sábado, 30 de junio de 2012

NOVENA PÁGINA

Salida de fin de año en algún lugar de
Nueva Deli
Julio, mes cálido, menos en el sur donde es frío y viven los pingüinos. Es un mes que se repite como todos los meses, pero es el mes donde aprendemos a hacer recuerdos, a acabar historias y de iniciar proyectos. Durante años el sistema educativo modeló nuestro inconsciente para tal fin, así el mes de julio nos indicaba la conclusión de las clases, los dolores de cabezas de ver o no ver a los amigos, los recuerdos que nacieron del juego que hicieron nuestras hormonas sobre nuestro organismo, y finalmente, desarrollar la capacidad de planificar viajes o pensar qué hacíamos con el ocio que vendría por las vacaciones. Julio se iniciaba como un mes de transición, aunque la vida continuaba sin cambios aparentes, pero internamente sabíamos que algo concluía, especialmente cuando se es estudiante y nuestra vida divaga entre los liceos, los colegios y a veces por las universidades. Ahora entramos en julio, en Japón se acaban las clases, en Venezuela se acaban las clases, en España se acaban las clases, pareciera que todo ya está hecho y solo un volumen de tiempo grueso y aislado vendrá. Cuando era joven esos volúmenes de tiempo eran lo suficientemente espeso para  esculpir sueños, para derrochar tiempo entre juegos, ideas y paseos; ahora muchos jóvenes en Japón, Venezuela y España, quieren asistir a cursos de veranos, a recuperación de clases, ya los volúmenes de tiempo puro crean pánico, se necesita "recuperar tiempo", cosa que es imposible por definición y que podemos pensar que es una táctica estúpida de ciertos modelos de consumo que nos invitan a no enfrentarnos con la ociosidad, ya que es "mala", pero también ella es la madre de toda filosofía, ciencia, fiestas y literatura. Ahora hay que "recuperar tiempo", evitar los cortes ideas de ser rico y famoso, de planificar desde la nada viajes hacia los vacíos. Los jóvenes quieren ganar tiempo que seguramente será desperdiciado entre la Web, videos juegos, pornografía, y fiestas de egos; y ese es su derecho, de malgastar el tiempo, de redistribuirlo como le apetezca, entonces por qué la obsesión de "recuperar tiempo" en cursos de veranos desde julio hasta septiembre. Se crea ahora una obsesión que intuyo que se presenta como uno de los argumentos más estúpidos: "no pierdas el tiempo", sin saber que agosto es el tiempo que tenemos para desperdiciarlo por definición esencial, y que ha sido institucionalizado desde los orígenes de los sistemas educativos. Todo me indica que cada vez estos momentos de interludio en el medio del año desaparecerán y ya cada vez nos serán más extraño encontrar aquellas novelas, cuentos o películas que nos hablan de las experiencias con los volúmenes de tiempos derivados de las vacaciones.  

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