película sin parangón, así  cuando Chihiro y Kaonashi están sentados en el tren, creo que podemos presenciar esta estética acuosa mostrándose en toda su resistencia.  Los elementos acuosos se presentan así dentro de la firma del director japonés, y especialmente en El viaje de Chihiro, película que se desarrolla en una casa de agua o termas, y uno de los personajes que va a purificarse es precisamente el dios de las aguas, como para rizar el rizo de la estética acuosa. 
Todo viaje es un pasar de umbrales naturales donde lo acuoso es frontera
Obviamente habrá cientos de directores y películas donde lo acuoso se presenta como elemento estético en sus obras, algunas paradigmáticas como la lluvia constante que está en la mayoría de los filmes de Kurosawa, pero también formas de estética acuosa artificiales, como I´m singing in the rain de 1952 donde la actuación de Gene Kelly le da el encanto a la película, otras con un manejo lamentable de las posibilidades estética acuosa, aunque toda una película se haya realizado con el agua alrededor, como fue la cinta Waterworld, 1995, mostrános lo complejo que es realza sutilmente un elemento cotidiano a una categoría estética, pienso que lo acuoso y sus posibilidades han sido exploradas en una dimensión plus Tarvkovski y Miyazaki, mi pregunta será si González Inarritú seguirá esta temática o cambiará la estética para acoplarla a la narración que pienso es su principal virtud del director mexicano, lo cierto es que su Oscar al mejor director por The Revenant es justo, acertado y acuoso.


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